16/2/06

Un Faulkner a la semana (XIII): Luz de agosto

"Memory believes before knowing remembers. Believes longer than recollects, longer than knowing even wonders.”
(La memoria cree antes que el conocimiento recuerde. Cree mucho más tiempo que recuerda, mucho más tiempo del que tarda el conocimiento en preguntarse.)
William Faulkner, Luz de agosto, cap. 6. (Éste y todos los fragmentos de la traducción de Enrique Sordo para Alfaguara)


Malcom Cowley ha dicho que sus personajes tienen una conciencia de sumisión a su destino.

Esa es su opinión. Yo diría que algunos la tienen y otros no, como los personajes de todo el mundo. Yo diría que Lena Grove en Luz de agosto se entendió bastante bien con la suya. Para ella no era realmente importante en su destino que su hombre fuera Lucas Burch o no. Su destino era tener un marido e hijos y ella lo sabía, de modo que fue y los tuvo sin pedirle ayuda a nadie. Ella era la capitana de su propia alma. Uno de los parlamentos más serenos y sensatos que yo he escuchado fue cuando ella le dijo a Byron Bunch en el instante mismo de rechazar su intento final, desesperado, desesperanzado, de violarla, "¿No te da vergüenza? ¡Podías haber despertado al niño!". No se sintió confundida, asustada ni alarmada por un solo momento. Ni siquiera sabía que no necesitaba compasión. Su último parlamento, por ejemplo: " Dios mío, Dios mío! ¡Cuánto camino se puede hacer! Sólo hace dos meses que salí de Alabama y ya estoy en Tennessee ".
(Entrevista a William Faulkner)

Es cierto que Lena Grove se “entiende bastante bien con su conciencia de sumisión al destino”. Lena pertenece a esa multitud espectral que apenas tiene voz en literatura de la que Faulkner decía que “seguían adelante”. Pero Lena es parte de la narración de Luz de agosto. La cuarta parte. Byron Bunch, Joe Christmas y Gail Hightower son las otras tres partes relevantes de Luz de agosto. Y en ellos se aprecia esa “conciencia de sumisión al destino”, o más bien, el deseo de purgar la culpa por los pecados de sus padres (y aquí hay que añadir a la señorita Burden), deseo que determina el destino de los personajes, al mismo tiempo que el entorno les empuja en esa dirección.

Se podrían distinguir tres niveles en la narración faulkneriana, primero la omnisciente, la que Faulkner controla mejor como “dueño y señor” de sus personajes y escenarios. Esta parte es rigurosamente cierta, es la Verdad Narrativa, la esencia de la novela. Después está la versión de uno de los personajes, como en el segundo capítulo, que se inicia con un “He aquí lo que sabía Byron Bunch”, lo que uno de los personajes sabe (o cree saber) En este caso hay un relativismo narrativo que no incluye deliberadamente la mentira, pero es una visión sesgada y parcial de los acontecimientos. Por último, y no por ello menos interesante, el narrador colectivo. La historia pasa a ser parte de lo que un pueblo, o una comunidad cree que ocurrió. Esta parte suele ser bastante más sesgada, partidista y falsa que la del caso anterior, pero constituye, en última instancia, la Verdad histórica. No es lo que sucedió realmente, es lo que el pueblo cree que sucedió, lo cual lo convierte en auténtico. El drama, la tragedia de Luz de agosto es que los personajes, tanto Christmas, como Lena, como Hightower, como la señorita Burden o como Byron, luchan contra esa verdad colectiva, esa evidente falsedad que hay que aceptar. Dice Byron en el capítulo 16: “Si la verdad está hecha por la voz pública, entonces ésa es la verdad” El punto común que comparten nuestros cinco protagonistas no es el del destino, al que están predestinados y contra el que es inútil rebelarse, de ahí su falta de acción. Los pecados que deben purgar los personajes de Faulkner en Luz de agosto están dictados por la voz popular, por el comadreo, o, asumiendo el argumento falaz, por la Verdad. La Voz popular en Luz de agosto es un compendio de hipócrita moralidad, de fanatismo religioso, de racismo exacerbado, de elitismo social. Es una Voz, una Verdad, que no soporta excepciones, y todos nuestros protagonistas son excepciones, como personas. El Sur estadounidense es un escenario asfixiante en las novelas de Faulkner, y quiero creer que ése aspecto siempre tuvo un carácter crítico en manos del escritor, y si en algún momento se pueden universalizar los temas faulknerianos es en este sentido, en el de mostrar la podredumbre moral que asola a la civilización occidental.

Luz de agosto se estructura básicamente a través de dos historias, la de Lena y la de Christmas que concluyen en un tiempo y en un espacio común. Dos historias convergentes sin apenas coincidencias. Sin embargo en ese “sin apenas” Faulkner encuentra un territorio para crear uno de los más extraordinarios entramados literarios que compuso. Es cierto que Christmas se lleva prácticamente la totalidad del libro; once de veintiún capítulos relatan su historia y que Lena es uno de los personajes que emanan mayor fuerza de todos los creados por Faulkner (y un personaje femenino) pero no hay que desdeñar al resto de los personajes pues a través de ellos el autor desarrolla los aspectos más importantes de lo que quiere divulgar.

Sería demasiado simple decir que Luz de agosto habla sobre racismo, aunque éste tenga una importancia capital. Sin embargo los fragmentos más duros sobre el tema ocurren en una historia subsidiaria, concretamente en la de la señorita Burden (*). Creo que ya comentamos que Faulkner intentando reflejar lo más fielmente posible la sociedad que conocía usaba tres términos para que sus personajes se refiriesen a los descendientes de esclavos africanos(términos que se suelen perder en las traducciones): black, negro (obviamente, los esclavistas españoles llevaron con ellos la palabra) y nigger, término este último claramente despectivo. En Luz de agosto hay una constante diferenciación de los personajes según su origen. No es lo mismo un white que un yanqui, y esto forma parte de la tragedia y del destino de la señorita Burden. No es lo mismo un nigger que un mexicano, resulta que, incluso los yanquis, tienen prejuicios raciales. La familia Burden combina el puritanismo de los padres adoptivos de Christmas, con la defensa de los segregados, por serlo ellos también. A pesar de todo, y vuelvo a insistir en el tema porque me parece importante, no existe por parte del autor intención de emitir un juicio de valor sobre el comportamiento de los personajes. Pero tal cúmulo de xenofobia no es casual en la novela. Faulkner pretende mostrarnos, sin juzgar, pero sin condenar tampoco, cómo es la sociedad en su imaginario condado, y, por extensión, en el sur de los Estados Unidos, y allí elaborar la tragedia de Joe Christmas.

(*)
“Por aquí nos odiaban. Éramos extranjeros, éramos yanquis. Peores que extranjeros, unos enemigos, gentes del Norte. (...) Consideraban que veníamos a incitar a los negros al asesinato y a la violación, y que éramos un peligro para la supremacía de los blancos” (...) “Acuérdate de esto. Tu abuelo y tu hermano descansan aquí, no asesinados por un blanco, sino por una maldición que Dios dejó caer sobre toda una raza mucho antes de que nadie pensase en tu abuelo, ni en tu hermano, ni en mí, ni en ti. Sobre una raza maldita condenada para siempre a ser una parte de la condenación, de la maldición de la raza blanca por sus pecados. Acuérdate de esto. Su condenación y maldición eternas. La mía. La de tu madre. La tuya, aunque sólo seas una niña. La maldición de todo niño blanco nacido y por nacer. Nadie puede escapar. (...) Tampoco tú. Tú menos que los otros”


Me gustaría hablar más sobre Luz de agosto, pero he decidido no desvelar nada de la novela para no privaros de ninguna emoción en el momento de la lectura. Pero también me gustaría destacar que siempre he pensado que Faulkner consigue los mejores momentos narrativos en las descripciones de acciones y luchas, durante esa contraposición entre el lirismo de lo que escribe y brutalidad de lo narrado. Al contrario que en los diálogos, en los que suele ser bastante críptico, obviando el tono y la actitud de los personajes, con lo que consigue un efecto monótono y casi sin emociones, cuando Faulkner pasa a relatar un asesinato o una persecución, como es el caso del capítulo 20, el del obsesivo Grimm, el resultado es demoledor y trepidante, completamente cinematográfico y, además, poético. Un pequeño fragmento:

“Los tres hombres le siguieron y entraron atropelladamente en el vestíbulo, llevando consigo a la rancia y claustral penumbra algo del brutal sol de verano que habían dejado atrás. (...) Los hombres irradiaban la salvaje luz del sol que, en una incorpórea suspensión, flotaba como un halo sobre sus cabezas cuando se agacharon a levantar del suelo a Hightower, con la cara ensangrentada. Christmas le había derribado después de haber corrido por el vestíbulo, con las manos esposadas en alto, sosteniendo un revólver que despedía chispas y rayos, como un dios vengativo y furioso que pronunciaba una maldición”.





Previos:
Bibliografía
Una fábula
Mosquitos
Santuario
El ruido y la furia
¡Absalón, Absalón!
La paga del soldado
Desciende, Moisés
Intruso en el polvo
Sartoris
Pilón
Mientras agonizo
The reivers

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, estoy haciendo un blog y me gustaría saber cómo puedo obtener permiso para introducir fragmentos de un libro (como estás haciendo tú en la entrada) con el objetivo de comentarlo.
Saludos

Anónimo dijo...

Hola, otra vez

Antes de nada le pido perdón por dejarle un comentario ´de tipo anónimo pero no sé darme de alta en las otras opciones.

Le escribo porque me encantan sus entradas y cada vez que leo un libro de Faulkner vengo rápidamente a ver qué ha puesto usted.

Hace unos días que he terminado Luz de Agosto y no consigo entenderlo. Encajarla dentro. No es que sea una experta pero No tuve problemas con El Ruido y la Furia, con ¡Absalón, Absalón! o con Las Palmeras Salvajes pero me he atascado con la que me parece más sencilla de leer pero más complicada de entender.

Ya he releído tres veces el penúltimo capítulo, el de Hightower y no soy capaz de encajarlo en toda su profundidad. Ese personaje me tiene mareada de tanto pensnar.

Pero no es solo Hightower, es la novela en sí. No consigo encajar pro qué los personajes parecen estar tan predestinados, tan abocados a un destino cruel. Por el camino tienen opciones. Lena echa a andar con un futuro y Byron va con ella pero ¿los demás?

Christmas parece abocado ya desde su nacimiento y si se mira despacio, a lo largo de su vida, hubo caminos que pudo tomar diferentes pero no, se arrastra aceptando el final que le espera casi con, la palabra no es alegría pero tampoco resignación.

Creo que estoy explicandome fatal. Cuando emepcé Luz de Agosto y vi que la trama se complicaba, esperaba completamente segura que Faulkner nos la desvelara y diera luz pero aunque sí desvela los misterios, no me dio luz sobre las intenciones. ¿Qué buscaba Christmas? ¿y la Srta. Burden? Se dejan llevar sin una conciencia clara.
Quentin también acaba arrastrado por su río interior y por las circunstancias pero yo le comprendía. Pero a estos no.

O me resisto a comprenderlos, no lo sé.

Como no consiga encajar Luz de Agosto no vuelvo a leer a Faulkner Porque su forma de narrar, sus palabras, sus ideas son tan seductoras, tan fabulosas que acabo completamente subyugada de su forma de escribir pero tirándome de los pelos cada vez que no consigo salir de mi mentalidad y entrar en la de sus personajes.

Belén Lastra

Portnoy dijo...

Creo que Luz de agosto parte de dos premisas narrativas expresadas en las dos frases que destaco: "La memoria cree antes que el conocimiento recuerde" y “He aquí lo que sabía Byron Bunch”; me refiero al relativismo de la memoria y a lo que el cruel narrador colectivo de la novela cree que los personajes saben. De hecho el destino trágico de los personajes de Luz de agosto está determinado por el prejuicio que sobre ellos vierte el pueblo. Yo la veo como una especie de tragedia griega en la que los personajes tuviesen poco margen de reacción y acción y todo su comportamiento estuviese determinado, e incluso predeterminado, por un Coro implacable. Tal y como lo veo Luz de agosto resalta como la mayoría, aquella que puede convertirse en turba (tema que ya aparecía en Santuario) anula completamente al individuo.
Así no es difícil que no logres entrar en los personajes. Todos nos resistimos a ser etiquetados y que nuestro comportamiento sea determinado por personas extrañas. Creo que ese es el drama de los personajes de Luz de agosto, que SABEN que no nada de lo que hagan cambiará su destino.
Es un placer que escribas tus reflexiones en torno a las novelas de Faulkner... y, por favor, ¡no lo dejes! Dale al menos otra oportunidad.
Un saludo y gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por contestar. Leer esto en soledad a veces es "excesivo".

Me ha gustado muchísimo. Al final tendré que aceptar que el gran personaje de está novela es "la ciudad". A veces Faulkner es devastador.

Seguiré pensando. ¡Absalón, Absalón! tardó tiempo en encenderse en mi cabeza y ésta me tiene desconcertada, la más fácil de leer, de entender, de una belleza que casi abruma en cada párrafo pero demasiado terrible.


Belén