4/9/16

La familia real, de William T. Vollmann

Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén.

Génesis 4 (Reina-Valera)


Normalmente tenemos la obra de un autor y su vida privada. En ocasiones, y puede que este sea el caso de Vollmann, la figura del autor, su imagen pública, se sobrepone a sus textos. Ahí tenemos al autor entrevistando a indigentes por todo el mundo o intentando convivir con aquellos que han construido un campamento al lado de su casa. O en las guerras de Afganistan y Bosnia. O explorando el Tenderloin nocturno con todas sus consecuencias. O enfundándose en un traje antirradiación para explorar las entrañas de la central nuclear de Fukushima. O travistiéndose para crear al personaje de Dolores. O...
La cuestión es que la figura pública de Vollmann se está convirtiendo en una especie de sombra que invade sus textos (¿de ficción?) a la que el propio autor no intenta poner freno... es más, de vez en cuando deja que irrumpa en la narración. En este aspecto es desasosegante la aparición de la primera persona en algunos pasajes de la novela. Parece decirnos que a pesar de estar ante una ficción no podemos olvidar que el sustrato social que refleja es verdadero. Como dijo en una entrevista: “La prostitución es el emblema de la condición humana porque en las relaciones sexuales los deseos de una y otra persona nunca son exactamente iguales” y “todos somos prostitutas” (No sé yo si apostillar aquí que la prostitución es el emblema de la condición humana en un sistema capitalista, porque me alejaría del tema... dejémoslo así)
La irrupción de la primera persona es brutal en el capítulo 28. En él, esa primera persona, obviamente el propio Vollmann, establece una especie de diálogo con la crítica del The New Yorker, Deborah Treisman, que ha leído una parte de la novela y la ha reseñado remarcando lo que para ella son defectos, centrando su crítica en el personaje de John. Vollmann, el narrador de Vollmann, responde: “La Reina no es sino una ilusión, portavoz de mi pomposa simbología, sus putas, mera utilería de cartón mugriento chorreante del semen del mal gusto; Irene asume del mismo modo un semblante puramente exótico; Henry Tyler se limita a ser Henry Tyler, o séase, una nada gris. Pero John, venga ya, ¡pero John! ¿Cómo va a ser John una caricatura, cuando soy incapaz de librarme de él?
Resulta fascinante comprobar en este pasaje como Vollmann nos da las claves para interpretar su novela: Acepta la simbología que encierra su narración y el papel que asume cada personaje y, sobre todo, el papel fundamental que asume el personaje de John, un personaje inevitable y con una presencia arrolladora, llena de una grosera sinceridad cargada de ira y violencia.
Pero vayamos por partes.
Henry Tyler, al que Vollmann califica de “nada gris”, es el principal foco narrativo de la novela. Su desavenencia con su hermano John tiene que ver con la relación que Henry mantuvo con Irene, la mujer de John. Tenemos en esta narración simbólica, a dos hermanos enfrentados, uno de ellos, Henry, con la marca de Caín sobre su frente. Como en el relato bíblico tenemos a dos hermanos enfrentados por la respuesta de Dios, o por el destino social, a sus esfuerzos. Pero Vollmann no se basa únicamente en el texto oficial del cristianismo, sino que parece aceptar la versión gnóstica según la cual, Caín no sería hijo de Adán sino de la serpiente, con lo que la Marca de Caín sería en el fondo la pertenencia a una estirpe maldita y condenada de antemano. Esto podía conducir a una representación simbólica de nuestra sociedad en términos maniqueístas, pero Vollmann da una nueva vuelta de tuerca a esta simbología: Ningún personaje de la novela tiene un carácter netamente positivo (salvo, quizás, Irene) en un sentido moral. No hay para Vollmann un enfrentamiento entre el Bien y el Mal en nuestra sociedad, sino diversas gradaciones del Mal que cada uno asume como puede.
De hecho, John, que es un exitoso abogado empresarial, comparte esa sinceridad violenta de la que he hablado con otro de los personajes, quizás el más desagradable de los que aparecen en la novela, el pederasta colaborador del FBI Dan Smooth. La sinceridad, y por extensión la verdad o la veraz descripción de la realidad, residen en dos de los extremos de la sociedad, en el abogado capaz de dar pátina de respetabilidad y legalidad a los negocios más abyectos y en el más execrable de los criminales. La Verdad es para Vollmann un privilegio del Mal.
O, más bien, no existen Bien y Mal y todo se reduce a nuestra errática condición humana. Es decir, todos llevamos la Marca de Caín.
La Verdad nunca es agradable.
Porque lo que consigue Vollmann en esta novela es que nadie se sienta a salvo, que nadie, ningún lector, pueda creer que esta fuera de esta sociedad sórdida que nos muestra. La realidad de nuestra sociedad se puede encontrar de noche en los barrios donde se ejerce la prostitución. Y no de forma simbólica.
Porque la “mera utilería de cartón mugriento chorreante del semen del mal gusto” que emplea Vollmann para mostrarnos la corte de la Reina de las putas, a pesar de ser “utilería”, tiene una fuerza descriptiva tan impresionante que repele. La familia real no es una novela fácil. No solo por su extensión, ni por sus digresiones, ni por su intención de abarcar un todo, un barrio de una ciudad, sin límites perceptibles. No es fácil porque el lector no tiene un asidero al que agarrarse. Entrar en La familia real es descender a un pozo mugriento y viscoso, lleno de excrecencias corporales y pústulas infectadas, plagado en todos sus rincones de desechos y basura, un descenso físico y moral a los últimos estratos de la sociedad, a ese submundo que negamos e ignoramos. No es fácil porque a pesar de que sabemos que en el fondo no es más que una ficción cargada de simbolismo, ese mundo que nos describe Vollmann existe. Y su existencia nos hace partícipes de ese mal que es la base de la condición humana y del que, leyendo en nuestro sillón, creemos estar a salvo.
Pues no lo estamos.
La familia real es una infección literaria que nos consumirá.
Debemos leerla y aceptar el regalo de la reina en nuestras bocas: Reconocer lo que realmente el mundo es.

Esa es la verdad que encierra la gran novela de Vollmann.

5 comentarios:

Rosa Berros Canuria dijo...

¿Ya se ha publicado?. Pensaba que aún no. Tengo muchas ganas de leerlo... por una parte. Por otra me asustan sus más de mil páginas. Las historias basadas en el mito de Caín y Abel me fascinan.
Un abrazo.

Portnoy dijo...

Sale el 19. Y sí, asusta y fascina a partes iguales.
Gracias por tu comentario.

kurubeta dijo...

pasar el pdf porfa!

torvic dijo...

kurubeta, quieres el PDF?
Qué pasa con los que han trabajado en el libro? No se merecen que se les pague por ello?

Portnoy dijo...

Menudo comentario idiota el que has dejado, kurubeta.