Pongamos que la trama es una línea
recta.
Luego dibujemos las líneas temporales
de los personajes entrecruzándose con la trama y entre sí.
Luego borremos aquellos episodios de
los personajes que no tengan relación con la trama.
Finalmente borremos la trama.
Disculpadme esta tontería, pero me
apetecía volver a usar el Paint, esa herramienta obsoleta, para ilustrar como está construida
esta novela de McCarthy.
En el dibujo final aparecen fragmentos
de líneas que aparentemente no tienen relación entre sí. Así cada
“capítulo” de Hombres en el espacio, separado del siguiente por
cinco asteriscos, muestra un segmento de una línea, o el momento en
que dos líneas se cruzan. Como en las pinturas de los maestros de
Bačkovo, el medio básico
en la narración de esta novela es la línea, manejada de forma que
permita “representar varios momentos de una historia en un solo
panel”.
Y la comparación entre pintura y
narrativa, ya establecida desde el inicio de la novela en un epígrafe
escrito por uno de los personajes, es fundamental para comprender
Hombres en el espacio.
La trama, la línea negra que no
aparece, trata sobre la falsificación de un cuadro, un icono
imposible, encargado por una organización criminal, ambientada en
1993 en una Praga que se convierte en capital de la nueva República
Checa.
La intención de McCarthy es dibujar
esa trama sin mencionarla.
Lo que podría ocurrir en la novela es
algo así como una historia digna del mejor John LeCarre, con mafias
búlgaras operando en una Praga en proceso de recomposición,
policías del régimen soviético con los oídos atrofiados por
tantas escuchas y un crimen en proceso para el que la falsificación
del icono es fundamental. Por otra parte, tanto por la forma en que
la novela se estructura, una novela coral con múltiples puntos de
vista, como por el tema, la copia y la creatividad, nos puede
recordar a Los reconocimientos de Gaddis. Finalmente, la
estructura de la novela y la inconclusión de sus capítulos, no
puede más que recordarnos a Pynchon, al de El arco iris de
gravedad, por ejemplo, en el que cada capítulo terminaba con
unos puntos suspensivos que indicaban que había acción que ocurría
fuera del campo de la narración.
La tesis de la novela, que termina con
Boardaman en lo alto de un edificio, personaje cuya primera aparición
es soñando con barcos que contempla desde lo alto de la cofa del
mástil de uno de ellos, se explica en el mismo título de la novela.
Hombres en el espacio hace referencia a un chiste de la época de la
descomposición del bloque soviético. Un cosmonauta soviético en la
estación espacial no puede descender a la Tierra porque Ucrania dice
que no puede correr con los gastos de un proyecto que ellos
consideran ruso, mientras que Rusia, puesto que el cosmonauta es de
una república báltica, pide que sean los bálticos quienes se hagan
cargo del aterrizaje. El cosmonauta ascendió al espacio como
soviético pero no puede descender porque ya no existe una nación
que le reconozca. Los personajes de la novela son como hombres en el
espacio: estadounidenses en la república Checa, holandeses en
Lituania, búlgaros expandiéndose como una supranación en la
clandestinidad. El arte, la obra de arte, se convierte en el
contrapunto, en símbolo de la futilidad de las fronteras, en
metáfora de ese “algo” que sobrepasa las nacionalidades.
Todas estas líneas que se entrecruzan
y desaparecen, toda la trama y la estructura, sirven solo para
explicar como está ideada la novela y como la desarrolla su autor.
Lo que de ninguna manera voy a poder
explicar aquí es la sutileza con la que McCarthy hace que todo
funcione.
Los capítulos finales del libro, que
contrastan la tensión de la acción con la ignorancia de los
personajes de los fenómenos a los que se enfrentan, me parecen de lo
mejor que he leído en tiempo.
No puedo contar nada sobre ellos sin
desvelar datos esenciales.
Hay una rama.
Hay una cofa.
Hay barcos.
Ágape en sinfonía con Erania.
Ámame en simpatía hacia Eramia.
Todas las pistas están dispuestas
desde el principio de la novela, solo que en ese momento no somos
capaces de leerlas, de interpretarlas. McCarthy nos acompaña
sutilmente a lo largo de toda la narración, escuchando justo aquello
que debemos oír. No quiere que nos convirtamos en el policía sordo,
saturado de información innecesaria e irrelevante. Todo en la novela
tiene un propósito, pero no será hasta el final que podremos ver
como cada pieza encaja exactamente en su lugar. Puede que hayamos
estado leyendo fragmentos, que nos hayamos detenido en cada uno de
los detalles del icono copiado, en el significado de las escenas que
rodean a la figura principal, pero lo que McCarthy nos muestra es el
cuadro en su totalidad. Deteniéndonos en los detalles, en los textos
escritos en un idioma irreconocible que adornan el cuadro, hemos
olvidado la figura principal que domina el centro del icono: Un
cosmonauta flotando en el espacio.
Líneas que acaban. Líneas que
prosiguen fuera del texto. Un complejo y meticuloso entramado de
líneas que conforman una gran novela.
—¿Sabéis lo del cosmonauta soviético?— No —dice ella—. ¿Es un chiste?—¿Un chiste? Cariño, podría serlo. ¿No es la historia una chistosa hija de la gran puta? —Lo dice con tono afectado, como si citase algo: quizá una frase de una película famosa, una referencia que ella debería captar pero no capta.
Hombres en el espacio, de Tom McCarthy.
Traducción de José Luis Amores para Editorial Pálido Fuego.
10 comentarios:
Mmm, no sé por qué, las líneas de colores me han recordado a esto:
http://www.fulgenciopimentel.com/sites/default/files/retiro.jpg
Es lo que tiene el Paint. Por cierto, Dovlatov es un autor muy recomendable.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Sí, lo he descubierto recientemente. Hace unos años, la editorial Metáfora saldó todo su catálogo y unos cuantos libros acabaron en casa de mi suegra, vaya usted a saber por qué. Entre ellos, La maleta, de Dovlatov. Hace poco me los agencié y leí La Maleta, gracias a la reseña publicada en este blog. Tenemos suerte de que la editorial Fulgencio Pimentel haya decidido reeditarlo. También he adquirido hace poco La extranjera, lo tengo en mi montón de pendientes. Si es la mitad de bueno que La Maleta, me hago con sus obras completas.
Buenas tardes:
Antes de nada, pido disculpas por tener que contactarle mediante esta vía a falta de haber encontrado una más apropiada.
El motivo de que haya recurrido a ello, es que me hallo elaborando mi Trabajo final de Grado, en el cual su obra, Constatación brutal del presente, juega un papel fundamental. El trabajo consiste en un diálogo con la novela Historia abreviada de la literatura portátil, de Vila-Matas, haciendo especial hincapié en la manera en la que ambos tratáis el aspecto de "el otro".
Así pues, si usted tuviera a bien, me gustaría realizarle varias cuestiones al respecto que me serían de gran importancia con mi trabajo.
Muchas gracias (y aún más por haber escrito tan magnífico libro).
Mi correo electrónico es nestorsg@usal.es
Gracias Nestor.
Luisru, mi preferido de Dovlatov es La zona, donde narra sus oficios antes de emigrar a EEUU. Sus historias de carcelero de una prisión no tienen precio. La extranjera tampoco está mal, pero de los tres que he leído, quizás sea el menos impactante. Pero no es desdeñable.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.
http://www.fansdelmadrid.com/de-como-el-madrid-consiguio-la-decimosegunda-gracias-a-la-psicomagia-de-von-rothbart/
¿Vargas LLosa o Casas Ros?
Buen paint para explicarlo!
Buena idea la de los gráficos de Paint, pero después de leer la novela, creo que se queda corto: ¡McCarthy no juega en solo dos dimensiones! La novela es divertida, original en su inautenticidad, como todo lo que escribe. Un saludo,
J.S.
Cierto, se pierde la tercera dimensión en la analogía paint. Pero bueno, creo que se entiende lo que quería decir.
Un saludo y gracias por tu comentario.
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