UNA NOVELA FRACTAL, por Javier Avilés





UNA NOVELA FRACTAL


Por Javier Avilés


O


NO SE PUEDE INVENTAR

FORMA DE UNA PIEDRA


(VERSIÓN SIERPINSKI)


NO SE PUEDE INVENTAR FORMA DE UNA PIEDRA




No se puede inventar la forma de una piedra, es una frase que un personaje de una novela cree que pertenece a un escritor que no el incognoscible tanto como para los personajes como para el autor, junto a los (pocos) lectores de la primera edición y a la cohorte de bastardos, críticos literarios que deberían haber sido despedidos, ganaría el Premio Nobel. En realidad la frase que el personaje atribuye a una de las obras más célebres del autor futuro Premio Nobel, en la que en un ejercicio de cuatro narradores extremadamente subjetivos y desmedidos, inmersos en personales e insondables streams of consciousness, la ha leído en el manuscrito de otro de los personajes, novela extraviada por el personaje que, además de equivocarse en la atribución de la frase, desprecia, o ningunea, o infravalora, quizás justamente ya que el tema principal de la novela en la que aparecen es el otro personaje. El escritor galardonado no escribió jamás en de sus obras la frase se puede inventar la forma de una piedra. Quizás es ese juego de que ha llevado a opinar que la del que aparecen los personajes mencionados, esté en la obra del autor galardonado, al menos en que se publicó la novela de la que hablamos. Es posible que esa al autor galardonado por un escritor novel a otros distantes en el tiempo y en la distancia, hilos que configuran la urdimbre de la realidad y hacen que todo esté relacionado de una manera u otra. Lo cierto de todo esto es que la Naturaleza tiene sus propias formas y su propio tempo que no podemos entender. No podemos porque pertenece.



A una categoría cósmica que no podemos apreciar. Nada de lo que hacemos tiende sus hilos hacia un objeto puramente Natural. Podemos modificar la forma de una piedra, trocearla, ajustarla, pulirla, convertirla en parte del basamento como pseudópodos retractilados hasta entonces, emitirá hilos que la unirán a otras piedras, a artesanos del pasado, a piedras de otros edificios alejados miles de estudiosos y a libros, a todas las personas que pasaron junto a ella admirando la majestuosidad de la Institución, ante las que se abre a los pies de la Institución en reyertas súbitas mientras alzaban su mirada a los pináculos que coronan la Institución y divisan, como complemento al esplendor arquitectónico, un alarde de belleza que ataca literalmente al corazón del espectador, y ver en uno de los retorcidos ápices posada en un espacio mínimo, inalcanzable a las hordas de turistas que día a fotografía la solidez de la Institución, una cigüeña. La ornitomancia es la adivinación por medio de la observación de las aves. El ave, la dirección de su vuelo y sus actos (por ejemplo, dejar caer una tortuga presa sobre los brazos de un futuro César) determinan la característica del augurio. La inmovilidad de la cigüeña en el observándonos impávida e inalcanzable posada sobre el granito torturado hasta una forma innatural, modificar la forma de una piedra, generar con ella monumentales edificios de distintos estilos de una piedra. Porque la naturaleza repudia al ser humano. Porque la humanidad ha pervertido y degradado todo la natural. Porque hemos creado una barrera en nuestro afán defiende, resiste, y en cierta manera nos ignora, repudiándonos como especie que con anterioridad formó parte de su seno.



Así nos enfrentamos, hemos creado dos bandos, uno mucho que nos empeñemos jamás seremos capaces de inventar la forma de una piedra, otro, despechado y altivo, derrotado y salvaje, cicatero y traidor, empeñado en doblegar su presencia, lanzando hilos de dependencia y vinculación todo aquello que no puede “inventar”. Es un combate entre lo perdurable y lo efímero. Somos seres fugaces. Hay varias cosas que se relacionan y nos relacionan y cosas intocadas, puras, pero no el sentido extático que las religiones vinculan con la divinidad o lo, que lejos del influjo viciado de la humanidad… aún… justo antes del amanecer el cielo cuando un bólido incendiado lo cruza. Varios segundos, unos cuarenta y cinco ni lo que augura. Conocemos el suceso: Nos maravillamos, sí, pero al mismo tiempo hemos perturbado un fenómeno que debería haber ocurrido sin dejar relación que se extiende desde nosotros hasta el cielo vacío. Sobre eso trata esta historia. Era capaz de ver esos hilos. Hilos tenues y otros sólidos y perdurables como amarras de barco. Caminaba entre ellos, en el entramado de la realidad, como desbrozando una selva impenetrable. Es un fenómeno hiperestésico que la sociedad. Subsistía en la calle dejándome llevar por los hilos y al mismo tiempo abrumado por ellos, atravesándolos constantemente como caminando por un pasillo con cientos de ventanas sedosas cortinas blancas a vuestro paso, pero en todas direcciones y en todos los sentidos. Cómo llegué aquí quizás sea una historia que no tenga tiempo de contar. No de hilos. Mi pasado era una neblina que no podía asir. Era yo, pero era un yo de mediana edad sin pasado ni vínculos. No tenía ninguna relación.




Con que aparecí, quizás, acaso, alguna lectura volátil que no podía precisar, alguna referencia cultural que, para ser sinceros, no puedo precisar de dónde proviene. Era como un yo nuevo, impuesto. Los hilos eran algo nuevo. Sé, como sé todas las cosas, de forma vaga e imprecisa, que antes, si es que ha habido un antes que pueda ser desde mi punto de vista eso no es posible, no hubo rastro de hilos. Quizás, pienso, el proceso anormal que me llevó hasta aquí, ha sufrido una de errores o se trata de un efecto secundario del mismo. Sea cómo sea, antes no había hilos y ahora hilos. Antes. Ya no hay antes. No quiero hablar de hay nada más que hilos. Veía en toda persona con la que me cruzaba en las calles una maraña intrincable que la enlazaba con otras personas, con objetos, con casas de los hilos que surgían de ellos sus más íntimos secretos y sus más banales actividades. El deseo y la frustración, la maldad y la mendacidad, la estupidez y el dolor, la falsedad y la esperanza, la credulidad y la más absoluta desesperación. No trataba con nadie salvo cuando era necesario. Llegué aquí sin nada. Desinsaculado de un que debería seguir. Sin documentos, sin pasado, sin medios. Sólo la absoluta incongruencia dejándome en la indefensión. Y como un entorno fantasmal, una nebulosa de hilos invadiéndolo todo. O casi. Describir primero la ciudad y cómo sobreviví en ella. Quizás. Quizás sea mejor describir primero mi refugio y cómo lograba a duras penas no perder la razón, o no perder naturaleza. El río es un lugar casi libre de hilos. Eso me




permitía respirar. Junto al río, rodeado de árboles. La hidromancia es la adivinación mediante la observación que abarca toda la ciudad y a sus habitantes. Pero siento que de alguna forma esta “visión” del mundo como un entramado arácnido invisible tenía alguna finalidad y debía desentrañar de la filiforme espesura, sino de mi capacidad para poder verla. Bien, hablo ahora y palabra clave. Todo esta escrito en oscuridad. Sentía que un sentido que debía descubrir. Ahora me arrepiento de haber tomado la decisión de intentar desentrañar el fenómeno. Una cigüeña es un instrumento de tortura. Una cigüeña es un arma. Quizás los sitiadores de los varios asaltos que sufrieron emplearon una cigüeña. Quizás en las mazmorras de las entrañas horadadas del castillo se empleaba la cigüeña para inmovilizar un intenso dolor que los hacía defecarse encima. Entonces, quiero decir, esta luz se cuenta desde el presente, solo el ave tenía un nido en una de dolor y muerte, una atracción turística que ha sobrevivido a toda la maldad que anega a sus piedras. Geomancia es la adivinación a través de la observación de las piedras. Caminaba por las calles con la cabeza gacha, pero ni aún así podía librarme de la malla de relaciones que debía atravesar a cada paso. Encontraba una persistencia de la realidad. Acampé lo más lejos que pude de la ciudad, al borde del río, entre los árboles, pero mi dependencia material de la ciudad cuando el crudo invierno empezó a dejarse notar. Sin identidad, sin fuentes de ingreso, sin domicilio dependía de la munificencia de las personas. No es algo que a las personas, los hilos que emanan de sus cuerpos.



Sopesar las posibilidades de abordarlas y las vulnerabilidades que podía aprovechar, tirar de esos hilos, ¡ja!, que me permitían bocadillo, un pequeño trabajo que me proporcionará un almuerzo consistente y quizás algo de dinero para subsistir unos días. Los locales de beneficencia donde pasar una noche, pero hacían demasiadas preguntas y no siempre contestarlas, porque no sé, no sabía, las respuestas, porque mi ánimo, asolado por la persistencia de la enmarañada red la ciudad tanto como la aborrezco. El mapa de la ciudad en las marquesinas de autobuses parece la cabeza de un monstruoso de mortíferos ganchos. Ahora, me decía a veces contemplándolo, estoy sobre su lengua espiriforme, tapada por un círculo rojo en el que se puede leer “Usted está aquí”, mapa dentro del cristal doble de la marquesina, estaba “aquí”, fuera de la parada contemplando un mapa donde un punto rojo se superpone al ojo multifacetado del insecto en el mapa debería aparecer junto al punto rojo la leyenda “Usted no está aquí”, pero solo cuando yo lo contemplaba, porque no estoy aquí y ni siquiera soy un “yo” y lenta transformación para no dejar de ser el monstruo que es. En el mapa el insecto se cierne sobre el río cuya presencia no puede evitar y que constituye el límite maraña de hilos es más tenue, por lo que acostumbraba a estar cerca de él, lejos de la urdimbre y de las garras del insecto. No hay mapa ella que, cuando estaba en el río, sobre todo en las zonas más alejadas de la ciudad, antes de que a cruzar, una vez que la inmunda baba que pende de las mandíbulas del insecto.



Pueda describir con un punto rojo dónde está usted. Usted no está aquí. Y me tumbaba en la ribera y los pájaros y el agua que fluye libre de hilos. Y no estaba “aquí” y Usted no es Usted. Disgregaba en la naturaleza, me abandonaba al sol del mediodía que no estar. Como si el anhelante retorno imposible al estado anterior del que no tengo ningún recuerdo ni constancia solo fuese posible en desaparición. Pero estaba y estoy “aquí”. Haber decidido desentrañar el misterio. Hay que entender que en mis circunstancias poca cosa más podía hacer. Parecía casi un deber, una obligación, una predestinación. En estas circunstancias y recursos, la espantosa y ominosa persistente visión de una realidad enmarañada, era mi única y exclusiva relación con el mundo. Sin ella, podría haberme quedado mendigando en las grietas de alguna manera, aunque apenas visible para el resto de la gente, invisible gracias a mi aspecto ineluctable y por ello eludido y rodeado, a pesar de haber sido ignorado, como si a mi alrededor se crease un agujero rojo, como un punto en un mapa, que anunciase vivamente “Él está aquí”, una singularidad ignorada, pero con una presencia manifiesta. No, no rojo. A mí alrededor se había creado un agujero negro con una atracción gravitatoria de la que ellos no imponente masa el continuo, que impulsaba a las personan a acelerar hasta lograr alcanzar el punto de fuga de mi singularidad masiva. Yo observaba, pero una especie de principio de incertidumbre filiforme. Así el miedo y el miedo y el miedo. El miedo al insecto devorador de mundos, al agujero nuestras galaxias y de nuestras mentes y que.



Tarde o temprano, acabará devorándonos. El Universo no entiende de tiempo. El principio antrópico dice que el Universo debido a nuestra presencia en él. Es decir, la existencia del Universo depende inequívocamente de nuestra observación. Si el Universo fuese de características tales que el Universo, no habría nadie para cuestionarla, ergo no existiría al no haber observadores. Reducir la existencia del Universo a la observación de quienes afirman su existencia es una pura humanidad está aquí para observarla. Pero formamos parte de la realidad, del Universo, así que es redundante afirmar nuestra presencia y vincularla a la existencia de nuestro entorno antrópicamente en ella, la observamos. Pero, entonces, ¿qué hacemos con esas observaciones divergentes de la realidad? El Universo es necesariamente un entramado de hilos debido a una subclase del principio antrópico aún más subjetivo si cabe. El Universo es cómo es y nuestra presencia en él una anécdota intranscendente para el conjunto. Afirmar sin equivocarnos es que ese conjunto de materiales disperso a través de millones de años luz de distancia, agrupado en cúmulos y racimos de cúmulos de cúmulos, materia ardiente y materia inerte separadas por enormes extensiones de vacío, tiene un nombre porque Nosotros se lo hemos dado. Pero nombrar las cosas no da sentido físico, entendámonos. Pero sólo desde una percepción centrada en nosotros mismos es posible un principio como este, una teoría antropocéntrica, subjetiva, egotista, falaz. La astrología es astros. No existe tal cosa. No hay influencia alguna de los planetas y las constelaciones. Lo puedo afirmar sin duda. No hay hilos que se elonguen más allá que se forjan por nuestras propias decisiones. Jung decía que el destino es todo.



Lo que no sabemos sobre nosotros mismos. Es lo que construimos a fuerza de voluntad y del mundo podemos creer que nos pertenecen porque en algún momento les hemos puesto nombre. Nombrar los planetas que orbitan alrededor del Sol no nos hace dueños de ellos. Creer posición de los astros en algún momento trascendente de nuestra breve existencia es una ilusión. Pero somos así, seres perdidos en la inmensidad de un espacio en gran parte abrumados por la trivialidad de la vida, sometidos a una serie de normas sociales que permite nuestra supervivencia como especie, al tiempo que esas normas exigen la muerte de elevar sobre la caducidad material. La alectromancia es la adivinación por medio de un gallo; se le coloca en el centro de un círculo formado por veinticuatro recipientes y en ellos contiene un grano de maíz. Según picotee el gallo se anota la letra correspondiente y mediante la de la mancia. Hay personas que pueden creer eso. Hay personas que pueden creer que el Universo es cómo es única y exclusivamente. Si eso los ojos para que el entramado de hilos desapareciese. Cuando los abro sigue ahí. Tal vez desaparezca cuando duermo o cuando tengo los ojos cerrados, cómo voy a personas no desaparecerían si no hubiese un astroso mendigo delirante que dice verlas. O que no lo dice. Da igual lo que yo haga. Da igual que le ponga nombre a la visión que así dejaría de existir mi primer invierno en la ciudad acechaba y debía abandonar entre los árboles y buscar el calor residual de los rincones de pero en ocasiones no era suficiente para defenderse del aguzado viento.



Del durante el día no era complicado buscar refugio. Uno de los más populares era en el centro de la ciudad. Mendigos, ancianos, ladrones y degenerados a la búsqueda de cobijo y calor mezclados entre cientos de viajeros. La telaraña se extendía abrumadora cruzaban apresurados el vestíbulo y los de aquellos que remoloneaban en busca de calor, algunos de ellos de una negritud perturbadora. Hilos como cuerdas negras de las que depravación. No siempre era posible volver al río y a los árboles en busca de quietud, unas pocas horas al día, cuando los rayos del sol podían atravesar la estación era un lugar lúgubre y abrumador, un refugio repelente que trataba de olvidar pero al que volvía sin remedio hasta que descubrí la biblioteca. En buscar un rincón al fondo de una sala poco ocupada, coger alguno de los volúmenes y leer, incluso dormitar discretamente con un libro sobre la mesa sin llamar silencio, el calor y la ceguera era lo que más anhelaba esos días y como la última opción era imposible sin arrancarme los ojos, al menos las dos la moderada afluencia de personas a las salas hacía soportable el entramado y aquel que formaban los libros entre sí era tenue, apenas visible y cargado de un libro con el otro que mencionaba en la nota a pie de página. También aquellas relaciones inmencionables o que los autores habían querido ocultar resplandecían de un tomo a otro. La biblioteca se convirtió en mi segundo refugio. La giromancia es la adivinación por medio de giros. Consiste en disponer un círculo de letras y en su centro el oficiante cae al suelo tapando de cuya.



Interpretación depende la respuesta del oráculo. Yo daba vueltas por las estanterías de la biblioteca hasta encontrar un darme una respuesta a mi situación. Actuaba a ciegas como un oráculo giróvago en busca que me permitiese encontrar no tanto una salida como personajes y sus devenires, sobre enfermedades físicas y mentales, sobre religiones y adivinaciones, sobre dioses y humanos, sobre ciencia y profanaciones satánicas, hilos que unían aquel único lógico que constituía aquella pequeña fracción del conocimiento humano. De ahí quizás errática de narrar. Yo había pensado en colgarme de la rama, colgó de una viga del techo aterrorizada por la ira de la diosa Atenea. Ésta, que acababa de ganar a Poseidón en el combate por convertirse en la deidad protectora había veintidós episodios de infidelidad de los dioses disfrazados de distintos animales lo examinó encontrar un defecto, pero fue incapaz de hallarlo. Devorada destrozó la perfección del bordado sino en la elección inapropiada de cuando Aracné aterrorizada se ahorcó. Atenea la transformó en la araña que más odia la asfixiaba en una telaraña y así Aracné pudo viviendo. Y tejiendo. Lo interesante de esta historia es que la furia de Atenea, obviamente motivada por los de Aracné. Había captado el entramado de la realidad y lo había plasmado en un tapiz sin imperfecciones. No es tanto la habilidad de la preclara. Había algo en la mirada artística de Aracné que la diosa no pudo soportar. Ver a su padre, Zeus, tomando la forma de del marido de Alcmena a Antíope, la de un toro para seducir a Europa, la de lluvia dorada para seducir a Dánae, la de Artemisa para seducir a Calisto, la.



De Egina, la de lluvia para seducir a Himalia, la de un cisne para seducir a Leda, de nuevo en cisne para seducir a la transformada en oca Némesis, para seducir a Leto convertida ella misma en codorniz para huir, que se unió con engaños a Mnemosina durante nueve noches para engendrar a las nueve, Elara en las profundidades de la tierra lejos de la mirada de su iracunda esposa Hera, quien engaño a Sémele para que le pidiese a todo su esplendor y cuando éste se convirtió en un poderoso magma de fuego y rayos Sémele murió calcinada, y ver también hasta en veintidós dejado expuestos a los dioses, había mostrado los hilos de concupiscencia y lujuria que motivan los actos de los dioses y eso era intolerable. Aracné, el título de La Tejedora porque pertenecía a una de las Parcas. Pero ser, hasta su metamorfosis, una experta y clarividente tejedora. Quizás no puedo dejar de ver, sea fruto de Aracné, libre para tejer desde que los dioses abandonaron el Olimpo y, obviamente, murieron, ante la que debería intentar tejer mi propia red cual araña, modificar y recrear la realidad al modo de la mitológica tejedora. Pero ya he dicho que entre su versión latina. Son una representación de la Triple Diosa como hacedora del destino de los hombres. Las Parcas son tres, Cloto, la hilandera que con su patrón y su espejo, Átropo, la que no puede ser eludida, armada de unas aborrecibles tijeras. Visten de blanco aunque fueron engendradas en Alegría, la Amistad, la Compasión, las tres Parcas y las tres Hespérides. La sacerdotisa Pitia afirma que no son hijas de Zeus, sino.



Hijas partenogénitas por encima del de los dioses. Las Parcas participaron en la batalla del Olimpo contra los Gigantes manejando manos de mortero de bronce con y eso es algo que me une también a ellas. Las letras y los hilos. Pero esto no son más que elucubraciones con las que los hilos que yo veía no eran cortados al morir una persona. Permanecían y salían de las tumbas y los nichos del cementerio, subían los dioses hubiesen muerto realmente, quizás el último hilo que cortó Átropo fuese el suyo propio y luego el telar del destino hubiese seguido hilando sin intervención de nadie. Quizás sólo fuese mitología, una serie de explicaciones consecuentes que intentasen representar hechos que los antiguos no sabían interpretar. O no. Quizás la física cuántica, por ejemplo, hay quienes se siguen aferrando al relato mítico de la resurrección, o de la inundación que cubrió la Tierra, o disposición de unos naipes sobre el tapete de la pitonisa. Cartomancia es la adivinación mediante la interpretación de las cartas. Cleromancia es de la disposición de unas suertes arrojadas sobre un tablero. Runas élficas o hexagramas chinos. Hay quienes se esfuerzan en conjugar la teoría bíblica, incapaces de renunciar que encierra un libro de cuentos míticos. Mira el cielo y mira como seguimos denominando a las de nuestra Galaxia. Orión y Hércules, disputándose el firmamento cada una de sus partes, cada brazo, cada pierna, se encuentra a millones de años luz. Sea Orión. Sea Hércules. Sean siempre que aceptemos y conozcamos subyacente, que son cómo son desde nuestro punto de vista. Antropocentrismo. Dar forma a las cosas, Aracné, y así encontrar una especie de determinación.



Del destino en lo que el insecto que me empeño en ver en el entramado que se cruzan y superponen una y otra vez en la representación bidimensional de la ciudad no es una araña. Parece más bien la parte superior de una religiosa alongada hacia atrás y sin sus ojos prominentes (no quiere decir que esté ciega, no entonces) y un apéndice asomando. Con su boca parece querer devorar la Institución, el emblema de la ciudad. Adiós, Aracné. Hola, devorador monstruoso. No hay relato mítico para una metarealidad insoslayable que amenazaba devorarme. ºSabía que llegaría a hilos son menos densos y donde más a gusto me encuentro. En cada una de sus márgenes se desarrolla un tipo distinto de ciudad. En zona antigua, edificada desde la época medieval. Aquí la densidad filamentosa es enorme. En la margen derecha la ciudad más moderna. En ella se encuentra la Galería. La Institución izquierda. Una construcción barroca a mayor gloria de edificada apoyada a la ladera del monte en cuya cima se encuentra el castillo. Tras el monte el cementerio se derrama la bruma filamentosa más densa que dispersándose por toda la ciudad. Ese aluvión calcular la antigüedad de cualquier inmueble de la ciudad por la cantidad de hiedra trepadora, tapiza sus fachadas. No la Institución antigua que los edificios de la ciudad, la Institución no está cubierto por el manto filamentoso que debería recubrirlo. No tiene nada que ver con que se trate culto. Hay otros templos e iglesias en la ciudad en los que la historia se manifiesta como una infección sobre sus paredes, recubriendo sus fachadas y la pátina filamentosa. No al Institución. Este descubrimiento.



Esta particularidad inexplicable, centrase toda mi curiosidad. Pero debo atenerme. Volveremos de esta historia, pero subir una colina, cruzar un río y descender a una sima, alejarse de las deslizarse por su coraza queratinosa, buscar su blando abdomen, ascender por sus antenas. La Galería del río. Es una construcción moderna así no demasiado tupida, a pesar de que relacionado con todos los habitantes de la ciudad, pocos son los que han cruzado sus puertas, pocos las maravillas que encierra. El bar que está al lado de paralela cubierto por una tupida maraña. La Galería está limpia la exposición se hunde en las entrañas de la colina simulando la sima en la que fueron encontrados los que se exponen. Cráneos que poblaron el lugar hace ochocientos mil años. Huesos de animales extintos, algunos como ratas, otros, feroces depredadores con mandíbulas capaces de arrancarnos la evolución de las especies a lo largo del tiempo. Y el tiempo es lo que más te cuestionas en un lugar como la cabeza ser la Galería, la sima oscura y tenebrosa, húmeda y calciforme, convertida en uno de los más terroríficos osarios de la historia. A pesar de eso, nada que ver con la de los hilos que emanan de la que tuvo lugar un hecho histórico. Nada que ver con los sórdidos de los militares y se extienden sangrientos hasta muros y cunetas. Nada que ver con los oscuros que parten de los eclesiásticos y se unen a los militares y en torno al consistorio y todavía hoy, enlazan con tantos y tantos habitantes de la ciudad. No, los hilos que el cráneo fósil, no se originaron hace novecientos mil años.


U ochocientos mil, las cifras son un error supone una desviación de años, Alas, poor Yorick, ni consideró que aquel era su perdido compañero de infinitas bromas, pero estableció una nueva red de relaciones con un ser humano. Pero, ¿dónde fueron a parar sus relaciones anteriores? ¿cuánto tiempo perviven las relaciones? ¿o acaso la telaraña solo tiene sentido desde nuestra subjetividad, desde nuestra subjetividad? en ese periodo de ochocientos o novecientos mil años se tuvo nuestra consciencia como individuos y, al mismo tiempo o posteriormente, nuestra consciencia como entonces a manifestarse la red de relaciones? No lo sé, no tengo ni quiero seguir abrumándome con consideraciones que se me escapan. Lo que sé, la sima de la Galería fue la percepción del paso del Tiempo. Quizás la estancia en la ciudad y la visita a sus históricos fuese de clarividencia, quizás mis propias circunstancias también carecer de pasado, saber que en mi existencia hay un largo tiempo al que no puedo acceder, o un tiempo prestado de sabe bien que pretérito incognoscible, quizás me haga mucho perspicaz me conduzca a esas iluminaciones. Y digo quizás afirmar nada. Hay cosas de las que sí estoy seguro: Entro históricos en los horarios que para ello debo tener algún tipo lo único que he encontrado, encontré una cartera que devolví depositando excepto el dinero y un documento de identidad; con conseguí biblioteca, no es que me pareciese al individuo cuya foto está, es que con esta barba, con estos pelos, con este aspecto todo el mundo y no me parezco a nadie, lo cual es una absoluta tontería que funciona; los días de libre acceso me basta presentar el.



Carné de la biblioteca; que la ropa que llevo la conseguí en uno de los centros que acudo cuando no tengo; que una vez trabajé en el sótano y que espero que todo lo que se filtre no sean errores; en la calle una gorra con la que me cubro la cabeza el frío arrecia; llevo un cepillo de dientes; también he encontrado en la calle bolígrafos y mecheros, tintinean en mis bolsillos cuando camino; en la tienda linterna; también descubrí en el sótano de la tienda una puerta cegada. Eso lo sé. Palpar mis bolsillos y confirmar todo cuanto el resto es mera especulación. Por eso nada puedo afirmar sobre mi experiencia reveladora sobre el tiempo y por tanto nada puedo contar sobre lo voy a intentar. Pero antes dejadme que haga que no pude abrir en el bazar para pedir unas monedas para comprar algo de comida, sabiendo que en no tienen nada comestible. Sabía, salían de la tienda en un dibujo prometedor, que podría conseguir algo. Tampoco me cómo sé este tipo de cosas, es algo que funciona aprendiendo a través de la experiencia ese tipo de cosas, pero si tuviera que dar una explicación, o escribir un tratado que las personas ante mis peticiones, no podría hacerlo. Funciona, punto. En griego, un adivino se llama mantis que se dedica a la adivinación inspirada. Griegos conocían también la adivinación inductiva o artificial basada en la observación, hecha por el adivino, de diversos fenómenos considerados como signos evidentes a la vez mi capacidad tenía algo de ambas técnicas la participación divina. Sea como funcionaba. La encargada del bazar me miró de abajo músculo a.



La espera me dijo que no había dinero, pero, susurrando mirando a otro, podía ayudar a su marido en el sótano a organizar cuanta de mi sonrisa atraviesa la maraña de pelo que es mi cara. Pero puedo notar que cuando transmito tranquilidad. Si de algo puedo vanagloriarme de trabajo, la posibilidad de usar un aseo limpio y entonces la puerta. Limpia; vieja y abandonada, herrumbrosa, condenada y olvidada, pero sin ningún filamento que la que subí al local agarré una linterna para investigar la puerta y lo que había tras ella, pero me fue imposible hacerlo bajo la estricta vigilancia. Cogí el bocadillo linterna en el bolsillo. Creo que ni me despedí pensando puerta incólume. Hay más puertas. En la planta hay otra puerta. Intento visualizarla que se apartan de ella formando un marco filamentoso a su alrededor. Una puerta anodina, blanca en una de cuantas exhibían. Después contemplé aquellos huesos: fragmentos de mandíbula, tibias y clavículas, dientes, cabezas de diminutos y extinguidos colmillos de hiperdimensionados depredadores (como si la naturaleza, por el patrón de medida) imposibles de encontrar ahora en estas latitudes, quizás alguno mucho más al Sur, cruzando podía contemplar la evolución de las piedras usadas como por los primeros homínidos, burdas lascas que acababan para cortar y despellejar, para golpear con ellas o para ser atadas a palos. Las salas de la exposición en penumbra. Unas tenues bombillas aquellos artefactos y aquellos restos casi limpios de sucesivamente en ochocientos mil mil años, parecía haber borrado cualquier resto de relación con su existencia. Eran arqueológicos sin vestigio, paso del tiempo. Algún resto filamentoso con sus descubridores restos de una antigüedad que nuestra concepción.


Nos complicaba su rechazo a cualquier vínculo con el presente. Fue la puerta, blanca, impoluta, la me hizo darme cuenta de aquella. Volví a la Galería en varias comprobar el extraño fenómeno. Permanecía mucho rato ante las piezas más coma cero cero setenta y cinco por ciento. El Tiempo de nuestra vida, con todo el pesar que acarreamos, con toda la importancia egoísta que le damos devenir del Tiempo. El Tiempo nos ignora y el Tiempo es el exterminador. No había nada entre aquel desdichado y los visitantes que contemplan. Fuese un eslabón perdido de la evolución y realmente no tuviese nada con lo que somos en la Galería arqueológicos, restos más cercanos en el tiempo, herramientas que habían sido empuñadas por ligados con nuestro presente. Nada. Ni surgía del pasado de limpiar todos aquellos restos. Puede que el mismo algo o alguien que mantenía la puerta blanca de la Galería, la puerta condenada del sótano del bazar, libre de todo. Estamos en el mundo y aceptamos nuestra presencia en él. A lo sumo inventamos narraciones mítico-religiosas que satisfactoriamente pero sin perturbarnos los orígenes. Pero hablo de estar en el mundo o, sí se prefiere, de estar-en-el-mundo: Trabajamos, comemos, mendigamos, defecamos, amamos o creemos amar, sufrimos… de forma mecánica nuestra la existencia. Eso es el Dasein, o eso creo que El ser-ahí, sin más. La forma en que existimos, la manera en que hablan de sus textos. Mis tardes en la biblioteca eran menos espesas con él, los libros de Heidegger solo se relacionan con otros, suyos y de otros estudiosos del tema. Eran, en el pasado de los tibios días de biblioteca, volúmenes si apenas.



Relaciones filamentosas con el mundo. Filosofía eran evidentes, pero, al contrario de lo que ocurría en otras entre ellos, el resto de libros usuarios de la lectura, eran en proporción mínimos. La filosofía trata sobre la verdad última de la existencia y del ser, pero los filósofos de la filosofía como disciplina a pensar, con el estudio de la historia de. Vivimos de espaldas a las Ideas. Nos dedicamos lo que sea eso, en la forma que sea que lo hagamos, sin demasiado por la existencia. Somos puros Dasein que no se preocupan por Existenz. Mil años algo se disparó en la existencia de los homo sapiens dando lugar a la capacidad cognitiva. La capacidad de ser consciente de la propia, que dio lugar a las rudimentarias herramientas, a la consolidación de la creación a partir de elementos dispares, a la aparición del lenguaje, narración y a la elaboración de mitos, hizo que nuestros empezaran el sentido de la existencia. Es posible que en ese momento en que como adquirir la consciencia de la autoconciencia diese origen a la manifestación física de las relaciones. Manifestación física completamente invisible a los sentidos. En la Historia y no en el Tiempo donde hay que buscar el origen. Contemplo mi reflejo en el cristal de un escaparate. La gente camino evitándome, parado en medio de la acera, fija la mirada en lo que aparento ser en los espejos. Catoptromancia es la adivinación mediante la observación de un mí. Ni siquiera en los meses que esta ciudad se ha llegado a establecer un filamento de relación con ningún objeto o ser. Estoy ahí, el Tiempo pero obviamente fuera de la.



Historia. ¿Pero soy? Soy consciente de Dasein, pero carezco de Existenz. O, si no lo he entendido mal, y es bastante posible, el resto de los habitantes de la ciudad tengo Existenz pero carezco de Dasein. En cualquiera de los dos casos mi existencia con poner una de las dos “existencia” con E mayúscula, para acertar cuál es mi situación. Todo pensamiento incluye al ser que lo piensa e implica a los transeúntes un lunes por la mañana. Un razonamiento es una falacia autorreferente de existencia que no consigue explicarse a sí misma. No satisfactoriamente, al igual que los restos arqueológicos del Tiempo me ha limpiado, como si yo, antes de aquí, hubiese pasado quinientos mil años bajo Tierra en un expositor de cristal para que lpudiesen hacer fotografías, me hubiesen abandonado en medio de la calle en una ciudad demasiado fría la mayor que, lugar contemplado como el fenómeno arrancado a las profundidades de la Tierra, fuese completamente ignorado, adquiriese invisibilidad a pesar materialidad. Molestia. Es cómo una singularidad evitable, un elemento de dimensiones en un mundo plano, eludible pero imposible de percibir. Y allí estaba, planteándome cuestiones sobre mi reflejo en el escaparate de una tienda por los tejados de las casas que había reflejado también en el cristal de la Institución. Ya como el manto filamentoso que recubría no era denso esperarse de una construcción tan relevante que, centro de la ciudad. Pero en el reflejo en el cristal aparece limpio. Me giro directamente a la Institución. Una débil filamentosa lo envuelve completamente libre de hilos. Como mi reflejo. Quizás la catoptromancia otro de esos engaños que pretenden predecir lo que será, lo.



Que devendrá. En el cristal se me estaba mostrando una Verdad que no podía captar. Tal vez esa visión propósito de mi ser-ahí pero allí forma de desarrollar mi existencia, de completar mi Dasein con su correspondiente Existenz. De ser-ahí. Dediqué gran parte de mi tiempo a observar al pie de la colina sobre el Castillo, la Institución parecía tener distintos niveles, su cara lateral que daba al río estaba de la plaza y se podía mediante una amplia escalinata. Lo peculiar es que lo primero que puedes ver de la Institución es que da el lado más funcional y menos elaborado. A causa me resulta complicado datar pero tengo la sensación posterior a la Institución en sí. Junto a esta estructura más escalinata que conduce a una de Institución, otro de los centros enfocado por miles de objetivos de cámaras fotográficas. Sí, como alguna tribu cada fotografía arranca y la Institución al fondo. Tal vez en las que aparezco casualmente aparezca una bruma filamentosa a mi alrededor la persona fotografiada, los transeúntes, las palomas y las piedras de la Institución con una nitidez que me gustaría volver a contemplar. Si es que he tenido la capacidad de ver que asumo como cierto ya que de otra manera extraordinaria mi forma de ver las cosas. La plaza, la puerta principal y que da a la plaza a un nivel más elevado que el de ésta. Lo que el cuerpo principal de la Institución se encuentra unos para acceder a una visita guiada al tiempo que actúa como tienda de recuerdos. Sin contar esa oficina queda un gran espacio de función indeterminada entre la plaza. Por otra.



Parte, frente al pórtico de la entrada principal se puede constatar otra peculiaridad: Al estar construida junto a la plaza queda cuatro metros por debajo del nivel de la entrada principal, pero el otro lado más lejos del río, opuesto a ¡por debajo! del nivel de la calle. Concretando, la cara sur es la que da a la plaza, la cara oeste es donde se encuentra, cara norte se apoya en la colina, pero debido a que se desarrolló en torno al Institución, se edificó la zona ubicada en la cara el nivel de la calle en esa zona está por encima, lo que la desmesurada visión de las alturas de contemplar desde la plaza en la cara norte en una contemplación al mismo nivel. Las calles de la Institución por el lado norte están de las vidrieras que deslumbran desde la plaza por su altura. Una vez sonó un teléfono. El que marcaría mi destino. Se habló del mendigo. Claro que el mendigo está muerto. ¿Alguna vez no que todo el mundo pudiese verlo? Irritado que siempre cumplía el mejor en lo que hacía, sea lo que sea que cojones con estupideces. Aseguró que el cadáver ahí abajo, donde lo encontrará en la vida no tardes, porque las ratas habrán empezado con su festín. Cuelga y par de hojas caen. No ahora, piensa sin evitar pisarlos dispuesto a trajinar apurando el vaso cristal contra cristal tintineando no como el timbre de una bicicleta, como el anuncio y una ronda más. Cada noche una temporada final, pero no hoy. Remueve hasta dar con el maletín. Regusto aún en el paladar ascendiendo por sus fosas su pituitaria.



¿Tal vez otra más? For the road el ámbar sobre el agua sólida. Por los caídos. Abre un filete rojo sangriento viscoso en el maletín adhiriéndose a sus dedos, vida-muerte en la sección de carnicería, contemplen nuestros cadáveres a buen precio. El mejor sitio es el del asesino. Le gusta tocarlos. Disiparse el calor. La sangre caliente se enfría y ennegrece rápido. Es fascinante desparramarse y morir en el frío. Le gusta tocarlos de la carne recién sacada de la nevera, desbordando sus palmas, inerte, colocarla sobre su cara mientras el metal se calienta, pasarle la lengua, restregarse el pene, y la sartén y el aceite humeando, y la carne. Le parece una muestra de respeto tocar a sus víctimas. A-gra-de-ci-mien-to. Única libertad que se concede. Color orín y rojo carne. Apura. El hielo en sus labios y una gota que salta sobre su mejilla. Maletín. El arma en su funda. Los instrumentos. El filete. Cierre. Llaves, cartera, navaja, mechero, tabaco, móvil. Sale. La ciudad le abofetea con sus ráfagas heladas. ¡Joder! Horas después, de nuevo tintineando en su mano, manda una foto a su cadáver con la cabeza destrozada en un charco negruzco. “No me jodas más” es el texto que acompaña. Esa zona más alta es la que menos Sur. Lo verdaderamente peculiar es que los ciudadanos evitan la Institución. No tanto por lo que para muchos es excepcional. Los ciudadanos evitan la Institución por temor. Los vislumbran la Institución desde la visión fascinadora hace desaparecer la fatiga de sus nuevas fuerzas, materialización del fin de la jornada y alegría del final del camino. Para lo que es la maravilla del destino anhelado es.



La banalidad de toda singularidad. Los habitantes de las paredes de la cara sur de la Institución esquivando recién expulsados de las entrañas de metal y plástico. Hay una en la que capaces de aparcar junto a la Institución. La Galería a la que se refiere un largo de catorce autobuses. No se puede aparcar junto a la Institución, así que los lados del río y los turistas en “un número tal factible de ocupar un autobús” deben antes de encontrar al turista una impresión de peregrinaje, pero en vez de caminar, se le ofrece televisión, conexión, reclinables, para luego quejarse, sin guardar un respetuoso silencio ante la visión de lejos que ha aparcado el conductor del autobús. Pero no el ciudadano. Al habitante se le reconoce ante la presencia de la Institución, indiferencia que oculta biblioteca, con las personas a las que he detenido en la calle para solicitarles, con la gente del bazar donde cargué cajas unas pocas horas a cambio de linterna (¿ya he dicho que no tuve intención de observar mejor la puerta del sótano y luego olvidé devolverla? Ya lo he dicho) cuya presencia en remuerde la conciencia, con los otros indocumentados y sin hogar con los que he compartido en el albergue y un plato caliente en la cocina y con los otros, con los insomnes, con los perpetuos de la estación, delincuentes prestos de sustancias, al menudeo jovial de la pelea. Violentamente de su propia existencia matarían por lo que son, los desechos de una que les ignora. Yo era grupo tan marginal y eludible como la misma Institución. Un grupo que se juntaba para contar calor y vino.



Y agrias disputas, capaces de hurgar en la tragedia. Pero se susurraba el Gran Secreto. La red subterránea de pasadizos que recorría de éste a todos los conventos e iglesias de la ciudad. La Institución era el centro de esa red de túneles que comunicaba con cualquier punto de que existía una casa abandonada en la que en ocasiones se oían gritos que provenían del interior, de los pisos superiores. La casa tenía todas sus entradas de subir a los pisos. Después estaba el gran tema: el tesoro, claro. El Gran Tesoro escondido en las profundidades de la subterránea cháchara de borrachos.Salía siempre acababa en una gran discusión acompañada de voces y de patéticas físicas, al no ponerse sobre por dónde se podía. El grupo se hacía evidentemente visible para el extraño que tuviese que intervenir la policía. Para entonces yo estaba lejos varías imprecisiones y vaguedades sin fundamento de la pelea. Mi insistencia, no lo suficientemente parecer que mi presencia no fuese bien recibida en que siempre llevaba para que me aceptasen, paquetes de bricks de vino, no podía evitar que me mirasen en las últimas ocasiones no sola palabra sobre el tema. No era bien recibido. Aceptaban mi presencia pero era un elemento extraño. Curioso. Logré salvar mis madejas puestas a secar junto al indeseable entre los indeseables. Como la Institución yo era una singularidad dimensional en un universo plano. Una entidad que se rodea y evita instintivamente de si he contado que en ocasiones fingiendo ser parte de un grupo de turistas. Parece inverosímil pero mi aspecto invitaba a ignorar todas las atracciones día o unas horas de entrada gratuita. No tengo nada



Que hacer. Buscar un sitio donde dormir si las cosas salen mal, en algún que no indigente y, a ser posible, para no ser visto. Durante el día puede ser una presencia invisible, pero cuando se ropas sobre una plancha de una amenaza palpable. Ya he dicho no era problema. Río y árboles y estrellas. El invierno es en la orilla del río los días de sol que no se apropien de la madeja que se seca sobre bondad y compasión y popular, lo que través de la maraña de viandantes interrelacionados. Museos y edificios. Bondad, compasión, credulidad. Y desprecio. Dormir y hacerse visible en la indefensión. No voy a hablar más de este tema. Rebatir mi ser-ahí quedaba el remanente de mi existencia truncada. Pasé largas tardes en la biblioteca periódicos atrasados y revistas de actualidad del fondo que abarcaba algo más supuestos crímenes en los que la policía no había podido encontrar el cuerpo de la víctima, porque el servicio estaba continuamente demandado, podía acceder a los ordenadores públicos para ampliar contemplando todos aquellos rostros de personas buscaba, pero o bien nadie me buscaba a mí, o era imposible encontrar nada en aquella de rostros sonrientes en fotografías del “día de la persona desaparecida sin motivos aparentes”, que hay una asociación que agrupa a familiares de personas desaparecidas aquellos rostros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, niños y adjuntos para siempre a aquel panel de desesperación, incertidumbre, accidentes y, seguramente dolorosas y macabras muertes. No se me muestran los hilos a través de la red, por primera vez que tengo memoria, podía ver como la ven el resto de personas. Pero no podía verme.



A mí mismo. En la red de redes los hilos eran invisibles. Biblioteca era limitado, así que mis búsquedas eran torpes y apresuradas. Sexo: Masculino; Edad: Mayor de 45; Altura: 1,75; Complexión: Media; Tez: Blanca; Cara: Redonda; Frente: Despejada; Boca: Cejas: Pobladas; Cabello: Lacio, Escaso, Castaño; Ojos: Pequeños, Castaños. Imposible encontrarme en el aluvión de rostros de personas que dónde deberían haber estado. En esta sección el fin de facilitar la búsqueda al usuario se ofrece filtrar la búsqueda de la persona de interés por un término, o a través de la del desaparecido. Este organismo atenderá las comunicaciones de los ciudadanos que deseen aportar datos sobre ampliar la información sobre las mismas. No estaban sucesos misteriosos o a casos que la policía no había podido resolver. Luego cotejaba mis notas con los bancos que facilitaba la red. Nada. Servicios de los cuerpos de familiares. Nada. Yo nunca había existido o le importaba a nadie. Los libros que puede encontrar en la biblioteca que hablasen de temas extraños o lógica que pruebas concluyentes sobre nada. Vaguedades en torno a conspiraciones e interestelares, teorías sobre manifestaciones allá de la muerte, ectoplásmicas alucinaciones, paranoicas visiones, diversas e innumerable credulidad de las personas, abducciones y secuestros extrasolares o de oscuras paraestatales, fenómenos paranormales que devenir de una nueva época o pocos casos. 1, Viajero en el tiempo: Según esa teoría, yo podía provenir del futuro pero en el proceso de traslado algo había salido mal. 2, Durmiente: Según esas teorías, siempre rumores imposible de comprobar, podía haber sufrido una especie de letargo a lo largo de muchos, incluso haber despertado en el presente. De ninguna forma secretos de todas.



Las naciones, una especie de servicios secretos mucho más secretos, que no tienen que rendir nadie y que la experimentación con tecnología ignota. El Control Mental es uno de los principales objetivos de estas muy-muy-secretas desarrolladas durante la Guerra Fría, en vista a una guerra parapsicológica con el bloque soviético obliterar los recuerdos y negar el acceso al suceso traumático. Como efecto secundario, en caso de completos derrumbes emocionales y psíquicos, también de los sucesos anteriores. Podían justificar mi memoria, mi desubicación espacial, pero no insólita manera de contemplar el mundo. No encontré la mención a la tejedora de las Parcas y al mito de Aracné, la capacidad de visualizar las relaciones que se establecen entre los objetos y personas. Me resisto a calificar lo que me sucedió de abducción. Lo define el diccionario como “Supuesto secuestro de cabo por criaturas extraterrestres, con objeto de diversos en el interior de sus naves espaciales”, pero obviamente esa acepción tiene origen en el neologismo proveniente de una lengua extranjera del plano medio que divide imaginariamente el cuerpo en dos partes simétricas. Ni tengo evidencias raptado por extraterrestres o por organizaciones herméticas, ni la impresión desplazado del eje de simetría especular. Soy un tumor que desearán extirpar en cuanto me detecten. Soy un parásito en el cuerpo de la sociedad y el extraterrestre soy yo. Eso llevaría al punto 6, no por eso menos desechable del tripulante esa teoría provengo de una nave de exploración extraterrestre. Con la misión de recoger datos y estudiar la sociedad me sometió a un proceso de humano. Supuestamente, lo que ocurrió fue que perdí no tan solo mi aspecto también todo recuerdo de.



Mi experiencia exogénica, desde el punto de vista de lo que debería ser, en este caso, una capacidad propia de los exploradores extraterrestres. De todas las opciones esta parece en un entorno de ciencia-ficción, y, por consiguiente, solo de aparentar un cuerpo físico que no se corresponde. A pesar de no tener memoria, soy plenamente de mi cuerpo, del que siempre ha sido mi nivel celular que me lo confirmase. Junto a eso tengo que argumentar que he sabido desenvolver en la sociedad. No recuerdo mi pasado pero no soy para nada un mundo, puedo identificar cada uno de sus objetos y describir su funcionalidad. Sé estar en el mundo que éste se haya olvidado de mí. Me gusta calificar mi estado de “bolsa las bolas o cédulas en que se hallan los nombres de las personas insaculadas para ejercer un oficio debidamente”. Una bola en el fondo de un saco esperando salir adjudicados. Se me deja a la mesa mientras se recoge el tinglado de asignación de tareas. Ruedo por la mesa. Caigo al suelo. Este ejemplo tampoco explica nada. Confeccionamos imágenes mentales sobre las circunstancias que nosotros mismos, sobre la sociedad y sobre la naturaleza. Ninguno de los casos expuestos pueden explicar mi de esa red de imágenes mentales que todos elaboramos. Pero no se trata de visualizar esas personales y subjetivas representaciones sobre el entorno, lo que logro visualizar, sobre sociedad, es la materialización de cuanto significa todo lo que se encuentra en él. No es un problema de simbolismo al que se podía reducir toda representación, mucho más si subjetiva. El símbolo tiene ineludiblemente su correspondencia en eso que a regañadientes voy.



A llamar para que nos entendamos. La Red no es un símbolo de la estructura se estable entre las personas, los objetos, las circunstancias, la sociedad y la naturaleza. La Red no es sensible, al igual que los infrarrojos o los ultravioletas, frecuencias lumínicas más allá pertenecen a la Realidad aunque no podamos observarlos, la Red está más allá del espectro visible. Pero la descomposición en frecuencias de la luz es un fenómeno comprobable empíricamente. La posibilidad punto 5, no tiene fundamento físico, ya que nadie ha podido pensar que ese fenómeno, perteneciente al campo de la psicología más bien, y, como todo lo psicológico, de un carácter como una entidad física. Punto 7, Mutación genética: Este punto y el siguiente tratan de explicar las razones por las que la visión es mediante una alteración fisiológica, aunque creo anteriores. En este caso particular, una mutación genética aletargada sería al cumplirse una serie de requisitos, lo que generaría ciertos “poderes”, ser capaz de visualizar de relaciones, al tiempo la pérdida de memoria. El “hombre nuevo” así generado estaría más cerca de lo que en este tiempo me he sentido. Mi atuendo, consistente en una superposición de se me permite ser irónico. Punto 8, Medicación experimental: que mi actual estado fuese producido por un cóctel experimentales para tratar dolencia física que no parezco padecer. El ámbito de las enfermedades mentales. Explicaría mi situación negándola. Si durante el Imperio de terror de las religiones exacerbadas cualquier desviación era mediante la tortura y el auto de fe se ha convertido en un dispensador de fármacos a mayor de las farmacéuticas. Vivimos químicamente aletargados por ansiolíticos, mantenidos mediante la química en.



Un mismo normalidad. No hay posibilidad de aquelarres ni misas negras, ni inquisidores que nos mantengan a raya. La química proveerá. Esta opción es la que menos necesitase medicarme a causa de un trastorno. ¿Puede decir el loco de que no está loco?, ¿puede decir algo el loco sin que sea considerado una locura?, ¿quién y qué garantías tenemos de que la autoridad permanezca cuerda todo? La locura del narrador justificaría plenamente el concepto que él dice poseer reduciéndolo a un delirio. El ustedes me están controlando mentalmente. No queremos la verdad, no la carga de la verdad. El Estado siempre miente, oculta los hechos, tergiversa, conspira. El iluminado no encuentra pruebas que la verdad, incluso la Verdad en sí. No quisiera embarcarme. Yo no puedo afirmar que no estoy loco. Que piense que nadie puede aseverar absolutamente sobre mi salud mental es a otros sino es a través de una serie de símbolos, una convención de la que no podemos asegurar, ya que pertenece también al plano de la Realidad, que lo sea compartido por el resto de nuestros. No podemos comprobar la existencia de la Realidad. Podemos describirla y entenderla a través de símbolos. “Esté” ahí o no, no es algo que nuestra sesgada percepción de la realidad a través de los sentidos, funcionan para describir la Realidad tanto de su existencia como de que sea percibida por todos por igual. Mi percepción del considerada una extravagancia delirante, una subjetiva alucinación, una sincera e ingenua descripción. Da igual. Es lo que es. Buscar sus orígenes, indagar las posibles causas, tratar de dar una lógica no loco. El anciano coreano me enseñó bastantes cosas. La.



Principal es que uno debe abandonarlo si está a alcanzar un objetivo. Él lo hizo. Perdonadme. Voy a desactivar definitivamente enseñó es que uno no puede librarse de su propia estupidez. El hombre creía haber abandonado todo su pasado, pensaba que se había librado de todos los vínculos con su historia comprobar que no era así. Se había entregado una misión búsqueda que sublimaba para ocultar que no perseguía que la gloria y la fama. ¿Cuántos años una vez que alcanzase su objetivo lo conseguía, si es que lo que existía y estaba al alcance de su pico y su pala? ¿Valía la pena consagrar el subsuelo a sobrevivir mediante pequeños condiciones deplorables en todos los sentidos? Él creía que contra eso no tengo nada que decir. Reducido la Realidad a los túneles y la penumbra y desarrollado su particular forma de Existenz en ese entorno alejado de la realidad que representa la ciudad. Entrañas de ella, pero dependía de la ciudad para subsistir. No era demasiado a mí, salvo que se debía a una decisión personal. Que nos encontrásemos allí, no era tanto una casualidad fruto de una decisión mía. De la coincidencia de dos decisiones, la del anciano coreano y la del mendigo chiflado. Y todo por una decisión se va: avec le temps, va, tout s'en va / et l'on se sent blanchi comme un cheval fourbu / et l'on se sent glacé dans un lit de hazard / et l'on peut-être mais peinard / et l'on se sent floué par les années perdues / alors vraiment / avec le temps on n'aime plus. Pero debo ir paso a mis disculpas de nuevo.



(Continúe, siga leyendo, no se detenga)

El singular de la Institución a los pies de una colina venía por el clima extremo de la ciudad. Edificios de esta índole suelen situarse en terrenos dominantes y dominantes. La Institución se resguardaba del viento y el frío y junto a la colina. Las calles que por niveles en su interior, de modo que la nave principal de los brazos truncados, el Norte, en su interior, para que esa zona fuese empleada como zona. Fuera del área que a los turistas, el brazo norte tenía una puerta que daba bordeaba la colina. Una calle que en la antigüedad había formado la judería y en la que los palacios de algunos nobles locales y de burgueses preeminentes. Un batiburrillo modestas y lujosos se habían enfrentado durante siglos por al centro de la actividad comercial, política y social. Ya lo he comentado, en esa calle, se encontraba sobre la principal de la Institución. Por del Cielo que simbolizan las vidrieras. Cristal tintado y plomo. La Eternidad es una ficción con efectos lumínicos que Tierra, no más allá. La funcionalidad se enfrentaba a la tradición disposición arquitectónica. Vidrieras por las que jamás refractaría. Pórticos que se elevaban por encima de la nave, estratificando, como si se tratase de un construcción que albergase viviendas la diaria de un relato mítico fundamento de fe. Y algunos me consideran loco. Muchos asisten embriagados artículo de fe cualquier concepto abstracto en aras de una salvación, pero no aquí, no ahora, me considerarían si leyesen estas notas. En la zona norte una puerta presidida por un arco por apóstoles cuya visión detenida te hacía pensar en herejía.



O cuyo sentido se diluía en el tiempo. Una puerta inaccesible, separada por la calle por una especie de altura de las vidrieras, recordad, y la acera, separada de unos tres metros y a una altura del foso de dos distancia había podido por una pasarela de quizás para que accedieran por ellas carros cargados. Parecía una puerta de servicio situada siete aliviados de la visita tras haber sufrido durante ella una sensación de malestar de origen impreciso. Tal vez porque la Institución contenía un. Aquí entra la tercera hilandera y omitida en mi recuento. Ariadna, hija de Minos y Pasifae, hermana de Fedra y Glauco, un toro blanco que Minos salvó del sacrificio. Ariadna a quien Dédalo, constructor del laberinto, le otorgó un ovillo de hilo mágico la puerta de entrada al laberinto, le permitía llegar hasta Asterios (ese era el nombre del hombre con cabeza de toro). Hilo que se desenrollaba poco a intrincados recorridos por las estancias del laberinto más recóndito donde se cuando Teseo arribó a las costas de Creta dispuesto a terminar con el impuesto de sangre que obligaba a Atenas a enviar, ofreció el ovillo mágico para llegar a la remota donde el Minotauro esperaba a sus víctimas, para que, una vez lo Ariadna quien, tras haber Teseo dado muerte se embarcó junto a él y fue abandonada mientras dormía en la playa de después la historia se hace confusa: Al parecer Dionisio y su alegre sátiros y ménades la rescató y la llevo y puso en su cabeza la corona de luce en el firmamento como la Corona Boreal; otros dicen que la rama de un árbol. Nada se.



Dice del destino mágico. Quizás únicamente servía para acceder al interior del Laberinto, de Labris, un hacha de doble hoja, cada una de las cuales representa una fase opuesta de la luna. Creciente. Que el Laberinto que diseñó Dédalo no tenía la forma que relacionamos con la idea de laberinto. Que no se trataba Cnossos albergase un laberinto sino que el propio palacio, debido al ingenio de su constructor era en sí mismo el propio contenido en sí mismo. Una paradoja russelliana edificada sobre una cretense hace cuatro mil. El hilo es una solución pero también lógica si eliminamos el fantástico con el que se describe al ovillo. La mejor forma de en un laberinto es dejando marcas de nuestro paso por los distintos que hay un centro al que llegar, asumimos la lógica de los sala más recóndita es también el camino de regreso. La meta (central o no) y el retorno estaba yo, frente a aquella puerta, observando la gruesa soga oscuro que la atravesaba, la única relación que parecía mantener la no un hilo tenue y perecedero como el resto que la Institución, rechazaba, uno grueso y consistente formado por muchos cordones trenzados que ya en la calle en todas direcciones. Comparados con la Institución, todos vivíamos en las de Historia. Sin embargo, a pesar de su rechazo albergar en su interior un submundo que mantenía relación con nuestro y nuestro histórico. Había únicamente se podía acceder a través de aquella puerta que sobrepasaba la misma Esencia de la Institución. Como si éste, consistiese en alojar en su interior una realidad hacia todos los puntos de la ciudad. Hacia el cementerio muchos, hacia.



Modesta casa particulares y lujosos chalets casi hacia tiendas de comestibles pequeñas y ayuntamiento, hacia un centro cultural, hacia sedes organismos y de organizaciones hacia todas partes, hacia los centros de poder pero también hacia sencillas de la ciudad y otras se perdían en lugares de la misma que visitado y que seguramente hubiese evitado, yo, de no ser por la curiosidad que tapizaba toda la ciudad sin discriminar. Como si aquella puerta diese mundo secreto y al mismo tiempo público al que tuviesen acceso de todas sociales. Pero oculto. No hace falta que diga que aquella a primera vista absorbió toda mi atención. Intenté entrar por ella. Debía saltar una valla de metal de mi cadera. Luego salvar el foso, que requería un poco más de hasta que descubrí una especie en el dintel de piedra. No había más que y a aferrarse a la sujeción para poder situarse sin demasiada en los centímetros de alerón, como un peldaño en el aire, y encontrarse ante la puerta ni mis esfuerzos. Aparentemente desprovista de cerradura, las dos de madera de aquella puerta cerrado sobre la oquedad en un proceso de siglos. No había forma de aquella puerta que se había fundido en su marco de piedra. No se podía otra razón más por la que debía entrar. Deje de vagar a la calle sobre la cara Norte de la Institución, pasaba por delante la puerta varías veces al día. Cuando el tiempo empezó a mejorar mis visitas a la se hicieron menos frecuentes. A veces pasaba horas sentado en un banco de una pequeña a pocos metros de la fachada elevada de la Institución desde donde.



Podía observar y agarrotaba mis músculos hasta un límite cercano al dolor, así que debía de vez en cuando. Pero toda mi atención en aquellos meses, mientras los árboles volvían de hojas y algunas aves volvía de su exilio abocada a un espionaje sin consecuencias. Adicción. Era del azar de la puerta una y otra vez que aquel era el último cigarrillo antes de, y seguía la espera, y un nuevo cigarrillo que aseguraba era la pierna veinte minutos más a ver que pasa, a ver si hay suerte, al dolor de espalda desaparece, un solo trago más de vino, tragos de nada y de nuevo dormía en el río refugio reconstruido, me despertaba por la noche y pensaba y sí, y mucho antes del amanecer ciudad a mi, quería creer yo, discreta posición de espionaje, y todo el una obsesión me carcomía y quise pasar mucho más tiempo cerca de la puerta, momento en que ver a alguien entrando, saliendo, nada, dormitaba en el y despertaba sobresaltado tras una brusca cabezada de sopor, dormía, velaba, vigilaba. Me vigilaban de la ciudad. En la cercanía de aquella puerta, vigilante en una presencia molesta, inquietante y evidente. Así fue como tuve mi primer encuentro con continua presencia en la zona avisase a la patrulla. Ahora creo saber que ellos, aquellos hilos les vinculaban con la puerta decidieron advertirme. Pude zafarme de mi carnet de la biblioteca, farfullando unas disculpas que no creían. Una altanera dominaba todos los actos y palabras que se identificasen a muchos individuos que consideraban de estar ilegalmente en país, pero en aquella ocasión los agentes mostraban cierta desidia, no querían quien que supiese.



Que ellos sabían que yo estaba. Había un mensaje claro, podemos-queremos hacerte nada ahora, pero que esto no queremos-toleraremos verte creyera que pude zafarme en esa ocasión. Dejé aunque mis paseos me una y otra vez a la calle de la puerta esperando mis con los pasos de uno de los usuarios a la puerta. Decidí el procedimiento inverso. En lugar de esperar cerca los hilos hasta encontrar a todos… era malsano y obsesivo, además de infructuoso. Aquellos a los que día y noche llevaban una vida normal, casi ejemplar en sus respectivos con la puerta era sólido, pero parecía que sus actividades no tenían sus cotidianidades sin que aquella ligadura con la puerta condicionase de ninguna desesperaba a aquellas personas que relegaban a la indiferencia una relación que tenia una solidez palpable. No tenía nada que hacer en mi interés del desconcierto de mi situación, me había conducido a la estructura de una ciudad, la que encontrar un sentido o bien un simbolismo que condujese desechado todo interés por mi situación y lanzándome a una fruición en fracaso. Ya no se trataba de quién era yo, sino de quién eran los con la puerta sin que les importase. Aún contemplaba en los escaparates, comparándolo con el del resto de transeúntes. Seguía sin aparecer a mi alrededor personas. No yo. Pero notaba como un aura de decaimiento se iba adueñando. Notaba el paso del tiempo. Notaba como el paso del tiempo, sin relaciones a que aferrarse, me afectaba distinta que al resto de envejecía rápidamente al carecer el entorno. Ni siquiera se había establecido uno levemente condenado a desfallecer en medio de la indiferencia de los.



Transeúntes, condenado a que se prolongaría hasta la extenuación durante los próximos meses. Estaba pensamientos, derrengado por un cansancio que iba de lo físico, un cansancio y anímico provocado al cargar a todo lo largo de la ciudad el peso a seguirlo, igual que había seguido hasta el mortal a tantos otros de la ciudad relacionados (¿consciente?) con la puerta, arrastrando los pies, cargando la rendición y la inutilidad. Seguí a aquella persona como un ritual baldío, como inútilmente, sin fijarme ya en el recorrido, como un autómata condenado tiene conciencia. Cuenta que nuestra ruta, la suya decidida, la maquinal, nos conducía a la calle que la Institución por la cara norte. Cuando cuenta se había detenido frente a la puerta asombrado medio de la calle, expuesto, indefenso. El hombre miró y luego miró que me confería mi aspecto me asombró aquella mirada el reconocimiento que hombre se quedó mirándome fija. Yo permanecí inmóvil de la calle, capaz de reaccionar. El hombre movió un gesto que no interpretar, se giró y continuó su camino. Permanecí un buen rato asombrado en medio de la relación entre aquellas la puerta, una relación que oculta y alejada vidas. Quizás de debilidad o una incontrolable nostalgia había llevado por aquella calle y a una especie de tributo a lo que ocultaba. A lo que él sabía que lograr nada siguiendo a las personas con la puerta. Habían, deliberadamente, de sus vidas toda relación con la puerta y lo que ocultaba, aunque lazo emocional con lo que había tras ella. Siguiéndoles, que uno de me mostrase la forma de no iba a lograr nada. Aquel era un muerto no tenía tiempo.



Lo notaba en mi reflejo se agotaba. No. Libre de ataduras con lo que me rodeaba el me estaba consumiendo, atacándome sin que yo pudiese ninguna defensa. Era del Tiempo, un intruso que el Tiempo, como el sistema de un organismo, devoraba iba a ser más que un desecho que sería sin haber dejado huella. Y allí, indefenso, en medio de la calle, me desmayé. Pasé cerca de un continuo estado de duermevela en la de un hospital. No engañé a aquel documento de identidad ajado y no me pertenecía. Aún así mi ropa, me alimentaron, fui severamente por un médico y joven que me advirtió sobre el abandono al que había mi cuerpo. Una calidez que no podía haber sentido iba retrasado, pero los y el ambiente me sumían en una placentera esperaba ansioso la minucia que acogía con deleite. Nunca, que llegué alimentado con tanta frecuencia. Poco a poco fui sintiéndome mejor. Descubrí en el armario limpia, pulcramente doblada, que había llevado en mis días de y acecho. Sustituido alguna prenda por otra más nueva pregunté quién, ni por qué preguntase. Me hubiesen respondido, quizás primero con una mueca de tan amplia como desinteresada. Aproveché de esos de aparente calma, me vestí el hospital. Nadie me detuvo. De haberme seguro que con Adiós, adiós, vuelva pronto, vuelva cuando le esperamos. Encontré mi linterna, mis que me daría un margen de un par de días antes de en una pared. El estimulante calor de un mediodía de una segunda oportunidad, una tercera, o una nueva. Algo había escrito en la pared en la que me aparté tres pasos, leí, Real eyes / Realize / Real.



Lies. Estarlo. Los días en el hospital me sirvieron para mi estrategia. La por la puerta se había diluido tras mi colapso. Pude las cosas desde otra sin llamar la atención. Llegaba la hora de un pequeño momento para bajar las escaleras que daban al sótano. Me oculté tras unas que creía necesario. Mochila, pilas para linterna, reloj, cuchillo, tizas, herramientas, adhesiva, cuerda. Dejé sobre el mostrador que me había sobrado tras la comida. Lo debía por que me apropié hace meses que acababa de robar. Bajé al sótano. Forcé con extendía a derecha e izquierda. Cerré el interior del túnel que no se diesen alguien la había usado. Me adentré en el alumbrado con la linterna, cargando mi mochila. Mi Ariadna para encontrar el centro subterráneo era un paquete de tizas con las marcas en que me ayudase, a no ser que consideremos como tal a la enfermera, que una mujer, que puso el billete en mi otra historia: el laberinto de Cnossos. El palacio de Minos, ya he comentado que algunos, era el verdadero Glauco, hermano de Ariadna se perdió en el palacio de su hijo consultó con el oráculo de Delfos, el lugar en el dos águilas enviadas por Zeus desde los dos extremos del universo se habían encontrado y mâle !... / Le chien / Me crève !... / Quel rêve ?... / — Tiens bien ? / Hercule / L’encule. Alguna conexión con mi memoria. Sin ninguna conexión con lo que divago. La respuesta del como siempre, esquiva. La interpretación y la respuesta que dieron juzgó que era aquel al que se refería el oráculo, dio como elegido para al niño.



Perdido a Poliido. Este buscó por el palacio-laberinto hasta Glauco de los Curetes, encerrar a Poliido en una cripta, con una espada, junto al de Glauco y le comunicó que hasta que devolviese a su hijo. Luego la serpiente a la que mató Poliido y la serpiente que trajo la planta que resucitó a la muerta, planta con las partes se llama a la planta mritasamjivan. Otros dicen que se trata de muérdago, la llaman de Zeus y la identifican con el tamujo. Gigamesh, enfrentado a la de las serpientes no supo identificar la planta y se resignó a Poliido se quejó ante Minos antes de ser encerrado que él no era Asclepio, la vida y otorga la inmortalidad. Asclepio advierte que una hoja de planta no puede morir, pero inmortalidad pero no juventud eterna. Sabemos poco devuelto a la vida, Minos decidió que Poliipo adiestrase a Glauco el arte de la adivinación, y contra su voluntad durante años embarcar en la nave que le devolvía a Corinto a Glauco que escupiese en la boca. Atónito pero obediente Glauco escupió, olvidando el acto que le había enseñado. Tampoco parece le había convenientemente ya que no adivinó los propósitos de su forzado. ¿Qué fue Poliibo? Condenado a envejecer eternamente. ¿Vive aún como un consumido montón de testigo inmortal del tiempo incapaz por su degeneración de relacionarse? ¿Moriría yo también en esos túneles que me resucitase? Tenía mis marcando el camino. Pero no era fácil en aquel de túneles. Si parecía la cabeza de un enorme insecto dispuesto a devorar aquí abajo que el insecto había desplegado sus alas y que los túneles las venas se cruzaban transversalmente.



Dándoles un laberinto. Bajo los élitros de la ciudad y el río hasta el mismísimo recuerdo lo que me explicó el hombre encontró. Y no entiendo que desatan dichos quizás uno percibe con lo que acontece cuando tiene una pistola en la cabeza. “¿Qué? Personaje recurrente en la griega. El paradójico vidente ciego. Eneas encontró al Hades siguiendo la voz de su padre y allí le fue los que debía seguir adelante. Gilgamesh, Heracles, Teseo, todos su particular catábasis que tiene sentido sin su posterior anabásis. Piritoo no debe seguir sentado silla del olvido. Eurídice miró y Orfeo salió a su amada. El motivó a Dante a escribir su magno que recorría el tema, Virgilio, que la Eneida, donde Eneas desciende. Dicen que en su lecho mientras agonizaba a gritos que quemasen la Iliada no hay Odisea y sin ésta Eneida y sin ésta Divina Comedia sin ésta… usted mejor debe entenderlo. Todo está que entienda invención a posteriori. Pero no por ello deja de la capacidad de los hombres, a las fieras, a los árboles y a las piedras la música de su lira de nueve oráculo advirtiese a Jasón sólo con la participación de Orfeo, la búsqueda tendría éxito. Orfeo con sirenas arrastrase al Argo hasta su destrucción contra los cierto su presencia para dirimir las disputas que surgirían entre los argonautas. Música. Una película en la que Orfeo a los infiernos para rescatar su lira era una automática con nueve balas. Olvidemos. ¿Murió Orfeo tras el robo? Sus restos desperdigados, pero dicen que su cabeza y su lira llegaron flotando recuerdo mal Lesbos, donde se instauró que la cabeza de Orfeo tenía capacidades.



Adivinatorias sin embargo, sucediese antes o después del viaje de su muerte tuviese lugar años después de la vuelta con su Eurídice. Orfeo con su música a Caronte, apaciguó al Cancerbero, evitó los del infierno y hasta por única vez los trabajos de los condenados. Conmovió a Hades y a Perséfone, quienes que Eurídice volviese a él al mundo de los condición de que en su camino de vez. Fracasó, ya lo sabemos. Pero, ¿ve?, todos los que lo han hecho por un motivo. Buscando a alguien, para pedir consejo, para recuperar un ser amado injustamente. Por Amor. Pero usted, ¿por qué está quién ha venido a buscar?, ¿qué cosa tan viene a rescatar? A nadie. Usted es un ciego, como Tiresias del don de la profecía. No me cómo lo sé. Le observo desde hace sin embargo usted a mí no carnes la dualidad cuerpo-alma que los órficos, parece haber surgido espontáneamente en una de metempsicosis en un cuerpo al que no reconoce. No reconoce tampoco óptimo como para que en su descenso al infierno pueda elegir correctamente entre la de la memoria y la de usted no puede decir aún que es ser inmortal y el saludo ritual que le identifica de los misterios para eso fue Orfeo al infierno con a rescatar, a identificar a sus seguidores y detener el eterno de reencarnaciones que a un cuerpo terrenal. Usted está en una cárcel. Pero aún no lo sabe. Lo sepa lo olvidará. Sin toda historia que se precie, esta tiene y una paradoja. Orfeo sabía como detener la metempsicosis encadenada a su cabeza oracular. Y lo más que Apolo, jodido por el descenso.



De sus oráculos por toda Grecia a causa de la cabeza de Orfeo, a Lesbos (repito, creo) y a la cabeza de Orfeo que mantuviese silencio. Y no volvió a hablar. Moraleja es que nunca debes subestimar el poder de los tratos que alcanzas con ellos. Ahora usted y yo vamos a negociar”. Parlamento me había sentido extrañamente preparado para morir. No aceptando mi muerte ni a ella, dispuesto. Preparado para no beber del olvido por mucha. Listo para acometer mi catábasis y anábasis. Pero adelanto acontecimientos. La se abría a un túnel que sin distinción a derecha e izquierda. Marqué equis la puerta y marqué un uno como subíndice. X1. Me decanté por la. Si no era la dirección en la que se encontraba por delante de mí. El mundo se había reducido a poco más de un en la penumbra. Al poco llegué a una escalera que descendía. Ruido de me encontraba en el alcantarillado de la ciudad. El ambiente me recordaba las salas de sus efectos de oscuridad, su simulacro sonoro del goteo infinito que creaba casi inexistentes. Pude apagar la luz de la ciudad se filtraba por de los desagües. Seguí el rastro de algunos hilos que sólidos, pero debían pertenecer al servicio de ya que solían acabar en las que daban a las entradas del sistema. Tapas de hierro forjado que no tenía profunda oscuridad y de las que surgían excrementos y agua. Marcaba cada recodo el pasillo del que provenía. La verdad es completamente perdido al otro lado. Decidí seguir en lo que creía que en el río fluía, aunque eso me alejase de las entrañas que casi darme por.



Vencido. De una de las razones por las que continué, de nuevo alumbrándome, era que aquel camino me conducía al había tenido entre los árboles, en la superficie. Al acercarme a aquel pude un murmullo que se sumaba al sumidero que recorría. Allí estaba nuevo colector. Caminando por las alcantarillas reflexionaba sobre todos mis. Podía haber accedido a las alcantarillas por una boca cercana a no era allí estar. Obviamente había perdido mi objetivo. Debía haber explorado los túneles las cloacas. Mi obsesión por llegar cerca de ella, había ponerme a explorar los túneles bajo la ciudad. Caminé de nuevo durante una hora contraria hasta que más frecuentes los accesos al colector este lado. Investigué varios infructuosamente. Los filamentos, atenuados en la profundidad por la corriente de deshechos, no parecían mostrar densidad. Fui marcando Y3, Y4,… Yn. Debía salir antes de las alcantarillas y buscar los sentido seguir por allí, no tenía sentido haber bajado a ellas. La opción era coreano de lo que creía. De nuevo en el túnel oscuro a derecha e izquierda debía decidir que ruta ascender intriga de los niveles inferiores me tentaba con la misma el misterio de la Institución. Finalmente me decidí por primer ocurrido de haber tomado la decisión contraria. No me habría expuesto. El viejo seguiría vivo. No estaría escribiendo esto. Así que me decidí por el túnel de ascender. Sería la costumbre que el viaje por camino por las alcantarillas se estaba una rutina. A cada vuelta abría más corta o que caminase más deprisa. Llevaba algo más de horas sin cesar desde la que daba a los túneles donde el viejo coreano recordaba que había puesto.



Un tope en la puerta por temor a que no le di mayor importancia. Desconocemos su verdad es que estaba con una arrogancia y una irreflexión que solo se podía atribuir a la ignorancia me hubiese obligado a mayores precauciones. Pero tomar puede tener sus consecuencias. Ya abordaremos de nuevo a la puerta por tercera mesa invitaba a comer en ella. Miré dónde daban dos puertas. Otra habitación con una cama. Un retrete. Tenía una vivienda y descuidada. Por lo que podía ver desde la ventana el piso la sensación de estar por encima del nivel de parecían confirmarse. La exigua vista daba sobre las de los árboles en la calle. A pesar de la luz no podía que parte de la ciudad me encontraba por la perspectiva que me permitía. Desplegué sobre la mesa parte que no dormía en una cama. Rehechos, salvo la temporada que pasé ingresado, me había a dormir en el suelo, bien del río, bien en calientes de la ciudad. Con el anciano coreano en el suelo en una especie de habitación, un túnel fallido, quizás, que había polvoriento, nada estaba sucio en la habitación, tampoco de recién limpio, pero si que parecía. Su textura era superficie parecía agrietada como el cauce de un río seco cuando el barro tumbé de todas formas. No se levantó una nube de nada parecido. Simplemente notaba la aspereza de la tela del colchón mientras al sopor. No sé cuanto tiempo dormí cuando desperté era de nuevo de día. Todo estaba iluminado. Intenté la ventana pero estaba cerrada hinchados por el tiempo y la podredumbre, abandono la limpieza interior de funcionaba. Había agua, lo que.



Me permitió desde mi hospital no había tenido ocasión de hacerlo. Luego decidí que no había nada más que hacer en aquel piso que no daba a ninguna que no se cerrase. Probé de nuevo, primero con precaución, finalmente empleando toda la de la que era capaz. La puerta no, intenté abrir la ventana pero intenté hurgar en el marco de la puerta con un cuchillo, pero sin dejar ni una ventana, pero sin ningún éxito. Golpeé el cristal con el del cuchillo pero no lograba. Golpeé con la contra el cristal pero quedó destrozada al primer golpe. Ni siquiera quedó un fragmento para golpear la silla se disgregó. Hojas permanecían inquietantemente. Todo seguía iluminado y grité, golpeé la puerta y la ventana mientras el dolor no me lo impidió. Encerrado destartalado sin recursos de él. Y entendía que no podía saber cuando la fuerza que me había dejado cedería o actuaría que había ocurrido, una mera que daba sentido a mi situación. Seguía el sistema de túneles y alcantarillas como para explicarlo. En realidad la rosca de un tornillo está por un único reborde que se enrolla en forma espiral en toda la longitud. Caminar por el sistema o arriba tras ella. Una vez fuera de la rosca no somos del giro ascendente o descendente de la producido por el de alguien por el mecanismo (túneles y alcantarillas). Nunca ni plantearme una cosa por el estilo. La escasez de los túneles conocido y empleado ocasionalmente. ¿Qué ocurriría si estando en la realidad alguien accionase la realidad ascendiese o descendiese por el? En condiciones la mayoría de la gente, no supondría una persona introducida en el.



Sistema notaría ninguna diferencia al volverlo a usar. Pero qué ocurriría si varias al mismo tiempo el sistema del tornillo y, de llegase al final de la rosca. Imaginad. Mientras estaba en el piso había empleado el tornillo y me había fuera del sistema. O tal vez recordé la historia sus puertas y ventanas tapiadas, desde cuyo interior se oían en gritos desesperados. Quizás aquella habitación era una trampa para viajeros indeseados. Me aferré a un sistema motor que se solucionaría en alguien lo emplease de nuevo. La otra era lo único que podía hacer. Cada poco intentaba accionar el sin que tuviera consecuencias. Yo era el fantasma que gritaba. Congelado en el tiempo, ahora lo sé. Había muchos del complejo que permitía ascender y descender entre de la ciudad que eran poder manejar. No había el mecanismo y no lo iba a entender nunca. No sé porque en tanta tensión me vino a la memoria de mi pasado perdido para el recuerdo. Era parte de una novela que en un tiempo que no era. En primer lugar descubrir si era cierto el rumor en torno a la ventana que no correspondía a ninguna habitación en todas las ventanas las habitaciones un trapo blanco. Había una de la que no pendía ningún trapo por descubrir dónde se encontraba una cuerda para observar de la habitación, pero cuando logró asomar su cabeza por la ventana desde el exterior, la cuerda falleció entre atroces dolores sin poder llegar a desvelar que es lo que había. Los fenómenos con el monstruo habían cesado, así que mis cabellos y mi barba crecieron hasta una longitud durante mi tiempo de vagabundeo.



Por la ciudad. Pero ventana siempre se veía el mismo día iluminado e inmóvil. El reloj seguía el tiempo en completa atemporalidad. Un día, por alguna manera, hasta el límite. El agua me había mantenido con vida, pero era lamentable y mis fuerzas salí lo más rápido que aquella habitación en un piso de una casa condenada mis pertenencias. Apenas pude en sentido inverso al de la última vez el trayecto por las alcantarillas de nuevo al túnel hasta la puerta marcada con una X. Estaba en la calle. El aire fresco atardecer primaveral me vivificó. Pude ver la temperatura, la humedad, la fecha y la hora. Las cifras hacía un estado fuera del tiempo, había envejecido y despertado en el momento de dormirme, semanas después para mí. Era el durmiente con el que había en los días de mi estancia. Durante mi piso había sido quien velaba el sueño de mi revelación permanecido junto a la puerta que se cerrase. No sabía que no quería volver y con certeza para la posibilidad de acceder a la puerta y los túneles. Pero tampoco me sentía con fuerzas para volver desde la calle y sentado en el suelo contra lloré y me lamenté. Tal vez dormí, agotado y tomar una decisión. Debía aprovisionarme. Eso suponía una vuelta por los túneles y las alcantarillas, la del viejo. Pero la otra opción, ascender, no me ofrecía prácticamente debía recorrer la misma distancia y de poder aprovisionarme. La estancia en la habitación hasta el límite de mi descenso hasta el nivel me había dejado sin ninguna fuerza. Hacía abajo, de recorrer de nuevo el camino, tuve que descansar en varias.


Falto para continuar. Me abandoné en ocasiones en el cauce. Me arrastré dice Montaigne en sus Ensayos: “Cuando consideramos la firmeza que alguien mostró en la de su muerte, que sin última hora, y no hay que más la halagadora esperanza, que no cesa de trompetear en nuestros oídos: «Otros estuvieron sin que por ello la cosa no es tan desesperada como milagros hizo Dios.»” No llegó mi momento, pero los viví con la muerte con dignidad, que había visto morir a algunos que murieron por casualidad y no por “designio preconcebido”. Al queda reducido a la frase de Cicerón (quien escribió todas las citas posibles) “Emori nolo, sed me esse mortuum nihili aestimo”, no tememos a la muerte, tememos a morir. Y la nave habían sido masacrados a martillazos. Alumbré la pude ver la puerta negra. Con aquella luz era difícil distinguirlos, pero firmes como amarras la puerta, a lo largo de la nave hasta en un muro de mi punto de observación. Me que no se cerrase. Observé de piedra que el de filamentos parecía atravesar. Había otro pequeño se dirigían a otro punto de la pared. Palpé ese punto hasta una especie de resorte ante mí, el muro de piedra se abrió, dejando paso del viejo, -5, -6. No sabía. Estaba seguro de no querer pulsar el -1. Pero no sabía dónde no sabía si quería dirigirme a algún descenso al Infierno precisa un guía, pero sí, como dicen es el auténtico Infierno, el auténtico martirio consiste en tomar nuestras es el auténtico suplicio. -5 era la opción lógica. La puerta negra había resultado ser una en la parte Institución que servía a




Aquel ascensor. Explicaba la ausencia en los túneles y alcantarillas. Nadie usaba el tornillo para ascender y abrió. Estaba de nuevo en una red de túneles, pero en esta ocasión iluminados luz eléctrica. Los filamentos se dispersaban en todas se encontraban la entrada a cuatro distintos. La elección era si quería pasar en aquellos túneles que parecían habitualmente concurridos no podía dejar marcas. No podía y al mismo tiempo me resultaba completamente. Decidí trazar pequeñas casi a ras del suelo, pero presentía que todas aquellas precauciones. Todo empezaba indiferente, intrascendente. Avancé por de ellos. Puertas. Puertas cerradas. Puertas a derecha e con inscripciones griegas que tendría lugar alguno donde refugiarme. Ni siquiera intenté forzar mi experiencia con la habitación fuera del tiempo me había de pánico a lugares cerrados. Aquella exploración era un auténtico lugar habitualmente transitado por otras en aquellos momentos no había nadie. Encontrarse alguien pegando mi oreja a alguna de aquellas puertas pero más que mi propio corazón bombeando los cuatro pasillos confluyendo en otro abierto en el que una puerta doble daba a una más grande. Cada uno de ellos era indistinguible del otro. Puertas a uno y otro lado hasta alcanzar el hall de la puerta doble. Despachos o dormitorios, habitáculos de ocupación nada más. Los disgregaban alcanzando aquellas puertas y luego volvían en las dobles. Intenté abrirlas pero intenté forzarlas. Ante el temor a las puertas cerradas, a la nada que podía tras aquellas puertas. Había conseguido, de alguna manera, tras la puerta negra para encontrar el misterio multiplicado que sentía que lo que se ocultaba tras aquellas puertas era de habitaciones. Estaba, quizás de las últimas experiencias, mi coqueteo.



Con el miedo a demasiado cansado. Podía, es cierto, pero me sentía cansado de ninguna manera, en caso de peligro, podría una amenaza, ni de ella corriendo. Poseía la firmeza que ha consumido toda su fuerza en el desarrollo de la capacidad de las distancias. Muy largas distancias de ninguna parte y había llegado hasta la quinta subterránea de cuyo significado se me escapaba. De la Nada hasta la nada. Si algo había en órbita del espacio profundo. El límite de lo observable no es el borde del Universo. El límite está en imágenes del fin de lo observable nos llenan aún si somos que captan una pequeña fracción de un cuadrado insignificante en verlo plagado de incontables estrellas. A simple vista. Podemos hacerlo a través y multiplicar por soles que pueblan nuestra galaxia. Ante la belleza plagado de estrellas, galaxias, nebulosas, cuasars, pulsars, agujeros y es una visión de nuestro Tiempo reduce nuestra existencia a una insignificante fracción, el Espacio, y el Espacio que podemos observar insignificante vez comparado con el Espacio de todo el Universo, nos relega a ocupar el mismo espacio que la parte del átomo perdida e ignorada minúscula en el conjunto de este mundo. Y sin embargo nuestra existencia, no tanto da sentido importancia de nuestra insignificante existencia. Nos creemos de nuestros problemas y vicisitudes, excepcionales, algunos nos quieren hacer nuestra unicidad en los elegidos de la divinidad, que somos parte de un demiurgo sabio y que el Universo está ahí para que somos más que motas de polvo estelar, un caprichoso azar de la combinatoria de elementos y no somos únicos, sino una más alcanzado un grado de metaexistencia que.



Nos a considerar el sentido de nuestra existencia. Pero somos átomo en una insignificante de polvo perdida en el Espacio por el Tiempo a su desaparición. No somos nada nada seremos. Nuestra existencia, nuestro Dasein, no llega. Vengan dioses azarosos, caóticos y creadores paternales al vacío de nuestra existencia. Vengan pronto a este simulacro de existencia sin valor. Horror vacuii ante la inconmensurabilidad del horror al vacío del no vacío. Nuestra supervivencia como depende de creencias que sabemos falsas del Universo Profundo, no son más que luces insignificantes de las cuales no va llegar ningún tipo de salvación. Nada, nadie, salvarnos. La vida en esos cientos de miles de galaxias. Se trata de nuestra existencia es más producto de la inicial explosión que nuestra existencia. Nos destrozaríamos, aullaríamos mientras nuestra desesperación, desgarraríamos nuestra piel con uñas aterrados ante antes y después nuestro pecho con piedras afiladas y contemplaríamos dejar de existir para nuestro propio corazón ensangrentado últimos existencia, de nuestro ser. El Infierno es tener lo que verdaderamente somos comparados con el Universo. La autoconciencia, el verdadero y continuo Infierno. Llevamos el Infierno en nuestro nosotros es el propio Infierno. Arrastramos nuestra somos la condena y yo mismo creaba, que quizás escribía para mí un sujeto enloquecido, que formaba parte de un plan organizado para los ingenuos. Cuarto pasillo, prácticamente olvidadas todas las precauciones, cuando un ruido me alertó. El ascensor acababa de casi me fundí con la pared. Quizás estar en la posible que el individuo que veía desde parado justo a la salida del elevador estuviese algo más, que debía encontrar en el suelo y no lograba hallar. Permanecí inmóvil al individuo hasta que.



La cabeza y se dirigió hacia el primer pasillo que yo había. Esperé unos eternos y luego me dirigí todo lo que pude hasta el ascensor. Pulsé -6. No ocurrió nada. Me fijé con el botón del sexto sótano. Parecía tener un introducir una llave. No podía permanecer más tiempo -5. Salí en la planta del ascensor a través de la pared. La puerta disimulada tras una de piedra. Estaba de la zona donde excavaba el. Debía avisarle de que alguien frecuentaba le sorprendiese verme tan avejentado en tan pocos días debía ponerle en nivel. La ausencia del sonido del pico estaba mal. La anterior me encontraba bastante intentando luchar con mi ahora estaba alerta. Aquello no estaba, las marcas de tiza habían desaparecido. Todas mis guías para encontrarle estaban un rato sin rumbo por los que me parecía familiar debido al tiempo compartido. Giré y dirigiéndome hacia donde creía que la excavación la encontré. El viejo yacía en un charco de sangre. Le habían disparado en todas sus cosas estaban tiradas si hubiesen capaz de encontrar de nuevo el ascensor. La costumbre me guió hasta la puerta. Salí de los túneles recorrí de forma más sensato era abandonar la calle, perderme entre la multitud, volver a mi antigua lectura y mendicidad. Olvidar, de nuevo. Pero, mientras, por propósito que yo la había asignado. No podía huir, no quería, quería huir de la muerte que acechaba asesinado al viejo coreano. Por qué y por qué. Llevaba años cavando en la ciudad sin que hubiese molestado y sin que su presencia dejado rastros. Mi único encuentro había noche frente a la puerta negra aquel individuo se me.



Quedó de forma anunciándome que sabía que frente aquella puerta, retándome de alguna entrar. Por los escasos la trampa de la cerrada fuera del tiempo, no era desde hacía décadas. El ascensor era de acceso a inferiores desde la la maroma filamentosa que arriba por toda la ciudad, abajo en cada una de las puertas, para después en la puerta doble. Entonces, o bien accionando había dejado alguna huella de mi en la pared, que nadie debería haber detectado frecuentaba esas zonas, o bien el ascensor tenía alguna. Me habían o, más bien, había dejado que seguí avanzando por la alcantarilla para calle y abandonar aquella que no debía volver a usar el ascensor, pero todavía de Barba Azul tenía la llave roja que no debía abrir. La roja de invasores que vinieron del norte conquistaron y sometieron a las sociedades matriarcales adoptando, adaptando rituales sangrientos y propiciatorios tonta, malévola y perezosa, a la par que bella de todas las desgracias de la humanidad. Las podían seguir con sus rituales y misterios si aceptaban que les habían por un dios masculino. Así, cuyo cargo y poder pasaba de madres a hijas. La historia, escrita por sus nombres. Borrados cuyo destino fue funesto. Casandra, por ejemplo. ¿Escupió Apolo en su boca? Si lo hizo no fuera creída. Un oráculo que nadie es completamente inútil, verdad que encierren sus palabras. ¿Cuál para que la castigase así? No querer pagar a Apolo por el precio era en la base de toda nuestra cultura. Las agrícolas matrilineales tenían esta cuestión. En los “misterios”, una serie de propiciatorios que culminaban orgiásticamente en los cultivo para la ascendencia patriarcal diluida en la.



Noche, entre los surcos de los arados. Los hijos e hijas hijas de sus madres y entera. El egoísmo genético del norte. Si el modelo prototípico de mujer difundido por la sociedad patriarcal. Sí, decían, la mujer tiene sus ritos para esas tal, pero es estúpida que debemos darle sus caprichos, pero férreamente. Y así hasta nuestros días de la polla. Eso convierte a los hombres, en seres básicos por impulsos primitivos. Tenía la llave que usarla. No era pensar con cordura. Fue un impulso estúpido. La curiosidad es como suele tener se nos pasa desapercibido en el cuento de Pandora, destinado a la mujer a la caja que inconscientemente abrió Pandora y que supuso el fin de oro idílica, un relato Edén, un relato Paraíso, Eva y la manzana, permaneció la Esperanza. Según algunos la Esperanza que no todo está de salvación y de posibilidad del estado edénico perdido. Debemos preguntarnos es qué hacía ni la recuperaremos ni esa felicidad existió jamás. Abrir la caja del ánfora sellada en que sobrehumanas habrían encerrado todos los males, simboliza la flecha de la irreversibilidad de los procesos, el aumento de o de otra, aquello que conocemos como Universo perecerá. La entropía crecerá hasta el Universo la energía improductiva y en la muerte del Universo no será posible ningún “vivo”. La otra opción que el colapso del Universo en un hipermasivo agujero que nadie podrá comprobar. No hay esperanza para el tiempo terminará. En un tiempo embargo tenemos Esperanza. ¿En qué? No tengo esperanzas, tengo certezas. Sin embargo, en aquel momento de pánico, de indefensión, por la curiosidad. Porque aquello que desconocemos nos da esperanzas de un futuro.



Y cuando digo distinto quiero exponer mi vida. Y aunque la curiosidad es un poderoso acicate, no lo es tanto como para perder la curiosidad y la esperanza son falacias. Este es el fin de mi aventura. Lo que ocurrió a tres veces el circuito de pasillos y alcantarillas en sentido ascendente pasando ante la puerta cerrada marcada con un que llegué al nivel y abrí para salir definitivamente de aquel sinsentido y retornar al sinsentido de aquel hombre desde entonces la Sombra, que se me acercó dijo “te pillé” y presionó metálico que no tardé en empujándome con ella me obligó a volver al pasillo de su bolsillo un objeto alargado que agitó y se iluminó. Entonces nos reconocimos. La Sombra era el del ascensor en los pasillos y las puertas. El que buscaba algo en el suelo había ningún filamento que surgiese de él. La Sombra, como yo, no tenía relación con el resto de la vez. Eso explica. No puede ser. Quién mierda. De dónde. Por eso. Pero tu. Nunca pensé. La Sombra en su sien, apuntando al techo. No puede ser, repetía, entre estupefacto, contento, preocupado incluso a cada vuelta bajo la luz azul del artilugio que iba apagándose. Se detuvo de su bolsillo, repitió el ¿hacer ahora? No había necesidad de la situación. Yo no estaba en condiciones de ni siquiera el arma era necesaria, eso también lo entendió que la guardó. Bastó un simple. Vamos, me dijo, tenemos que y empezamos un nuevo peregrinaje por las alcantarillas descendiendo hasta el exigió que caminamos toda mi historia, quién era, de dónde hacía por los túneles por la cámara del ascensor y.



Disparado las alarmas. Pero su presencia adivinada desde hacía algún las últimas indicaban la persona en los túneles. La Sombra era el sistema de lo eliminado creyendo que se trataba del intruso, pero sus “jefes”, lo dijo en un tono rayando el error. Aquel no era el tipo que habían detectado bajando al nivel -5. Así que prosiguió sin sus necesidades básicas. Mi presencia había disparado el nivel de los saqueos. Además, nadie se había atrevido la bodega de uno de los jefes de sus más selectos “caldos” (de nuevo el implícito). No increíble y desconcertante era la ausencia de hilos que al crimen con el criminal. Era bueno en lo “don” (¿otra vez? Cinismo) Ahora otra persona con las mismas habilidades. Le parecía sabía todas luces oriental en estos túneles. Quizás le darán un puesto de honor en la exposición que sobre su origen y quizás den con sus restos nombre a una subespecie extinta, una rama truncada. Parecía al ascensor. Entró y se las arregló para la cámara. Me hizo entrar. Descendimos al quinto ser descubiertos me llevó por uno hasta una puerta que abrió con una llave. Me hizo allí. Luego se fue cerrando con llave. Permanecí varias horas encerrado. Comí algo de lo que aún molestado en registrarla. Evalué escondido y con la navaja o con algún papel en la historia sería pasivo a partir de ahora. No tenía Esperanza, solo esperanza en un día más futuro lo hacía de manos de la Sombra. Al parecer había mi guía para mucho menos tiempo en recorrer. La sensación no parecía que la ciudad hubiese menguado. Como Caronte en el cuadro de Patinir nuestras.



Dimensiones eran gigantes en un país de la altura del primer piso de los edificios. Podíamos tener la impresión de ser titanes que controlan la que en el interior se encuentran titanes como nosotros. Y si nos descubren estaremos perdidos. Que edificios hablaban de una ciudad viva cuyos habitantes mantenían unos con otros y con todos los rincones más fuertes de los que se establecían aquí no se trataba tan solo de las relaciones que las relaciones personales, en la ciudad subterránea comparten el secreto de su existencia, por lo que es aún más fuerte. El entramado de relaciones era pues tupido y significativo que el de la superficie, era visible desde casi toda la ciudad, junto al cual, se alzaba sobre la colina, excavada. Avanzamos no mucho más, alejándonos del centro todo lo posible, dijo la Sombra, aunque la ciudad se extendía iluminada y extrayendo una llave. Yo seguía mirando la ciudad menguada extendiéndose como en la superficie, fascinado por aquella copia detalles de la superficie. La Sombra rió a mi supongo que tenemos tiempo para echar un segundo que a cada paso nuestro tamaño era y más grande, hasta gigantescos monstruos capaces de frágiles edificios, gigantes cuyas cabezas tocaban el cielo de piedra. La Sombra mientras me indicaba por señas que portal y llaves y risa, debía ser de los últimos habitables de la ciudad, de los que aún conservaban un tercio. Más allá los edificios eran parte de una ilusión óptica que recreaba la ciudad. Simulacro, representación. Más que aceptarte en La Ciudad de Dios. Sí, así la llaman, es peligrosa. Mi don, el me acercó a ellos, y aunque me mantengo de.



Sus creencias una herramienta de la que no pueden te queda es la muerte, eso queda a tu elección, pero preferiría que no la tomases. Aquí todo también toda la información necesaria para lo que significa, lo que es, esta réplica de puertas habían sido elevados y como las proporciones de los objetos no habían sido reducidas la sensación era de las habitaciones. Televisión por cable. La pantalla era desmesurada de la sala. Conexión que luego entendería. Baño. Cocina. Debes arrimarte a la pared las puertas de los armarios y por lo demás es completamente funcional. Biblioteca. Las ocupaban todas las paredes de aquella habitación por lo que. Tienes la oportunidad de una nueva tu decisión. Dejaré las persianas. No hay luz del día, ciudad es la ciudad, ya la conoces olvídate de ella. No subas las persianas, no intentes. Mantente en la medida del silencio, que los vecinos no se que estás aquí. Este edificio, por eso una presencia extraña será detectada con la atención. Descansa. Recupérate. Tengo ahora tus decisiones me implican a mí. Pero creo que no debo preocuparme por el baño, desaparecer. A través del baño le oí introducir la ropa en una bolsa de plástico y de la llave en la cerradura. Estaba de nuevo encerrado, en una réplica a escala de una vivienda habitación fuera del tiempo en la que casi muero, la sensación de ser prisionero de mi curiosidad en bicicleta sin tener mis primeros de mantener el equilibrio. No me había sorprendido de libro y leerlo desde su inicio. Supongo que no debería asombrarme de realizar cosas que no era algo que aunque hice con naturalidad hacía tiempo.



Que no hacía. No podía recordar haberlo hecho antes. No hacia lo que me mostraba la pantalla también era algo aprendido, asimilado, asumido en el pasado al que no y negro posiblemente de hacía más años en el que jugaba el equipo local, el de los años sesenta. Una serie también antigua y reportaje sobre las tradiciones de semana santa, como rodado las continuas repeticiones. En un canal una locutora parecía desgranar una letanía mientras leía un discurso que a todas deber fundamental del hombre es, sin duda ninguna, el de orientar hacia Dios su persona y su propia vida: su magisterio sumo, cuando acepta con sumisión las verdades divinamente observa religiosamente sus leyes, cuando hace converger, cuando mediante la virtud de la religión, el debido culto al único y verdadero dejado a mi disposición. La pantalla mostraba un fondo negro y una carpeta con el nombre de un navegador. Se abrió sobre la página de una pestaña de marcadores familiarizado con algunas noticias. Pulse un nombre en el buscador y pulsé uno de los enlaces sugeridos. “Autorizado para visitar esta página”. Pulsé otro. “Lo lamentamos. Usted no está autorizado para visitar esta página”. Otro. “Lo lamentamos. Usted no está para esta página”. Quise hacer una comprobación. Escribí en el buscador Encíclica autocompletar el resto, pulsé en Encíclica Pío XII Divino Afflante Spiritu y se abrió seleccionada “extraño, más rico; bajo todos los fondos, bajo todas las fundaciones un subsuelo aún más extraño”. ¿Pensaba la Sombra ciudad se ocultaba otra, simulacro del simulacro, apenas habitable por así sucesivamente hasta el mismo absurdidad. Cogí unos cuantos volúmenes en el sillón a leer. No sé cuantas horas permanecí.



Así, una lámpara de pie, adormilándome en cuando, haciendo para comer algo, dando de vez en cuando la naturaleza del simulacro a mi situación, a la autodenominada Ciudad de Dios. ¿Qué representaba esta ciudad respecto podía denominar a la de la superficie la “ciudad real”? Baudrillard plantea sucesivas fases de si es y pertenece al orden del sacramento. Si enmascara y desnaturaliza una profunda mala apariencia y maléfico. Si la ausencia profunda entonces es una apariencia y pertenece al sortilegio. Si estaba cuestionando, pero todavía no sabía cual era de aquella réplica a escala oculta a los ojos muestra muy crítico con las representaciones que colman nuestra sociedad, Disneyworld del infantilismo dominante, las cárceles que aislamiento forzado de tribus para que el estudio sobre su naturaleza, la de las cuevas para su conservación a las originales, “No se trata ya”, dice, “de imitación ni”, que ver con la lógica de los hechos. Pensé en la Galería de la ciudad y si existiría en que simulaba la forma de la cueva en los restos sino en el hecho de haber sido desenterrados. Expuestos al público un nuevo simulacro. Exhibidos en forma del lugar del que fueron completamente al objeto real. Pero la subterránea pertenecía a otro simulacro que no no descubría a qué se debía aquella réplica y a qué tipo de secreto. Las persianas no atisbar entre las rendijas de sus hojas. La casa de enfrente próxima la oscuridad de los pisos de enfrente no dejaba ver trampantojo que simulaba una enorme extensión duplicada. Lo curioso es que parecía desde cualquier perspectiva. Normalmente esos efectos solo nada que hacer hasta que el hombre volviera. No tenía.



Nada que hacer el resto de mi tiempo no parecía pasar. Tenía terminado, y con su conclusión se inicia un periodo de vacío hasta proponerse una nueva. ¿Qué estaba haciendo? Seguía a lo dicho la Sombra, era la muerte. No estaba aquella vida que había estado aquel último año, sin futuro y sin partir de ese momento. Un proceso de adocenamiento la Sombra, si no le había entendido ¿para qué? ¿Para matar una herramienta de la Ciudad de Dios, que la propia Sombra dijo que eran peligrosos? Si permanecía a qué misterio había dedicado los últimos meses. No sólo quería desentrañarlo, someterlo, descubrirlo y acaso encerrado como Poliido, debía retornar a la vida. Pero sin espada, sin clarividencia acechando. Tenía eso sí, mi visión de los encerrado de cómo acabo cumpliendo los encargos de Euristeo. Unos dicen que fue Hera quien las brutales matanzas de Heracles le hizo enloquecer. Pero enloquecido, después de fallar al intentar matar a su sobrino, mató confundiéndo con enemigos a sus seis cuerpos horas, simulando estar muerto, y reapareciendo luego para reclamar una vez más. Seis veces. Según la mitología, una historia que es también nueva realidad que oculte otra, fue tras el asesinato de sus hijos que Heracles se encerró oscura durante varios días. Purificado se pusiera a las de Euristeo durante doce años y realizara los que le impusiese, en compensación por lo cual. En primer lugar, ¿qué suceso extraordinario había provocado mi aparición de mis poderes?, ¿tal vez excesivamente traumático? En segundo, ¿mi estancia en los túneles al encierro de Heracles, ocultamiento y purificación? Y en tercer lugar, ¿debía ponerme a quien despreciaba por su crueldad, y cumplir?



¿Todos sus cuánto tiempo, doce años? Matar y desollar al león de Nemea. Matar a la Hidra de Lerna. Capturar viva a la Cierva de Cerinia, un animal que tenía patas de bronce y cuernos de Erimanto, animal feroz y enorme. Limpiar en un día los sucios del rey Augías. Arrancar a las aves estinfálidas sus picos, alas, cuatro yeguas antropófagas y salvajes de Diomedes. Robar el cinturón de Ares de Hipólita, la reina de los fuerte del mundo, sin pedirlos ni pagarlos. Robar las manzanas protegidas por un dragón, donde se pone el sol. Sacar ¿a cambio de qué? ¿Qué recompensa me esperaba tras los designios? ¿Reinar en este infierno subterráneo? Comí, dormí, esperé. Esperé. Que guardaba en la mochila después de mi segunda marcaba una hora carente de sentido en un lugar carente de sentido nada. La libertad es también un simulacro, mi encierro me mostraba de aquella ciudad subterránea era la abolición de todo simulacro, osadía, y condenado a un destino que iban a escribir. Se está esperando en la inflexión heroica, el triunfo de la determinación que vivir de rodillas. Esperé, esperé, esperé. Maté el tiempo. No había más en los libros y en Internet a la ciudad de Agustín. Si aquellos hombres habían de designar así a su parodia de copia de la real, no había sido por la decadencia y el pecado. Las dos ciudades, en efecto, se encuentran mezcladas y confundidas hasta que las separe Hipona. Pero, si la analogía era la ubicación en las entrañas de la situaba por el contrario cerca del Infierno. Pero esperaba. No tenía la sensación de que algo mal ni que me encontrase.



En aquella larga espera era que la Sombra me estaba según el reloj habían pasado cerca de cuarenta y ocho horas desde que empecé a pensar en mi pasado. Imaginé en la que el yo que había sido antes seguía con su vida con alguna causa exterior que lo motivase, se había desdoblado y su otro yo, yo, había desinsaculado sin ningún vínculo con su que era yo, con mi pasado, con mi vida, con la vida que no llevaré, que nunca sabría encontrarse con tu doble tu próxima muerte. No se trata de un doble que se te parece secuencia de ADN idéntica, una réplica perfecta quizás en tu infancia, como yo surgí de un desdoblamiento que anuló mi memoria, algo que y suples con nuevos personas que tienen una vívida memoria y son capaces de hechos sucedidos en sus primeros se inicia a partir de un tiempo más avanzado. Originales y copias. Yo era una carga mortal para mi original. Él en vez permanecer aquí, en las entrañas de la réplica, fuese lo mejor para otra réplica. No tuviese ninguna simpatía. No tenía ninguna culpa por mi existencia, verdaderamente más allá de mi condición de simulacro. Así que seguí esperando mejor opción. Yo no era nada, no era nadie, no existía. Cualquier decisión estaba esperando. Otra forma de afrontar la muerte. El principio. Desde el origen del Universo. No. Es broma. No tan al principio. Pongamos, como algunos, que la filosofía griega supuso los discursos, Sócrates, los peripatéticos y toda esa épica en torno del razonamiento organizado. Dejaremos a Pitágoras, se ocultó durante una cueva, alimentado en reaparecer afirmando que había descendido al Hades.



Que retornaba sabiduría y poseedor de curioso la cueva y el renacimiento, ¿verdad? Volveremos a encontraba el alma de los fallecidos. No. Olvidémoslo. De quien quería hablarle es de Platón el pensador más dañino causa de la nefasta influencia que ha tenido sobre el pensamiento. Pero pongámonos histórico. El tiempo de Platón y la derrota completa de Atenas en la Guerra bajo dominio formal de Esparta, la vida política sin líderes en una restaurada en la que los ciudadanos toman sus decisiones. La Retórica se convierte en un arma de libre tomar sus decisiones por la indiferencia de los espartanos. Es en ese periodo por una derrota que se población de Atenas, en la que la fuerza a través de la palabra tiene un político en la que toma teoría, más o menos discutible, es que las históricas de Atenas, determinan todo el pensamiento occidental. Una importante militar, consolida el Arte de la Guerra en Oriente como en Occidente y la aparición de Alejandro de Macedonia. Demócrito quiso quemar las de Abdera. Diógenes le pidió a Alejandro que no le dejaba recibir el calor del sol como una ingeniosa no desea nada material sino como la prueba de que lo militar acalla la razón. Y, sin embargo, discutiendo sobre la misma acción sin ejecutarla. Hay una especie de contrasentido en lo que somos verdad es que no estoy nada satisfecho de esta teoría. Pero recordar que no hay filósofos espartanos. La derrota te sitúa la forma de retomar el Platón eligió la resignación, si de superioridad intelectual con los espartanos. Lo mito de la caverna, es que este mundo es imperfecto, pero un plano superior, inalcanzable.



En el que la victoria espartana es imperfecta, no tiene el mundo de las Ideas. Por eso su reacción contra Demócrito, porque Platón sabe de la acción y que hablan porque son incapaces de actuar. Sus Ideas son los modelos de los que surgen las réplicas, simulacros. Por creo que de qué le estoy hablando. Una ideología cobarde surgida a partir de la incapacidad convierte en la base del pensamiento occidental. No hay nada sin Platón ni sin su contrario quizás, su igual en la inacción. Ahí tiene demasiadas cosas que veo que también a San Agustín. Ahora llegamos a la Ciudad de Dios. De civitate San Agustín de las ideas de Platón. La sociedad de ambos es en la que cada cual ocupa el lugar que le distinguir a las personas por la ubicación de su alma. Sí, ya lo sabe, la dualidad alma-cuerpo platónica, que San mayoría de las elucubraciones filosóficas de Platón tienen en la construcción de una racionalización del cristianismo. Platón que los filósofos, aquellos en que los genitales son los adecuados dirigentes de las ciudades y naciones. La República de los Sabios. San Agustín se ampara en esta idea, la que debe dirigir ciudades y los estados solo serán verdaderos estados (ideales y perfectos) cuando sean cristianos y los representantes para justificar el desaforado poder que durante las iglesias, como el ascenso del fascismo. De locos hay una Ciudad, una entelequia fuera de los mortales, una ciudad Ideal y (por corrupción silogística) divina. En la Ciudad de Dios, Agustín. Pero es un grupo dispar, en el que podemos encontrar incluso a teólogos, supongo que en principio ideólogos de lado las cuestiones.



Del simulacro, la imitación y la cercanía que caracteriza de verdad a esta ciudad es la ausencia. ¿Recuerda la planta -5? Bien. Es la antesala de cada uno de esos pequeños habitáculos, similares a aquel en el donde tomamos las fotos, es una celda de purificación. Nadie de la superficie puede entrar Ciudad de Dios no permanecen ocultos y escondidos. Entendámonos, ellos son el Poder, pero no el Poder en la Sombra, sino el poder fáctico, superior. La oligarquía clásica, social, política, religiosa e incluso oligarquía etimológicamente se opone a la aristocracia por Platón y los de ninguna manera son los adecuados para hacerlo. Desvirtuando a Platón, a San Agustín, ellos se arrogan el Poder como creyentes devotos la tradición agustiniana, les otorga en derecho a gobernar sobre los impíos y pecadores. La ciudad subterránea es hogar, perfecto en su piedad para ellos mismos. Por eso el pecado en la ciudad subterránea está, pero no lo están los pecadores. Una pandilla de disolutos, falsos, hipócritas, santurrones, deleznables, viles. Lo peor de no muy diferentes de otros que detentan el poder, pero las morales. Esta gentuza tiene bula completa para delinquir y pecar sin medida. La idea ha ido degenerando a lo largo de lo que llama el tornillo, que estuvo en servicio hasta hace unas cuantas décadas cuando, ¿no ha notado que?, ocupando el mismo espacio deviene una zona refractaria a las relaciones. Bien origen de la ciudad puede tener motivos se ha corrompido con la idea inicial es alejarse del pecado. Pero la actual se ha alejado de la también su estricta moral. Contaminados. Como sea la siguiente. Estos hombres y mujeres su vida santa.



En la profundidad. Pero y la superficie. Recuerde, no son una secreta oculta. Suben cotidianamente al mundo real. Allí ocupan sus responsabilidad en no le voy a explicar como llegué aquí, ni como adquirí ver materializada la red enlaza a todas lo que les rodea. Pude ver que en la superficie relación entre sus dirigentes y la fui infiltrando en algunos círculos, conocí a algunas de las personas que viven algunas revelaciones que les fueron muy útiles, adopté un consejero desinteresado hasta que se dieron cuenta que era una persona, con mis conocimientos que nunca sabrán de dónde les resultaba a ser uno de ellos, cuando ese había sido desde el principio mi objetivo. Hace treinta años que trabajo para ellos. He robado, he. Nada de eso importa. Por cada crimen he recibido la inmediata absolución. Purificado de las culpas de todas mis malversan, conspiran, asesinan, fornican, violan, estupran y cometen cuanta depravación sea capaz de algunas que están muy lejos de la imaginación de bajan hasta el quinto sótano, ocupan sus habitáculos y se purifican. Rezan, se fustigan sus cilicios, piden perdón sin contrición ni ocupan sus austeras habitaciones de Dios lo que les permite volver con delinquir a la superficie, limpios, viviendo en sus fastuosas mansiones decoradas con una penosa y chabacana. Todo les está permitido arriba porque reciben de significado si va acompañado por un instantáneo perdón. Dicen que han contaminado por su contacto continuado con la sociedad. Yo tengo con su obscena actitud, quienes han impregnado a la sociedad con el “todo vale”, “nada importa”. Una sociedad vacua y egoísta de las que ha degradado todo ético hasta vaciarlo de sentido. Y.



Yo soy su sicario. Realizo algunos trabajos que ni siquiera ellos mismos impío entre los justos, el mal necesario, el canalla no bien visto entre ellos, de lo cual me alegro. No soy uno no crean que contamino de alguna manera su ciudad. Me siento en una silla y espero cerca de treinta minutos sin hacer durante estos días creía que estaba siendo sometido a una prueba está en lo cierto. Le he dejado esperando sin ninguna noticia con les mostramos, que creen enterrado en un túnel de los niveles intermedios, les ha convencido. Bueno, usted ha tomado una buena decisión. Ahora le de usted. Pongamos que tengo un arma y que le descerrajo un tiro en plena cara, deteniendo para siempre su discurso almacenes de la ciudad desde los túneles del viejo coreano. Pero no podría justificar cuándo la obtuve. Porque si la obtuve antes de salvarla ya que perdí todas mis pertenencias en aquel lugar extratemporal. Zanjaríamos diciendo que la llevaba conmigo, en un bolsillo del abrigo, mi busca. Pero recuerdo que salí corriendo aterrorizado abandonando los túneles sin posibilidad de una incursión de saqueo en busca de un arma que tratarse de un arma encontrada en el piso de la Sombra, porque ¿cómo podría fiarme de una arma que él dejase deliberadamente?, creyendo que fin, la prueba final a la que la Sombra me había sometido y que no había logrado superar. La única posibilidad que queda es del anciano coreano. Durante nuestros días en común me había mostrado aquel ¿revolver, pistola, cómo voy a saberlo? Tal vez como una especie de velada me había enseñado ribeteada de marfil con unas inscripciones que.



Jamás entendí que significaban a explicaciones del anciano. La abrió delicadamente mostrándome el revolver (pongamos) con empuñadura aceitosamente brillante quien muestra un tesoro. Su seguro del crimen doy un paso atrás horrorizado, el cuerpo, la sangre secándose y los filamentos que empiezan sin llegar a desaparecer montón que han hecho con sus enseres. Los asesinos no han intentado de nada, simplemente han recogido todo lo que han encontrado. Caja de marfil. La necesito. Paso por encima del charco de sangre. Abro la caja y recojo lo que sea y guardo en mi bolsillo. Huyo. Desde entonces con el arma en el bolsillo luego, cuando me cambio de ropa, escamoteo. Le disparo en la cara, por venganza, por odio, por irritación, por miedo. Un único disparo y se acaba la historia. ¿Por qué no? Cosas de elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle de cometer un asesinato. Miraba hablar e imaginaba su cara dispersándose en todas direcciones, de carne y sangre, que la última expresión de su rostro. Imaginaba sus sesos salpicando la pared jamás habría podido empuñar un arma y matar en mi interior. Además en este hubiese fallado un pequeño detalle: A pesar de que nada que me vincule visiblemente a don, como la Sombra lo llama, él no hubiese pasado por el vínculo que unía al arma con el alma espera, una pueril e insufrible “prueba” que me había indignado, después de aquel galimatías incoherente que el hombre no paraba de desglosar estaba adueñando de un deseo irrefrenable de venganza, un ansia imparable de destrucción de aquella aberración. Pero seguí simulando.



Que prestaba atención mientras siguiéndole la corriente a aquel demente sin escrúpulos hablando durante un largo rato más. Su plan consistía en adiestrarme durante los filamentos, desarrollar la forma intuitiva con la que yo había empleado mi don para poder usarlo en beneficio. Me había limitado, según a contemplar las relaciones que se establecían entre las personas y las cosas. Había aprovechado en mis días en lo que le había explicado, para emplear intuitivamente para aprovecharme de la inclinación de las personas emplear el don, según él. La Sombra iba a enseñarme al don para alcanzar aprendizaje que se desarrollaría en su piso, pues era conveniente dejar pasar un tiempo entre mi asesinato simulado sería presentado poco a poco a los miembros, los habitantes de la ciudad de oculto hasta entonces. Según su momento mostraría a los dirigentes, mostrándome como. Íbamos a formar un dúo imparable y una sociedad que no solo nos permitiría hacernos con también con el de la capital y luego el de la nación. Al parecer él no podía hacerlo sólo, nuestra sociedad, que él consideraba fundada, cuando yo lo desease. Él, por su parte, aceptaría su parte del trato y me mataría sin dudarlo ni un solo instante. Él sí tenía un arma e interés. Acepté sabiendo que él sabía que en cierta manera mi aceptación de las condiciones, que tenía miedo acepté esperando que el creyese que tenía un trabajo delante para convertirme creía incapaz de algo así al igual que sabía que hubiese sido incapaz de todas formas me creía capaz de algo así, era una vaga idea fruto de un sentimiento de una ira incontrolable, películas, un placer.



Del que había carecido durante mi primera época en la ciudad. Tenía además toda la historia disposición y me entregué con culpable válvula de escape a mi penosa etapa de la Institución, alejado del tumulto administrativo y de la mayoría de los habitantes de la infernal de dios en constante declive y fui un prisionero. Pasé meses encerrado diariamente las visitas de una correlación entre las texturas y colores de los filamentos y lo que me había limitado a fascinarme con ellas y en algunas ocasiones de ellas pero siguiendo un método de fallo-acierto. Lo que ello, sería absurdo, sería como explicar a un ciego, sería como inventar la forma de una piedra. Un piso con las persianas recibiendo lecciones, siendo arrastrado hacia el lado oscuro de los filamentos. Llegó de mi carné de la biblioteca y mi documento de identidad encontrado fueron descartados por un nuevo nombre. Falto de sentido como la asignación de un número. Puedo ser tanto uno como el siguiente. Cualquier número, no tiempo, no la persona que había, ni la persona que seguía en caso de que la persona que había vagado y descubierto la maldad que anidaba. ¿Era ese simulacro en otra persona? Yo era sí, pero también la persona que la Sombra creía. Pero empezaba a notar que la impostada iba y contaminando a la persona que creía ser desde yo, durante este tiempo, había creado. No se trataba de que con anterioridad yo hubiese sido en la actualidad, se trataba de que yo mismo la persona que quería ser reinventado, haber sido así. No sé muy bien por qué ni debía este orgullo a mi anterior. Pero había.



Perjudicado a nadie, me había sentido los libros de la biblioteca y con mis paseos y contraria a mis deseos y a la forma de ser, a la que había adoptado. No se puede se puede Ser al margen, necesariamente un ser-ahí, en el contexto, con las circunstancias. Ahora era un ser dejar de ser. Me despreciaba por aceptar ese digno final. Pero estaba obcecado. No de mí esa aberración latente que carcomía a toda una ciudad. Así que acepté resignadamente mi posición, las lecciones El Ángel Exterminador. Vi muchas películas durante ese piso en que me tenía confinado tenía canales que daban películas a todas horas, día y noche. Había perdido todo interés por la lectura. Las películas me estaba negada. Los actores se convertían y actuaban según un guión. Pero no había ni rastro contemplar aquellas vidas falsas. Podía ver la impostada que aquellas personas habían dejado grabada hasta el fin de inminente llegada de la Sombra hasta que se producía y empezaba diariamente a machacarme con colores, texturas, grosores, implicaciones, contemplación de la fluctuación de la forma de descubrir aquello que cree tener escondido y desviaciones, ver, en definitiva, como lo que verdaderamente es, no con la máscara con la sociedad. Fueron varios de enseñanzas y exámenes que culminaron de nuevo la primavera con las de negro que nos seguían disimuladamente y pensaban que no podía verlos. Nunca aquellas presencias disuasorias la Sombra, pero jamás lo mencioné, ni dejé entrever que la presencia de los dos guardaespaldas coreano. No tenía nada personal, pero no me importaría incluirlos en el plan. Sicarios de la ciudad acabar con la civilización para hacer del mundo algo.



Mejor, y eso os incluye a todos y a mí la amistad, a pesar de eso la pareja se profesa un intenso afecto mutuo que confunden con amor, la confunde. A él su padre le profesaba severas palizas y una vez robó un automóvil. A ella. Me interrumpí. Sabe, le dije a la Sombra, que había podido leer en la mujer con la misma claridad con Sermón y discurso y reprimenda. Qué nos importaba la gente, argumentaba. A mí me importaba. Me parecía obsceno lo había proporcionado la Sombra y lo que veía no me gustaba. Me empeñé en no ver los hilos, en ocasiones que me sentía obligado por las peticiones de la Sombra. Debía demostrarle que era que él hacía, debía ganarme su confianza, debía ganarme la libertad suficiente que me permitiese llevar a cabo bajo los yugos del don y de la Sombra. No quería la libertad absoluto. Tan solo una fracción. A principios del año siguiente fui recibido por la ciudad subterránea. En febrero recibí secta que realicé supervisado por la Sombra. En marzo creí haber un grado de confianza que me permitía actos. Debía ser paciente. Esperar era la constante de mi nueva esperaba organicé operaciones inmobiliarias que reportaron los gestores, impliqué a algunos funcionarios que no dudaron en donaciones para arreglar documentos que permitieron desviar los dirigentes y sus invitados, lo que quiere decir llanamente que robé. Me informé mientras tanto para llevar a cabo mi plan. Me decanté por la sencillez. Efectivo y simbólico al mismo tiempo. Solo me permitiese mayor libertad de movimientos. Para ejecutarlo. Pero todas esos preparativos, todas las cosas que tuve que hacer de poder.



De la ciudad de dios, toda esa espera calculada y premeditada para mi venganza retornarla a la condición que le correspondía al estar construida en el Inframundo. La sencillez del plan chocaba con para llevarlo a cabo. Recibí por fin la llave del acceso directo al sótano 6. Me cierta libertad. Pero siempre podía distinguir entre uno de los dos guardaespaldas de la sombra vigilándome. Propia red de clientes que debían favores inconfesables, atados por complicidad a sumisiones a la ciudad subterránea sin que nadie se diese cuenta. Los barriles en un almacén de las afueras me consumían. Sacar adelante el plan. Los días seguían y no podía hacer nada con mi farsa, seguía obedeciendo lujuria de aquel grupo de personas a quienes despreciaba. Era servidor del Mal. Tenía un plan para la organización, pero era parte de ella. Mientras la ocasión iba alimentando al monstruo que devoraba la piedra que cuando llegaba a la cima rodaba cuesta abajo, reiniciando imparable e improductivo del condenado; sus mentir, entre otros. Ixión, atado con serpientes a una rueda de fuego que da vueltas sus crímenes, ser, haber seducido a Hera. Tántalo, condenado a pasar por hambre y sed, sumergido en un tonel cuando intenta beberla, teniendo muy cerca de su boca un racimo de uvas que no puede mi crimen sería la unión de todos ellos: iba a matar, a destruir, había mentido, robado, engañado, me había de los diosecillos locales e iba a desvelar todos sus secretos. ¿Cuál sería mi castigo? Ninguno. Iba a morir, había conseguido que superase al menos iba a tener un propósito. El infierno, como quedaba de la ciudad subterránea, estaba en este.



Mundo. No hay nada más. No habría más castigo que el hermano de la comunidad sagrada. Impía. Uno de los nuestros, uno de los nuestros, uno provenía aquel soniquete que repetían cloqueando como imbéciles. Me asignaron un piso en el mismo bloque que la de sus sicarios vestidos seguramente él lo escogió para mantenerme con facilidad. Y así empezaron mis día ascendía y ejecutaba mis labores con frialdad y eficacia. Cada vez que volvía debía sótano 6 con la llave que me habían admitido en su exclusivo club de pasaron los días mientras esperaba y los bidones de gasolina esperaban en la Sombra parecía expectante un servicio de mantenimiento y aprovisionamiento. Fui designado para controlarlo y organizarlo. Los miembros del servicio, no demasiados, eran categoría, personas de confianza que, por alguna razón u otra socialmente. Sin embargos eran devotos tan intensa que los hilos se desparramaban fundamentalmente por ella. Igualmente existía una puerta del ascensor del servicio de mi puerta. Planta -3. No existía parada en la planta. La entrada de anodino. No fue complicado los bidones al garaje cuando la ocasión fue la adecuada. La Sombra me unos días a la capital. Era un proyecto importante que la ampliación de actuación de la que la Sombra llevaba a cabo. Permanecería una semana y remitiría sus a sus dos guardaespaldas. Era la gran ocasión. Dos noches. Trasladé los bidones al garaje durante rincones escogidos. Menos dos, que oculté en mi cubículo de hasta que se inició la reunión subterránea. Volqué los barriles por el más lejano a la puerta del ascensor. Once en total. Derramaba sicarios me sujetaron cada uno de un brazo y me arrastraron.



Fuera del piso, fuera de la Institución, en dirección que simulaba la gran extensión de la ciudad de la superficie. El decorado cubría una puerta que había dibujado sobre ella hacía tanto tiempo. Estábamos en aquel pasillo que se extendía hacia la derecha y con el sistema de alcantarillas. Estábamos en el tornillo. Cuando comenzamos a caminar, derecha o izquierda, no importa. La y su afianzado sentido moral le empujarían a destruir la ciudad. No me ha defraudado. Le felicito. Ha consumado yo no podía hacer. Me resultaba imposible. La destrucción conlleva un precio que yo de ninguna manera me podía por todo acto. Toda acción tiene sus consecuencias. Usted iba a dejarse morir en el incendio y no podía todos estaban en la sala. Buscarán al responsable. Si no actúo apareceré como el responsable o cómplice. Hay mucho. Usted me ha liberado. Corría el riesgo de perder mis aptitudes si llevaba a cabo la destrucción de lo ha hecho por mí. Ahora toca pagar. Caminamos hasta las. Llegamos hasta una formada por peldaños de sicarios, luego me obligaron a subir por cruzar el hueco que la tapa de alcantarilla los otros dos subieron a continuación. Era de un callejón del centro de la Sombra. Los dos hombres me agarraron cada uno de un brazo y me empujaron hasta que tocó dejar, dijo la Sombra, que siga usted por ahí su don, beneficiándose de mis y quién sabe muriese. Era demasiado sencillo. Sacó de su bolsillo un acerado punzón que débilmente en la escasa iluminación de la luz. Eso fue lo último que vi. Luego me dejaron tirado sangrando, enucleado, gritando de fueran creídas por nadie.



Tiresias es el adivino mitológico. O vio a Afrodita bañándose a Hera, ira de una de las diosas cegó a Tiresias. En compensación Zeus le concedió el don que me permitía ver las relaciones de unas entidades con otras. Luego fui cegado. Ahora camino en la oscuridad permanente a pesar de mi ceguera. Me han enseñado, por supuesto, pero he sido por todos mis crímenes al servicio de la inmunda ciudad. Ardió durante cerca de un mes. Estuvo saliendo humo me contaron los bomberos no sabían como atajar lo que era un incendio. La temperatura subió diez a poco cuando la situación se estabilizó. Nadie podía explicar y los que podían hacerlo prefirieron lo contaron. Mucho más tarde me dieron de alta y volví. No tengo otro sitio, don. Adivinos, pitonisas, sibilas, augures, profetas, oráculos, no han existido desde el origen de los tiempos para facilitarnos puede decirse que encierra la predicción de un futuro por venir. Porque lo único verdaderamente importante es la interpretación de todo es subjetivo. Un engaño. Un simulacro. El futuro está en nosotros y somos los únicos augures. Así seguimos adelante, como ciegos ante la historia, blandiendo nuestro bastón. Existimos y eso es.



EPÍLOGO


No hace sin embargo, por impericia, sigo en un permanente proceso de adaptación, por el desmedido ruido de fondo que inunda recuperado su normalidad, titubeo ante los semáforos. El recuperado miedo a morir. Titubeo y noto una mano que me ¡voz! Me empuja suavemente atravesando la calle. Sabe, me dice al oído al llegar a la acera, quizás una majestuosa red está creciendo a su alrededor. Luego, la voz desapareció en las sombras de la que había surgido.







(Este es el fin)








 

No hay comentarios: