1/12/07

Zuckerman vuelve, por Antonio Muñoz Molina


Antonio Muñoz Molina, BABELIA, El País, 01-12-2007





(He aquí la magnífica foto de Roth, obra de Orjan F. Ellingvag que acompaña al texto en la edición impresa de El País por gentileza de Montse Vega, pluriblogística compañera: El ladrón de Shady Hill, Últimas páginas y...)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

alucinante la idea de envejecer con tu propio personaje, como parece haberlo hecho Roth. No estaría tan seguro de identificar a Roth y Zuckerman como lo hace Muñoz Molina,sin embargo. El tono autirónico de las novelas de esa saga puede estar diciéndonos que Roth se mofa de sí mismo para salvarse de ser un novelista
"común".

Javier Moreno dijo...

Tengo el libro esperándome tras Las Benévolas. Espero no tardar mucho en terminar este para poder empezar a leer el final de Z.

Portnoy dijo...

Envejecer con tu personaje, sí, Víctor... pero ¿morir con él?... la idea me resulta perturbadora.
Tengo cierto artículo pendiente de publicación en cierta revista accidentalmente desaparecida que habla sobre la cuestión.
Javier... ¿es Las Benévolas tan aburrida como dicen? (es por fastidiar, ya que podrás leer Exit Ghost antes que yo, que tendré que esperar a la traducción)
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Gabriela Zayas dijo...

Yo creo que toda ficción se basa en la realidad (autobiográfica o no), para volver a hacerse ficción en un grado imperceptible a veces, para el lector, que tiende siempre a identificar vida y obra.
Abrazos, Portnoy.

Anónimo dijo...

Me engancho tarde pero el comentario viene al hilo de mi lectura. Estoy con "Los hombres duros no bailan" de Mailer, pendiente de hace años, y encuentro una caricatura de Roth en el personaje de Nissen "The Spider". Se trata de un escritor, como el protagonista, que también comparte el vivir en una población de Cape Cod. Pensé en Zuckerman cuando se describen sus ataques de ciática que pasa tumbado en el suelo durante días y follando desde esa postura con su mujer sin parar. Mailer lo describe como un ser sucio y obsesionado por el sexo. A quien sí cita con su nombre, y elogioso, es a Updike, del que cita un texto desternillante en el que describe un coño.