29/6/05

Viaje a Italia, de J. W. Goethe

En Viaje a Italia, de J. W. Goethe, podemos distinguir dos partes bien diferenciadas. La segunda de ellas correspondería a su Segunda estancia en Roma, que se inicia en junio de 1787. Es, con bastante diferencia, la más literaria de las partes, la que tiende más al género de Memorias, en contraste con la primera que correspondería a un, y no es broma, diario de bitácora. El regreso a Roma parece obligado, aunque nunca están bastante claros los motivos que le impulsan a volver abandonando sus observaciones en Nápoles, como tampoco queda claro en principio los motivos de su abandono de Weimar. Estas cuestiones parece que están suficientemente habladas entre el autor y los receptores de su correspondencia, que constituyen el material más importante que conforma el Viaje a Italia. Un retorno obligado, decía, para iniciarse en el arte de la pintura como aprendiz de dibujante de forma que sus observaciones artísticas ahora conducen a poder apreciar no sólo el conjunto de la obra de arte sino los pormenores de su desarrollo. Curiosamente esta segunda parte no describe ninguna obra artística, a diferencia de la primera, plagada de ellas.
La primera parte de la obra es un tanto más pesada, llena de descripciones de paisajes y ciudades, con observaciones demasiado exhaustivas en torno a la geología, la flora, la agricultura. Este Goethe, a diferencia del de la segunda parte, está muchísimo más interesado en la Naturaleza que en lo mundano, incluso lo artístico queda relegado a un segundo plano. Y el volcán, el Vesubio en erupción supone para Goethe una atracción tan grande que cuesta comprender porque debe renunciar a su observación y estudio para retornar a Roma a desarrollar sus relaciones sociales y mundanas.



Los románticos inventaron el turismo. Goethe, Sterne, Stendhal, Byron, Shelley... aburridos, quizás partieron de sus países buscando el exotismo de las tierras cercanas de Europa primero, del cercano Oriente, después. Siempre en el turista hay un poso de superioridad frente al nativo que ejecuta diariamente la misma rutina laboral. Los turistas del siglo XVIII y XIX obsercvaban con atención, casi con pasmo, las actividades de los campesinos de Italia y Grecia, mientras los de sus respectivos países les eran totalmente invisibles. Tal vez el turismo consiste precisamente en eso, en recorrer muchos kilómetros para comprobar que en todas partes las relaciones de poder entre seres humanos son exactamente iguales, para comprobar con tus propios ojos, pero a un millón de millas, lo que se desarrolla delante de tus narices día a día. Quizás habría que tomar en cuenta esta consideración este verano, cuando visitemos lugares “exóticos” (lo eran en el XVIII, pero lo siguen siendo en la actualidad) rodeados de cientos de personas más que buscan esas particularidades que, a fin de cuenta, son comunes.
Y cuando estés harto de la masificación del turismo, por un momento piensa en Goethe:

y dedícale algún oscuro pensamiento.


Como ahora viajo solo, tengo bastante tiempo para evocar de nuevo las impresiones de meses anteriores, y lo hago gustosamente. De todas formas, veo a menudo interrumpidas mis observaciones, y aunque el viajero pueda considerar el viaje fluido como un río y su imaginación vea ininterrumpida la secuencia, lo cierto es que se advierte, con pesar, la imposibilidad de comunicarlo como verdaderamente se debería. El narrador no puede sino explicar las cosas una detrás de otra; no hay forma de introducir en la mente del oyente la idea de un todo.
(De Nápoles a Roma, junio de 1787)

27/6/05

Lalo Cura

Según aparece en La prefiguración de Lalo Cura, en Putas asesinas, Roberto Bolaño hace que el personaje describa así sus orígenes:


Parece mentira, pero yo nací en el barrio de los Empalados. El nombre brilla como la luna. El nombre, con su cuerno, abre un camino en el sueño y el hombre camina por ese sendero. Un sendero tembloroso. Siempre crudo. El sendero de llegada o de salida del infierno. A eso se reduce todo. Acercarse o alejarse del infierno. Yo, por ejemplo, he mandado matar. He hecho los mejores regalos de cumpleaños. He financiado proyectos faraónicos. He abierto los ojos en la oscuridad. Con extrema lentitud abrí los ojos en la oscuridad total y sólo vi o imaginé aquel nombre: barrio de los Empalados, fulgurante como la estrella del destino. Naturalmente, os contaré todo. Mi padre fue un cura renegado. No sé si era colombiano o de qué país. Latinoamericano era. Pobre como las ratas, apareció una noche por Medellín dando sermones en cantinas y burdeles. Algunos creyeron que era un agente de los servicios secretos, pero mi madre evitó que lo mataran y se lo llevó a su penthouse en el barrio. Vivieron juntos cuatro meses, hasta donde yo sé, y luego mi padre desapareció en el Evangelio.


Sin embargo, en 2666, los orígenes de Olegario (Lalo) Cura varían para sumergirnos en una espiral de locura intertextual:

En 1976 la joven María Expósito encontró en el desierto a dos estudiantes del DF que le dijeron que se habían perdido pero que más bien parecían estar huyendo de algo y a los que tras una semana vertiginosa nunca más volvió a ver. Los estudiantes vivían dentro de su propio coche y uno de ellos parecía estar enfermo. Parecían como drogados y hablaban mucho y no comían nada, aunque ella les llevaba tortillas y frijoles que sustraía de su casa. Hablaban, por ejemplo, de una nueva revolución, una revolución invisible que ya se estaba gestando pero que tardaría en salir a las calles al menos cincuenta años más.
O quinientos. O cinco mil. Los estudiantes conocían Villaviciosa pero lo que querían era encontrar la carretera a Ures o a Hermosillo. Cada noche hicieron el amor con ella, dentro del coche o sobre la tierra tibia del desierto, hasta que una mañana ella llegó al lugar y no los encontró. Tres meses después, cuando su tatarabuela le preguntó quién era el padre de la criatura que esperaba, la joven María Expósito tuvo una extraña visión de sí misma: se vio pequeña y fuerte, se vio cogiendo con dos hombres en medio de un lago de sal, vio un túnel lleno de macetas con plantas y flores. En contra de los deseos de su familia, que pretendió bautizar al niño con el nombre de Rafael, María Expósito le puso Olegario, que es el santo al que se encomiendan los cazadores y que fue un monje catalán del siglo XII, obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona, y también decidió que el primer apellido de su hijo no sería Expósito, que es nombre de huérfano, tal como le habían explicado los estudiantes del DF una de las noches que pasó con ellos, dijo la voz, sino Cura, y así lo inscribió en la parroquia de San Cipriano, a treinta kilómetros de Villaviciosa, Olegario Cura Expósito, pese al interrogatorio al que la sometió el sacerdote y a su incredulidad acerca de la identidad del supuesto padre. La tatarabuela dijo que era pura soberbia anteponer el nombre de Cura al de Expósito, que era el suyo de siempre, y poco después murió, cuando Lalo tenía dos años y caminaba desnudo por el patio de su casa, mirando las casas amarillas o blancas, siempre cerradas de Villaviciosa.



Bolaño construye desde dentro sus relatos y novelas avanzando siempre hacia un vértice truncado definitivamente por la muerte. ¿El Lalo Cura de La prefiguración es el mismo que aparece en 2666 ? Mientras que en La prefiguración el relato es en primera persona, en 2666 su historia le aparece a Lalo cuando
« semidormido, varado entre el sueño y la vigilia, escuchaba o recordaba voces que le hablaban de su familia, el árbol genealógico que se remontaba hasta 1865»
¿Es una ensoñación frente a una realidad (Lalo Cura, hijo de una actriz porno, asesino a sueldo y policía) ?
¿O este nuevo giro de la historia en el que la sombra de « dos estudiantes del DF perdidos en el desierto en 1976 » busca una unión poética entre Los detectives salvajes y 2666 ?
Cesárea Tinajera fue, a su modo, una de las primeras mujeres asesinadas en el norte de México. Y el policía que con más ahínco intenta descubrir la brutal oleada de asesinatos que asolan Santa Teresa es convenientemente descendiente de uno de los dos estudiantes, Lima o Belano.
¿Cerramos un círculo?

25/6/05

No se puede hablar de El club de la lucha.

El éxito y cómo digerirlo, como en La velocidad de la luz, es quizás el tema de Error humano una colección de artículos periodísticos escritos por Chuck Palahniuk, que por aquel entonces venía de hacerse famoso gracias a la adaptación cinematográfica de El club de la lucha, su primera novela.
No tengo suficientes elementos de juicio para hablar sobre el Palahniuk escritor, ya que sólo he leído Asfixia y he visto la sobrevalorada película protagonizada por Norton y Pitt.



Nada puede estar más alejado que la forma de enfocar el tema del éxito que las adoptadas por Cercas y Palahniuk. Aunque ninguno ha acabado de convencerme, definitivamente me quedo con el español. Gana por goleada literaria.
Sobre Palahniuk pesa, al menos en esta recopilación, el deseo de ser, o superar, a Hunter S. Thompson. Que lo consiga o no, no me parece que sea demasiado relevante. Lo importante es que Palahniuk, a pesar de entrevistar a celebridades locales y a alguna internacional, acaba hablando de él mismo. Sus entrevistas, en las que él prácticamente desaparece del escenario, son de una intrascendencia soporífera. Sólo cuando aparece Palahniuk como contrapunto o protagonista de las historias la cosa parece animarse. Así sabremos de sus problemas para digerir un éxito inesperado y, en cierta manera, peligroso por lo que supone aceptar las ideas nihilistas que propugna. Un hombre dispuesto a abrir la puerta de un avión en pleno vuelo debe asumir que lo extraño, lo estrambótico le asedie continuamente en la vida real, incluso disfrazándose de tragedia:

(Su padre que respondió a un anuncio de un periódico resultó asesinado por el ex marido de la mujer, quien mató a ambos y prendió fuego a la casa. El asesino) "Shackleford está en prisión, ha sido sentenciado a muerte, pero se sirve de las estratagemas legales que le enseñó su ex mujer, que era abogada y a la que él mismo asesinó, para presentar recursos que pospongan su ejecución durante décadas. Además, se niega a revelar la localización de varias bombas con ántrax que ha enterrado en zonas urbanas. Sostiene que estas bombas acabarán oxidándose y matando a miles de personas"



Pero El club de la lucha acaba siendo el tema principal, la novela, la película y las secuelas físicas y psíquicas que el éxito le produjo al autor.

(Aparte: David Fincher, el director de El club de la lucha, es uno de los directores que más detesto. Seven, Alien 3, The game, El club de la lucha... seguramente ya sabéis a que me refiero, a su incompetencia para mostrar con firmeza una impostura cinematográfica)

No creo que se pueda decir mucho más de un libro en el que el prólogo es más interesante que el resto del contenido.

22/6/05

Protorelato

En realidad el bastón dobla su longitud apretando un resorte oculto, al mismo tiempo que deja al descubierto una afilada hoja cortante. Es realmente la lanza de Wotan, Gungnir, pero poco importa en esta historia.

21/6/05

Los narradores poco fiables de Kazuo Ishiguro

Un artista del mundo flotante, la segunda novela de Kazuo Ishiguro publicada en el año 1986, formaría parte de un primer ciclo de novelas del autor que incluirían además a Pálida luz en las colinas (1982) y la multipremiada y celebérrima, a causa de una correcta adaptación cinematográfica a cargo de James Ivory, Los restos del día (1989)
Los inconsolables (1995) y Cuando fuimos huérfanos (2000), sus dos últimas novelas, parecen enmarcarse en otro contexto literario: Son obras más ambiciosas, tremendamente elaboradas, tendentes a lo fantástico y onírico, de resonancias kafkianas, aunque de un marcado estilo personal. La crítica en general tiende a separar estas dos etapas del autor, magnificando la primera compuesta por novelas cortas, y notando lo decepcionante de sus novelas largas en las que no acaba de desarrollar lo que plantea en las cortas.
El caso es que no creo que haya nada que desarrollar para Ishiguro: Lo que nos da en sus novelas es precisamente lo que quiere mostrarnos.

Es posible encontrar ciertas líneas que marcan el estilo de Kazuo Ishiguro, en primer lugar y fundamentalmente el que todas sus historias estén narradas en primera persona por personajes que inmediatamente nos emplazarán en el campo de lo subjetivo, de lo sesgado, de lo no fiable... Unreliable, es la palabra precisa que emplean en inglés. Ésta sería la lista de los narradores falibles de Ishiguro:

Pálida luz de las colinas: Etsuko
Un artista del mundo flotante: Masuji Ono
Los restos del día: Stevens
Los inconsolables: Ryder
Cuando fuimos huérfanos: Cristopher Banks

En las cuatro últimas novelas de Ishiguro se da además otra coincidencia que aúna a los personajes narradores: Su importancia, o la importancia relativa que creen tener en sus respectivos campos. Aunque una falsa modestia les impide afirmarlo, siempre recurren a los demás:

Stevens:
Evidentemente no soy yo quien debería sugerir que merezco figurar junto a los “grandes” mayordomos de nuestra generación (...); sin embargo, debo decir que hay quien. Quizás por una exagerada magnanimidad, sostiene esa idea.

Ryder en ningún momento se presenta como un gran pianista, aunque toda la novela se basa precisamente en su excelencia artística que él en ningún momento desmiente.

Banks: (...)
“Y creo que fue entonces cuando dejé escapar una risa nerviosa, y me asaltó la idea de que el caso Mannering, pese a la evidente brillantez de mi investigación y a las alabanzas de mis amigos, no entrañaba la importancia que yo había imaginado fuera del exiguo ámbito de los entendidos”

El caso de Masuji Ono, de Un artista del mundo flotante, iniciaba este tipo de narradores orgullosos de su importancia social, carentes de cierto carácter objetivo que los haga creíbles. Pero al contrario de sus sucesores en las novelas de Ishiguro, la contradicción y la falta de rigor hace que se descubra su impostura (voluntaria o no, es difícil decir en el caso de Ono), una impostura en la que el remordimiento juega un papel predominante. Hasta qué punto lo que nos cuenta Ono es cierto o es su versión de los hechos (como muchas veces confiesa) o es su obstinación en mantener una opinión (forzando así a su memoria) o los achaques de la vejez (que controlan totalmente sus recuerdos) son las posibilidades con las que juega Ishiguro para crear su trama narrativa, para construir un entramado literario que a fin de cuentas acabará constituyendo su estilo personal.


Kazuo Ishiguro acaba de publicar su última novela, Never let me go, en la que al parecer juega de nuevo con un puzzle espacio temporal narrativo.

20/6/05

Tiranía privada (IV): Enucleación

Hace unas semanas en la serie que publica El País Semanal sobre los grandes malvados de la historia, a propósito de Irene, la Emperatriz bizantina que ordenó cegar a su hijo, el autor del artículo se preguntaba como era posible la enucleación del globo ocular sin provocar la muerte. Desgraciadamente la sutilidad humana para provocar a sus semejantes las más dolorosas y atroces vejaciones no puede sorprendernos, sí asquearnos, pero esa es otra historia.
La respuesta a la pregunta tal vez pueda encontrarse en una novela que habla sobre ese mismo Imperio aunque en épocas más lejanas para nosotros. En El conde Belisario, Robert Graves narra la última ignominia que tuvo que sufrir el general bizantino de manos de su Emperador:

A Belisario se le perdonó la vida.
Pero quedó privado de todos sus honores y posesiones en tierras o tesoros, e incluso descalificado para recibir la limosna común.
Pero fue víctima aún de otra venganza espantosa. ¡Ay, ahora mismo! Permitidme que la escriba rápidamente: esa misma noche le apagaron la luz de ambos ojos con agujas al rojo vivo, en la Morada de Bronce
.


El calor ciega y cauteriza al mismo tiempo. Eso ya lo era sabido desde tiempos remotos y así lo recoge Homero cuando hace que Ulises-Nadie ciegue a Polifemo introduciendo un tronco afilado y ardiente en su único ojo.
De que forma pudo librarse Edipo de mortales infecciones debe ser parte también de la condena que el destino le tenía reservado:

Algún dios se lo mostró, a él que estaba fuera de sí, pues no fue ninguno de los hombres que estábamos cerca. Y gritando de horrible modo, como si alguien le guiara, se lanzó contra las puertas dobles y, combándolas, abate desde los puntos de apoyo los cerrojos y se precipita en la habitación en la que contemplamos a la mujer colgada, suspendida del cuello por retorcidos lazos. Cuando él la ve, el infeliz, lanzando un espantoso alarido, afloja el nudo corredizo que la sostenía. Una vez que estuvo tendida, la infortunada, en tierra, fue terrible de ver lo que siguió: arrancó los dorados broches de su vestido con los que se adornaba y, alzándolos, se golpeó con ellos las cuencas de los ojos, al tiempo que decía cosas como éstas: que no le verían a él, ni los males que había padecido, ni los horrores que había cometido, sino que estarían en la oscuridad el resto del tiempo para no ver a los que no debía y no conocer a los que deseaba. Haciendo tales imprecaciones una y otra vez –que no una sola-, se iba golpeando los ojos con los broches. Las pupilas ensangrentadas teñían las mejillas y no destilaban gotas chorreantes de sangre, sino que todo se mojaba con una negra lluvia y granizada de sangre.

Edipo rey, Sófocles.


Alguna vez leí algo sobre el carácter sagrado que otorgaba la ceguera y de que forma Edipo y Tiresias alcanzan un rango especial por su causa. Y Homero, por supuesto.
Pero en la sofisticada corte bizantina los privilegios se alcanzan por emasculación y la ceguera como castigo supone una frivolidad no exenta de sadismo.

Irene cegó a su hijo en una habitación roja y lo último que pudo ver fue el rojo del hierro que reventaría sus globos oculares.

(Luego vendrían los informes, el nuevo Homero austral... pero son otras historias)

19/6/05

Bruce Campbell

Dos buenas noticias para quienes ya desesperábamos de encontrar a Bruce Campbell sólo en pequeños cameos en las películas de Sam Raimi, director que le lanzó a la fama (efímera, privada, para fetichistas del detalle o para obsesos de las relaciones cinematográficas) con las insuperables Evil dead.
Nadie, desde los tiempos del cine mudo, pudo hacernos reír tanto como Campbell peleándose con su mano en un contexto que, ciertamente, no invitaba a la risa. Pero ya se sabe que el horror puede llegar a ser pateticamente ridículo. Raimi (Sam) y Campbell solventaron esa delgada línea con grandes dosis de humor.



Como los héroes de Carpenter, Campbell tiene cierto toque macarra, aderezado con un sentido del humor más acentuado que los personajes de Carpenter. Quizás por eso el director le invitó a participar, mínimamente, también, en su Escape from L.A..

Las noticias son dos:
En primer lugar la crítica de Alberto Chimal sobre una película de Campbell que desconocía y promete ser interesante (para quienes nos parecen interesantes estas trivialidades, claro)
Buba Ho-tep

La otra es que Campbell acaba de terminar el rodaje de una película que ya veremos que tal. El título:
Man with the Screaming Brain

Coprotagoniza, Ted Raimi (si no calculo mal, siempre salen en las mismas películas:
Bruce Campbell and Ted Raimi

16/6/05

Goethe y Cagliostro

Uno de los episodios más interesantes de El viaje a Italia de Goethe es, como él la denomina, una “singular aventura” que tiene relación con el enigmático personaje de Cagliostro. Por una vez, durante los días 13 y 14 de abril de 1787, Goethe abandona sus anotaciones geológicas, botánicas y agrícolas para enfrentarse a una situación narrativa en la que el autor aparece casi como un personaje de una novela.

En líneas generales El viaje a Italia de Goethe está muy lejos de las peripecias de Tristram Shandy en Italia... no puedo imaginarme al alemán lidiando con un burro para entrar en una posada... en fin, digresión, no se trata de esto.

Hay que tener en cuenta otro dato importante acontecido hasta el día en cuestión durante su viaje. Por dos veces, Goethe no ha sido reconocido por personas que supuestamente le conocían, aunque, todo hay que decirlo, no personalmente. Parece ser que descontextualizado de Weimar, Goethe pierde parte de su consistencia humana, como si su personalidad se resintiese con la distancia a su tierra natal, como si se diluyese, se confundiese. Por eso destaca en su diario su encuentro con la familia de otro escurridizo personaje, sombra de una sombra, reflejo de lo inexistente.


Siguiendo la historia de estas migraciones nos deberíamos preguntar por qué Cagliostro ha interesado tanto a los cazadores de misterios, cuando se trata de un personaje que carece de misterio. Es tan previsible que podría haber sido programado por un ordenador dotado con las siguientes informaciones: noticias sobre la psicología de un personaje típico de la cultura dieciochesca, el aventurero (de Casanova a Da Ponte) con su gusto por la aventura cosmopolita, la curiosidad por lo insólito, la pasión por la intriga; informaciones sobre el nacimiento de las sectas masónicas y sobre el papel que han desempeñado en tejer contactos entre una burguesía arribista y una aristocracia insatisfecha del ancien régime; anécdotas sobre monarcas y landgraves que financiaban investigaciones alquímicas con un ojo en la piedra filosofal y otro en la química para la industria manufacturera (incluida la historia del conde de Milly, que para encontrar el elixir de larga vida al final se equivoca y se envenena); y he aquí construido el conde de Cagliostro. Cagliostro es uno de los personajes más obvios de su propio tiempo. Quizá ha atraído la atención porque ha representado de una forma más pintoresca, en voz más alta, el arquetipo eterno del hombre sin atributos, que se deja atravesar por su propio tiempo.

Entre mentira e ironía: Migraciones de Cagliostro. Umberto Eco.



Hay que admitir que a lo largo del episodio de su encuentro con la familia de Giuseppe Balsamo, Goethe se muestra inusualmente mundano, impulsado por una morbosa curiosidad que le lleva a infiltrarse, manteniendo su anonimato, en el origen de un misterio que en aquellos tiempos conmocionaba Europa. Cagliostro había salido de la prisión en Francia y por aquel entonces estaba exiliado en Londres. Que el aventurero fuese o no Giuseppe Balsamo, a cuya familia visitaba Goethe, carece de importancia en nuestra particular historia. De lo que se trata es de que Goethe asume como cierta una posibilidad y que se enfrenta a ella a través de la ocultación y el engaño. Goethe miente y así nos lo cuenta, se presenta ante la familia no como el escritor alemán, sino tras la máscara de un oscuro visitante que dice conocer a Balsamo-Cagliostro. El seudónimo del personaje, como es obvio, no se menciona en todo el encuentro, con lo que se ejecuta un doble ritual de engaño entre la familia y el escritor: La primera asume que el visitante conoce a su pariente, Balsamo, el segundo, que realmente no conoce a Cagliostro más que por su fama, asume cierto trato con el desaparecido pariente.

Todo concluye con una carta que la familia le entregará en cuanto esté redactada. Goethe, receloso de que se descubra el engaño evita dar la dirección de su alojamiento, y en contra de toda costumbre que impone la cortesía, sobrepasando a ésta, se ofrece para acudir de nuevo al hogar de los Balsamo al día siguiente.
Así se hace. La familia contrata a un amanuense y entrega la carta al emboscado poeta, con lo que éste tiene en su poder una carta destinada a Giuseppe Bálsamo que debería entregar al exiliado Cagliostro.
Dice Goethe:

No necesito decir que el interés que había despertado en mí esta familia había hecho nacer en mi interior el deseo de serles útil, de ayudarlos. Se les había engañado una vez más, y ahora la culpa era mía, la curiosidad de la Europa nórdica iba a decepcionar por segunda vez sus esperanzas puestas en aquella inesperada ayuda.


Así, contrito y arrepentido de su acción, a la que dedica diez páginas de su diario, Goethe parte con la carta en su bolsillo y ésta desparece de la historia para siempre.
Al menos por lo que yo sé.
Por lo que a mí respecta, me quedo con la idea (simple, eso sí) del escritor a quien algunos no reconocen, llevando en su equipaje, como una pesada carga, una carta dirigida a una persona improbable, de origen desconocido y que jamás llegará a su destinatario.
Y espero que ningún escritor de best-sellers seudomisteriosos atrape la idea (de tan simple, atractiva) y la desvirtúe completamente... ¿Cagliostro supliendo a Goethe en su viaje por Italia?

Y que nadie mencione a los Illuminati de Baviera.

15/6/05

Y a veces...

... a veces dentro de su cabeza H. sentía una nebulosa de dolor que se extendía sin concretarse en ningún lugar, que pugnaba por salir. No. No era un dolor pulsátil. Era como una red sólida que oprimía su cráneo desde dentro hacia fuera.

... a veces, cuando eyaculaba, sentía una nebulosa de dolor...

14/6/05

Miyazaki 3: Porco Rosso

Un cerdo que no vuela es sólo un cerdo.







Es mejor ser cerdo que fascista.

Miyazaki 2

Hay temas que desde un principio no se dejan escribir. Es lo que me ocurre cada vez que intento hablar sobre la obra de Hayao Miyazaki. Presiento que finalmente llenaré el mensaje con muchas imágenes y poco texto.



Como podéis comprobar en el enlace, Miyazaki es autor de un buen número de series televisivas y de increíbles largometrajes de animación. Es imposible destacar una película sobre las otras ya que todas suponen elaborados trabajos tanto argumentalmente, con guiones propios de Miyazaki (excepto en su último trabajo), como en lo que se refiere a escenario y ambientación. Si algo habría que destacar es la libertad en la que este creador a desarrollado su trabajo desde los años 80 (veremos de que manera la colaboración con la compañía Disney y el hecho de ser una adaptación de una novela, afecta a su último trabajo, Howl's Moving Castle)





El fragmento de Swift de Los viajes de Gulliver sobre la isla flotante de Laputa le sirvió en 1986 de punto de partida para crear su historia Tenkû no shiro Rapyuta, estrenada en España con distintos títulos y conocida popularmente como El castillo de Laputa. Una fortaleza flotante abandonada desde hace 700 años es ambicionada por un ejercito despiadado. El secreto de la fortaleza oculta en las nubes es solo conocido por una niña que es transportada en un inmenso dirigible cuando éste es asaltado por unos piratas aéreos.





Esto ya nos da una idea de ciertas características de las obras de Miyazaki que se repiten en varias historias: Un enfrentamiento entre bandos cuyas intenciones son tan ambiguas que es imposible clasificarlos maniqueísticamente; la oposición entre una brutal industrialización, una poderosa maquinaria bélica y la fuerza imparable de la naturaleza (Laputa, Mononoke); la desoladora soledad de sus protagonistas infantiles y la forma en que Miyazaki consigue que la historia no sea en absoluto infantil, incluso en el caso más evidente en el conjunto de sus obras, Mi vecino Totoro, Miyazaki logra estar un paso por delante de la sensiblería habitual; las máquinas, los artefactos voladores; la forma de acercarse a los grandes del cine de aventuras, sobre todo Howard Hawks de quien Porco Rosso es un claro homenaje, y de John Ford, sobre todo en lo que respecta a los personajes secundarios y a su relación con la historia; los grandes espacios abiertos, los paisajes, el cielo, las nubes, las hojas de los árboles agitadas por el viento una a una, los silencios perfectamente medidos; los movimientos de cámara, dignos del más grande maestro del cine. La imagen en movimiento.

Miyazaki 1

13/6/05

La isla flotante

La palabra que yo traduzco por la isla volante o flotante es en el idioma original laputa, de la cual no he podido saber nunca la verdadera etimología. Lap, en el lenguaje antiguo fuera de uso, significa alto, y untuh, piloto; de donde dicen que, por corrupción, se deriva laputa, de lapuntuh. Pero yo no estoy conforme con esta derivación, que se me antoja un poco forzada.Me arriesgué a ofrecer a los eruditos de allá la suposición propia de que laputa era quasi lapouted: de lap, que significa realmente el jugueteo de los rayos del sol en el mar, y outed, ala. Lo cual, sin embargo, no quiero imponer, sino, simplemente, someterlo al juicioso lector.
(...)
La isla volante o flotante es exactamente circular; su diámetro, de 7.837 yardas, esto es, unas cuatro millas y media, y contiene, por lo tanto, diez mil acres. Su grueso es de 300 yardas. El piso o superficie inferior que se presenta a quienes la ven desde abajo es una plancha regular, lisa, de diamante, que tiene hasta unas 200 yardas de altura. Sobre ella yacen los varios minerales en el orden corriente, y encima de todos hay una capa de riquísima tierra, profunda de diez o doce pies. El declive de la superficie superior, de la circunferencia al centro, es la causa natural de que todos los rocíos y lluvias que caen sobre la isla sean conducidos formando pequeños riachuelos hacia el interior, donde vierten en cuatro grandes estanques, cada uno como de media milla en redondo y 200 yardas distante del centro. De estos estanques el Sol evapora continuamente el agua durante el día, lo que impide que rebasen. Además, como el monarca tiene en su poder elevar la isla por encima de la región de las nubes y los vapores, puede impedir la caída de rocíos y lluvias siempre que le place, pues las nubes más altas no pasan de las dos millas, punto en que todos los naturalistas convienen; al menos, nunca se conoció que sucediese de otro modo en aquel país.
(...)
Pero la mayor rareza, de la cual depende la suerte de la isla, es un imán de tamaño prodigioso, parecido en la forma a una lanzadera de tejedor. Tiene de longitud seis yardas, y por la parte más gruesa, lo menos tres yardas más en redondo. Este imán está sostenido por un fortísimo eje de diamante que pasa por su centro, sobre el cual juega, y está tan exactamente equilibrado, que la mano más débil puede volverlo. Está rodeado de un cilindro hueco de diamante de cuatro pies de concavidad y otros tantos de espesor en las paredes, y que forma una circunferencia de doce yardas de diámetro, colocada horizontalmente y apoyada en ocho pies, asimismo de diamante, de seis yardas de alto cada uno. En la parte interna de este aro, y en medio de ella, hay una muesca de doce pulgadas de profundidad, donde los extremos del eje encajan y giran cuando es preciso.
No hay fuerza que pueda sacar a esta piedra de su sitio, porque el aro y sus pies son de la misma pieza que el cuerpo de diamante que constituye el fondo de la isla.

Jonathan Swift; Los viajes de Gulliver.

10/6/05

Diálogos del pesimismo

Los que querais más información sobre el texto visitad Diálogos del pesimismo


I— VIAJE A PALACIO
— [¡Escúchame, esclavo!]
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— [¡Rápido! Tráeme el carro y ponlo en marcha. Quiero ir a palacio.
— ¡Ve, señor, ve! Será ventajoso para ti. Cuando te vea, el rey te dará
honores.
— [Pues bien, esclavo,] ¡no iré a palacio!
— ¡No vayas, señor, no vayas! Cuando te vea, tal vez el rey te envíe
Dios sabe adónde, quizá te haga seguir una ruta que no conoces, y hará
que sufras de agonía día y noche.

II — BANQUETE
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— ¡Rápido! ¡Échame agua en las manos, quiero cenar!
— ¡Cena, señor, cena! Una buena comida relaja la mente [ ], la comida de
su dios. ¡Lavarse las manos hace pasar el tiempo!
— Pues bien, esclavo, ¡no pienso cenar!
— No cenes, señor, no cenes. Comer sólo cuando tiene hambre, beber sólo
cuando tiene sed, es lo mejor que el hombre puede hacer.

III — CAZA
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— ¡Rápido! Tráeme el carro. ¡Me voy de caza!
— ¡Ve, señor, ve! ¡Un cazador llena su estómago! ¡El perro de caza
romperá los huesos de la presa! ¡El cuervo que recorre los campos puede
alimentar su nido! ¡El asno salvaje que corre encuentra ricos pastos!
— Pues bien, esclavo, ¡no iré de caza!
— ¡No vayas, señor, no vayas! ¡La suerte del cazador es tornadiza! ¡Los
dientes del perro de caza se romperán! El cuervo que recorre los campos
tiene por casa un agujero en el muro. El asno salvaje que corre tiene el
desierto por establo.

IV — MATRIMONIO
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— Quiero tener un hogar. ¡Quiero tener un hijo!
— ¡Tenlos, señor, tenlos! El hombre que funda un hogar [...] ¡Cómo ibas
a fundar un hogar! ¡No lo hagas, o romperás el hogar de tu padre!

V — LITIGIOS
(Quedan muy pocos fragmentos de esta estrofa. Por lo que nos dejan ver,
el señor quiere ir a juicio. Toma la determinación de dejar que su
contrincante actúe, sin decir una palabra. Luego, cambiando de idea como
de costumbre, decide que ya no quiere callarse por más tiempo.)
— ¡No guardes silencio, señor, no guardes silencio! ¡Si no abres la
boca, tu oponente tendrá las manos libres! ¡Tus acusadores serán crueles
contigo, si [no] hablas!

VI — REVUELTA
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— ¡Quiero encabezar una revuelta!
— ¡Encabézala, pues, señor, encabézala! Si no encabezas una revuelta,
¿de dónde saldrán tus ropas? ¿Quién te permitirá llenarte la barriga?
— Pues bien, esclavo, ¡no quiero encabezar una revuelta!
— ¡No la encabeces, señor, no la encabeces! ¡El hombre que encabeza una
revuelta acaba muerto o desollado, o le sacan los ojos, o lo arrestan y
arrojan a la cárcel!

VII — AMOR
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— Quiero hacer el amor con una mujer.
— ¡Hazlo, señor, hazlo! ¡El hombre que hace el amor con una mujer olvida
la desdicha y el miedo!
— Pues bien, esclavo, ¡no quiero hacer el amor con una mujer!
— ¡No lo hagas, señor, no lo hagas! La mujer es un verdadero engorro, un
agujero, una zanja! ¡La mujer es una daga de hierro, afilada, que corta
la garganta de un hombre!

VIII — SACRIFICIO
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— ¡Rápido! ¡Tráeme agua para las manos y dámela! Voy a hacer un
sacrificio en honor de mi dios.
— ¡Hazlo, señor, hazlo! El hombre que hace un sacrificio en honor de su
dios queda con el corazón satisfecho. Acumula un beneficio tras otro.
— Pues bien, esclavo, ¡no quiero hacer un sacrificio en honor de mi dios!
— ¡No lo hagas, señor, no lo hagas! Enseñarás a tu dios a correr detrás
de ti como un perro, ya sea para pedirte "ritos" o para decirte "¿es que
no vas a consultar a tu dios?" o cualquier otra cosa.

IX — NEGOCIOS
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— Quiero invertir mi plata.
— Invierte, señor, invierte. ¡El hombre que invierte mantiene su
capital, y sus intereses son enormes!
— ¡Pues bien, esclavo, no quiero invertir mi plata!
— ¡No inviertas, señor, no inviertas! ¡Hacer préstamos es tan dulce como
hacer el amor, pero lograr que te los devuelvan es como tener hijos! Se
llevarán lejos tu capital, maldiciéndote sin tregua. ¡Harán que pierdas
los intereses de tu capital!

X — FILANTROPÍA
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— ¡Quiero hacer algo bueno por mi país!
— ¡Hazlo entonces, señor, hazlo! ¡Las hazañas del hombre que hace algo
bueno por su país son expuestas en el círculo de Marduk!
— ¡Pues bien, esclavo, no quiero hacer algo bueno por mi país!
— ¡No lo hagas, señor, no lo hagas! Sube a las ruinas de la ciudad
antigua y date un paseo. Mira las calaveras mezcladas de nobles y
plebeyos. ¿Quién es el malhechor? ¿Quién el benefactor?

XI — CONCLUSIÓN
— ¡Escúchame, esclavo!
— ¡Aquí estoy, señor, aquí estoy!
— ¿Qué es, entonces, bueno? ¿Hacer que rompan tu cuello y el mío, o que
nos arrojen al río, es eso bueno?
— ¿Quién es tan alto como para subir al cielo? ¿Quién tan ancho que
abarque el mundo entero?
— Pues bien, esclavo, ¡te mataré y te enviaré allí primero!
--¡Sí, pero mi señor no durará sin mí tres días...!



La traducción la encontré en este interesantísimo grupo:
Memoria

8/6/05

Doris Kilman, un personaje de La señora Dalloway, de Virginia Woolf

La novela de Virginia Wolf esta basada principalmente en los personajes que sucesivamente se van convirtiendo en protagonistas parciales de la narración. El título parece querer centrar el interés principal en la señora Dalloway. No creo que se pretenda focalizar la narración desde la perspectiva de Clarissa, que puede provocar la incertidumbre de lo adecuado del título que suscitan quienes pretenden que la novela debería llamarse Septimus. Clarissa Dalloway es el personaje con el que el resto de los personajes tienen relación directa. Todos, inclusive Septimus y Lucrecia Warren Smith, vislumbrados tenuemente por la señora Dalloway en una antigua visita a Sir Bradshaw. La fiesta es la culmincion que aglutina a todos los personajes en un lugar común, incluido a Septimus, que irrumpe con la noticia de su muerte. Sin embargo hay una ausencia clamorosa en la fiesta de la señora Dalloway.
De todos los personajes que aparecen en la novela Doris Kilman es el peor tratado de todos y además lo es a todos los niveles

En opinión de Clarissa:

Hacía años y años que llevaba aquel impermeable; sudaba; en cuanto entraba en una habitación no pasaban cinco minutos sin que hiciera sentir su superioridad, tu inferioridad; lo pobre que era ella; lo rica que era una; cómo vivía en un cuartucho, sin un almohadón, sin una cama, sin una alfombra, o sin lo que sea, con el alma cubierta por la herrumbre de la ofensa, después de haber sido despedida de la escuela, durante la guerra, ¡pobre criatura, amargada y desdichada! Sí, porque no se la odiaba a ella sino al concepto de ella, y, sin duda alguna, este concepto llevaba incorporadas muchas cosas que no eran de la señorita Kilman; y la señorita Kilman se había convertido en uno de esos espectros con los que se lucha por la noche, uno de esos espectros que se ponen a horcajadas sobre nosotros y nos chupan la mitad de la sangre, dominadores y tiránicos, pero, sin la menor duda, si los dados de la fortuna hubieran caído de otra manera, más favorable a la señorita Kilman, Clarissa la hubiera amado. Pero no en este mundo. No.


Y en boca de la narradora (*)

Había visto la luz hacía dos años y tres meses. Ahora no envidiaba a las mujeres como Clarissa Dalloway; se apiadaba de ellas.
Se apiadaba de estas mujeres y las despreciaba desde lo más hondo de su corazón (...)


La señorita Kilman no estaba dispuesta a ser amable. Siempre se había ganado la vida. Sus conocimientos de historia moderna eran extremadamente concienzudos. De sus menguados ingresos siempre apartaba ciertas cantidades para donarlas a causas en las que creía (...)



Desde el punto de vista de Elisabeth (quizás la más condescendiente):

Su madre siempre trataba con mucha, mucha amabilidad a la señorita Kilman, pero la señorita Kilman formaba un apretujado haz de flores, y no sabía sostener una conversación ligera, y lo que interesaba a la señorita Kilman aburría a su madre, y ella y la señorita Kilman eran terriblemente amigas; y la señorita Kilman se hinchaba y parecía muy vulgar, pero la señorita Kilman era tremendamente inteligente.



La propia Doris Kilman:

—Yo nunca voy a fiestas—dijo la señorita Kilman, sólo para evitar que Elizabeth se fuera—. No me invitan.
(...)
—¿Y por qué van a invitarme?—dijo—. Soy fea, soy desdichada.
Le constaba que estas palabras eran una idiotez. Pero aquella gente que pasaba—gente con paquetes que la despreciaba—la obligaron a decirlas. De todos modos, ella era Doris Kilman. Tenía título académico. Era una mujer que había desarrollado su carrera en el mundo. Sus conocimientos de historia moderna eran más que respetables.
—No me compadezco de mí misma—dijo.
"Me compadezco", había querido decir, "de tu madre", pero no, no podía decir esto a Elizabeth.
—Compadezco mucho más a otra gente.


Desde nuestra perspectiva histórica podemos decir que Doris Kilman representaría la auténtica mujer liberada, sin embargo, hasta cuando la narración se focaliza en su personaje, no podemos extraer de él más que resentimiento y mezquindad.

Me cuesta recordar otro personaje literario cuya negatividad trascienda las distintas posibilidades o puntos de vista que ofrece la narración.
Por otra parte, quiero pensar debido a la fugacidad del personaje y su relativa intrascendencia en el conjunto de la narración, que se trata de alguna especie de desliz por parte de la autora. Como si, de alguna manera, se tratase de una inmiscusión de la realidad en la novela de Wolf, la intrusión en forma de personaje de una persona real dentro de la novela.
De no ser así, todo apuntaría a un snobismo descalificante que no sé en que situación nos dejaría como lectores.


(*) ¿Tiene sexo el narrador?

5/6/05

El Maquinista

Trevor Reznik lleva un año sin dormir. En El maquinista, Christian Bale, que interpreta a Reznik, parece llevar un año sin comer.



Es, sin duda, el esfuerzo del actor por hacer creíble su personaje, el castigo físico a que somete a su cuerpo (opuesto al que Robert de Niro se autoinfligió para rodar Toro Salvaje) la mejor baza del filme.



El maquinista es una película en la que el ambiente es fundamental, aunque se mueve por terrenos demasiado trillados últimamente, por lo que el resultado final es más bien predecible. Son películas de las que es mejor no desvelar absolutamente nada y dejar que el espectador se sumerja en el ambiente opresivo y misterioso con el que el director, Brad Anderson, quiere mantenernos en vilo durante algo más de hora y media.
Lo dicho, sólo por ver a Bale El maquinista merece la pena.

Pero... uno que tiene cierta fijación por los secundarios y por las coincidencias que van más allá de lo narrativo no puede dejar de fijarse en la presencia, cada día más abrumadora, en el filme del siempre ambiguo en sus papeles Michael Ironside.



Se dio a conocer en Scanners, una película del también canadiense David Cronenberg, director que ha influido bastante en la puesta en escena de El maquinista, ha sido habitual en varias series de televisión (entre ellas la megacutre serie de culto V) y en películas de Verhoeven.
Precisamente en Starship Troopers, Ironside protagoniza a un instructor militar mutilado por los insectos. De igual manera, en El maquinista, Ironside pierde un brazo. Eso me ha llevado a una búsqueda insensata, inútil y absolutamente intrascendente. Pero sigo sin poder asegurar que Ironside tenga sus dos brazos en la realidad.


(¿Es un brazo de verdad?)


En fin, que tengáis un buen día.

4/6/05

Lydia The Tattooed Lady

Chico: Folks, I wanna you should meet my pal, my best friend. What's your name again?
Groucho: Loophole.
Chico: Glad to know ya.
Groucho: It's your pleasure. Ah, this meeting brings back memories, childhood days! lemonade!! romance! My life was wrapped around the circus...her name was Lydia. I met her at the World's Fair in 1900, marked down from 1940. Ah Lydia. She was the most glorious creature under the sun. Weiss(?)!, DuBarry! Garbo! Rolled into one.

Ahhhhh...

Lydia, oh Lydia, say, have you met Lydia?
Lydia the tattooed lady
She has eyes that folks adore so
And a torso even more so
Lydia, oh Lydia, that encyclo-pidia
Oh Lydia, the queen of tattoo
On her back is the Battle of Waterloo
Beside it the Wreck of the Hesperus, too
And proudly above waves the red, white and blue
You can learn a lot from Lydia

la la la, la la la
la la la, la la la

When her robe is unfurled, she will show you the world
If you step up and tell her where
For a dime you can see Kankakee or Paree
Or Washington crossing the Delaware

la la la, la la la
la la la, la la la

Ah Lydia, oh Lydia, say, have you met Lydia?
Oh Lydia the tattooed lady
When her muscles start relaxin'
Up the hill comes Andrew Jackson
Lydia, oh Lydia, that encyclo-pidia
Oh Lydia, the queen of them all
For two bits she will do a mazurka in jazz
With a view of Niagara that nobody has
And on a clear day, you can see Alcatraz
You can learn a lot from Lydia

la la la, la la la
la la la, la la la

Come along and see Buffalo Bill with his lasso
Just a little classic by Mendel Picasso
Here is Captain Spaulding exploring the Amazon
Here's Godiva but with her pajamas on

la la la, la la la
la la la, la la la

Here is Grover Whelan unveilin' the Tri-lon
Over on the west coast we have Treasure Isle-on
Here's Nijinski a-doin' the rumba
Here's her social security numbah

(Whistling instead of singing la la la...)
(Whistling instead of singing la la la...)

Ah Lydia, oh Lydia, that encyclo-pidia
Oh Lydia, the champ of them all
She once swept an admiral clear off his feet
The ships on her hips made his heart skip a beat
And now the old boy's in command of the fleet
For he went and married Lydia

I said Lydia
He said Lydia
They said Lydia
We said Lydia
La-la!

Groucho Marx, At the Circus


Canciones que vuelan por las películas:



No. No es esta.




Mejor.





El tipo de la máscara de Brazil, el caballero rojo de El rey pescador:

2/6/05

Always look on the bright side of life

Some things in life are bad,
They can really make you mad,
Other things just make you swear and curse,
When you're chewing your life's gristle
Don't grumble, give a whistle,
And this'll help things turn out for the best,
And.....

Always look on the bright side of life.
[whistling]
Always look on the light side of life.
[whistling]

If life seems jolly rotten,
There's something you've forgotten,
And that's to laugh and smile and dance and sing.
When you're feeling in the dumps,
Don't be silly chumps.
Just purse your lips and whistle. That's the thing.
And...

Always look on the bright side of life.
[whistling]
Always look on the right side of life,
[whistling]

For life is quite absurd
And death's the final word.
You must always face the curtain with a bow.
Forget about your sin.
Give the audience a grin.
Enjoy it. It's your last chance, anyhow.
So,...

Always look on the bright side of death,
[whistling]
Just before you draw your terminal breath.
[whistling]

Life's a piece of shit,
When you look at it.
Life's a laugh and death's a joke. It's true.
You'll see it's all a show.
Keep 'em laughing as you go.
Just remember that the last laugh is on you.
And...


Hay cosas malas en la vida
Que pueden volverte loco
Otras te hacen jurar y maldecir
Cuando muerdas en hueso a la vida
No te quejes, sólo silba
Eso ayudará a que las cosas mejoren

Y... mira siempre el lado brillante de la vida...
... mira siempre el lado luminoso de la vida...

Si la vida parece una bonita mierda
Es que has olvidado algo
Reir, sonreir y bailar y cantar
Cuando estés deprimido
No seas tontopolla
Junta tus labios y silba - eso es.

Y... mira siempre el lado brillante de la vida...
... mira siempre el lado luminoso de la vida...

Porque la vida es absurda
Y la muerte es la palabra final
Enfréntate al telón con una reverencia
Olvida tu pecado - da a la audiencia una gran sonrisa
Disfruta - a fin de cuentas es tu última oportunidad

Así que... mira siempre el lado brillante de la muerte
Antes de exhalar tu último aliento

La vida es un trozo de mierda
Cuando te paras a pensarlo
La vida es una risa y la muerte una broma, es cierto
Verás como todo es una farsa
Hazlos reir mientras te vas
Recuerda que la última risa será por ti

Y mira siempre el lado brillante de la vida...
Mira siempre el lado bueno de la vida...

(¡Venga tíos, alegría!)

Mira siempre el lado brillante de la vida...
Mira siempre el lado brillante de la vida...
(Cosas peores ocurren en el mar, ¿sabes?.)
Mira siempre el lado brillante de la vida...
(Me explico - ¿Qué tienes que perder?)
(¿Sabes?, vienes de la nada - vuelves a la nada.
¿Qué has perdido? ¡Nada!)
Mira siempre el lado brillante de la vida...


Always look on the bright side of life es la canción de Eric Idle que cierra La vida de Brian. Obviare la foto de los crucificados y pondre otra que también conserva esa dualidad perversa que encierra la canción de la película de Monty Python




¿Por qué esta foto? A buen entendedor más de mil palabras. Aunque alguna palabra cambiaron en la nueva versión porque no era ni Idle, ni Nicholson quien la cantaba.

Ahora aparece el que faltaba:


Por cierto, Garfunkel aparecía en una interesante película, Catch-22 de Mike Nichols.

La Trampa 22 es una claúsula del reglamento militar que según Joseph Heller, el escritor de la novela en la que se basa la película se puede resumir como sigue:

"Sí esta loco, por supuesto, lo declaro no apto para misiones de bombardero, pero antes tiene que pedírmelo. Así lo prescribe el reglamento. Claro bien que hay una pega, replico Danekka, está la cláusula 22 “quien desea ser alejado del combate no puede estar loco".

Yossarian no puede librarse de la guerra. Portnoy no puede librarse de su hígado, ni de su blog.
Always look on the bright side of life

(Por favor, que alguien quite la foto de Garfunkel)

1/6/05

Spider, de David Cronenberg

¿Se podría incluir a Spider de David Cronemberg en la lista de películas que juegan con el espectador falseando la realidad? Cronemberg ya jugó a eso en su anterior película, ExistenZ, una extravagancia claramente inspirada en las obras de Philip K. Dick. Pero Spider va un paso más allá. No se trata de falsear la realidad y mostrarnos una historia que finalmente será contemplada desde otro punto de vista (el punto de vista “real”) Spider no es Sospechosos habituales, ni El club de la lucha, ni ExistenZ, ni tiene nada que ver con Matrix.
Spider es un intento muy serio por parte de Cronenberg de introducirse en la mente de un enfermo, no sólo a través de sus delirios y sus recuerdos alterados, sino a través de la totalidad de los componentes de la película: luz, color, fotografía, montaje, vestuario, actuación.
No es una película usual. Merece la pena verla. Os dejo unas fotos... espero que no se os pase por alto el homenaje a Cortázar:


Spider