5/9/09

Guía de La broma infinita, de David Foster Wallace (VI)

De la página 708 a la 909:
Si hasta ahora el número de páginas de los fragmentos comentados ha sido escogido de forma más o menos azarosa, en esta ocasión debo admitir que no es así. Porque contra lo supuesto en la última entrega sobre la convergencia de las líneas argumentales, DFW demuestra su capacidad de organizar hasta el más mínimo detalle una narración.

En qué insecto se convirtió Gregorio Samsa o cómo era el vagón en que viajaba Anna Karenina son detalles que según Nabokov deben ser cuidadosamente descritos y no escamoteados al lector. Parece que DFW se atiene a ese principio al tiempo que emplea la digresión para adentrarse en la personalidad de cada uno de los personajes:
Troelsch cree que hay una conspiración tras la leche en polvo; el padre de Steeply era adicto a la serie de televisión "M*A*S*H."; conocemos mejor a Orin a través de una entrevista realizada por Steeply a Marlon Bail; Matty Pemulis, hermano de Michael, que se prostituye, es el nexo de unión con Pobre Tony; este roba bolsos en la calle y comete el error de robar a dos residentes de la Ennet House que le persiguen hasta la tienda de los Antitoi, tomada por los AFR; conoceremos mejor a su líder y sus siniestros planes y contemplaremos caer a sucesivas víctimas del Samizdat (pacíficos estudiantes, exdrogadictos, raterillos, personajes que han ido pululando por las páginas de LBI convertidos en vegetales, sometidos a un placer tan intenso y adictivo que la muerte es preferible); conoceremos más películas de Él Mismo mientras Marathe, dudando de la conveniencia de informar a uno de los dos bandos a los que sirve, se infiltra en la Ennet House y Steeply hace lo propio en la AET, buscando ambos más copias del Entretenimiento letal.

Cierto, los acontecimientos se precipitan.
Hay un magnífico episodio en el que Stice y Hal se enfrentan en un partido de tenis mientras, dominando la digresión y los distintos planos narrativo, DFW entremezcla distintas historias. En esa parte aparece fugazmente Don Gately en el hospital.
Lo curioso de esas doscientas páginas es que, tras su enfrentamiento con los terroristas canadienses con trajes hawaianos, Gately no vuelve a aparecer. El personaje, como veremos luego, ha quedado suspendido en una nube narrativa de dolor y delirio. La historia avanza sin él y esas doscientas páginas parecen un descanso en LBI, la calma antes de blabla… el placer de narrar (y de leer) ni más ni menos(*).

Pero hay algo perturbador. Ciertas frases que parecen ya leídas con anterioridad, ciertos detalles que han quedado dispersos en la acumulación de datos tras 900 páginas. Tal vez debamos recordar el inicio, debamos recordar que el primer capítulo es el único, hasta ahora, narrado en primera persona por Hal Incandenza el Año de Glad (el último conocido del tiempo subsidiado). Y en él asistimos a la brutal afasia de Hal: Su presentación como genio dotado de memoria fotográfica contrasta con su incapacidad de hacerse entender. La pregunta (ahora, claro, no entonces en las primeras páginas) es qué le ha llevado a transformarse de esa manera.
Y dice, es lo más perturbador, lo que debe situarnos en la narración actual y reconsiderar la dimensión de ésta:
Pienso en John N.R. Wayne, que habría ganado ese año el WhataBurger, montando guardia enmascarado mientras DONALD GATELY Y YO DESENTERRAMOS LA CABEZA DE MI PADRE”.

Leo despacio. No quiero que termine.


Nota prometida: La Gran Concavidad-Convexidad.

Fragmentos de una conversación entre Idris Arlanian y Michael Pemulis:

P: (…) Están las instalaciones centrales de fusión intensiva de basuras, saturadamente protegidas de la Sunstrand-ONAN en lo que antes era Montpelier, en el antiguo Vermont, en la Concavidad. Desde Montpelier, las basuras procesadas viajan por tuberías a dos plantas, una de las cuales es ese resplandor azul que se ve de noche en el Complejo methuen de Ventiladores, justo al lado del Muro y el Punto de Control pongo…
A: Hacia donde apuntan nuestros altos ventiladores (…)
P: Correcto, y allí es donde el fluoruro de plutonio resultante de la toxufusión se refina produciendo plutonio dosciento treinta y nueve y uranio doscientos treinta y ocho y se fisiona en un sistema reproductor estándar aunque algo caliente y bastante peligroso que produce residuos de uranio doscientos treinta y nueve, los cuales se envían por tubería o son catapultados o transportados con camiones de brillante metal hasta lo que antes era la base aérea militar de Loring, cercana a lo que antes era Presque Isle Maine, donde se les permite decaer naturalmente y transformarse en neptunio doscientos treinta y nueve y luego plutonio doscientos treinta y nueve, luego se añaden después a la basura de fracción UF4 también enviada desde Montpelier, luego se fisionan de un modo tremendo como para crear cantidades demoníacas de desechos radiactivos altamente venenosos, que se mezclan con agua pesada y zirconio especialmente recalentado que se transporta de vuelta a Montpelier como materia prima para los venenos masivos que se precisan para la litiomización tóxica, la intensificación de residuos y la fusión anular.
(…) Nada más que un ciclo de triángulo recto en movimiento de interdependencia y creación y utilización de basura. (…)
A: (...) Aunque me resulta confuso, la fusión no genera basura (…) es autosuficiente y no perpetúa los desechos.
P: (…) Pero no es así. (…) Es en esta encrucijada del problema de fusión-no basura donde hace acto de presencia (James Incandenza) (…) el hombre realiza su contribución final y perdurable (con) (…) su formidable contribución a la energía de los desperdicios. (…) Lo que hizo ese tío fue ayudar a diseñar esas especiales conversiones holográficas de modo que el equipo que trabajaba en la anularización pudiera estudiar el comportamiento subatómico en entornos altamente venenosos. Sin envenenarse a sí mismos.
A: Por ende, estudian las conversiones holográficas de los venenos en vez de estudiar los venenos.
P: (…)la teoría anular que subyace a un tipo de fusión es que puede producir un desecho que es combustible para la fusión (…) se lanzó igualmente la idea (…) radical de que quizá se podía lograr una fusión anularizante de residuos concentrados bombardeando las tóxicas partículas sumamente radioactivas con dosis de material aún más tóxico que las partículas radioactivas. Una fusión que se alimenta de venenos y produce fluoruro de plutonio y tetrafluoruro de uranio relativamente estables. Y lo único que se necesita es acceso a volúmenes demenciales de materia tóxica.
A: Por tanto, emplazando la planta de fusión natural en la Gran Concavidad.
P: (…) la única cagada en todo el proceso medioambiental es que la fusión resultante acaba siendo tan codiciosamente eficaz que absorbe todas las toxinas y venenos del ecosistema adyacente, todos los inhibidores del crecimiento orgánico en cientos de puntos radiales en todas direcciones. (…) Acabas con un entorno próximo que es tan fértilmente ubérrimo que es prácticamente inhabitable.
A: Una selva amazónica inflada con esteroides anabolizantes. (…) De ahí los hámsters rapaces y salvajes, los insectos del tamaño de un Volkswagen, el gigantismo infantil y las selváticas regiones inmacheteables de la mítica Concavidad oriental.
P: Así es, Ars, y resulta que ahora es imprescindible seguir arrojando toxinas sin cesar para hacer que el ecosistema desinhibido no se extienda y arrase zonas ecológicamente estables saturando los venenos de la atmósfera para que todo se hiperventile.

Los gigantescos ventiladores ATHSCME disipan la nube tóxica mientras que las catapultas siguen lanzando hacia el norte de Boston contenedores repletos de desechos que caen más allá de “los muros protectores inmensamente convexos de Lucite anodizado”.

Eso es casi todo lo referente a la Gran Concavidad-Convexidad. Quizás, recordar que una manada de hámster ferales, descendientes de “dos hámsters domésticos liberados por un niño de Watertown al inicio de la emigración experialista en el subsidiado Año de la Hamburguesa Whopper”. Se llamaban Ward y June.

Los textos en cursiva de la traducción de La broma infinita de Marcelo Covián para Mondadori

(*) Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre. Éste es el cuento en suma, y podríamos haberlo dejado aquí si no fuera por el interés y placer de narrarlo.
Vladimir
Nabokov: Risa en la oscuridad,

8 comentarios:

Javier Moreno dijo...

Otro detalle bonito: Dado que John Wayne no ganará el WhataBurger entonces el ganador será el jugador ciego. :)

Lo pasé por alto totalmente cuando leí ese párrafo. Qué monstruo de novela.

Portnoy dijo...

Sí, sí... cierto.
;-)

Quim dijo...

"En qué insecto se convirtió Gregorio Samsa o cómo era el vagón en que viajaba Anna Karenina son detalles que según Nabokov deben ser cuidadosamente descritos y no escamoteados al lector." Eso es correcto siempre y cuando Navokov hubiese escrito La Metamorfosis o Anna Kerenina.

Portnoy dijo...

Kafka no explica que en clase de insecto se convierte Samsa... Nabokov lo hace:
¿Cuál es exactamente el "bicho" en que el pobre Gregor, oscuro viajante de comercio, se ha convertido de repente?

Creo que Tolstoi describe el tren. Era importante para Nabokov (no importante para la narrativa) y DFW aplica esa exhaustiva descripción de ambientes.

Un saludo y gracias por vuestros comentarios

Quim dijo...

Completamente de acuerdo. Lo que quería remarcar es que hay dos maneras, seguramente muchas más, pero en este caso dos de abordar el tema: la de kafka y la de Nabokov. Ambas válidas. La metamorfosis del escritor ruso sería harto distinta, pero igual, a su manera, de apasionante que la de Kafka. Lo digo porque es que me parecio enteneder, a lo mejor estoy equibocado, en el comentario una negativa por parte de Nabokov a la forma de Kafka. Bueno... Un abrazo y algo que se me olvidó decir en el anterior comentario: exelente blog.

Javier Moreno dijo...

Nabokov no pretendía criticar la manera de Kafka de desarrollar su historia. De hecho la mayoría de los comentarios de N. a la obra de Kafka son muy positivos. El comentario de N. era en el contexto de una clase de literatura en Cornell en la que su propósito era confrontar la lectura crítica que promueve la detección de símbolos con una donde se enfatice la labor de interpretación literal del texto (el desarrollo de las historias, la apariencia de los personajes, los entornos, etc). Por eso a Nabokov le interesaba hacer un mapa del recorrido de Bloom en Ulyses o aclarar la forma del insecto en el que se transforma Samsa o las diferencias de apariencia entre Hyde y Jekyll más que las interpretaciones psicoanalíticas y políticas de esos textos.

Raúl Navarro dijo...

Me dirijo a vosotros para pediros opinión sobre las notas nº 324 y 332, que si bien se encuentran como notas podrían formar parte de un fragmento o incluso de un capítulo propiamente dicho. ¿A qué pensais que se de que se incluyeran en las notas estos fragmentos y no formaran parte de los capítulos de los libros?

Aprovecho para mandaros un saludo y mostrar mi entusiasmo por esta obra, que como bien leí en alguna entrada... Yo tampoco "quiero que termine". Me está resultando increíble el vuelco que está empezando a dar en estas últimas páginas.

Un saludo a todos.
Raúl (Valencia)

Harapos dijo...

Desde que leo en formato electrónico ya no sé cuántas páginas tiene un libro. Las referencias físicas han desaparecido y ahora me guío por otra dimensión, la temporal: como el dispositivo es muy listo, calcula mi velocidad de lectura y me dice que me faltan 46 minutos para acabar La broma infinita. Por lo que leo aquí, imagino que estoy a la altura que tú estabas cuando escribiste esta entrada, así que paro aquí de seguirla para no adelantar acontecimientos.

Hace ya tiempo que decidí que al acabar este libro, volvería a empezar a leerlo,(al menos los primeros capítulos, me digo)y fue ahí cuando comprendí bien el alcance del título.
Y aún así, sabiendo ya que este libro es infinito, no quiero acabarlo, y cada día leo menos páginas, y entre página y página me entretengo por blogs que hablan de él, y hasta a veces comento en alguno. Retrasando el final. Y el principio.