Si me permiten, señoras y señores, señor Juez, miembros del Jurado, me encargaré de traducir las palabras del acusado. El señor I quiere dejar claro de antemano que aquello que van a oír no es lo que él dice, sino una aproximación al sentido original de sus frases. O que, al menos, eso es lo que cabe esperar ya que eso es lo que su experiencia le demuestra cuando desde hace años lucha por plasmar en el papel las contradicciones de los diálogos internos, una gran cantidad de ellos ocurriendo simultáneamente, que suceden en la mente de sus personajes. Dice que eso es lo que intenta pero es imposible trasmitir linealmente, y la escritura es un proceso lineal sujeto a cierta dirección del tiempo, el de la subsiguiente lectura, todas las ramificaciones instantáneas del pensamiento humano. Dice que nuestro pensamiento no necesita autoexplicarse, sabemos y no precisamos conocer los procesos internos que nos conducen a ese conocimiento, contrariamente a la narrativa, que precisa ser consecuente para ser comprendida. Dice que de la nube de procesos simultáneos del pensamiento él escoge una línea argumental y empleando digresiones, saltos temporales, divagaciones y rupturas narrativas intenta refutar el punto de vista subjetivo dominante en la narrativa occidental en la cual el remordimiento y la culpa juegan un papel principal. Sus personajes son inmunes a la culpa, son seres emocionalmente autosuficientes incapaces de reconocer el fallo, aislados en su mundo de perfecta estructura en el que están situados en el centro.
Encontraría lógico que me preguntasen sobre si el señor I, que apenas a pronunciado un par de frases, ha querido comunicarles todo lo que les he dicho. Señoras y señores, nada me parecería más pertinente, ya que debo decirles que he conversado en muchas ocasiones con el señor I y he leido toda su obra, de forma que me creo capaz de exponer su punto de vista mucho mejor que lo que él, desde su desconocimiento de nuestro idioma podría hacer. No está bien que yo lo diga, pero puedo acreditar, pues es de dominio público, que muchas personalidades relevantes del mundo cultural han alabado sobremanera mis trabajos de traducción. A lo cual debemos añadir mi amistad con el acusado, si el señor I me concede el honor de poder calificar nuestra relación como tal, que me permite adelantarme a sus palabras, traduciéndolas antes de que sean pronunciadas. Estoy seguro de que el señor I, de poderme entender en nuestro idioma, suscribiría todo cuanto he dicho.
Pero veo que su Señoría no está conforme. Quiere que me limite a traducir exactamente las respuestas del acusado. Lo que el señor I ha respondido es... ¿cuál era la pregunta, Señoría?
8 comentarios:
Jajaja, Portnoy, genial. He disfrutado mucho.
Un abrazote.
(Creo que comienzo a emerger desde el fondo de una montaña de exámenes. Sí, creo que saco la cabecita poco a poco...)
(Carcajadas). EL señor I casi que me recuerda a Richard Ford, o a sus alter ego.
Buena compadres.
Qué bueno el traductor.:)
Y qué poco reconocimiento se les sigue prestando en el mundo editorial.
¿El señor I no debería ser, mejor, el señor P?
Digo, por lo que sigue arriba...
El señor I, dejémoslo así... Pynchon no necesita que nadie "interprete" su obra (para hundirla, quiero decir)
Traductor, traidor, Val, o eso dicen... la verdad es que hay que reconocer el trabajo de los buenos traductores que tenemos por aquí. Yo, con mis limitaciones, les debo muchas cosas.
Alvy mientas a otro de mis denostados favoritos... busca en el índice la reseña de El periodista deportivo (menuda semana llevo)
Gabriela ( ya llegan las fiestas, tranquila), bellaco, gracias por vuestros comentarios
Por un momento creí que llamaba "bellaca" a Gabriela. Casi me indigno y lo reto a un duelo.
Ufff... lo tendré en cuenta la próxima vez.
:-)
jejejejejeje
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