Publicado por Seix Barral con
traducción de Albert Fuentes, este volumen recoge cuentos aparecidos
en Taking Care (1972-82, Random House), Escapes (1992,
The Atlantic Monthly Press), Honored Guest (2004,
Alfred A. Knopf) así como otros aparecidos en varias revistas(*).
Casi más que de unos cuentos escogidos parecen unos cuentos
completos de Williams hasta 2015.
Como ya he hablado, en relación con
sus novelas, de la admiración que siento por esta escritora paso
directamente a recomendar estos Cuentos completos escogidos.
Relación con las novelas: Mujeres,
mujeres solas, mujeres enfermas, hijas, nietas, parejas, paisajes
costeros, paisajes desérticos, saguaros, perros, serpientes,
animales disecados, cuadros con animales, pájaros, casas
destartaladas...
“Las mujeres sufren por la pérdida
de un secreto que antaño conocían” (pág. 122)
La sensación general que dejan todos
los relatos de Williams es de cierta tristeza inherente a la
condición humana. Despojadas de convencionalismos, las personas que
muestra Williams, principalmente mujeres, se enfrentan a sí mismas.
La tristeza proviene de ese grado de resignación y renuncia al que
mayormente nos entregamos. Nos abandonamos a la certeza de que no hay
certeza y de que no hay nada más que esta materialidad en continua
descomposición.
Cada relato, cada persona, es como un
animal disecado. Una representación sin vida.
Creo que las claves de toda la
narrativa de Joy Williams se encuentran en el relato titulado
Martillo.
Referencia:
Yo veía a un hombre feliz, cuyo sueño secreto se había realizado de un modo tan evidente, que había alcanzado su objetivo en la vida, había recibido lo que quería, que estaba satisfecho con su destino, consigo mismo. A mis ideas sobre la felicidad humana, siempre, por algo, se añadía algo triste, pero ahora, ante la visión de un hombre feliz, se apoderó de mí una sensación penosa, cercana a la desolación. En particular, era penoso por la noche. Me hicieron la cama en una habitación, junto al dormitorio de mi hermano, y yo oía cómo él no dormía, y cómo se levantaba y se acercaba al plato de grosellas, y tomaba una. Yo pensaba: ¡en esencia, cuántos hombres satisfechos y felices hay! ¡Qué fuerza tan aplastante! Échenle un vistazo a esta vida: el descaro y la ociosidad de los fuertes, la ignorancia y la bestialidad de los débiles, alrededor una pobreza imposible, la estrechez, la decadencia, la embriaguez, la hipocresía, la mentira… Entre tanto, en todas las casas y en las calles el silencio, la tranquilidad; de cincuenta mil que viven en la ciudad, ni uno que grite, que se perturbe en voz alta. Vemos a los que van al mercado por productos, comen de día, duermen de noche, dicen sus tonterías, se casan, envejecen, llevan a sus difuntos al cementerio de modo bondadoso; pero no vemos ni oímos a los que sufren, y lo terrible de la vida pasa en algún lugar, entre bambalinas. Todo está en silencio, tranquilo, y sólo protesta la muda estadística: tantos se volvieron locos, tantos baldes bebidos, tantos niños murieron de inanición… Y este orden, evidentemente, es necesario; evidentemente, el feliz se siente bien, sólo porque los infelices llevan su carga callados, y sin ese callar, la felicidad sería imposible. Es una hipnosis general. Es necesario que en la puerta de cada hombre satisfecho, feliz, esté parado alguien con un martillo, y le recuerde con un martillazo, de modo constante, que hay hombres infelices, que, por muy feliz que él sea, la vida tarde o temprano le enseñará sus garras, llegará la desgracia, la enfermedad, la pobreza, la pérdida, y nadie lo verá ni lo oirá a él, como él no ve ni oye ahora a los otros. Pero no hay el hombre con el martillo, el feliz vive a su gusto, y las pequeñas preocupaciones mundanas lo inquietan levemente, como el viento al roble, y todo está a favor.
Anton Chejov, Las grosellas.
En su relato, Martillo, un personaje un
tanto estrambótico sirve de escudo entre madre e hija cuya relación
es bastante tensa. Él introduce el tema del hombre del martillo de
Chejov y cuando la madre le pregunta si se cree el hombre del
martillo, él sonríe con modestia. Durante su aparición en el
relato se encarga de señalar todos y cada uno de los defectos del
domicilio de la madre, el deterioro, el desorden, la decrepitud.
¿Es él el hombre del martillo?
No.
Joy Williams es la mujer del martillo.
Con su narrativa nos enseña que “la
vida tarde o temprano le enseñará sus garras, llegará la
desgracia, la enfermedad, la pobreza, la pérdida” o más bien
que todas esas cosas son inseparables de la misma vida. Con su
martillo Williams nos muestra que no somos tan felices como creemos
ser. Nuestra sociedad es como el cuadro que la madre del relato
Martillo robó en un bar en el que se muestran unos castores
junto a su vivienda de troncos y ramas: “El artista, ese
malnacido, seguramente había atrapado y ahogado a los castores antes
de embutirles varas en sus pobres cuerpos para colocarlos en posturas
que trasladaran una impresión de vida, tal y como había hecho
Audubon con los pájaros, otro malnacido, y Stubbs con los caballos,
otro malnacido, para hacer sus bonitos retratos”.
Y eso es lo que tenemos entre manos,
simulacros de realidad y vida. La autora, esa malnacida, atrapa y
ahoga a sus personajes y les inserta alambres para darles y darnos
impresión de vida. Sabe que toda narrativa no es más que un
simulacro de vida, de realidad. Pero sabe también que esa visión
entre pesimista y resignada es también una realidad tangible. No hay
felicidad en este mundo, hay, si acaso, abotargamiento y rendición.
Y aquí viene Joy Williams con su
martillo de narración impecable e implacable.
Muchísimas gracias, señora Williams.
—Yo me imagino a Dios como un mago —susurró ZoeBella, mirando fijamente a Janice—. Un mago rico que tiene un montón de ovejas hipnotizadas para así no tener que gastarse ni un céntimo en cercados o pastores para evitar que se escapen. Las ovejas saben que en el fondo el mago quiere matarlas porque quiere su carne y su piel. Así que el mago primero las hipnotiza para hacerles creer que son inmortales y que no se les hace ningún daño cuando las despellejan, que al contrario, que será bueno para ellas e incluso una experiencia agradable. Luego las hipnotiza para que piensen que el mago es su buen amo y que las ama. Luego las hipnotiza para hacerles pensar que no son ovejas en absoluto. Y después de todo esto, nunca se escapan, sino que esperan tranquilamente hasta que el mago exige su carne y su piel.
(*) Un día habrá que
analizar el impacto de las revistas literarias en la narrativa
estadounidense y cómo éstas sirven de plataforma de presentación
para nuevos escritores y de afirmación para los veteranos, y que
parten de un principio básico que es la del trabajo PAGADO. ¿Sería
impensable una cosa así en “este país”? Me temo que sí.
Empezando por lo de pagar a los escritores los cuales deben, por
supuesto, sentirse agradecidos por ver publicados sus trabajos en
papel.
1 comentario:
Yo, Charly Angulo, conocí a esta mujer llamada Mirella Nerida Valcacer , a través de Facebook, empezamos a salir y comenzamos una relación que duro 6 meses , porque la muy creída empezó a sacarme real, me quito cerca de 10.000 $, además de eso se llevó de mi casa objetos de valor. Me sentí frustrado y confundido porque pensé que había amor verdadero entre nosotros. La denuncie por robo, pero no sucedió nada, por eso recurro a estos medios. Esta publicación la hago Ya que no deseo que otras personas caigan en manos de esta señora charlatana y ladrona.
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