Bardo es el estado intermedio
transitorio entre una vida y la siguiente reencarnación según el
budismo tibetano... o algo así. Los narradores de esta novela de
Saunders habitan ese espacio de no-vida sin asumir su propia muerte.
Ignoran todo, mucho sobre sí mismos, y más sobre el destino que los espera, así que se aferran a sus cuerpos en descomposición que se pudren
en el cementerio de Washington sin asumir su propia muerte.
La Historia es el otro motor de la
narración. Saunders reúne una serie de testimonios, mezclando,
creo, los apócrifos con los reales, que nos dan una visión de los
acontecimientos reales previos y posteriores a la muerte del niño
Willie Lincoln, hijo del presidente de los EE.UU.
Sin embargo, lo que verdaderamente me
sonroja, es que en la mayoría de textos promocionales de la novela
no se menciona un hecho crucial: Esta es una novela de género
fantástico en la que los fantasmas que llevan las principales voces
narrativas deben llevar a cabo una misión desesperada.
Es una novela de género. Es (podría
decirse) una novela de acción.
Lo cual demuestra que todavía existen
reparos a la hora de permitir que ciertos géneros “mancillen” la
narrativa seria.
Aceptémoslo, las barreras de los
géneros hace tiempo que han caído.
Asumámoslo, la hibridación ha
conquistado la mayor parte de la narrativa contemporánea.
Se podría decir que, de alguna manera,
Stephen King ha ganado.
Es decir que algunos autores han
asumido como batalla personal dar el paso que King nunca se atrevió
a dar, esto es no ceder a los patrones comerciales que limitan la
creatividad y la experimentación narrativa, al tiempo que no se
distingue entre géneros serios y populares.
O eso o es que hemos bajado el listón
narrativo al nivel del lector más tonto.
La estructura es fundamental en Lincoln
en el Bardo. Párrafos cortos de distintas voces que se complementan
hacen que la narración avance. Nos puede recordar en ese sentido a
Markson, aunque el propósito no sea el mismo, no el de
desestructuración de la Historia y las historias presente en
Markson. Más bien en un sentido de acumulación. Y así se le puede
reprochar que quizás la novela esté demasiado capitulada, 108
capítulos o cápsulas, como si Saunders no estuviese cómodo en una
narración larga, o como si el origen de la novela fuese una nueva
serie de relatos ambientadas en el Bardo, el particular Libro de los
Muertos de Saunders, convertidos en novela ante la aparición del
¿fantasma, espíritu? del niño Lincoln, cuya salvación es el eje
de la historia.
Personalmente no me convence demasiado
el Saunders de los relatos. Pero tengo que decir que esta primera
aproximación a la novela por su parte me ha parecido muy
interesante, tanto por la estructura como por la hibridación de
géneros y, sobre todo, por esa conjugación inusual entre el relato
corto y la narración extensa.
De todas formas alguien (¿el autor?)
debería explicarme esa mojigatería de escribir las palabrotas
usando la inicial y puntos suspensivos, j...
2 comentarios:
Los americanos siguen siendo muy mojigatos... no debería sorprenderte.
El hecho que se venda como "superventas" me echa para atrás. Pero tu reseña lo hace más interesante.
Tu robot más fan
No lo he leido es muy interesante lo que cuentas me has dejado pensando abrazos desde Miami
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