7/7/06

El séptimo sello, de Ingmar Bergman



Jof: Los veo, Mia. Los veo. Sobre ellos se cierne el cielo tormentoso. Suben juntos el monte. Van el herrero y Lisa, el caballero y Raval, y Jöns y Jonas. La Muerte severa los invita a danzar. Van cogidos de las manos. Y, bailando, forman una larga cadena: Delante va la mismísima Muerte con su guadaña y su reloj de arena. El último es Jonas, lleva su laúd y camina de espaldas. Ya marchan todos, huyendo del amanecer, en una solemne danza hacia la oscuridad. Mientras, la lluvia lava sus rostros surcados por la sal de las lágrimas.




Raras veces texto e imágenes se combinan de forma magistral para darnos una obra cinematográfica total. El séptimo sello (Det Sjunde inseglet, 1957) de Ingmar Bergman es una de ellas.




Una película como El séptimo sello es capaz de sorprendernos cada vez que la vemos y hacer que descubramos nuevas lecturas y nuevos detalles que nos habían pasado desapercibidos o que, aún, no éramos capaces de apreciar.

La Literatura es capaz de condicionar nuestra percepción de la realidad. La Historia, por ejemplo, suele ser asimilada más por los relatos ambientados en épocas pretéritas que por los rigurosos estudios que sobre ellas se realizan. Uno de esos condicionantes actúa sobre el modo en que usualmente se escenifica la época medieval: De alguna manera toda representación de la época medieval recure a los modos del teatro de Shakespeare.

Y descubro en la película de Bergman un fuerte componente shakesperiano. Y a pesar de caer en ese condicionante, los diálogos de El séptimo sello son de gran precisión literaria, arrastrando la carga trágica conveniente para no caer en el melodrama ni el histrionismo, y con las adecuadas dosis de humor, sobre todo las que surgen de Jöns, el escudero, el más shakesperiano de los personajes, interpretado de forma magistral por Gunnar Björnstrand:



Como en toda obra de Shakespeare, las distancias sociales desaparecen en El séptimo sello, caballeros, comediantes, trabajadores y escuderos comparten fresas salvajes y leche y viajan juntos huyendo de la Muerte. El escudero y el señor pueden hablar de igual a igual y ante la hoguera en la que se quema a una acusada de brujería, Jöns el escudero le recrimina a Antonius Block su fe en la vida eterna:

Jöns -¿Qué es lo que ve?, ¿puedes decírmelo?
Block - Ya no siente ningún dolor
Jöns - No me has contestado. ¿Quién la recibirá en el Más Allá? ¿Los Ángeles, Dios, el Diablo? ¿O simplemente, la nada?... Será la nada.
Block - (con los dientes apretados) La nada no puede ser.
Jöns.- Mira sus ojos. Su pobre cerebro está viendo algo terrible. Se sumerge en el abismo de la nada.
Block - No
Jöns - Me subleva nuestra impotencia, vemos lo que ella ve. Nuestro espanto es igual al suyo. Pobre criatura. No puedo mirarla, no puedo.
Block - (llora)




Hay tragedias, historias, que sin ser obras directas de Shakespeare, deberían ser incluidas en un catálogo universal de obras shakesperianas. No tan sólo por su temática y su enfoque, también por crear arquetipos universales fácilmente reconocibles. Y ahí está la Muerte, la personificación de la Muerte, la presencia ominosa de la Muerte y el esperanzador gambito final de Block... pero eso hay que verlo:





(Los diálogos extraidos de los subtítulos de la edición en DVD de
El séptimo sello distribuida por Manga Films... que no todo es pirateado en mi casa)




13 comentarios:

Anónimo dijo...

Era yo así (Anacrusa señala con los dedos dos centímetros) y en el plueblo en el que veraneaba y veraneo, había cine al aire libre en el que se comían pipas y estaba alfombrado de sus cáscaras. Ponían sólo películas del Oeste y de romanos y todas las tardes, mi madre me daba el dinero de la entrada y de las pipas y allí me iba. Aquel vwerano, el dueño (que además era el cartero), habia alquilado diez películas de Bergman (Ingrid, pensaba él) y las reservó para septiembre en que ya iban menos niños y más señoras y él sabía que a las señoras les gustaba la contundente actriz.

Entré con mi bolsita de pipas, la chaquetita (que ya refresca) y el entusiasmo mío y me senté a ver la peli. Hasta ese verano yo sólo había visto "La dama y el vagabundo" como regalo de la primera comunión y comenzó... El séptimo sello. Noqueada para toda la vida me quedé. Ese día me hice mayor; entendí qué era la muerte; qué era ser y dejar de ser.

El dueño del cine llegó a ofrecerme cinco bolsas de pipas y dos chocolatinas porque no fuera más para no pasarme las pelis a mí sola, porque no iba nadie y me negué: Fresas salvajes, El manantial de la doncella; El circo; El rostro; Persona... todas, las vi todas, pero nada como la impresión de la primera que aún perdura.

El guión, sí, de Shakespeare, los actores y la fotografía. En Bergman siempre esa fotografia escalofriante. Nunca el cine ha vuelto a impresionarme así, aunque siempre lo espero.

Gracias mil por traerla aquí y regalarnos con tu comentario, siempre sabio.

Diana dijo...

Coincido con anacrusa, las imágenes son escalofriantes, cada una forma un cuadro de miedo y sobresalto. Me alegra haberlo encontrado, saludos.

Portnoy dijo...

Un saludo a las dos, y gracias por vuestros comentarios.
Ana, debió ser impactante descubrir a Bergman de esa manera... también es una maravilla describirlo como tu lo haces. Sí, la vida es literatura.
Historia por historia, porque se tocan de alguna manera: Mi padre nos llevó a mi hermano y a mí al cine a ver La dama y el vagabundo una tarde al salir del colegio. ¿Recuerdas las sesiones dobles de los cines de barrio? ¿las incongruencias de las programaciones? Aquel día era La dama y el vagabundo y 2001, una odisea en el espacio. El plan era ver la primera. Mi padre y mi hermano me miraban con odio mientras me aferraba al asiento y me negaba a abandonar el cine hasta que no acabase aquel viaje a las profundidades del infinito cuyas implicaciones no podía entender. Pienso que si soy lo que soy es, en gran medida, gracias al impacto visual de las imágenes del film de Kubrick.
Eso para que después digan que el cine es sólo entretenimiento.
Un saludo

Alicia Liddell dijo...

Aquellas sesiones dobles poblaron mi infancia (y los cines de verano)

Hay un mito familiar según el cuál un día mis hermanos mayores se fueron al cine del barrio a las 4 de la tarde. A las 11 de la noche no habían regresado y mi padre, bastante irritado, se presentó en la sala durante el descanso. Allí vió a los dos saltando entre las butacas y emulando a los protagonistas de la película que esperaban ver ¡por tercera vez en el día!: Los Tres Mosqueteros (1948)

Benditos cines de barrio.

luis dijo...

Otro punto muy interesante en el septimo sello es la oscuridad de las imágenes. Desde el primer momento, el primer cuadro con el paisaje de la costa sueca, los protagonistas abajo, pequenhos, Dios en medio de las nubes, es un Dios siniestro y absoluto. Un Dios de la ira. La oscuridad de esta secuencia nos introduce en la oscuridad de la historia. La peste negra recorre por los bosques de suecia y los hombres creen estar ante un castigo de Dios, ante el fin del mundo.
Bergman parece haberse inspirado en los otros dos grandes del cine gótico, Murnau y Dreyer. En verdad esas imágenes son lo que más me gusta de la película.
Yo también me la vi por primera vez de ninho, se queda en los huesos.

Anónimo dijo...

2001, una odisea en el espacio.

Pues anda que tú... Y algo de lo que no te darías cuenta entonces (yo tampoco) ese impacto, como siempre en Kubrick, estaba reforzado, ayudado y completado por la música ¿Se puede utilizar mejor de lo que la usa él?

"Pienso que si soy lo que soy es, en gran medida, gracias al impacto visual de las imágenes del film de Kubrick". Con tu permiso, asumo esa frase, palabra por palabra, como mía.

Portnoy dijo...

Ufff... los viejos tiempos, Alicia, Ana, restañemos nuestras lagrimillas antes de que se den cuenta de la edad que tenemos.
;-)
Sí, Vemod, luz y oscuridad, y una magistral fotografía a cargo De Gunnar Fisher, inseparable de Bergman. Y esa es precisamente la tesis, luz, oscuridad, vida, muerte... nada.
Gracias por tu apoyo, Solo.
Y muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Un saludo

Gregorio Luri dijo...

Veo que va de confesiones. Aquí la va mía. Yo era adolescente y los cines de arte y ensayo y los cine-forum eran lo más. Y dentro de lo más, lo más más era Bergman. Si nombre se pronunciaba con veneración. Los muy entendidos eran tan listos que sabían interpretar sus películas y lo hacían desde el reclinatorio. Los que no entendíamos nada, sabíamos que era por nuestra culpa, porque éramos tontos. Se acababa la película, se encendían las luces, y ya estaban varias manos levantadas para explicarnos lo que no habíamos visto. ¡Qué frustrante! ¡Detrás de cada fotograma encontraban un tesoro simbólico, mientras que nosotros apenas conseguíamos entrelazar las secuencias sin perder el sentido! Yo me reconcilié con Bergman más tare, pasados ya los veinte, cuando comprendí que, digan lo que digan, entre el arte y la religión hay una diferencia considerable.

El Miope Muñoz dijo...

Desde entonces tengo más cuidado al jugar al ajedrez y es que esta película le da al juego un aura que le hace uno sentirse fatal si perdemos.

PD: Mis carcajadas con "o" son un equivalente al "Otro que tal baila" en cuanto a calidad. Y "Kairo" es una película que debo volver a ver. Tiene lo mejor y lo peor del cine fantástico japonés y toda su imaginería. Excesos, finales apocalípticos, Tokyo como ciudad de soledades e incomunicación....

Me pasó un poco igual aunque tenía más claro el veredicto con la magnífica Akira.

¡Un saludo!

Portnoy dijo...

Cierto, Gregorio, no hay que confundir arte y religión, aunque Bergman sea Dios.
;)
Alvy, ya hablaremos de Kairo en otra ocasión... por cierto, para librarte de esa precaución al jugar al ajedrez, busca el relato de Woody Allen en el que el protagonista "juega" con La Muerte. (no recuerdo el título, lo siento, mi base de datos está bajo mínimos)
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

El origen de El séptimo sello está en una pequeña pieza de teatro titulada "Pintura sobre madera" que Bergman escribió para el espectaculo de fin de curso de los alumnos de la escuela de teatro de Malmö. Estaba compuesta por una serie de monólogos. Como en casi todas las peliculas de Bergman hay retazos autobiográficos (su padre fue un pastor luterano) "me he engolfado en la contemplación de retablos, sagrarios, crucifijos, vidrieras y pinturas murales" En realidad la idea de escribir el guión de la pelicula surgió en una audición de Carmina Burana. Esta obra está basada en las baladas de los juglares medievales de los años de peste y guerras sangrientas. Gente sin casa (estudiantes, monjes, curas, cómicos, etc...) se juntaban en grandes grupos y vagabundeaban por los paises. Algunos escribian y componian canciones que tocaban en fiestas eclesiasticas y mercados. Costó colocar el guión en la Svensk Filmindustri pero al final coló. La pelicula triunfó en Cannes (consiguió el premio especial del jurado). La primera vez que la vi estaba pasando una agradable velada con un amigo (poeta) en su casa y despues de mostrarme varios de sus poemas me puso la pelicula. Mi asombro fue mayúsculo. Estaba fascinado, sobrecogido, entusiasmado, ante tan grandioso espectáculo. A partir de ese momento me hice Bergmaniano y empecé mi aventura en busca de toda la filmografia de este excelente autor. Conseguí una buena parte gracias a manga films que editó sus mejores peliculas en cinta de video. Ahora han salido muchas más en dvd. Aprovechad la ocasión y compradlas. Vale la pena. Una pequeña corrección portnoy, es Antonius Blok, sin la c. Gracias por tu post.

He extraido los datos del libro que escribió Bergman titulado "Imagenes" en el que comenta varias de sus peliculas.

Portnoy dijo...

Gracias por tu comentario, Kamante. Es enriquecedor... deconocía esos detalles sobre el origen de la obra. Muchas gracias.
Repasaré los títulos de crédito, pero en la IMDB el personaje figura como Block, pero ya se sabe como son estos estadounidenses.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Espoleado por este post y por una conversación que mantuve acerca de esta película con alguien que la vió ¡a sus siete años! he revisitado esta película: toda una reflexión sobre la vida y la muerte en el tiempo que dura una partida de ajedrez....

... al acabarla he corrido a la biblioteca a releer un cuento de Borges: 'El milagro secreto'

¿Por qué?: http://www.educarchile.cl/ntg/mediateca/1605/articles-100346_Archivo.pdf