22/6/18

Estrella distante, de R. Bolaño. Novela gráfica de J. Fernández y F. Marín

¿Qué estrella cae sin que nadie la mire, William Faulkner?


De alguna manera Estrella distante es la novela más simbólica de Roberto Bolaño. Quizás, a través de símbolos, es la única manera de acercarse narrativamente al infame periodo de la dictadura de Pinochet. Quizás me estoy metiendo en un territorio que no acabo de entender o que no me incumbe. Sólo escucho a Bolaño y la historia que cuenta y cómo la cuenta, como “espejo y explosión en sí misma”.

Ni una sola vez aparece la palabra violencia en la novela Estrella distante. Poesía sí, cientos de veces.
Carlos Wieder / Alberto Ruiz-Tagle / y varios heterónimos más fue Poeta.

William Faulkner fue poeta.

Escribió en A green bough:

I am star, and sun, and moon, and laughter.”
What star is there that falls, with none to watch it?
What sun is there more permanent than darkness?
What moon is there that cracks not? ay, what laughter,
what purse is there that empties not with spending?”

Y creo, por lo que puedo entender del poema, que no solo la frase que escogió Bolaño(*) para encabezar el texto tiene relación directa con el título, sino que el fragmento en conjunto es determinante para la construcción de la novela. ¿Qué Luna no se quiebra, qué Sol es más permanente que la oscuridad, qué risa no se vacía sin coste, qué estrella cae sin que nadie la mire?

Así tenemos un ejercicio de acrobacia aérea y un texto escrito con humo bajo una tormenta que nadie puede ver. Tenemos a personas que son otras, que queremos que sean otras, vinculadas a movimientos guerrilleros en latinoamérica, viviendo anodinamente en Europa. A personas que realizan un postrer acto heroico ajeno a su condición. Vidas de chilenos exiliados de una nación quebrada para quienes incluso la risa tiene un alto coste.
Pero sobre todo tenemos oscuridad. Una oscuridad persistente que ninguna estrella puede iluminar permanentemente.

La oscuridad pilota un avión.
La oscuridad consiste en revestir el crimen de un halo poético.
Ni los mismos criminales pueden soportar esa aberración.
Carlos Weider es un criminal. No sabemos nada de su poesía. Sabemos de sus crímenes.
Arturo Belano, el narrador de Estrella distante, es un poeta. No sabemos nada de su poesía. Sabremos de su crimen.

Belano sueña:

Una noche incluso tuve un sueño al respecto. Soñé que iba en un gran barco de madera, un galeón tal vez, y que atravesábamos el Gran Océano. Yo estaba en una fiesta en la cubierta de popa y escribía un poema o tal vez la página de un diario mientras miraba el mar. Entonces alguien, un viejo, se ponía a gritar ¡tornado!, ¡tornado!, pero no a bordo del galeón sino a bordo de un yate o de pie en una escollera. (...) En ese instante el galeón comenzaba a hundirse y todos los sobrevivientes nos convertíamos en náufragos. En el mar, flotando agarrado a un tonel de aguardiente, veía a Carlos Wieder. Yo flotaba agarrado a un palo de madera podrida. Comprendía en ese momento, mientras las olas nos alejaban, que Wieder y yo habíamos viajado en el mismo barco, sólo que él había contribuido a hundirlo y yo había hecho poco o nada por evitarlo.



Javier Fernández, el guionista del libro que nos ocupa, inteligentemente sitúa este sueño al inicio de la narración de la novela gráfica basada en la de Bolaño. Es una de las pocas libertades que se toma en la adaptación. La cual no solo es fiel y respetuosa, sino que derrocha admiración por Bolaño y su obra.
De la oscuridad se encarga Fanny Marín. Sus dibujos fluctúan entre la luz y las sombras más oscuras. Pero no unas sombras que oculten el Mal. Como se dice en la novela, cuando los asesinos entra en la casa de las Garmendia “observan con miradas obscenas el interior en penumbras, las alfombras, las cortinas, como si desde el primer momento buscaran y evaluaran los sitios más idóneos para esconderse. Pero no son ellos los que se van a esconder. Ellos son los que buscan a quienes se esconden
Somos nosotros, lectores, quienes debemos escondernos en las sombras de esta magnífica adaptación del texto de Bolaño.
Porque estamos equivocados, Porque la oscuridad no oculta el Mal. El Mal se muestra con total y luminosa impunidad. Como un Sol o una estrella que cae.

(*) Véase  ¿Qué Faulkner cae sin que nadie lo mire?, de Enrique Vila-Matas

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