16/10/12

Cosmópolis, de Cronenberg y Take shelter de Nichols

UN ESPECTRO RECORRE EL MUNDO 
EL ESPECTRO DEL CAPITALISMO 


Juan Francisco Ferré vincula Cosmópolis a Lo imposible. Holy Motors quedará vinculada para siempre con Cosmópolis por tener como escenario común una limusina. La película de Cronenberg es deudora de la novela de Don DeLillo. Voy a tratar de vincular Cosmópolis con Take Shelter al ser ambas, creo, películas que reflejan el espíritu de nuestro tiempo. De todas formas con todo esto parece que la película de Cronenberg no puede ser descrita por lo que es, sino por lo que no es y lo que complementa. En primer lugar porque la presencia de DeLillo es brutal. Creo que no había visto nunca una adaptación cinematográfica tan literaria. Y eso teniendo en cuenta que la película se centra en el material narrativo conformado por los diálogos de la novela y prescinde en gran manera de todo elemento descriptivo, emocional y psicológico que constituye el grueso de la novela. Todo ello es sustituido por el asfixiante interior de la limusina en la que obcecadamente Eric Packer quiere atravesar una convulsa Manhattan para ir a cortarse el pelo. Un regreso a la infancia o un descenso al infierno. Como sea. La fortuna de Packer se tambalea. “Una persona sube como la espuma gracias a una palabra, y cae al vacío cuando tropieza con una sílaba” 
Yen.


  

En realidad es un viaje suicida. Packer sabe. Los lectores de DeLillo saben lo que Packer piensa: (que) “Cuando muriese no sería su fin. Sería el fin del mundo” Así pues da la sensación de que Cronenberg da por sentado que los espectadores de Cosmópolis han sido con anterioridad lectores de Cosmópolis. Con esto lo que consigue es un relato claustrofóbico con más sombras que luces en la que los personajes se interrelacionan con diálogos irreales dotando a la película de un carácter opresivo y, ciertamente, de representación. Una fábula de nuestro tiempo, de nuestra sociedad desmoronándose. La altiva inexpresividad de Pattinson es fundamental para esa opresión ilusoria que nos conduce al fundido en negro final. 
Packer busca el dolor, busca sentir una emoción que le sobrepase, busca en la muerte no la redención sino traspasar lo humano, sentir que su propia individualidad es consistente. De hecho no puede por que su cínica posición le hace comprender que aunque él muera, el sistema permanece. Su fortuna se diluye en las tramas bursátiles, pero ese dinero llega a otras manos y el sistema sigue funcionando. Sube como la espuma y cae al vacío ante la indiferencia del substrato capitalista en la que todos se mueven como espectros. Espectros de un espectro mayor. Una gran tormenta que se cierne sobre el mundo y lo destroza todo a su paso. Pero la tormenta permanece. 
Ahí entra Take shelter.

 

El protagonista de la película de Jeff Nichols es socialmente el extremo de Eric Packer. De ahí también las diferencias en la interpretación tanto de Pattinson, tal vez un poco limitado como actor, pero perfecto para transmitir lo que Cronenberg quería, y la de Michael Shannon, magistral mostrando la indefensión. La tormenta es la misma. Ellos son opuestos. Packer busca un dolor que lo humanice: se somete a exploraciones rectales, hace que le apliquen una descarga eléctrica, mata, se automutila y espera, como una liberación, la muerte. Curtis sufre, el exceso de su sufrimiento, eso que lo hace precisamente humano, es lo que le impide vivir. Se puede argumentar que los acontecimientos que le suceden a Curtis, sobre todo en la parte final de la película, son predecibles, pero obedecen a un patrón común en los melodramas. Lo que desmiente esa predictibilidad es que todo el proceso de derrumbe está narrado sin ningún exceso dramático que hubiese quitado credibilidad a la trama. Lo que el director trata obtener del espectador, y consigue, es que desee la llegada de la tormenta que tiene que devastar el mundo. La tormenta, omnipresente en el imaginario onírico de Curtis, es el foco al que se dirige toda la película, no la luz al final del túnel, sino la oscuridad que todo lo devora. 
Y mientras seguimos avanzando, conduciendo bajo la lluvia, sin visibilidad, un viaje ciego hacia ninguna parte con la muerte o la desgracia acechando. 

 

Los dos personajes simbolizan extremos de la crisis del capitalismo que nos azota. Por una parte el ejecutivo del sistema completamente deshumanizado que trata, cuando su posición se tambalea, recuperar su identidad, comprobando que ni el dolor, ni los gestos mínimos que en cierta manera confirman nuestra libertad, como ir a la peluquería, son inalcanzables para él y que ve, en contra de sus deseos solipsistas de que el mundo termine con su desaparición, como la maquinaria del sistema sigue inmutable tras su caída. Y por otro el obrero, esposo y padre, que intenta, a través únicamente de su trabajo, soslayar todos los problemas familiares, que comprobará trágicamente, con un gran desgaste emocional y psíquico, que no importa lo hondo que caves, que hagas lo que hagas no puedes esconderte del la maquinaria demoledora del sistema. No es mi intención comparar dos películas rodadas con estilos distintos, pero es significativo como la de Cronenberg se desarrolla prácticamente en un interior opresivo y en la de Nichols el cielo y los espacios abiertos se convierten en un fondo angustioso. La oscuridad y las sombras de Cosmópolis tienen el mismo efecto que la luz y el cielo en Take shelter, demostrar la indefensión del individuo ante mecanismos ciegos y catastróficos, independientemente de que estos sean naturales o un artificio humano. Y eso, de alguna manera, es el signo de nuestro tiempo, la sensación de ser arrastrados por una vorágine inevitable (¿lo es?), la sensación de que nuestra propia consciencia de nosotros mismos, la sensación de ser, es una lacra de la que no podremos desprendernos nunca. Hemos desatado una tormenta que nos aniquilará. 

 


LA RATA DEVIENE MONEDA DE CURSO LEGAL

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero, ¿no acabamos dedicando demasiados esfuerzos, atención, recursos y talento a aproximarnos (¿para comprender?) a los más hijos de puta?

José Martínez Ros dijo...

Me parece que tu vinculación peca de sobreinterpretación: estás viendo cosas en el texto –bueno, en este caso en la peli- que no están ahí. Take Shelter me parece derivativa del universo de ficción de Philik K. Dick, yo la pondría más bien junto a Donnie Darko de Richard Kelly o la maravillosa novela gráfica de Matt Kindt Revolver. Incluso le puedes ver cierta relación con algunas zonas del cine de Polanski –Repulsión, por ejemplo- o Lynch. No digo que no transcurra en una realidad social determinada, sino que esa realidad social es el fondo indiferente para la trama.
Por cierto, Cosmópolis me parece una de las novelas más flojas de DeLillo, a años luz de Mao II, Libra o Submundo.
Un cordial saludo.

carlos maiques dijo...

Es llamativo cómo en cincuenta años, la visión más o menos esperanzadora a cargo de Jack Arnold (y Richard Matheson)en El increíble hombre menguante haya dado paso a esta inescapable indefensión cosmopolita, ya sea dentro la carcasa-palanquín-féretro rodante de una limusina o bajo un angustioso cielo abierto.

No creo que sea tan necesario haber leído Cosmópolis como conocer su existencia o el tono de paranoia de los personajes en tantos libros de DeLillo. En ese aspecto, me parece una adaptación realmente eficaz. En cuanto a Lo imposible, tendría, claro, que responder en otro lugar.
Un saludo y hasta otra.
--

Lansky dijo...

Mejor no perder el tiempo y acudir a la excelente "Soy leyenda" del gran Matheson

Gonzalo Baeza dijo...

El entorno social me parece clave en la película de Nichols y si bien la metáfora de la tormenta es algo simple, la sobriedad con que está tratada la historia atenúa los componentes más melodramáticos. Te recomiendo la primera película de Nichols, Shotgun Stories, protagonizada por el mismo actor y cuya trama se desarrolla en ese mismo mundo de la clase trabajadora estadounidense. En Shotgun..., la violencia se origina en una pelea familiar, pero esa desesperación y precariedad de los personajes es muy similar a la de Take Shelter.