Dicen que fue Samuel Beckett el primero
(o el único en principio) en darse cuenta que Las gomas
obedecía a un ejercicio de reescritura en tono policíaco de un
texto clásico. No voy a revelar de que obra se trata, aunque ahora
es de dominio público y os será fácil descubrirlo, porque
supondría desvelar hechos de la trama y anticipar su final. Si se
quiere disfrutar de esta novela es mejor descubrir por uno mismo
durante la lectura el juego al que nos invita, de forma muy
inteligente, Alain Robbe-Grillet.
(Los que sepan cual es la obra en
cuestión quizás recuerden que se inicia con ¡una investigación
criminal!)
Creedme: Es complicado escribir sobre
la novela sin mencionar la obra en la que se basa.
El detective Wallas (quizás llamado
así en homenaje a Edgar Wallace y sus tramas de organizaciones
criminales secretas) es enviado a una ciudad a investigar un
asesinato que pertenece a una serie de crímenes (algunos de los ocho
anteriores ni siquiera reconocidos como tales, encubiertos en forma
de accidentes o suicidios). Wallas forma parte de un departamento
especial y algo secreto de la policía formado por investigadores con
altas capacidades intelectuales (medidas por dudosos métodos
frenológicos) aunque al parecer, según el jefe del misterioso
departamento, Wallas carece de los requisitos mínimos para formar
parte de él.
Este hecho que traigo como ejemplo se
suma a una continua serie de contradicciones que forman el núcleo de
la novela y condicionan su estructura. Wallas forma parte de un
cuerpo especial pero no debería formar parte de él. Es enviado a
resolver un asesinato que no se ha producido. Es confundido por
varias personas de la ciudad por un miembro de la organización
criminal, de forma que la sombra del doble recorre la novela. La
calles de la ciudad toman el aspecto de un laberinto que siempre le
conducen al Boulevard Circulaire y al canal que lo atraviesa, sin
embargo, a pesar de estar continuamente perdido, Wallas tiene la
impresión de haber estado con anterioridad en esa ciudad. La acción
transcurre en veinticuatro horas, pero incluso en eso es
contradictorio. Hay dos periodos de esa duración que se solapan. Uno
que empieza a las siete y media de la tarde, hora del “asesinato”
y otra que empieza a las seis de la mañana del día siguiente con el
camarero siniestro (y sus sombras en la pecera) y termina de la misma
forma veinticuatro horas después. La acción transcurre en una
suerte de continuos bucles temporales sujetos a esos dos periodos de
tiempo, avanzando y retrocediendo, sin dejar de transcurrir
linealmente hacia su conclusión.
Se trata en definitiva de una especie
de novela policíaca en la que nada es absolutamente cierto ni
completamente falso. Los hechos y lo que dicen los personajes son
susceptibles de ser rebatidos para luego ser confirmados o viceversa.
Lo que Robbe-Grillet nos narra es, al mismo tiempo, una novela
original y un ejercicio metanarrativo encubierto que creo que va más
allá de la “obra que no menciono”. No sé hasta que punto es
posible que Robbe-Grillet estuviese influenciado (o rindiese
homenaje) al relato de Jorge Luis Borges La muerte y la brújula,
que, si no me equivoco, fue traducido al francés en 1951, un año
antes de la aparición de Las gomas. Y creo que se me escapan
muchísimas referencias ocultas en la novela. Lo que hace
Robbe-Grillet es construir un argumento empleando elementos de obras
anteriores, convirtiendo la angustia de la influencia en motor de su
novela.
Sea como sea, la novela de
Robbe-Grillet es sumamente original y, ya lo he dicho,
deslumbrantemente inteligente, sin ser en ningún momento pretenciosa
o elitista o pedante. Al contrario, es intrigante y divertida como
buena novela de género, al tiempo que rompe con los límites
genéricos.
Cuando nos preguntemos dónde está la
novela contemporánea hoy en día, quizás nos convenga recordar que
desde el siglo pasado se están escribiendo excelentes novelas
“contemporáneas” que avanzan, tranquilas y silenciosas, a lo
largo del tiempo.
6 comentarios:
Hola, Portnoy.
Leí hace tiempo hablar sobre esta novela en algún lugar que no recuerdo y la había olvidado por completo, hasta ahora. Por lo que cuentas, la novela tiene muchos ángulos de interés, pero el que me más me atrae a mí particularmente es el novela policíaca absolutamente sui generis y obsesiva. Un poco en la línea de La investigación y La fiebre del heno, de Lem, o Cosmos, de Gombrowicz, novelas todas ellas que adoro.
Si se le ocurren más ejemplos con esas coordenadas, no dude en pronunciarse.
Me voy dejándole una recomendación que supongo usted estará ya próximo a encimar: Residuos, de Tom McCarthy. En mi humilde opinión, una novela sensiblemente superior a Satin Island.
Un saludo.
Cosmos de Gombrowicz la tengo pendiente. La apunto, como apunto la del interesante McCarthy.
Dürrenmatt tiene también una serie de novelas policíacas "alternativas" bastante interesantes.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Muchas gracias, Portnoy.
Jamás había oído hablar de Dürrenmatt y por lo que parece sus novelas parecen escritas para mí.
Un saludo.
No había leído nada de este autor, pero La muerte y la brújula me impresionó mucho (tal como se demuestra aquí:http://laazoteademolina.blogspot.com.es/2013/01/la-muerte-y-la-brujula-relato-incluido.html) y disfruté con La investigación como con la mayor parte de la obra de Lem, así que buscaré la novela y la leeré en cuanto pueda (espero que sea fácil de encontrar).
Me cuadran mucho los viejos contemporáneos y me encantaría terciarme con algo de Robbe-Grillet. Saludos.
Espero que disfrutéis con la novela.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.
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