En Interpretations se pueden encontrar varias de las posibles formas de enfocar Pálido fuego de Nabokov.
Aquí está la amable y valiosa traducción de Javier:
Las fuentes de las declaraciones de Nabokov al The New York Herald Tribune en 1962, son algo confusas. ¿Existe un complot botkiano que quiere llevarnos en esa dirección?. Supuestamente la declaración es la siguiente:
Esta es la traducción (no quiero ser redundante en agradecimientos, pero los merece) de Javier :
Puede que ayude más a disfrutar de la novela o puede que sea una pista falsa, la típica broma nabokoviana, que no hace más que complicar las cosas aportando nuevos puntos de vista totalmente inesperados para el lector. La “lucha” entre Shade y Kinbote se complica con la presencia del profesor Botkine o Botkin.
Aceptamos que Pale Fire se divide en poema y comentario. Aceptamos, si acaso, ese Prólogo escrito por Charles Kinbote, pero solemos olvidar que al final del texto, tras ese fatídico “y pronto llamará a mi puerta, un Gradus más grande, más respetable, más competente”, aparece un Índice que constituye el final de la novela. Obviar el Índice es un grave error. En él descubrió, como recuerda Nabokov, Mary McCarthy que su última entrada no remite a ninguna página: “Zembla: distante tierra nórdica”.
¿Se encuentra entonces en el Índice la clave de Pale Fire?
Es inquietante la entrada referente al picotero que inicia el poema de Shade:
(En todos los fragmentos se maneja, por comodidad, la traducción de Aurora Bernárdez, Pálido fuego, para Anagrama)
Waxwings: picoteros, pájaros del género Bombycilla, 1-4, 131, 1000; Bombycilla shadei, 71, una interesante asociación tardíamente comprendida.
Nos interesan los versos 71 y 72:
Yo era muy pequeño cuando mis padres murieron.
Los dos eran ornitólogos. (…)
Y en el comentario de Kinbote (o de Botkin) podemos leer que el padre de John Shade “dio nombre a un pájaro, el Bombycilla Shadei (debería ser shadei, naturalmente)” y que su madre, ornitóloga, se llamaba Carolina Lukin. Este apellido, que nos recuerda al del personaje de La defensa, otra novela de Nabokov, Luzhin, es analizado, con esa profusión y minuciosidad aparentemente sin sentido, por el comentarista del poema:
“Lo que el autor de la nota necrológica no sabía es que Lukin viene de Luke, igual que Locock y Luxon y Lukashevich. Es uno de los muchos casos en que el patronímico hereditario, aparentemente amorfo pero viviente y personal, evoluciona adoptando a veces formas fantásticas en torno al muy común guijarro de un nombre de pila. (…) Otros nombres derivan de profesiones como Rymer, Scrivener, Limner (iluminador de pergaminos), Botkin (el zapatero, el fabricante de calzado de fantasía) y muchos otros”.
Pero no descubro nada diciendo que no hay nada dejado al azar en las novelas de Nabokov. La alusión a Botkin, no es casual. Es la primera vez que el nombre aparece en el texto, si no me equivoco. Curiosamente la entrada a Botkin en el índice contiene acepciones que no conducen a ninguna página concreta del texto (como ocurre con la última entrada del Índice, Zembla: distante tierra nórdica):
Botkin, V: erudito norteamericano de origen ruso, 894; king bot, larva de una mosca extinguida que se criaba en los mamuts y que se cree aceleró su fin filogenético, 247; fabricante de botas, 71; bot, pluf y boteliy, panzón (ruso); botkin o bodkin, estilete danés.
Ese “botkin” sin referencia a la entrada en que aparece, demuestra la voluntad del autor del texto de ocultar el instrumento afilado, pero en el texto aparece este comentario en el Verso 493:
que se quitó la pobre y joven vida, (que se inicia con una inquietante advertencia: )La nota siguiente no es una apología del suicidio; es la simple y sobria descripción de un estado espiritual.
Entre las muchas opciones al suicidio que propone el narrador (dejémoslo así de momento, sin personalizar) se encuentra la siguiente afirmación:
Son los puristas los que sostienen que un caballero debe usar un par de pistolas, una para cada sien, o un botkin desnudo (obsérvese la correcta ortografía), y que las señoras deberían o bien tomar un veneno mortal o ahogarse con la torpe Ofelia.
Ahí está el botkin no referenciado: ¿Será con ese estilete danés con el que se suicidará el comentarista?
La cuestión en todo este asunto se resume en aceptar una de las dos opciones posibles. O bien Kinbote es el narrador o lo es Botkin. Las consecuencias de cada una de las dos alternativas deben ser asumidas por cada lector. Nabokov, en el contexto paratextual de la entrevista, advierte que el narrador no es Kinbote, algo que no queda excesivamente claro en la lectura de la novela. Todas las referencias que nos puedan hacer pensar que otro aparte de Kinbote es el verdadero narrador de Pálido fuego son veladas y se pierden en la prolijidad narrativa de Nabokov.
En el comentario al verso 894 se produce una curiosa confusión de identidades que posiblemente encierre la clave de la identidad del narrador:
Durante los primeros meses de la revolución zemblana aparecieron no pocas veces retratos del Rey. De vez en cuando algún entrometido de la universidad dotado de memoria fiel, o alguna de las mujeres de club que andaban siempre detrás de Shade y su excéntrico amigo, me preguntaron con el aire estúpido de saberlo todo que se adopta en esos casos, si alguien me había dicho cuánto me parecía al infortunado monarca. (…)
Nos choca el “excéntrico amigo” de Shade que no ha sido mencionado con anterioridad. Sólo Kinbote se empeña en acompañar continuamente al poeta. Si aceptamos que Kinbote es el narrador la afirmación del comentario al verso 894 (un rey) es contradictoria. Es en esta parte final del texto, sobre todo en este comentario, donde se producen las mayores confusiones de identidad del texto:
—Naturalmente —dijo el joven Emerald levantándose.
El Profesor Pardon me habló ahora: —Yo tenía la impresión de que usted había nacido en Rusia, y de que su nombre era una especie de anagrama de Botkin o Botkine.
Kinbote: —Usted me confunde con algún refugiado de Nova Zembla (insistiendo sarcásticamente en "Nova").
—¿No me ha dicho usted, Charles, que kinbote significa regicida en su lengua? —preguntó mi querido Shade.
—Sí, destructor de rey —dije (ansioso por explicar que un rey que oculta su identidad en el espejo del exilio es en cierto sentido exactamente eso).
Shade (dirigiéndose al visitante alemán): —El Profesor Kinbote es autor de una obra notable sobre los nombres de pila. Creo (a mí) que existe una traducción inglesa, ¿verdad?
—Oxford, 1956 —respondí.
—¿Sabe usted ruso, sin embargo? —dijo Pardon—. Creo que le oí a usted, el otro día, hablando con... cómo se llama... oh, Dios mío (formando laboriosamente el nombre con los labios).
Shade: —Señor, a todos nos cuesta "atacar" ese nombre (riendo).
Profesor Hurley: —Piense en la palabra francesa para "neumático": "pneumatique".
Shade: —Pero señor, mucho me temo que no haya hecho más que pinchar el neumático de la dificultad (riéndose a carcajadas).
—Flatman —ironicé—, sí —continué dirigiéndome a Pardon—, claro que hablo ruso. Comprende, era el idioma elegante par excellence, mucho más que el francés, entre los nobles de Zembla por lo menos, y en la corte. Hoy todo eso ha cambiado, naturalmente. Ahora son las clases más bajas las que tienen que hablar el ruso a la fuerza.
Por su parte, "pneumatique" conduce inevitablemente al protagonista de otra de las novelas de Nabokov, el profesor Pnin. Así, en el verso 172, se lee:
Hablando del jefe del Departamento de Ruso, el Profesor Pnin, un verdadero tirano con sus subordinados (afortunadamente, el Profesor Botkin, que enseñaba en otro departamento, no dependía de ese "perfeccionista" grotesco) : "Qué extraño que los intelectuales rusos no tengan ningún sentido del humor cuando cuentan con humoristas tan maravillosos como Gogol, Dostoievsky, Chejov, Zoshchenko y esa pareja de autores de genio, Ilf y Petrov".
Choca el crácter de Pnin descrito por el narrador de Pálido fuego, con el retrato que hace el narrador de Pnin. Hay una contradicción que puede llevarnos a que dudemos de la veracidad del narrador.
Pero no es la única referencia a otras obras del propio Nabokov. Lolita es un huracán, y Humbert Humbert “un viejo pederasta triste y regordete que había bajado de un tiro a su extorsionador”.
Pero no nos desviemos. El narrador de Pálido fuego comete errores, como todos los narradores de Nabokov, que nos permite descubrir su impostura. Tal vez sea revelador el fragmento perteneciente al comentario al verso 629: el destino de las bestias, verso corregido y recorregido, como recoge el narrador: El destino de las bestias. Encima de esto el poeta escribió y tachó: el destino del loco.
El narrador recoge la última frase de una conversación que, evidentemente trata sobre él:
Mientras circulaba entre aquel apiñamiento, con una sonrisa en la cara y un cóctel en la mano, entreví por fin la coronilla de mi poeta y el chignon castaño brillante de la Sra. H. sobresaliendo de los respaldos de dos sillones adyacentes. En el momento en que me acercaba por detrás de ellos, le oí oponerse a una observación que ella acababa de hacer:
—La palabra es equivocada —decía—. Uno no debería aplicarla a una persona que se despoja deliberadamente de un pasado gris y desdichado y lo sustituye por una brillante invención. Es sencillamente volver una nueva página con la mano izquierda.
Tenemos pues a un narrador que se despoja deliberadamente de un pasado gris y desdichado y lo sustituye por una brillante invención. No es un loco. Es nuestro guía por un delirio inextricable. No podemos aceptar la idea de un narrador loco, por eso pensamos que Kinbote es quien cuenta la historia.
Si Botkin es el narrador, la historia de Kinbote y Shade es una invención literaria. Nabokov dice que “esta es una novela directa. La revelación más clara de la personalidad se encuentra en el trabajo creativo en el que un individuo se vuelca. Aquí el poeta es revelado por su poesía; el comentarista por su comentario”. ¿Debemos deducir de estas palabras la mediocridad de Shade, la egolatría de Kinbote?. O debemos, a tenor de las siguientes declaraciones, que Nabokov, al interponer a Botkin, al escogerlo como intermediario entre el lector y la historia de Shade y Kinbote, crea una segunda posibilidad de lectura, una ficción insostenible que lleva al narrador al suicidio. Pero, ¿por qué el suicidio de Botkin?, por qué, si todo no es más que una ficción, huir de New Wye, donde es profesor, y refugiarse en una cabaña de madera, frente a lo que cree un parque de atracciones, a redactar la imposible historia de un crimen equivocado, del exilio del rey de Zembla. ¿Por qué huir, por qué suicidarse?
Quizás a las muchas tesis apuntadas habría que añadir la interpretación “gradusiana” o “greydiana” según la cual, Botkin, el narrador de la novela Pálido fuego, autor del poema del mismo nombre, de los comentarios y del Índice, no es otro que Gradus y que todo ello no sea más que una justificación de una acto irracional… ups, se me coló una interpretación psicoanalítica de la novela.
Toda esa batahola terminó por afectar el curso de mi nueva vida y me obligó a trasladarme a este modesto chalet de montaña; pero conseguí obtener, poco después del arresto, una entrevista, quizá dos, con el prisionero. Estaba ahora mucho más lúcido que cuando se desplomó, sangrando, en los peldaños de mi entrada, y me contó todo lo que yo deseaba saber. Haciéndole creer que podría ayudarlo en el proceso, le obligué a confesar su odioso crimen: su manera de engañar a la policía y a la nación haciéndose pasar por Jack Grey, escapado de un manicomio, que había tomado a Shade por el hombre que lo había hecho encerrar. Pocos días después, ay, frustró a la justicia abriéndose la garganta con una navaja que había recogido de un cajón de basuras no vigilado. Murió, no tanto porque desempeñado ya su papel en la historia no veía razón para seguir viviendo, sino porque no podía sobrevivir a su última plancha: haber matado a quien no debía cuando su verdadero blanco estaba allí delante.
Botkin muere por haber matado a quien no debía.
Tal vez…
Aquí está la amable y valiosa traducción de Javier:
Pálido fuego; InterpretacionesMe interesa, particularmente, la hipótesis “Botkiana”, por las consecuencias que se derivan de ella.
Algunos lectores se concentran en la historia aparente, enfocando su lectura en aspectos tradicionales de la narrativa como las relaciones entre los personajes. Estos intentan demostrar que Kinbote parasita a Shade, o que el poema de Shade es mediocre y Kinbote, el inventor de Zembla, es el verdadero genio. En 1997, Brian Boyd publicó un estudio ampliamente discutido donde afirma que el fantasma de John Shade influenció las contribuciones de Kinbote. En el libro que expande su ensayo, Boyd también dice que el fantasma de Hazel indujo a Kinbote a decir cosas a Shade que terminaron inspirando su poema.
Otros lectores ven una historia bastante distinta de la aparente. Los "Shadeanistas" aseguran que John Shade no sólo escribió el poema sino el comentario, inventando su propia muerte y el personaje de Kinbote como un artificio literario. De acuerdo a Boyd, Andrew Field inventó la teoría Shadeanista y Julia Bader la expandió; Boyd la adhirió durante un tiempo. Los "Kinbotistas", un grupo claramente minoritario, creen que Kinbote inventó la existencia de John Shade. Boyd acredita la teoría Kinbotista a Page Stegner y añade que la mayoría de sus creyentes son recién llegados al libro. Algunos lectores piensan que el libro oscila sin decidirse entre estas alternativas, como el vaso de Rubin (un dibujo que puede ser dos perfiles o un cáliz).
Aunque una minoría de los comentaristas creen o al menos aceptan la posibilidad de que Zembla es tan real como New Wye, la mayoría asume que Zembla, o al menos la opereta del palacio pintoresco y homosexualmente gratificante que disfrutaba Charles Xavier antes de su caída, es imaginaria en el contexto de la historia. El nombre “Zembla" (tomado de "Nova Zembla", la forma anglificada de Novaya Zemyla) puede evocar literatura fantástica popular sobre la realeza como El Prisionero de Zenda, señalando así que no debe ser tomada literalmente. Como en otros de los libros de Nabokov, sin embargo, la narrativa es una versión exagerada o cómicamente distorsionada de su propia vida como el hijo de una familia privilegiada antes de la revolución rusa y un exiliado posteriormente, y el asesinato central tiene similitudes (indicadas por Pricilla Meyes) con el asesinato del padre de Nabokov por un hombre que intentaba matar a alguien más.
Algunos lectores, empezando con Mary McCarthy e incluyendo a Boyd, el anotador de Nabokov, Alfred Appel, y D. Barton Johnson ven a Charles Kinbote como un alter-ego del loco profesor B. Botkin, cuyas delusiones son tratadas con condescendencia por John Shade y el resto de sus colegas en Wordsmith College. Nabokov mismo endorsa esta lectura, afirmando en una entrevista en 1962 (un año después de la publicación de la novela) que Pale Fire "está lleno de melocotones que sigo esperando que alguien encuentre. Por ejemplo, el repugnante comentarista no es un ex-Rey de Zembla ni el profesor Kinbote. Es el profesor Botkin, o Botkine, un Ruso y un loco." La intrincada estructura de la novela de interreferencias provocadoras guía al lector hacia este "melocotón". El índice, supuestamente creado por Kinbote, incluye una entrada para un "Botkin, V.," que describe a este Botkin como un "Académico americano de ascendencia rusa" –y refiriendo a la nota en el Comentario sobre la línea 894 del poema de Shade, en el cual tal persona no es mencionada directamente pero un personaje sugiere que "Kinbote" es "una especie de anagrama de Botkin o Botkine." En esta interpretación, el "Gradus" que asesina a Shade es un americano llamado Jack Grey que quería matar al juez Goldsworth, cuya casa arrienda el comentarista de Pale Fire –cualquiera que sea su verdadero nombre. Goldsworth condenó a Grey a un manicomio del cual escapó poco antes de matar por error a Shade, quien se parecía a Goldsworth.
Otros lectores quitan énfasis a cualquier tipo de "historia real" y dudan incluso de la existencia de tal cosa. En el juego entrecruzado de alusiones y vínculos temáticos, ven una imagen polifacética de la literatura inglesa, la crítica, la idolatría literaria, la política, y otros temas.
Las fuentes de las declaraciones de Nabokov al The New York Herald Tribune en 1962, son algo confusas. ¿Existe un complot botkiano que quiere llevarnos en esa dirección?. Supuestamente la declaración es la siguiente:
I think it is a perfectly straightforward novel. The clearest revelation of personality is to be found in the creative work in which a given individual indulges. Here the poet is revealed by his poetry; the commentator by his commentary. ['Pale Fire'] is jollier than the other [novels], and it is full of plums that I keep hoping somebody will find. For instance, the nasty commentator is not an ex-King of Zembla nor is he professor Kinbote. He is professor Botkin, or Botkine, a Russian and a madman. His commentary has a number of notes dealing with entomology, ornithology, and botany. The reviewers have said that I worked my favorite subjects into this novel. What they have not discovered is that Botkin knows nothing about them, and all his notes are frightfully erroneous.... No one has noted that my commentator committed suicide before completing the index to the book.... The last entry has no numbered reference.... And even Mary McCarthy, who has discovered more of the books than most of its critics, had some difficulty in locating the source of its title, and made the mistake of searching for it in Shakespeare's 'The Tempest.' It is from 'Timon of Athens.' "The Moones an arrant Theefe, And her pale fire, she snatches from the Sunne." I hope that pointing out these things will perhaps help the reader to enjoy my novel better.
(The New York Herald Tribune, American edition, 17 June 1962, p.5, interviewer Maurice Dolbier.)
Esta es la traducción (no quiero ser redundante en agradecimientos, pero los merece) de Javier :
Creo que esta es una novela directa. La revelación más clara de la personalidad se encuentra en el trabajo creativo en el que un individuo se vuelca. Aquí el poeta es revelado por su poesía; el comentarista por su comentario. [Pale Fire] Es más entretenida que las otras [novelas], y está llena de ciruelas que yo sigo esperando que alguien encuentre. Por ejemplo, el molesto comentarista no es un ex-rey de Zembla ni es el profesor Kinbote. Es el profesor Botkin, o Botkine, un ruso loco. Su comentario tiene notas dedicadas a la entomología, la ornitología y la botánica. Los críticos dicen que yo desarrollé algunos de mis temas favoritos en la novela. Pero lo que no notaron es que Botkin no sabe nada sobre ellos, y que sus notas son horrorosamente erróneas... Nadie ha notado que mi comentarista se suicidó antes de terminar el índice del libro.... La última entrada no tiene página... E incluso Mary McCarthy, quien ha descubierto más en los libros que la mayoría de los críticos, le costó encontrar la fuente de su título, y cometió el error de buscarla en 'La Tempestad' de Shakespeare. Viene de 'Timon de Atenas.' "The Moones an arrant Theefe, And her pale fire, she snatches from the Sunne." ["La luna es una ladrona descarada, y su fuego pálido, lo usurpa del sol."] Espero que señalar estas cosas tal vez ayude al lector a disfrutar más mi novela.
Puede que ayude más a disfrutar de la novela o puede que sea una pista falsa, la típica broma nabokoviana, que no hace más que complicar las cosas aportando nuevos puntos de vista totalmente inesperados para el lector. La “lucha” entre Shade y Kinbote se complica con la presencia del profesor Botkine o Botkin.
Aceptamos que Pale Fire se divide en poema y comentario. Aceptamos, si acaso, ese Prólogo escrito por Charles Kinbote, pero solemos olvidar que al final del texto, tras ese fatídico “y pronto llamará a mi puerta, un Gradus más grande, más respetable, más competente”, aparece un Índice que constituye el final de la novela. Obviar el Índice es un grave error. En él descubrió, como recuerda Nabokov, Mary McCarthy que su última entrada no remite a ninguna página: “Zembla: distante tierra nórdica”.
¿Se encuentra entonces en el Índice la clave de Pale Fire?
Es inquietante la entrada referente al picotero que inicia el poema de Shade:
(En todos los fragmentos se maneja, por comodidad, la traducción de Aurora Bernárdez, Pálido fuego, para Anagrama)
Waxwings: picoteros, pájaros del género Bombycilla, 1-4, 131, 1000; Bombycilla shadei, 71, una interesante asociación tardíamente comprendida.
Nos interesan los versos 71 y 72:
Yo era muy pequeño cuando mis padres murieron.
Los dos eran ornitólogos. (…)
Y en el comentario de Kinbote (o de Botkin) podemos leer que el padre de John Shade “dio nombre a un pájaro, el Bombycilla Shadei (debería ser shadei, naturalmente)” y que su madre, ornitóloga, se llamaba Carolina Lukin. Este apellido, que nos recuerda al del personaje de La defensa, otra novela de Nabokov, Luzhin, es analizado, con esa profusión y minuciosidad aparentemente sin sentido, por el comentarista del poema:
“Lo que el autor de la nota necrológica no sabía es que Lukin viene de Luke, igual que Locock y Luxon y Lukashevich. Es uno de los muchos casos en que el patronímico hereditario, aparentemente amorfo pero viviente y personal, evoluciona adoptando a veces formas fantásticas en torno al muy común guijarro de un nombre de pila. (…) Otros nombres derivan de profesiones como Rymer, Scrivener, Limner (iluminador de pergaminos), Botkin (el zapatero, el fabricante de calzado de fantasía) y muchos otros”.
Pero no descubro nada diciendo que no hay nada dejado al azar en las novelas de Nabokov. La alusión a Botkin, no es casual. Es la primera vez que el nombre aparece en el texto, si no me equivoco. Curiosamente la entrada a Botkin en el índice contiene acepciones que no conducen a ninguna página concreta del texto (como ocurre con la última entrada del Índice, Zembla: distante tierra nórdica):
Botkin, V: erudito norteamericano de origen ruso, 894; king bot, larva de una mosca extinguida que se criaba en los mamuts y que se cree aceleró su fin filogenético, 247; fabricante de botas, 71; bot, pluf y boteliy, panzón (ruso); botkin o bodkin, estilete danés.
Ese “botkin” sin referencia a la entrada en que aparece, demuestra la voluntad del autor del texto de ocultar el instrumento afilado, pero en el texto aparece este comentario en el Verso 493:
que se quitó la pobre y joven vida, (que se inicia con una inquietante advertencia: )La nota siguiente no es una apología del suicidio; es la simple y sobria descripción de un estado espiritual.
Entre las muchas opciones al suicidio que propone el narrador (dejémoslo así de momento, sin personalizar) se encuentra la siguiente afirmación:
Son los puristas los que sostienen que un caballero debe usar un par de pistolas, una para cada sien, o un botkin desnudo (obsérvese la correcta ortografía), y que las señoras deberían o bien tomar un veneno mortal o ahogarse con la torpe Ofelia.
Ahí está el botkin no referenciado: ¿Será con ese estilete danés con el que se suicidará el comentarista?
La cuestión en todo este asunto se resume en aceptar una de las dos opciones posibles. O bien Kinbote es el narrador o lo es Botkin. Las consecuencias de cada una de las dos alternativas deben ser asumidas por cada lector. Nabokov, en el contexto paratextual de la entrevista, advierte que el narrador no es Kinbote, algo que no queda excesivamente claro en la lectura de la novela. Todas las referencias que nos puedan hacer pensar que otro aparte de Kinbote es el verdadero narrador de Pálido fuego son veladas y se pierden en la prolijidad narrativa de Nabokov.
En el comentario al verso 894 se produce una curiosa confusión de identidades que posiblemente encierre la clave de la identidad del narrador:
Durante los primeros meses de la revolución zemblana aparecieron no pocas veces retratos del Rey. De vez en cuando algún entrometido de la universidad dotado de memoria fiel, o alguna de las mujeres de club que andaban siempre detrás de Shade y su excéntrico amigo, me preguntaron con el aire estúpido de saberlo todo que se adopta en esos casos, si alguien me había dicho cuánto me parecía al infortunado monarca. (…)
Nos choca el “excéntrico amigo” de Shade que no ha sido mencionado con anterioridad. Sólo Kinbote se empeña en acompañar continuamente al poeta. Si aceptamos que Kinbote es el narrador la afirmación del comentario al verso 894 (un rey) es contradictoria. Es en esta parte final del texto, sobre todo en este comentario, donde se producen las mayores confusiones de identidad del texto:
—Naturalmente —dijo el joven Emerald levantándose.
El Profesor Pardon me habló ahora: —Yo tenía la impresión de que usted había nacido en Rusia, y de que su nombre era una especie de anagrama de Botkin o Botkine.
Kinbote: —Usted me confunde con algún refugiado de Nova Zembla (insistiendo sarcásticamente en "Nova").
—¿No me ha dicho usted, Charles, que kinbote significa regicida en su lengua? —preguntó mi querido Shade.
—Sí, destructor de rey —dije (ansioso por explicar que un rey que oculta su identidad en el espejo del exilio es en cierto sentido exactamente eso).
Shade (dirigiéndose al visitante alemán): —El Profesor Kinbote es autor de una obra notable sobre los nombres de pila. Creo (a mí) que existe una traducción inglesa, ¿verdad?
—Oxford, 1956 —respondí.
—¿Sabe usted ruso, sin embargo? —dijo Pardon—. Creo que le oí a usted, el otro día, hablando con... cómo se llama... oh, Dios mío (formando laboriosamente el nombre con los labios).
Shade: —Señor, a todos nos cuesta "atacar" ese nombre (riendo).
Profesor Hurley: —Piense en la palabra francesa para "neumático": "pneumatique".
Shade: —Pero señor, mucho me temo que no haya hecho más que pinchar el neumático de la dificultad (riéndose a carcajadas).
—Flatman —ironicé—, sí —continué dirigiéndome a Pardon—, claro que hablo ruso. Comprende, era el idioma elegante par excellence, mucho más que el francés, entre los nobles de Zembla por lo menos, y en la corte. Hoy todo eso ha cambiado, naturalmente. Ahora son las clases más bajas las que tienen que hablar el ruso a la fuerza.
Por su parte, "pneumatique" conduce inevitablemente al protagonista de otra de las novelas de Nabokov, el profesor Pnin. Así, en el verso 172, se lee:
Hablando del jefe del Departamento de Ruso, el Profesor Pnin, un verdadero tirano con sus subordinados (afortunadamente, el Profesor Botkin, que enseñaba en otro departamento, no dependía de ese "perfeccionista" grotesco) : "Qué extraño que los intelectuales rusos no tengan ningún sentido del humor cuando cuentan con humoristas tan maravillosos como Gogol, Dostoievsky, Chejov, Zoshchenko y esa pareja de autores de genio, Ilf y Petrov".
Choca el crácter de Pnin descrito por el narrador de Pálido fuego, con el retrato que hace el narrador de Pnin. Hay una contradicción que puede llevarnos a que dudemos de la veracidad del narrador.
Pero no es la única referencia a otras obras del propio Nabokov. Lolita es un huracán, y Humbert Humbert “un viejo pederasta triste y regordete que había bajado de un tiro a su extorsionador”.
Pero no nos desviemos. El narrador de Pálido fuego comete errores, como todos los narradores de Nabokov, que nos permite descubrir su impostura. Tal vez sea revelador el fragmento perteneciente al comentario al verso 629: el destino de las bestias, verso corregido y recorregido, como recoge el narrador: El destino de las bestias. Encima de esto el poeta escribió y tachó: el destino del loco.
El narrador recoge la última frase de una conversación que, evidentemente trata sobre él:
Mientras circulaba entre aquel apiñamiento, con una sonrisa en la cara y un cóctel en la mano, entreví por fin la coronilla de mi poeta y el chignon castaño brillante de la Sra. H. sobresaliendo de los respaldos de dos sillones adyacentes. En el momento en que me acercaba por detrás de ellos, le oí oponerse a una observación que ella acababa de hacer:
—La palabra es equivocada —decía—. Uno no debería aplicarla a una persona que se despoja deliberadamente de un pasado gris y desdichado y lo sustituye por una brillante invención. Es sencillamente volver una nueva página con la mano izquierda.
Tenemos pues a un narrador que se despoja deliberadamente de un pasado gris y desdichado y lo sustituye por una brillante invención. No es un loco. Es nuestro guía por un delirio inextricable. No podemos aceptar la idea de un narrador loco, por eso pensamos que Kinbote es quien cuenta la historia.
Si Botkin es el narrador, la historia de Kinbote y Shade es una invención literaria. Nabokov dice que “esta es una novela directa. La revelación más clara de la personalidad se encuentra en el trabajo creativo en el que un individuo se vuelca. Aquí el poeta es revelado por su poesía; el comentarista por su comentario”. ¿Debemos deducir de estas palabras la mediocridad de Shade, la egolatría de Kinbote?. O debemos, a tenor de las siguientes declaraciones, que Nabokov, al interponer a Botkin, al escogerlo como intermediario entre el lector y la historia de Shade y Kinbote, crea una segunda posibilidad de lectura, una ficción insostenible que lleva al narrador al suicidio. Pero, ¿por qué el suicidio de Botkin?, por qué, si todo no es más que una ficción, huir de New Wye, donde es profesor, y refugiarse en una cabaña de madera, frente a lo que cree un parque de atracciones, a redactar la imposible historia de un crimen equivocado, del exilio del rey de Zembla. ¿Por qué huir, por qué suicidarse?
Quizás a las muchas tesis apuntadas habría que añadir la interpretación “gradusiana” o “greydiana” según la cual, Botkin, el narrador de la novela Pálido fuego, autor del poema del mismo nombre, de los comentarios y del Índice, no es otro que Gradus y que todo ello no sea más que una justificación de una acto irracional… ups, se me coló una interpretación psicoanalítica de la novela.
Toda esa batahola terminó por afectar el curso de mi nueva vida y me obligó a trasladarme a este modesto chalet de montaña; pero conseguí obtener, poco después del arresto, una entrevista, quizá dos, con el prisionero. Estaba ahora mucho más lúcido que cuando se desplomó, sangrando, en los peldaños de mi entrada, y me contó todo lo que yo deseaba saber. Haciéndole creer que podría ayudarlo en el proceso, le obligué a confesar su odioso crimen: su manera de engañar a la policía y a la nación haciéndose pasar por Jack Grey, escapado de un manicomio, que había tomado a Shade por el hombre que lo había hecho encerrar. Pocos días después, ay, frustró a la justicia abriéndose la garganta con una navaja que había recogido de un cajón de basuras no vigilado. Murió, no tanto porque desempeñado ya su papel en la historia no veía razón para seguir viviendo, sino porque no podía sobrevivir a su última plancha: haber matado a quien no debía cuando su verdadero blanco estaba allí delante.
Botkin muere por haber matado a quien no debía.
Tal vez…
5 comentarios:
me interesan las tesis de las ciruelas; creo que tienen relacion con la quinta parte del senyor de los anillos y la resolucion definitiva de los crimenes de twin peaks... en las regiones ocultamente furibundas todo esta interconectado;
un saludo, un guinyo, un beso
La intención del autor es irrelevante.
Menos mal, Javier. Pensaba que nadie se daría cuenta. Pálido fuego puede ser miles de cosas en la mente del autor, pero sólo ES lo que cada lector lee.
Creo que a Nabokov le costaba mucho desprenderse de su obra y dejarla en manos de la "masa" lectora... por eso los interrogantes a si esta será la última entrada en torno a Pálido fuego.
Un saludo.
Y también a ti, José.
Gracias por vuestros comentarios.
Estoy fascinado con la lectura de Pálido Fuego.
Os falta reseñar el paralelismo con Hamlet (Kinbote-botkin-estilete danés) que busca la locura como arma para vengarse de la muerte de su padre (Shade) literario.
Digo busca porque no está loco. En la nota al 172 dice Shade que baja la nota del estudiante que usa la palabra "sincero" como laudatorio. "cuando oigo a un crítico hablar de la sinceridad de un autor, sé que es tonto el crítico o el autor".
Te remito a
http://ellamentodeportnoy.blogspot.com.es/2006/05/irving-presenta-hasta-que-te-encuentre.html
donde se encuentra (a pesar del título del enlace del post) la visión de Hamlet de Nabokov desarrollada en Barra siniestra
Un saludo y gracias por comentar.
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