15/6/13

Demasiada felicidad, de Alice Munro

“Otra cosa que hacía yo era construir casa de hojas. Recogía con el rastrillo hojas secas del arce del columpio, las cargaba en brazadas y las tiraba al suelo y las distribuía formando la planta de una casa. Aquí el salón, ahí la cocina, allí un montón blando para la cama del dormitorio, y así todo lo demás. Yo no me había inventado ese pasatiempo; en el patio de las chicas se trazaban casas de hojas más extensas, e incluso se amueblaban un poco, en todos los recreos, hasta que el conserje acababa por recoger y quemar las hojas”
Juego de niños; Demasiada felicidad, de Alice Munro.

Sofía durmió un rato. Cuando se despertó volvía a estar locuaz, pero no mencionó a ningún marido. Habló de su novela y del libro de recuerdos de su juventud en Palibino. Dijo que ahora podía hacer algo mejor y se puso a describir la idea que tenía para un nuevo relato. Se embrolló y se echó a reír porque no lo explicaba con claridad. Había un movimiento hacia delante y hacia atrás, dijo, había un pulso en la vida. Tenía la esperanza de que en esa novela descubriría qué pasaba. Algo oculto. Inventado, pero no.
¿Qué quería decir con aquellas palabras? Se rió.
Desbordaba de ideas de una amplitud y una importancia completamente nuevas, dijo, pero al mismo tiempo tan evidentes y naturales que no podía evitar reírse.
Demasiada felicidad; Demasiada felicidad, de Alice Munro.


Cuando alguien (en la contratapa del libro, por ejemplo) reduce la maestría de Alice Munro al campo del relato, siento que algo terriblemente injusto se está desarrollando, como una especie de incomodidad que nos impidiese aceptar la realidad: Alice Munro es (y aquí prescindo de género deliberadamente) el más grande escritor de nuestros tiempos. 
Es cierto que Munro se dedica casi exclusivamente al relato, es cierto, reconozcámoslo también, que hay cierta irregularidad en la intensidad de sus textos. Pero no logro encontrar en la literatura contemporánea alguien capaz de deslumbrarme y anonadarme y dejarme rendido ante la (¿aparente?) sencillez de sus relatos y la contundencia del mensaje que transmite.
¿Se puede explicar esa sensación? ¿se puede analizar cómo lo hace? En el texto de arriba, atribuido por Munro al delirio febril de Sofía Kovalevskaya, ¿se puede leer una especie de explicación al método Munro? ¿“un movimiento hacia delante y hacia atrás”, “un pulso en la vida” “algo oculto. Inventado, pero no”?, ¿pretende Munro con sus textos descubrir qué pasa, entender el mundo? ¿quiere que nosotros lo entendamos?
Creo que no sólo quiere que lo entendamos: nos descubre el mundo con un estallido cegador. Ínfimos mundos cotidianos que pasamos por alto son desmenuzados ante nuestros ojos con un sutil movimiento hacia delante y hacia atrás. Circunstancias que jamás podríamos adivinar nos son mostradas con total normalidad a pesar de todo el dolor, culpa y atrocidad que ocultan, no tan solo sin juzgar a sus personajes, sino recordándonos continuamente que nosotros no podemos juzgar. La habilidad narrativa de Munro sitúa al lector al mismo nivel que sus personajes. Ya no podemos juzgarlos porque son nuestros iguales, pero tampoco podemos amarlos porque Munro interpone la barrera de la individualidad. Lo más monstruoso de los relatos de Munro es que jamás podremos acercarnos a sus personajes ni para amarlos ni para odiarlos, no podremos condenarlos ni absolverlos porque no es eso lo que buscan. En cierta manera los personajes de Munro se muestran ante nuestros ojos en contra de su voluntad, pero tampoco debemos considerarlos sujetos de observación. Ellos, los personajes, lo aceptan porque vivimos en un mundo social, una de cuyas características es el conocimiento parcial y sesgado de nuestros semejantes. Y puede que los relatos de Munro se adapten a estas condiciones.
Pero entonces viene una explosión que deja cegado al lector.
Tres frases al azar sin enfatizar.
Un acto trivial.
Una confesión.

Una ráfaga de aire y la casa de hojas se desmorona o, como le ocurre a la narradora de Juegos de niños, un extraño irrumpe y desbarata el juego.

Sí, en cierta manera es la forma tradicional de escribir un relato. No hay nada nuevo. El estilo de Munro puede calificarse de tradicional.
Entonces, ¿cómo lo consigue Alice Munro para destrozar al lector de esta manera, para dejarlo rendido a los pies de la historia? (y, a los mitómanos como yo, rendidos a los pies de su autora)
Obviamente es la estructura.
No sé la influencia que Vladimir Nabokov ha podido tener sobre Alice Munro, pero muchos de esos momentos en los que el teléfono suena o en los que el personaje declara que esos son sus zapatos, instantes de brillantez narrativa que dejan en suspenso la acción y/o empujan al lector a replantearse lo que acaban de leer, son frecuentes en Munro.
Igualar a Munro con el Nabokov relatista es situarla en el lugar que merece en lo más alto de la literatura.
Si no me creéis leed Dimensiones, el primer relato de Demasiada felicidad. Conozco a lectores que no han podido pasar de ese primer relato de tan alto que Munro pone el listón. Decir esto, proclamarlo en público ya es un error, ya es emplear el martillo para condicionar la lectura de quienes se acerquen a Munro después de leer esto.
La idea de este post era desmenuzar Dimensiones, analizar su estructura, desenredar los hilos temporales, mostrar sus entrañas.
A veces debo reprimir mis instintos brutales que me impulsan a destrozar a martillazos aquello que me asombra para comprender como funciona.
Leed a Munro.


Crater Kovalevskaya, la Luna. 


Los textos de la traducción de Flora Casas para Mondadori

10 comentarios:

Unknown dijo...

No sé si es el escritor más grande de su tiempo pero lo cierto es que es grande, muy grande.
Nunca me ha recordado a Nabokov ni a nadie más que a ella misma que juega tan magistralmente con la estructura narrativa.
Tengo todos sus libros, alguno aun no terminado como si lo guardara como se guarda un postre suculento.

Josefina Delgado dijo...

Leí este libro y admiro a Munro. Todas las contratapas reducen a los autores. Solamente las leo cuando no conozco a los autores.

Cristina dijo...

Hacía años que quería leer algo de Munro y, hace dos navidades, me regalé éste. Quiero, debería leer otros... pero aún no puedo. También he intentado desmenuzarlo, comprender cómo lo logra. Pero los martillazos me los doy en los dedos de las neuronas. Coincido con tu comentario plenamente y con el consejo: Leed a Munro. Un abrazo.

Ángel Herrero López dijo...

Alice Munro es tan buena que casi da grima...

Unknown dijo...

Parece ser que no ha entrado el comentario en el que escribí que Munro es lo más grande. Alguien con razón dijo que ella escribía densas novelas de treinta páginas. Tengo toda su obra y, a veces, me reservo alguna historia como un postre que leeré en otra ocasión.

Portnoy dijo...

Como veo que Josefina, Cristina y Gloria (gracias por vuestros comentarios) comparten mi admiración por Munro, pediría a Ángel (en el nombre de ellas y en el mío) que nos explicase su comentario... ¿da grima?
O_o
Un saludo

Lula dijo...

Pues mira por dónde....

http://www.themillions.com/2013/06/thats-a-wrap-says-alice-munro.html

Ángel Herrero López dijo...

Me temo que llego (vuelvo) un poco tarde, pero en fin...
Pensaba un servidor que el comentario se explicaba por sí mismo. Probable error por mi parte; o sentido del humor perjudicado. Tan sólo pretendía patentizar algo que seguramente a usted tampoco se le escapa, y es que la lectura atenta de determinados autores (Munro entre ellos)nos lleva en ocasiones a preguntarnos (con infinita admiración, por supuesto, pero asimismo con cierta "dentera") HASTA QUÉ PUNTO SON SERES HUMANOS de tan bien que escriben.
Siento el malentendido, pero sigo pensando (creo que con razón) que no es lo mismo decir "Alice Munro es tan buena que casi da grima" que decir simplemente "Alice Munro da grima". No obstante, no tengo ningún problema en retirar la desafortunada (a tenor de sus indeseados efectos) salida de tono.

Otro saludo.

Y un enlace que podría interesarle(s):

http://www.pareciaunapersonanormal.blogspot.com.es/2013/08/el-discreto-encanto-de-lo-fallido.html


Felicidades por su magnífico blog.

Igor dijo...

Lástima que a veces la traducción juegue una mala pasada, como con la lamentable de "AMISTAD DE JUVENTUD" de Esperanza Pérez Moreno...

Anónimo dijo...

Como dice Igor, la traducción de Esperanza Pérez Moreno es lamentable. Desvirtúa los relatos a veces, confunde el futuro con el pasado, traduce literalmente expresiones del inglés, .... y deja unos textos traducidos que no fluyen, que rebosan sinsentidos e incongruencias. Una pena, la verdad.