18/5/17

El atlas de ceniza, de Blake Butler

Insectos            despojos          esporas           hongos

lluvia                polvo               infección             sarpullidos

barro                 edificios desplomados             granos

La espuma sanguinolenta que las olas llevan a todas las orillas”

El hecho de que ya no se veía la luna por las noches”

carbonilla            ceniza negra          costras           escamas de piel

enfisema             asma             bronquitis             toses

El aire era tan espeso que lo llamábamos pasta”

podredumbre          tierra cuarteada               grietas

El cielo era siempre del mismo color idiota”

porquería       hedor        células muertas      larvas       llagas





Aquí me gustaría copiar el relato titulado Orugas porque refleja el sentido de todo el libro de Butler.
Porque a pesar de ser una colección de relatos, que en principio podríamos decir que no tienen continuidad entre ellos, existe en conjunto una unidad temática y narrativa. El atlas de ceniza nos muestra un (o varios) escenario postapocalíptico. El campo semántico y las descripciones nos conducen a un mundo en constante degradación en el que las personas son consumidas por repugnantes enfermedades, son infestadas por plagas orgánicas y su entorno asolado por catástrofes naturales antinaturales.
Pero, ¿habla Butler de un mundo postapocalíptico? Ya sabéis que mantengo la teoría de que no se puede escribir tras el apocalípsis, de que tras el apocalípsis la literatura es prescindible y muestra su completa desnudez e inutilidad. No hay lectores tras el desastre global que reduce a la humanidad a un estado primitivo y a la sociedad, o lo que quede de ella, o aquello que entrecomillado podamos llamar así, a sus más básicas necesidades.
[Nota idiota: Por eso cuando juego a Fallout 3 una de las misiones que más me tomo en serio es la de recuperar libros en buen estado para la biblioteca]
De un mundo postapocalíptico solo se puede hablar desde antes del desastre, que a fin de cuentas se convierte en un escenario literario-narrativo o en un deseo de acabar con el orden imperante para volver a empezar de cero.
Por eso mismo, al plantearnos ese escenario teórico, Butler habla de nosotros, de nuestra condición, de nuestra sociedad, de nuestra continua e imparable destrucción del mundo, de éste, el único mundo que conocemos.



Es posible que la lectura de El atlas de ceniza sea desesperanzadora y deprimente, no nos vamos a engañar, pero personalmente me convence la forma literaria en la que Butler siembra esos sentimientos en el lector.


(Las frases de la traducción de Javier Calvo para Alpha Decay)

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