Cuando uno se encuentra con una novela
como esta lo mejor es guardar silencio y no estropearla añadiendo
palabras insustanciales que no transmitirán nunca el placer de su
lectura.
Propongo como ejercicio una reseña de
la segunda (y última) novela de Larkin sin emplear los calificativos
“elegante, exquisita y deliciosa”.
Lo único que puedo decir entonces es
que Una chica en invierno es una novela muy, pero muy,
británica, en el mejor de los sentidos.
Y que probablemente nos encontremos
ante uno de los mejores personajes femeninos creados por una mente
masculina. Katherine Lind, sobre quien se focaliza la narración es
una extranjera. Larkin insinúa alguna pista pero prefiere que ese
misterio, esa imprecisión sobre su procedencia, defina de alguna
forma al personaje y que el lector pueda identificarse con ella. A
fin de cuentas, cada vez que entramos en una novela, somos forasteros
en una tierra extraña. Y es con la mirada ajena, con la mirada de
quien descubre la cotidianidad de lo que no nos es común, con
nuestra propia mirada de lectores, seamos de donde seamos, como
podemos descubrir ese mundo fantástico que constituyen las grandes
novelas, aun cuando nos hablen de la rutina y lo común.
En fin, no quería hablar de esto... ya
digo que ante una novela como esta de Larkin lo mejor es no decir
nada y adorarla en silencio.
Lo que me asaltó durante la lectura de
la novela de Larkin fue una confirmación sobre una idea que tuve
hace tiempo respecto al sobrevalorado Ian McEwan. Escribí una vez:
“Expiación es interesante y su lectura es satisfactoria,
pero deja un regusto de algo que no acaba de cuajar, como una mesa
con una pata ligeramente más corta”. En Una chica en invierno
se encuentra la razón de ese “regusto” indefinido. Expiación,
la novela de McEwan, es un intento fallido de emulación. Fallido
porque uno no puede apropiarse de una maravilla como Una chica en
invierno. Si no se puede hacer una reseña, ¿cómo vas a
inspirarte en ella para hacer otra novela?
Definitivamente guardo silencio.
4 comentarios:
Oggghhh...
Ya me apetecía mucho, de Larkin sólo he leído algo de poesía pero todo el suena absolutamente prometedor.
Sólo faltaba tu comentario.
No sé si darte las gracias o maldecirte.
Soy un replicante.
Maldíceme, replicante.
:-)
Un saludo y gracias por comentar.
Hola, hace tiempo que tenía ganas de leer este libro, no solo por las reseñas tan positivas que se han publicado, sino también por aquello de compartir oficio, lo cual siempre lo hace más atractivo. Así que seguro que habrá que echarle un vistazo. ¡Saludos!!
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