18/6/18

La casa de Hong-Kong, de Alain Robbe-Grillet

La maison de rendez-vous es el título original. En español ha sido editada con el título La casa de Hong-Kong en 1968 y La casa de citas en 1970, ambas por Seix-Barral. (Por cierto, la primera traducción de Les gommes por Seix-Barral en 1971 se tituló La doble muerte del profesor Dupont, más tarde Anagrama la republicó como Las gomas.
¿Es relevante este cambio de títulos? Supongo que los cambios del título de la primera edición obedece a circunstancias de la época, aunque es más complicado enteder porque dos años después la republicaron con otro título... ¿varía el contenido? No lo sé. Me temo que alguna cosa haya sido censurada, pero no me consta. Lo relevante en el caso que ME ocupa es que el libro de segunda (¿tercera?) mano de la edición de 1968 que compré a través de la red tiene una peculiaridad: Tiene doce páginas en blanco. He tenido que recurrir a la descarga de material ilegal para completar las páginas que faltaban. Las páginas en blanco han sido suplidas por otra edición más actual de Anagrama de La casa de citas... no sé muy bien lo que he leído. Tampoco me he puesto a comparar las dos versiones.
Intuitivamente había entendido que Reanudación, La reprise, la última novela escrita por R-G, era una especie de compendio de sus anteriores novelas. En esa novela hay elementos de Las gomas y también de La casa de Hong-Kong-Citas... por eso mi duda radica en si los elementos pornográficos de La reprise pertenecen a La casa o no. La verdad es que soy idiota. Pudiendo leer a Robbe-Grillet en francés no sé porque me he enredado en traducciones y en ediciones publicadas en épocas menos felices y nada permisivas.




Que conste que todo esto se escribe desde la idiotez completa.

Doce páginas en blanco.

Como sí en El año pasado en Marienbad existiesen varios fragmentos que llegasen a sumar diez minutos con la pantalla completamente en blanco.




Cuando se menciona el guión (guion) de R-G para El año pasado en Marienbad se destaca la influencia de La invención de Morel de Bioy Casares. Dijo R-G que “la conocía, pero la releí después y no vi ninguna relación. Sigo sin verla



Pues bien, La casa de Hong-Kong-Citas es el Marienbad narrativo de R-G.
Recordemos también que esta novela pertenece a la misma época, los sesenta del siglo XX, en la que R-G dirigió la película Trans-Europ-Express, una especie de ejercicio metacinematográfico muy recomendable que avanza a través de la repetición de ciertas acciones que se le imponen al protagonista, un Jean-Louis Trintignant identificado en los primeros minutos de la cinta como él mismo:

“- ¿No lo reconociste?
- Era Trintignant.
- Claro. ¿Qué tal si lo usas para tu film?
- Sí, puede ser.
- ¿Qué nombre le pondrías?
- Elías
- ¿No hay otro mejor?”.


Como en la película existe en La casa de Hong-Kong-Citas una especie de red de tramas que implican a prostitución, tráfico de drogas y crímenes, pero entendámonos, R-G emplea los convencionalismos del género negro para crear un laberíntico ejercicio narrativo en la que los distintos elementos que se repiten a lo largo de la novela encajan con las otras distintas escenas que se repiten de forma que es el engarzado y la concatenación lo que da a cada uno de esos elementos un significado distinto cada vez. Así veremos a un narrador en primera persona, que acaba desapareciendo dentro de la novela, llegando a la mansión en la que se desarrollaran gran parte de los hechos, a la recepción, en ocasiones sórdida, en ocasiones “artística”, en ocasiones refinada, que será interrumpida por la policía que ha seguido a una mujer oriental, acompañada por un enorme mastín en ocasiones, no en otras, que lleva un paquete o no, que ha descubierto un cadáver o se ha dirigido a un tugurio infecto, seguida a su vez por un personaje o por otro, en taxi o en rickshaw, o que ve a la mujer mientras se dirige a la recepción en la mansión y el escritor es asesinado, muere accidentalmente, se suicida o escribe sobre los jardines que tiene que atravesar para llegar a la casa de rendez-vous...

Obviamente la fascinación que provoca la narración de Alain Robbe-Grillet es imposible de describir.



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