18/10/15

La paloma de plata, de Andréi Biéli

Andréi Biéli puede ser considerado el eslabón literario que da continuidad a la narrativa de Tolstoi y Dostoievski y la enlaza naturalmente con Nabokov y (menos) Pasternak. Desde luego, la importancia de la obra de Biéli, no sólo en la literatura rusa sino también en la occidental, nunca ha sido del todo valorada. Y no lo ha sido porque su nombre nunca aparece entre los destacados en la narrativa rusa de su tiempo. Quizás porque durante su vida publicó con normalidad antes y dentro del régimen soviético, de cuyos inicios, la revolución de 1917 fue un entusiasta, y no fue hasta unos años después de su muerte que sus obras fueron prohibidas en la URSS.
Injustamente olvidado, sus obras han perdurado con una fuerza que traspasa el tiempo. Incluso (o quizás por eso) a pesar de lo localistas que pueden ser sus novelas. La paloma de plata transcurre en un pequeño pueblo y a través de sus dispares habitantes consigue mostrarnos la disparidad de la sociedad rusa a principios del siglo XX y el caldo social de cultivo de la futura revolución.

"(…) debo explicarte que las personas se dividen en parásitos y esclavos; los parásitos se dividen a su vez en prestidigitadores, o magos, asesinos y sinvergüenzas; los magos son los que se han inventado a Dios y con esta invención acumulan dinero; los asesinos son el estrato militar de todo el mundo; los sinvergüenzas se dividen en simples sinvergüenzas, es decir, gente acomodada, sinvergüenzas instruidos, es decir, los profesores, los abogados, los médicos y los miembros de las profesiones liberales, y en sinvergüenzas estéticos: a estos últimos pertenecen los poetas, los escritores, los artistas y las prostitutas (....)"

Influenciado todavía por el Realismo del XIX, Biéli da mucha importancia a la descripción de los paisajes. La característica que hace de Biéli un precursor de la narrativa del siglo XX es que esas descripciones adoptan un matiz orgánico que responden a las emociones de los personajes. No se trata de meras descripciones de los elementos de un paisaje sino de la tamización a través del perturbado estado de ánimo de quienes lo contemplan o se mueven a su través. El espacio en el que transcurre la acción no es un simple escenario factible de ser descrito, es un personaje más, mutable y viviente. Esta consideración del entorno como un elemento activo de la narración alcanza su máxima expresión durante los arrebatos místicos (¿reales o inducidos?) del personaje principal.

Por otra parte el anticlimático final, devastador y en cierta manera antinarrativo, nos lleva a replantearnos en otra clave toda la narración de La paloma de plata, proponiéndonos un triunfo de la Realidad sobre la ficción narrativa. Esto vendría a ser el triunfo de una religiosidad insana implantada en el corazón del pueblo ruso, simbolizado por un místico Oriente, que subyaciendo en los estratos sociales más bajos, se impone y se infunde por toda la sociedad rusa, sobre todo por aquella que busca ampliar horizontes en un hipotético Occidente cultural.

¿Es la denuncia del triunfo de la sinrazón mística la que hizo que las obras de Biéli fueran prohibidas a partir de 1940 por el régimen soviético? Y si fue así, ¿no era esa una forma de admitir que ese misticismo perduraba en la organización política y social de la Unión Soviética?

La paloma de plata es una novela maravillosa cuando logramos descubrir lo que tan sutil e irónicamente Biéli quería transmitirnos: El inexorable triunfo de la religión fuera de toda lógica.
Triunfo porque la religión, oficial o sectaria, teísta o política, no precisa de la Razón para imponerse, no precisa esfuerzo por parte de los fieles y seguidores, no les impone pensar, solo creer.
Inexorable porque la alternativa, Occidente frente a Oriente según la nomenclatura de Biéli, Religión frente a Razón, si que implica esfuerzo, comprensión e incluso oposición. No se trata tan sólo, según Biéli, que ciertas personas acojan la causa religioso-mística (y aquí sigo con la alegoría política) por sus condicionamientos sociales, sino que ciertas personas afectas a la Razón pueden, según las circunstancias de su vida, dejarse seducir por el apacible y cómodo dejarse llevar de la vida religiosa.
Pero en cierta manera estoy mintiendo para justificar lo que quería decir. Darialski, el protagonista de La paloma de plata, se transforma por causa de una mujer... no de una mujer, de los ojos de esa mujer... de la carnalidad de esa mujer... ese será el motivo, nunca del todo justificado racionalmente en la novela, para situar al personaje en una disyuntiva Oriente-Occidente de la que no podrá escapar.

Arriba, parias de la tierra.
Creed con una fe ciega.




El fragmento de la traducción de María García Barris para editorial Laetoli.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Es la denuncia del triunfo de la sinrazón mística la que hizo que las obras de Biéli fueran prohibidas a partir de 1940 por el régimen soviético? Y si fue así, ¿no era esa una forma de admitir que ese misticismo perduraba en la organización política y social de la Unión Soviética?
Me parece muy sagaz esta observacion en forma interrogativa. Los jerarcas del estalinismo quizá entienderon bien a Beili. Las ideologias fanáticas y extremistas quieren desplazar a las religiones, y convertirse ellas mismas en una religión de Estado.

Anónimo dijo...

En la apreciación de los ojos de la mujer como factor carnal que lleva a la conversión me has recordado la temática, o parte de ella, de Thomas Mann, otro autor del que parece decirse siempre ah, sí, ese gigante de las letras pero que, claro, aún escribía como se hacía en el xix. Oriente-occidente, es una dicotomía que asumía explícitamente en La montaña mágica, pero cuyo trasfondo late en todas sus otras obras y que, me parece, además, uno de los motores principales de La muerte en venecia.
Este es el comentario pedante. Ahora este otro: me has recordado que tengo que leer Petersburgo, lo que supone añadir otro ejemplar a la montaña de libros que se me acumula. Maldición.
¿Y no habrá una novela que trate de la actualización moderna de esa dicotomía en la pareja leerlibros-comprarlibros? Si la hay y la conoces, recomiéndamela; o no. No sé.

Javier

Marlowe dijo...

Pon un enlace al Libro y dejanos digerir por nosotros mismos.

Anónimo dijo...

Es la denuncia del triunfo de la sinrazón mística la que hizo que las obras de Biéli fueran prohibidas a partir de 1940 por el régimen soviético? Y si fue así, ¿no era esa una forma de admitir que ese misticismo perduraba en la organización política y social de la Unión Soviética?
Me parece muy sagaz esta observacion en forma interrogativa. Los jerarcas del estalinismo quizá entienderon bien a Beili. Las ideologias fanáticas y extremistas quieren desplazar a las religiones, y convertirse ellas mismas en una religión de Estado.