2.- Donde se revelan hechos importantes de la novela.
"By an epiphany he meant a sudden spiritual manifestation, whether in the vulgarity of speech or of gesture or in a memorable phase of the mind itself. He believed that it was for the man of letters to record these epiphanies with extreme care, seeing that they themselves are the most delicate and evanescent of moments."
James Joyce, Stephen Hero
Samuel Riba tiene en sueños una epifanía, una súbita manifestación espiritual, colmada de vulgaridad en la alocución y los gestos, que se convierte en una memorable fase del mismo espíritu. Samuel Riba ve su futuro. O, quizás, Samuel Riba pone todo su empeño en que los hechos soñados se realicen. La epifanía muestra a Riba y a su mujer abrazados en el suelo frente a un pub irlandés. La epiclesis joyceana, que dota a la epifanía de un desarrollo más largo, pero dentro del mismo tono de objetividad contemplativa, demostrará a Riba que la fragmentación narrativa, el relato de su sueño, pronto es desbordada por la realidad, o por la narración clásica con su lógica conclusión.
¿Acaso no habla de esto Dublinesca?, ¿de una conferencia sobre “la novela Ulysses de James Joyce y del paso de la constelación Gutenberg a la era digital”, de un viaje “a Dublín a un funeral por la era de la imprenta, por la era dorada de Gutenberg (…) El funeral, siempre demorado, de la literatura como arte en peligro”?, ¿de la oposición entre la narración clásica y las nuevas formas digitales que posibilitan un nuevo tipo de narración?
Quizás no hable de eso. Quizás demuestre que las dos formas conviven sin oponerse y en el fondo son la misma cosa. “La literatura como arte en peligro, aunque la pregunta sería ¿qué peligro?”
No hablemos de opuestos.
Hablar de opuestos sería hablar de Paddy Dignam, el personaje de Ulysses a cuyo entierro acuden Blomm y los otros en el capítulo 6, y de Samuel Riba.
Paddy Dignam murió de un ataque al corazón, cree Blomm, aunque el hijo de Dignam recuerda a su padre borracho en el descansillo de la escalera pidiendo a gritos sus botas para volver a salir a beber, justo antes de morir. Paddy Dignam, por quien se celebra el funeral en el capítulo 6 (Hades), del Ulysses era un alcohólico.
¿Samuel Riba también? Debido a una grave enfermedad renal Riba hace más de dos años que no prueba el alcohol. Volver a beber acabaría matándolo. Volver a beber es una obsesión recurrente de Riba.
No. No hablemos de opuestos.
Hablemos de Nabokov. Digamos que se equivoca cuando afirma que a través de Macintosh, Bloom puede divisar a su creador. Bloom permanece junto a su creador en la parte final de Ulysses, Stephen Dedalus es el alter-ego de James Joyce. Si la teoría de Nabokov fuese correcta, Joyce aparecería en dos encarnaciones distintas dentro de la novela.
Las dos posibles encarnaciones de Joyce en el Ulysses nos lleva a la frase “Malachi Moore est mort” pronunciada a través del interfono. Lo que nos dirige a Lost Higway, de David Lynch y a la fuga psicogénica. Qué hemos dicho arriba, que Riba comprobará que la fragmentación narrativa, el relato de su sueño, pronto es desbordada por la realidad, o por la narración clásica con su lógica conclusión. En una entrada peregrina de este blog recogida en la web de Vila-Matas se intentaba una interpretación metacinematográfica de la película de David Lynch. En ella se decía que Dick Laurent y Mistery Man representaban formas distintas de narratividad:
El respeto por la linealidad del relato que defiende Mr. Eddy acabará enfrentándose al relato psicológico que representa Mystery Man. En Lost Highway, Fred-Pete, Renee-Alice, son personajes pasivos. La verdadera tensión dramática se produce por el control del relato entre las dos fuerzas opuestas que representan Mr. Eddy y Mystery Man: lineal-clásica frente a atemporal-psicológica, inteligibilidad contra onirismo.
La elección de Lynch queda clara desde el inicio, desde el misterioso mensaje a través del interfono que anuncia que “Dick Laurent está muerto”, desde que Fred comparte con el propio Lynch su aversión hacia las videocámaras que captan la realidad: “Prefiero recordar las cosas a mi manera” (*)
“Dick Laurent está muerto”, “Malachi Moore est mort”. He aquí el verdadero funeral. Tal vez el funeral de Samuel Beckett, o el funeral de, presumiblemente, su autor, piensa Riba, un hombre capaz de convertirse en niebla y desaparecer, o, de nuevo Riba, “el verdadero entierro ya definitivo de la gran puta de la literatura, la misma que generó en él ese dolor incomparable, esa pena de editor, de la que jamás ha podido luego escapar”
Y a continuación el poema de Larkin o la canción de Bowie.
Consecuentemente la voz al otro lado del interfono, la que pronuncia en la noche “Malachi Moore est mort”, en francés, debería ser la del propio Riba. Pero la fuga psicogénica, aquella que permite a una persona convertirse en otra para olvidar un trauma, nos puede hacer pensar que la voz al otro lado del interfono es la de Enrique Vila-Matas.
En sus últimas novelas Vila-Matas nos ha acostumbrado aun narrador en primera persona al filo de lo infidente, febril, obsesionado, capaz de frases como “En mi interior habita una extraña y monstruosa energía llamada Ingravallo” (Doctor Pasavento), un narrador enfermo de literatura. Sin embargo en Dublinesca opta por un narrador en tercera persona, casi omnisciente. Lo cual, en cierta manera, enlaza Dublinesca con El viaje vertical, con el que comparte más de un aspecto, y con Impostura. Pero en ambas novelas finalmente el narrador acaba mostrándose y participando de la narración. No es un narrador omnisciente, sino subjetivo. Y eso no parece ocurrir en Dublinesca. Sin embargo el narrador aparece dos veces en el relato:
(…) se da la circunstancia- creo yo modestamente- de que para la narración, suponiendo que alguien quisiera contar lo que está pasando precisamente ahora- ahora, que en realidad, en estos precisos instantes no pasa nada. (pág. 200)
Cae la lluvia, como buscando que toda la tierra quede por fin inundada, incluida esta casa al norte de Dublín, esta casa trágica con mecedora y ventanal y cuadro con escalera frente al mar de Irlanda, esta casa pensada para ir rumbo a lo peor y, si se me permite decirlo- perdón por la intromisión, pero es que necesito distanciarme algo y, además, si no lo digo reviento de risa-, tan completamente forrada de Beckett. (pág. 307)
La intromisión del narrador es desconcertante y hace que a partir de la página 200 busquemos sus huellas por toda la novela. Sin embargo se esconde. Se esconde del lector y del propio Riba que busca afanosamente por las calles de Dublín al espectro de su autor, un fantasma que, como Drácula, es capaz de fundirse en la niebla, volverse inaprensible, etéreo.
El narrador se muestra para seguir oculto. Habla por el interfono con Riba. Deja mensajes al lector. Mantiene el misterio, no lo resuelve.
¿Es el narrador Vila-Matas? Es decir, en Dublinesca no se puede confundir al autor con el personaje principal (como ocurría en sus anteriores novelas a pesar de que éste fuera jorobado o manco o no tener ninguna similitud con el autor) ya que, de nuevo, deja claro con el detalle de que Riba sea editor (y no escritor, lo cual ha suscitado el rumor de que la novela habla (o no habla) sobre Herralde) la distancia existente entre autor y personaje. Sin embargo también está claro que lo que le ocurre a Riba es una literaturalización de la realidad de Vila-Matas, desde lo que le ocurrió en Lyon hasta la fundación de la Orden del Finnegans . En ese sentido Riba es Vila-Matas. Y en su búsqueda de su autor Riba encuentra a Malachi Moore, quien, entonces, es también Vila-Matas.
Y a su vez no es ninguno de ellos. El impostor, a fin de cuentas, es el propio lector.
Dublinesca es una novela muy ambiciosa y minuciosamente elaborada que admite multitud de lecturas, sencilla en apariencia y compleja en su temática. Está escrita en un tono melancólico y crepuscular muy adecuado al argumento que plantea, la desaparición de las formas clásicas de edición, pero que al mismo tiempo, partiendo de la contradicción que supone presentar el entierro de la era Gutemberg dentro de ese entorno (Dublinesca está editado en papel), manteniendo una distancia irónica con el tema principal.
Como todas las historias de Vila-Matas Dublinesca es una novela construida desde la propia literatura.
Busquemos a Macintosh, a Joyce, a Beckett, a Quilty, a Malachi Moore, al propio Vila-Matas y cuando creamos que finalmente los hemos encontrado digamos aquello de: Thank you. How grand we are this morning!
(*) Joder, ¿no es un poco extraño esto de citarme a mí mismo? Lo repetiré como un mantra cien mil veces en acto de contrición.
"By an epiphany he meant a sudden spiritual manifestation, whether in the vulgarity of speech or of gesture or in a memorable phase of the mind itself. He believed that it was for the man of letters to record these epiphanies with extreme care, seeing that they themselves are the most delicate and evanescent of moments."
James Joyce, Stephen Hero
Samuel Riba tiene en sueños una epifanía, una súbita manifestación espiritual, colmada de vulgaridad en la alocución y los gestos, que se convierte en una memorable fase del mismo espíritu. Samuel Riba ve su futuro. O, quizás, Samuel Riba pone todo su empeño en que los hechos soñados se realicen. La epifanía muestra a Riba y a su mujer abrazados en el suelo frente a un pub irlandés. La epiclesis joyceana, que dota a la epifanía de un desarrollo más largo, pero dentro del mismo tono de objetividad contemplativa, demostrará a Riba que la fragmentación narrativa, el relato de su sueño, pronto es desbordada por la realidad, o por la narración clásica con su lógica conclusión.
¿Acaso no habla de esto Dublinesca?, ¿de una conferencia sobre “la novela Ulysses de James Joyce y del paso de la constelación Gutenberg a la era digital”, de un viaje “a Dublín a un funeral por la era de la imprenta, por la era dorada de Gutenberg (…) El funeral, siempre demorado, de la literatura como arte en peligro”?, ¿de la oposición entre la narración clásica y las nuevas formas digitales que posibilitan un nuevo tipo de narración?
Quizás no hable de eso. Quizás demuestre que las dos formas conviven sin oponerse y en el fondo son la misma cosa. “La literatura como arte en peligro, aunque la pregunta sería ¿qué peligro?”
No hablemos de opuestos.
Hablar de opuestos sería hablar de Paddy Dignam, el personaje de Ulysses a cuyo entierro acuden Blomm y los otros en el capítulo 6, y de Samuel Riba.
Paddy Dignam murió de un ataque al corazón, cree Blomm, aunque el hijo de Dignam recuerda a su padre borracho en el descansillo de la escalera pidiendo a gritos sus botas para volver a salir a beber, justo antes de morir. Paddy Dignam, por quien se celebra el funeral en el capítulo 6 (Hades), del Ulysses era un alcohólico.
¿Samuel Riba también? Debido a una grave enfermedad renal Riba hace más de dos años que no prueba el alcohol. Volver a beber acabaría matándolo. Volver a beber es una obsesión recurrente de Riba.
No. No hablemos de opuestos.
Hablemos de Nabokov. Digamos que se equivoca cuando afirma que a través de Macintosh, Bloom puede divisar a su creador. Bloom permanece junto a su creador en la parte final de Ulysses, Stephen Dedalus es el alter-ego de James Joyce. Si la teoría de Nabokov fuese correcta, Joyce aparecería en dos encarnaciones distintas dentro de la novela.
Las dos posibles encarnaciones de Joyce en el Ulysses nos lleva a la frase “Malachi Moore est mort” pronunciada a través del interfono. Lo que nos dirige a Lost Higway, de David Lynch y a la fuga psicogénica. Qué hemos dicho arriba, que Riba comprobará que la fragmentación narrativa, el relato de su sueño, pronto es desbordada por la realidad, o por la narración clásica con su lógica conclusión. En una entrada peregrina de este blog recogida en la web de Vila-Matas se intentaba una interpretación metacinematográfica de la película de David Lynch. En ella se decía que Dick Laurent y Mistery Man representaban formas distintas de narratividad:
El respeto por la linealidad del relato que defiende Mr. Eddy acabará enfrentándose al relato psicológico que representa Mystery Man. En Lost Highway, Fred-Pete, Renee-Alice, son personajes pasivos. La verdadera tensión dramática se produce por el control del relato entre las dos fuerzas opuestas que representan Mr. Eddy y Mystery Man: lineal-clásica frente a atemporal-psicológica, inteligibilidad contra onirismo.
La elección de Lynch queda clara desde el inicio, desde el misterioso mensaje a través del interfono que anuncia que “Dick Laurent está muerto”, desde que Fred comparte con el propio Lynch su aversión hacia las videocámaras que captan la realidad: “Prefiero recordar las cosas a mi manera” (*)
“Dick Laurent está muerto”, “Malachi Moore est mort”. He aquí el verdadero funeral. Tal vez el funeral de Samuel Beckett, o el funeral de, presumiblemente, su autor, piensa Riba, un hombre capaz de convertirse en niebla y desaparecer, o, de nuevo Riba, “el verdadero entierro ya definitivo de la gran puta de la literatura, la misma que generó en él ese dolor incomparable, esa pena de editor, de la que jamás ha podido luego escapar”
Y a continuación el poema de Larkin o la canción de Bowie.
Consecuentemente la voz al otro lado del interfono, la que pronuncia en la noche “Malachi Moore est mort”, en francés, debería ser la del propio Riba. Pero la fuga psicogénica, aquella que permite a una persona convertirse en otra para olvidar un trauma, nos puede hacer pensar que la voz al otro lado del interfono es la de Enrique Vila-Matas.
En sus últimas novelas Vila-Matas nos ha acostumbrado aun narrador en primera persona al filo de lo infidente, febril, obsesionado, capaz de frases como “En mi interior habita una extraña y monstruosa energía llamada Ingravallo” (Doctor Pasavento), un narrador enfermo de literatura. Sin embargo en Dublinesca opta por un narrador en tercera persona, casi omnisciente. Lo cual, en cierta manera, enlaza Dublinesca con El viaje vertical, con el que comparte más de un aspecto, y con Impostura. Pero en ambas novelas finalmente el narrador acaba mostrándose y participando de la narración. No es un narrador omnisciente, sino subjetivo. Y eso no parece ocurrir en Dublinesca. Sin embargo el narrador aparece dos veces en el relato:
(…) se da la circunstancia- creo yo modestamente- de que para la narración, suponiendo que alguien quisiera contar lo que está pasando precisamente ahora- ahora, que en realidad, en estos precisos instantes no pasa nada. (pág. 200)
Cae la lluvia, como buscando que toda la tierra quede por fin inundada, incluida esta casa al norte de Dublín, esta casa trágica con mecedora y ventanal y cuadro con escalera frente al mar de Irlanda, esta casa pensada para ir rumbo a lo peor y, si se me permite decirlo- perdón por la intromisión, pero es que necesito distanciarme algo y, además, si no lo digo reviento de risa-, tan completamente forrada de Beckett. (pág. 307)
La intromisión del narrador es desconcertante y hace que a partir de la página 200 busquemos sus huellas por toda la novela. Sin embargo se esconde. Se esconde del lector y del propio Riba que busca afanosamente por las calles de Dublín al espectro de su autor, un fantasma que, como Drácula, es capaz de fundirse en la niebla, volverse inaprensible, etéreo.
El narrador se muestra para seguir oculto. Habla por el interfono con Riba. Deja mensajes al lector. Mantiene el misterio, no lo resuelve.
¿Es el narrador Vila-Matas? Es decir, en Dublinesca no se puede confundir al autor con el personaje principal (como ocurría en sus anteriores novelas a pesar de que éste fuera jorobado o manco o no tener ninguna similitud con el autor) ya que, de nuevo, deja claro con el detalle de que Riba sea editor (y no escritor, lo cual ha suscitado el rumor de que la novela habla (o no habla) sobre Herralde) la distancia existente entre autor y personaje. Sin embargo también está claro que lo que le ocurre a Riba es una literaturalización de la realidad de Vila-Matas, desde lo que le ocurrió en Lyon hasta la fundación de la Orden del Finnegans . En ese sentido Riba es Vila-Matas. Y en su búsqueda de su autor Riba encuentra a Malachi Moore, quien, entonces, es también Vila-Matas.
Y a su vez no es ninguno de ellos. El impostor, a fin de cuentas, es el propio lector.
Dublinesca es una novela muy ambiciosa y minuciosamente elaborada que admite multitud de lecturas, sencilla en apariencia y compleja en su temática. Está escrita en un tono melancólico y crepuscular muy adecuado al argumento que plantea, la desaparición de las formas clásicas de edición, pero que al mismo tiempo, partiendo de la contradicción que supone presentar el entierro de la era Gutemberg dentro de ese entorno (Dublinesca está editado en papel), manteniendo una distancia irónica con el tema principal.
Como todas las historias de Vila-Matas Dublinesca es una novela construida desde la propia literatura.
Busquemos a Macintosh, a Joyce, a Beckett, a Quilty, a Malachi Moore, al propio Vila-Matas y cuando creamos que finalmente los hemos encontrado digamos aquello de: Thank you. How grand we are this morning!
(*) Joder, ¿no es un poco extraño esto de citarme a mí mismo? Lo repetiré como un mantra cien mil veces en acto de contrición.
17 comentarios:
El narrador es la clave, bueno una de las claves , es un libro muy currado, el centro del libro ahi tienes al narrador, que que bueno es Vila-Matas.
¡Bravo, Port!
Es muy raro todo este embrollo del tiempo, también del tiempo de lectura.
No está mal esto de las lecturas coetáneas.
¿Cuándo leyó el libro el autor?
¿Cuándo leen los libros los editores?
¿cuándo viajan a las ciudades?
¿Escriben libros para ir a pubs tras la presentaciones o conferencias dublinesas?
¿Es el libro una excusa para que pase lo que pasará cuando no pase nada?
Voy por la página 292. Voy por Vernier y Fourrier.
Primero pensé que era una novela sobre el pensamiento. Y en la segunda parte llega el huracán del tiempo y los cables del interfono.
También me gusta el sentido del humor involuntario de la gente de la capilla.
Saludos.
¿Y si estamos todos muertos?
Las preguntas trascendentes, Viktor, ¿y si estamos muertos, y si somos personajes de una novela?
Señor Subal (acc)en todo caso bravo por Vila-Matas.
Totalmente de acuerdo, Francis, es una novela muy minuciosa, llena de detalles, desvíos y guiños al lector... ¿quién abandonó la maleta en el hotel?
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios
El narrador nos recuerda que según la teoría de Nabokov, ese personaje desconocido que aparece en el funeral del capítulo 6 del "Ulises", sería el propio Joyce, y así Leopoldo Bloom habría visto a su creador.
Esto enlazaría con la aparición del narrador en la novela de Vila-Matas. Pero Riba no lo ve. Muy acertada tu apreciación de que es el autor quien llama por el interfóno a Riba. A mí no se me había ocurrido esta idea.
Un saludo.
Me tiro a la piscina
No lo ve pero lo cita , creo que el narrador es citado por Riba en bastantes ocasiones y fuera del libro, buscar en Google , por Vila-matas.
Asi el autor por Riba citado seria el escritor de la historia. Vila-matas al margen.
Ahí está, Francis, el narrador es otro personaje de la novela... ¿ese autor ideal para un editor? quien sabe (bueno, sí, alguien lo sabe, por supuesto)
Riba lo debe ver en la novela, pero no lo reconoce como tal, en paralelo a lo que ocurría en Ulises según Nabokov.
Nathan, Francis, gracias por vuestros comentarios... busquemos al narrador, el autor perfecto... la verdad es que Dublinesca es una novela muy estructurada y con muchos resortes ocultos. Una novela nabokoviana.
Uuuaaauuu!
Al final entre todos me vais a convencer con VM….
ñññññ
No se si existe un lector de vila matas que no anhele en el fondo ser escritor, la lectura de vila, no deja por eso de ser genuina, aunque el lector solo pretenda emular a vila matas.
Una vuelta de tuerca y tema para una futura novela de vila matas sería la busqueda de un escritor puro, ciudadano, que no le interese publicar o ser escritor.
Buen texto, Portnoy. Una lectura muy minuciosa. Visitando acá tu telaraña, Spider. Hay que buscar a este sujeto también.
Me gustaría enviarte un correo, lo buscaré en el blog. Un abrazo.
Efe.
En la columna de la derecha, donde pone "contacto"
Y gracias
Seríamos entonces muchos escritores sueltos por el mundo, ¿no, Raul? Conozco a personas interesadas en VM que jamás han tenido interés en escribir.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios
Es verdad. El narrador es la clave. Como lo es en Invisible, de Paul Auster , colega y amigo de Vila-Matas y al que se menciona en Dublinesca. A su vez, Paul Auster dice estar leyendo a Vila-Matas a través de una de las voces de Invisible...
Ambos autores han elegido la voz del narrador como clave de sus obras. Reconozco que aún intento desvelar el misterio que esconden las dos novelas.
Estoy segura de que la búsqueda será inagotable. Y eso es bueno.
El nombre de Malachi Moore parece una pista que conduce directamente a Mucho Maas, el marido de Edipa en "La subasta del lote 49", es decir, lleva de cabeza a Thomas Pynchon (algún sentido debe tener el extraño nombre de Edipa, ¡¿no?). ¿No será una broma del Doctor Pasavento haciéndose pasar otra vez por Thomas Pynchon?
¡Por Crom! ¡Cómo pude no darme cuenta de la relación? :-) Gracias, Crom
El personaje del libro que leo se fatiga con las gestiones bancarias que se ve obligado a realizar. Igual me pasa a mi. Sueña con ir a New York, igual que yo. Se aísla, se refugia en si mismo, en su cuarto, en sus lecturas, en el hipnótico mundo que Internet le ofrece. También me pasa a mi. Tiene mi misma edad y mi mismo signo de zodiaco. Su vida es la Literatura y yo me sumerjo en libros y trato de escribir.
Miedo a volar tenemos los dos, nos apasionan los viajes, hablamos con nosotros mismos permanentemente, nos convertimos en protagonistas de una novela no escrita que ocurre en nuestra mente. El alcohol nos abruma y también nos permite salir de nuestro cuarto.
Nos miramos al espejo y descubrimos que la vejez nos ocupa y nos preguntamos cómo demonios ha podido ocurrir, qué estábamos haciendo cunado llegó sigilosa y deshizo sus maletas y se quedó con nosotros.
Nos encantan las frases, el cine, las canciones, esos tipos raros que son los artistas. Él autor de mi libro en realidad habla de si mismo y el pobrecito ignora que me está retratando.
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