2/3/10

Mason y Dixon, de Thomas Pynchon (II)

Reverendo Wicks Cherrycoke:
(…) Es posible que el historiador tenga el deber de buscar la verdad, pero, aun así, debe hacer cuanto esté en su mano para no decirla. (…) (La historia) necesita que la atiendan amorosa y honorablemente fabuladores y falsificadores, vendedores de baladas y chiflados de todo pelaje, maestros del disfraz que le proporcionen el traje, el tocado y el porte, y un discurso lo bastante ágil para mantenerla alejada de los deseos (o incluso de la curiosidad) del gobierno. De la misma manera que Esopo se vio obligado a contar fábulas.


¿Es Cherrycoke (*) un narrador infidente? El reverendo actúa al nivel de Sherezade, debe alimentar su ficción para mantener sus prebendas, aunque no su vida. Luego, el autor es fiel con el lector, sienta las premisas de un engaño pero no pretende mentir al lector. Pynchon es fiel a la falsedad de su narrador. Pero escoger este tipo de narrador es en sí una traición a los hechos… aunque, de todas formas, toda narración es una traición a los hechos. La elección deja patente las intenciones del autor, Mason y Dixon es un divertimento sobre los personajes históricos de Charles Mason y Jeremiah Dixon, una ficción que apela a Voltaire a Sterne y a Swift (**), coetáneos de Mason y Dixon. Es decir, Cherrycoke plasma el espíritu literario de su época, pero Pynchon construye un pastiche que mezcla a autores del siglo XVIII, o, quizás, toma prestada la forma en que el primerizo Dickens de Los papeles póstumos del Club Pickwick recrea la literatura del dieciocho, con elementos modernos (marihuana, Star Trek… ya hablaremos) que solo un lector del siglo XX puede identificar. Es pues, una falsa novela del siglo XVIII, en la misma medida que El arco iris de gravedad era una falsa revisión de los textos de Joyce.(***)

Por una parte se hace referencia a la Historia de “Jack Mandeville, o la del capitán John Smith, incluso a la del barón de Munchausen, ya en nuestra época. Herodoto es el Dios Padre de todos ellos”. Por otra las formas narrativas de la época. Hay que reconocer que el trabajo que se propone Pynchon con estas premisas es arduo. Pero el autor no se pliega a la rigidez de la propuesta y deja que su personalidad del siglo XX, cierta impaciencia narrativa, cierta necesidad de contar todo prolijamente, cierta profusión de focos y temas narrativos, se mezclen sin, al parecer, ningún control.

No, esto no es serio.
Mason y Dixon son descritos como una pareja cómica clásica, en la que la gracia principal se basa en el antagonismo de aspecto y carácter. Ya hablaremos de ello.

Se embarcan en el Seahorse pero en el mismo Canal son atacados por la fragata francesa l’Grand. Vuelven a Plymouth.

-Y bien, ¿qué es esto?- inquiere Mason (después de la batalla)
-¿Algo parecido al tránsito de Marte, quizás?
-Y con nosotros cruzando su faz.

Es un chiste.
De hecho estoy por pensar que Pynchon cuenta el chiste más largo de la historia de la literatura para superar al contado por Faulkner en Mientras agonizo (“Meet Mrs. Bundren”)


Nevil Maskelyne

Bien el chiste es como sigue. Después de observar en Ciudad del Cabo el tránsito de Venus, mason y Dixon son requeridos por Nevil Maskelyne que ha estado observando el tránsito en la isla de Santa Helena. Curiosamente de la cuenta de gastos totales de la expedición, 292 Libras, nada menos que 141 fueron destinadas a pagar su consumo personal de licores. Es pues un personaje afín a Dixon, aunque en realidad jefe de Mason. Aparatos con persistentes errores y pruebas experimentales mantienen separados a la pareja de nuestro libro. Mason permanece con Maskelyne, con quien mantendrá una relación bastante tensa. Aprovechando su estancia en Maryland, Maskelyne les encargará que mientras trazan la Línea midan la longitud de un grado. Es largo de explicar porque el chiste tiene cerca de ochocientas páginas.
En fin, cuando años más tarde terminen el trabajo, y cito de memoria porque entre tanta nota acabo por no encontrar nada, Maskelyne y Mason hablan y Mason confiesa estar harto de la Línea y de que le hablen de la Línea… no quiero volver a oír mencionar la Línea, dice Mason puede llamarme Mask, dice Maskelyne.
No. No es serio.


(*)Wicks Cherrycoke, su propio nombre nos debe hacer dudar.
(**) ¿Puede, aunque sea posterior, que apele también a Bouvard y Pecuchet, de Flaubert? Aun no la he leído, ¿alguien puede dar una pista?
(***)Apelando a un sentido de la justicia un tanto cabrón, yo espero que Nabokov, que no recordaba la presencia de Pynchon en sus clases, le suspendiese.

Los textos citados de la traducción de Jordi Fibla para Tusquets.

7 comentarios:

Pepe M. dijo...

Bueno, sin duda Bouvard y Pecuchet es una obra que merece ser leída, no lo dudes. Pero creo que está más orientada a la propia realidad, una especie de parodia, o crítica o burla, mientras que la novela de Pynchon se mueve dentro de un universo literario casi aislado de esa misma realidad. En fin, no sé, es sólo una interpretación.

Cambiando de tema, te propongo uno: que comentes lo que decía Javier Marías en una charla virtual con los lectores de El País:"¿Qué opina sobre las nueva 'Generación Nocilla' y sus elogiadas e 'innovadoras' estructuras narrativas? --- J.M.: No tengo una opinión muy formada, señor Fran, al haber leído poco de lo publicado por esa corriente. Pero, si no le he seguido más, ha sido precisamente porque me da la impresión de ser una literatura vieja y anticuada, en contra de cómo nos la han presentado. Lo que ahora se ofrece como novedad lo hizo ya mi generación en su juventud, en los años setenta: la fragmentación, la falta de historia, la mezcla de elementos pop, televisivos, hoy ciberespaciales si usted quiere, con otros estrictamente literarios. No sé, es como si el mundo no tuviera memoria, lo cual lo condena a repetir viejas fórmulas creyendo que son nuevas. Es sólo una intuición, y como tal injusta, pero me parece que se trata de una innovación que ya nace anticuada. La vanguardia es otra cosa."

Gracias por adelantado.

Portnoy dijo...

La tengo pendiente de leer, supongo que lo haré dentro de poco. Mientras lo que me intrigaba es si había alguna similitud entre la relación de los personajes de Bouvard y Pecuchet con la que mantienen Mason y Dixon.
En cuanto a Marías generalizar está mal, hacerlo con desconocimiento, peor. Aunque coincido en parte con él.
Por ahí en los post antiguos debe haber alguna entrada sobre Nocilla Dream, además de la de Providence y la que aparecerá (creo) en el próximo nº de Hermano Cerdo sobre Germán Sierra.

Anónimo dijo...

Hola !, me sorprende que ud. tenga un blog tan impresionante, profundo y que dedica parte de su vida, a este blog... lo felicito !, pero tengo una pregunta... ud a que se dedica, quien es, o como llego a tener ese tipo de mentalidad... saludos !

Sr. Jueves dijo...

Hola Portnoy

Quiero decirte que leo este blog de hace un buen tiempo ya, y que debo a tus comentarios de libros, mi interes por algunos autores tales como Alice Munro, Cormac McCarthy, etc.

Además de agradecerte por este espacio, te invito a visitar un blog que acabo de empezar, con reseñas de libros

Saludos desde el otro lado de la pantalla...

Vigo dijo...

No entendí ni jota del chiste (quizás tendría que leerme las 800 páginas, pero por ahora no hay ganas. Como para ir a contarlos al Club de la comedia. ja,ja

Portnoy dijo...

Te devolví la visita, Sr. Jueves.
Vigo, ¿has intentado explicar alguna vez el sentido de un chiste de Chiquito de la Calzada?... pues eso.
:-)
Mason no quiere oir hablar más de la Line y su interlocutor se llama Maskelyne... mask-e-line... puede llamarme Mask, todo el mundo lo hace.
jejejejejeje
Un saludo y gracias por vuestros comentarios

Vigo dijo...

Ok. Es que mi inglés no es muy fino :D
Me recordó al nombre "Mark Twain" como medida de profundidad.