L.M.: ¿Por qué la metaficción es una trampa? ¿No es eso lo que hiciste en “Hacia el oeste”?DFW: Eso es una bobada. Y es posible que le único valor de “Hacia el oeste” fuera mostrar la clase de bucles pretenciosos en los que se cae si se anda haciendo el gilipollas con la recursión. Mi idea en “Hacia el oeste” era hacer con la metaficción lo que Moore con la poesía o lo que el Libra de DeLillo había hecho con otros mitos mediatizados. Quería lograr la explosión del Amagedón, la meta siempre de la metaficción, quería quitármela de encima, y tras salir de entre los escombros reafirmar la idea de que el arte era una transacción viva entre humanos, ya fuera esta transacción de carácter erótico o altruista o sádico. Dios, solo hablar de ello me provoca arcadas. La pretensión. A los veinticinco años se le debería encerrar bajo llave y negarles tinta y papel. Todo lo que quería hacer lo vertí en la historia pero se vertió como lo que era: rudimentario, ingenuo y pretencioso.
Conversaciones con David Foster Wallace ; Una entrevista ampliada con David Foster Wallace, de Larry McCaffery
(1993); traducción de José Luis Amores, editorial Pálido Fuego.
A pesar de lo que comenta Wallace, Hacia el oeste, el avance del imperio continúa me ha parecido un
relato ejemplar. ¿Relato o novela? Incluido en La niña del pelo raro junto a
nueve relatos más, su extensión, unas 150 páginas, la sitúa en ese extraño
limbo del relato largo y la novela corta. Tal vez, la falta de confianza en el
relato y en su estructura por parte de Wallace, le hizo sepultarla (ocultarla)
junto a otros relatos para que se mimetizase entre ellos, para que, de alguna
forma, le quitase la relevancia que algún lector ingenuo y pretencioso, como
yo, podría darle.
En fin, contra el criterio del propio escritor, Hacia el
oeste me ha parecido una novela magnífica.
Y no solo por lo que cuenta y cómo lo cuenta, sino por la
tensión autoreferente del propio texto, la lucha que se establece entre la
metaficción y el realismo.
Hay una imagen, especular y referente, hacia el final de la
novela que, quizás, indica cierta conjunción del texto de Wallace con The
reivers (Los rateros o La escapada, según distintas traducciones) de William
Faulkner. Es en la novela de
Faulkner donde hemos visto con anterioridad a un animal de tiro sacando del
fango a un automóvil. Y es curioso porque The reivers plantea la difícil
transición entre una época que languidece y las nuevas tecnologías emergentes.
En un entorno rural, como en el que al final se desarrolla Hacia el oeste, el
vehículo a motor, prohibido por una estúpida y retrógrada ley promulgada por el
Coronel Sartoris, se enfrenta, simbolizando al mismo tiempo la libertad, tanto
a la ley como a la tradición. Una lucha entre caballos y coches.
El peculiar coche en el que avanzan los personajes del
relato-novela de Wallace ha perdido su carácter de símbolo de libertad. Se ha
convertido en un objeto común. Pero éste tiene la peculiaridad de no ser un
automóvil producido en serie. Se ha construido empleando piezas de distintos
coches, es una labor artesanal de reciclado… y, como era de esperar, no funciona
correctamente.
Quiero pensar, lo cual no quiere decir que Wallace hubiese
podido verlo así, que hay cierto paralelismo entre esa lucha representada por
el coche, entre avance y tradición que plantea Faulkner y la que, empleando
simbólicamente también un automóvil, establece Wallace entre la
metanarratividad y el realismo:
Sin embargo, Mark siente en su vientre joven y liso que dicho relato no sería metanarrativo. Porque la metanarrativa es una amante infiel. No sabe traicionar. Solo sabe desvelar. Ella misma es su único objeto. Es el acto de amor consigo misma de una solipsista solitaria, es una lamparilla de noche en esa quinta pared que es la condición del sujeto, es un rostro en la multitud. Es una amante que no es amante. Que se besa su propia cola. Que se folla a sí misma.
(...)
Por favor, no se lo cuenten a nadie, pero Mark Nechtr desea, en algún día lejano y esforzado, escribir algo que emocione de verdad. Que lo atraviese a uno, que le haga pensar a uno que va a morirse. A lo mejor ese algo se llama metavida. O metanarrativa. O realismo. O gfhrytytu. No lo sabe. Y se pregunta a quién demonios le importa. A lo mejor no se llama de ningún modo. A lo mejor es la enrevesada relación que se establece en los actos de traición. En el hecho de que «venderse» es fundamentalmente una afirmación redundante. Y es probable que esa cosa use la metanarrativa como un disfraz resplandeciente y sonriente, como una indumentaria que ya no llevara zapatos de trapo, porque la metanarrativa es una lectura sin riesgos (...)
(…)
Mira (...dice Mark...): dividir todo esto de la narrativa en realista, naturalista, surrealista, moderna, pos-moderna, neorrealista y meta- es como dividir la historia en cósmica, trágica, poiética y apocalíptica. Es como dividir a los seres humanos en blancos, negros, morenos, amarillos y anaranjados. Atomiza, no cohesiona a las multitudes, y, como todo lo que es intemporalmente insensato, lleva al odio ciego, la lealtad ciega y la súplica ciega.
Wallace se debate entre la construcción de un relato
eminentemente metanarrativo y la total negación de toda metanarratividad dentro
del relato. La emplea y la rebate, teoriza sobre ella y la rechaza mientras la
emplea. Denuncia a la metanarrativa por ser un síntoma de un deleznable
solipsismo al tiempo que admite el solipsismo como inherente a cada ser humano.
Así, todo el texto de Hacia el oeste se constituye en una
tesis sobre lo que debería ser la narrativa contemporánea y la contradicción
que encierra. Y todo eso bajo el lema del Destino manifiesto implícito en el
viaje hacia el oeste que realizan los personajes, abriendo la ruta de unos
pioneros hacia un lugar situado en medio de la nada, entre maizales, y que
representa la impostura y la artificialidad del consumismo más salvaje,
representado por un Disneyworld-McDonalds en el que se celebra una reunión de
personas que han participado en anuncios televisivos y patrocinado por un actor
televisivo. Un evento que es la representación de todo aquello más criticable y
falso, al mismo tiempo que multitudinariamente aceptado, de nuestra sociedad de
consumo.
¿Rechazó Wallace este relato, no tanto por lo pretencioso de
su ejercicio metanarrativo, sino porque el simbolismo de éste queda patente?
Todo lo que teóricamente Wallace quería desarrollar en su
narrativa, como se puede comprobar con la lectura de Conversaciones con David
Foster Wallace, queda explicado, tal vez no de manera satisfactoria para él, en
Hacia el oeste.
Quedémonos con esa imagen, la del caballo arrastrando al
coche manufacturado para sacarlo del barro, la imagen del realismo desatascando
a la metanarratividad, enfangada en una contradicción de la que no puede salir.
La de la necesidad del realismo, sí, pero de un realismo renovado que avanza
penosamente por el lastre de la metanarratividad. La necesidad de conjugar
ambas tendencias sin olvidar la dependencia que tienen una de otra.
NOTA: No sé si esto está implícito en el simbolismo,
aceptando que existe cierto simbolismo en el relato-novela de Wallace y su
relación con Faulkner, pero en The reivers un campesino ha decidido que le
resulta más rentable en vez de arar su campo, hacer lo propio con el camino por
el que circulan los vehículos y esperar, después de las lluvias, a que queden
atrapados en el barro y ofrecerse, por un módico precio, a desatascar del barro
ayudado por su mula a los viajeros incautos.
¿Es eso la metanarrativa, un barrizal impostado por el que
debemos pagar un peaje que David Foster Wallace se negaba a pagar?
Los textos de La niña del pelo raro (Girl with Curious Hair); traducción
de Javier Calvo para Random House Mondadori
4 comentarios:
Te gusta mucho la literatura norteamericana, no ?
Un amigo dice que hay 4 tipos de escritores:
1) Clásicos
2) Modernos
3) Posmodernos
4) David Foster Wallace
Recien comenzé "La broma infinita", mi primer Wallace.
No sé si es conveniente leer opiniones ajenas o dejarme llevar por mi criterio.Creo que optaré por lo segundo.Atte,
Marcelo.
Tu amigo, el de los 4 tipos de escritores, tiene razón. Magnífico post.
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