19/5/17

Zebulon, de Rudolph Wurlitzer

You talk about Two-Lane Blacktop being a journey to nowhere, and that seems to be the theme in Drop Edge, too.

I’ve always been obsessed with episodic journeys, and trying to get lost in the presence of the journey. Each time you take a journey, you separate from what you’ve left behind, and you hopefully burn out all the false attachments and beliefs about who you are, the “me.” When you’ve dissolved all the conditions that you’ve been born into, it’s often very brutal, but that’s what it means to be free.

Your novel fuses these Eastern concepts with our Western notions of freedom: the Old West, outlaws, living as an individual.

Sure, you could say the frontier is a metaphor for freedom. It’s about all these wackos who rushed out there for the gold rush, and how that fueled the whole capitalist system. It’s about greed, desire, ambition, and in this sense, Drop Edge is about how the big empty was filled up and what people did with that emptiness, and how they used and arranged it to feel safe, or make their coin or whatever.



Nota 1: Se habla mucho, quizás demasiado, de la influencia del guión que escribió Wurlitzer y que, al parecer, inspiró a Jim Jarmush a la hora de crear Dead Man(1). Zebulon fue en origen un guión que Wurlitzer paseó por Hollywood a finales de los setenta y por el que se interesaron Sam Peckinpah, Hal Ashby y Roger Spottiswoode. Jim Jarmush y Alex Cox también se interesaron por el guión. Recordemos que Cox colaboró con Wurlitzer en la película Walker, personaje que aparece tangencialmente en Zebulon, y Jarmush aparece en la película casi inencontrable que dirigió en 1987 Wurlitzer junto a Robert Frank, Candy Mountain(2).

(1) : En Conversing withRudy Wurlitzer by Rodger Jacobs al entrevistador le sorprende la actitud de Wurlitzer cuando le habla de Dead Man. Dice: “habla del plagio de Jarmusch sin mucha amargura e incluso se ríe de ello”. (En el artículo se desarrolla una historia del propio Jacobs llena de pseudofilosofía oriental en la que aprende de la actitud de Wurlitzer... unos comentarios que podría haberse ahorrado.
(2): Candy Mountain tiene una característica que la une a otras en las que ha participado Wurlitzer: está interpretada por músicos. En este caso, y entre muchos otros, por Tom Waits, Joe Strumer, Dr. John, Leon Redbone y David Johansen de New York Dolls. 




Nota 2: El título original de la novela es The Drop Edge of Yonder. Zebulon es el título del guión de la película no realizada. Pero ante lo que estamos no es la novelización de un guión cinematográfico, sino una novela que toma como base una idea previa de Wurlitzer en forma de guión. En este punto no podemos decir si Jarmush tomo prestadas ideas del guión de Wurlitzer o si éste ha suavizado las concomitancias de su guión original con la película de Jarmush(1) . Es decir, ante lo que estamos es otra cosa distinta a la idea que originó el guión. Queda la historia del hombre que pertenece a dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, sin pertenecer realmente a ninguno de ellos. Sobresale en la novela la desesperada historia de amor nihilista que impulsa al protagonista a recorrer medio mundo.

(1) Pensemos que también se puede encontrar relación entre la novela de Wurlitzer y la película Unforgiven de Clint Eastwood, en la que se da cierta relevancia a la figura del periodista que reinventa la sórdida realidad de la frontera y la dota de aires míticos. Como dice el autor “la frontera es una metáfora de la libertad”. Fueron los periodistas y escritores estadounidenses los que convirtieron ese espacio en una leyenda y a sus delincuentes, asesinos, forajidos y ladrones en héroes del destino manifiesto. Wurlitzer, sin embargo, subvierte los términos. Zebulon Shook aburrido en el viaje en barco que los lleva a bordear toda América del Sur para llegar de las costas de Texas hasta San Francisco, le cuenta a un periodista una historia exagerada de su vida, llena de actos delictivos y crímenes que no ha cometido. Cuando, tras un periplo imposible y delirante por Centroamérica, llega a San Francisco descubre que se ha convertido, gracias a las crónicas del periodista, que ha publicado todos los embustes que Zebulon le había contado, en uno de los delincuentes más buscados de la costa oeste.





Nota 3: Parece evidente que el tema recurrente en Wurlitzer es el viaje. El viaje a ninguna parte, si se quiere. O la vida como un viaje sin objetivos. Así, los contendientes de Two-Lane Blacktop muestran una completa falta de interés en alcanzar la meta y ganar la competición. De hecho el final de la película con el celuloide quemándose es una metáfora de esos episodios de viajes que tanto obsesionan a Wurlitzer. En Nog el narrador, cuyo nombre ni siquiera es Nog, inicia un viaje a ninguna parte en la que, obviamente, trata de evadirse de sí mismo. En Zebulon, sin embargo, aparece un elemento discordante en esa filosofía del viaje a ninguna parte en el personaje de Delilah. Los continuos y explosivos reencuentros de los dos personajes, junto al papel del “hermano adoptivo”, Hatchet Jack, dan una especie de sentido, no carente de misticismo aportado por chamanes mexicanos, brujos indios y chinos opiómanos, al viaje de Zebulon que sería este: Nos guste o no, nunca viajamos solos.




Nota 4: Lo que somos, está determinado por nuestras circunstancias geotemporales. En los viajes que propone Wurlitzer este factor es determinante. Zebulon se sitúa en lo que se da en llamar “la fiebre del oro”. Trata sobre todos los buscadores que se precipitaron sobre una región por la fiebre del oro, por el deseo de enriquecerse, “y cómo eso alimentó todo el sistema capitalista. Se trata de la avaricia, el deseo, la ambición, y en este sentido, Drop Edge [Zebulon] trata de cómo se llenó el gran vacío y lo que la gente hizo con ese vacío, y cómo lo usaron y lo arreglaron para sentirse seguros, o hacer su moneda (lit.) o lo que sea”. Significativo para ilustrar estas palabras del autor es el episodio de la madre de Zebulon enfrentada a los compradores de pieles. El resultado de la gran mayoría de las historias que contiene Zebulon terminan en muerte. La muerte violenta es el signo de la época que retrata la novela. Sin embargo, el protagonista es inmune a ella. O puede decirse que muere en varias ocasiones. Es un personaje que deambula por el filo de dos mundos sin pertenecer a ninguno de los dos. De hecho parece estar muerto desde su infancia cuando de niños Hatchet Jack le ahoga en un río. Y, al contrario de lo que podría parecer por esa primera relación “fraternal”, que su “hermano” es el emisario de la muerte, es quien le salva en numerosas ocasiones. O quien le trae de vuelta del reino de los muertos.

Lo que nos propone Wurlitzer es muy interesante. Focaliza su narración en un personaje de conducta reprobable, violento y pendenciero, falto de empatía, nihilista, egoísta, incrédulo y al que nada de su entorno le importa. Incluso en el hilo narrativo de su relación con Delilah, a pesar de estar planteada como un amour fou, irrefrenable sexualmente, la actitud de Zebulon roza la indiferencia. Está, pero es como si todo le arrastrase. Su largo viaje(1) siempre está forzado por razones externas. Cuando decide despojarse de su “yo” y convertirse en otro en sus charlas con el periodista, se encuentra que los hechos de ese ficticio Zebulon determinan las acciones de su “yo” del que no puede desprenderse. La ficción controlando al personaje real. El viaje, la vida, entonces, según Wurlitzer, carece de sentido. Lo único que hace el personaje es enfrentarse a su entorno geotemporal, a sus circunstancias, como buenamente puede. El objetivo es sobrevivir. Siempre es ese el objetivo.

(1): De alguna manera el viaje de Zebulon es inverso al viaje de Nog en la novela del mismo título.




Nota final: Siempre he defendido en este blog aquellas novelas que crecen tras su lectura. Aquellas que abren un panorama de ideas y que nos llevan a reflexionar sobre lo leído. Zebulon es una de ellas. Wurlitzer plantea en ella una actitud ante la vida extrema pero coherente con nuestra condición humana. No se recrea en la sordidez (como hizo McCarthy en su (para mi sobrevalorada) Meridiano de sangre). La acepta como un condicionante de la época. En ese sentido se podría considerar hermanada con Contraluz de Thomas Pynchon, quien dijo respecto a Nog, la primera novela de Wurlitzer, que significaba el fin de la “novela chorra” y de que cierto tipo de reiluminación comenzaba a imponerse. Hermanada porque comparten espacio y tiempo narrativo y porque ambas van mucho más allá de los hechos relatados. También porque los dos autores forman parte de una literatura que no acepta los lugares comunes y que empleando la formas de contar tradicionales (sea lo que sea eso y sin que suponga una contradicción) abren nuevos horizontes narrativos.
De todas formas trayendo a Pynchon aquí no estoy siendo justo, porque estoy vinculando a través de una coincidencia temática a un autor destacable en sí mismo por su obra, Wurlitzer, con un agujero negro que absorbe cuanto le rodea. Ya sabemos que Pynchon además de un inmenso escritor es un mito viviente que ensombrece a sus contemporáneos.

Zebulon es una gran novela que relata el largo viaje de un hombre para no encontrarse jamás consigo mismo.

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