14/9/08

Dietario Voluble, 14-09-08, E. Vila-Matas

Todo el hotel, modernísimo y al mismo tiempo lúgubre -seguramente por ser tan moderno-, está lleno de hoscos clientes de traje rígido. Son los Morgans, supongo. No se relacionan entre ellos, pero aún así cabría esperar que se adivinara en sus expresiones un cierto entusiasmo por las cosas de este mundo. Pero los Morgan parecen vivir en un entusiasmo de migraña, mórbido, huraño. Para estar a su altura, pido un café en su mismo tono reservado y arisco. Algunos me dedican una mirada absolutamente indiferente y parecen arrugar el ceño, como en un cuadro de Hopper. Este gran pintor se adelantó a lo que ahora sucede, cuando percibió que Nueva York se iba llenando de solitarios adustos, curtidos en dramas de soledad y dinero, el gesto arrugado por Wall Street. "En lo que el hombre piensa se convierte", recuerdo que decía R. W. Emerson. Los cuadros de Hopper preludian a los Morgans de ahora.
Un entusiasmo, Dietario Voluble, Enrique Vila-Matas.

Iba a escribir otra cosa, quejándome de que el mundo es un lugar frío e inhospito... quizás lo haga, otro día. Hoy el entusiasmo de Vila-Matas me ha desbordado.
(Además, el fragmento que copio me ha recordado poderosamente a Haruki Murakami)


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mis vecinos de abajo son guapos, altos, jóvenes. Me parece que también tienen bastante más dinero que el resto de vecinos. Me impresionan porque tienen constantemente el gesto adusto, huraño, casi diría que agresivo o cabreado.
Hace unos días, salían del ascensor con ese gesto. Mi sonriente buenos días se estrelló contra él, azorado.
Tu post me ha recordado a esta extraña pareja.

Abrazos.

Portnoy dijo...

Me temo que yo también exhibo esos rasgos de enfado permanente con quienes apenas conozco... de hecho iba a quejarme de que "el mundo es frío e inhóspito". Artículos como el de hoy de Vila-Matas me hacen replantearme muchas cosas.
Gracias también a ti, Gabriela, por recordarme que debo cambiar mi actitud.
Un abrazo

Anónimo dijo...

¿Ah sí? Pues qué cosa. Nunca te he imaginado de ese modo. Al contrario, te pensaba dulce, amable y generoso.
Abrazos.

Portnoy dijo...

Yo pensaba que incluso escribiendo se notaba que soy un gruñón.
:-)