No dudo que volveré a hablar de esta genial novela. De momento voy por la tercera parte y no puedo evitar dejar un fragmento que sirva de ejemplo de la magistral narrativa de Ford Madox Ford:
(El narrador acaba de sufrir un golpe emocional, que no revelaré, que le deja completamente aturdido)
Estoy absolutamente fascinado con esa voz susurrada “como la de un clérigo desaseado que recitara el breviario en el ángulo de un vagón de tren”.
Fascinación que no es más que envidia: Ojalá pudiera captar imágenes como la que nos ofrece Ford Madox Ford.
(El narrador acaba de sufrir un golpe emocional, que no revelaré, que le deja completamente aturdido)
(…) el gran duque, el jefe de la policía y el gerente del hotel. Menciono a estos tres últimos porque mis recuerdos de aquella noche están ligados únicamente a la especie de resplandor rosado procedente de las luces eléctricas del salón del hotel. Allí se presentan ante mi conciencia, como globos flotantes, los rostros de aquellos tres. Una vez era la cabeza monárquica y benevolente del gran duque, con su barba; luego la fisonomía angulosa y morena del jefe de policía con sus bigotes de caballería; a continuación el vacío globular, brillante y de cuello alto que representaba monsieur Schontz, el propietario del hotel. A veces una cabeza estaba sola; en otro momento el puntiagudo casco del oficial quedaba muy cerca de la saludable calva del príncipe; después los grasientos rizos de monsieur Schontz se abrían paso entre los dos. La voz suave y exquisitamente educada del soberano decía “¡Ja, ja, ja!”, y cada palabra caía como una suave pella de sebo; luego surgía el amortiguado chirrido del oficial: “Zum Befehl Durchlaucht”, como cinco disparos de revólver; mientras la voz de monsieur Schontz seguía sonando y sonando convertida en un susurro, como la de un clérigo desaseado que recitara el breviario en el ángulo de un vagón de tren. Así era como se me presentaban.(Traducción de José Luis López Muñoz para Edhasa)
Estoy absolutamente fascinado con esa voz susurrada “como la de un clérigo desaseado que recitara el breviario en el ángulo de un vagón de tren”.
Fascinación que no es más que envidia: Ojalá pudiera captar imágenes como la que nos ofrece Ford Madox Ford.
7 comentarios:
Me he quedado tan fascinado como tú con la comparación. Extraordinaria.
Supongo que la traducción de José Luis López Muñoz siempre será una garantía.
Es un libro inmenso, único. Yo lo tengo en la edición de Cátedra, que está muy bien. Por cierto, ¿no fue Ford Madox Ford el que empapeló su cuarto de baño con las cartas que le enviaban los editores rechazando la publicación de sus libros? Un abrazo, Luís.
Está en mi lista.
A mí también me gustó esta novela cuando la leí hace un par de años, aunque su narrador no logró conmoverme. En algún lugar de este mundo virtual dejé el siguiente comentario:
Me gustó la estructura de la novela, esa ruptura con las formas decimonónicas de narrar, ese cambio de narrador omnisciente por narrador-personaje, ese receptor inventado que lo escucha en una casa de campo al lado de la chimenea, ese ir y venir de acontecimientos, adelantando hechos y volviendo hacia atrás (prolepsis y analepsis)... También me interesó la ironía presente en la obra, una ironía que para mí nace del choque entre las palabras del narrador y su forma de ser, esa vida a la que le falta sangre, pasión, por lo que es capaz de contar una historia en la que está involucrado como si fuera la historia de unos personajes inventados, y esto último es lo que no me gustó de la novela. El narrador no parece Dowell, el amigo de Edward, el marido de Florence, esa mujer que lo engaña, parece más bien un narrador omnisciente al que los acontecimientos narrados no le afectan. A mí no fue capaz de transmitirme las emociones que se derivarían de contar la historia más triste que jamás ha oído, no fui capaz de ponerme en la piel ni del narrador ni de los demás personajes, no logré sufrir, ni tampoco disfrutar, con ellos.
Coincido en todo lo que dices, Fuca, pero creo que la gracia de Dowell como narrador es su incapacidad para trasmitirnos esa tristeza que se anuncia en la primera página que queda desmentida en la última... ¿es acaso un precursor de los narradores infidentes de Svevo y Nabokov?
Esperaba profundizar en el tema más adelante, aunque fuese repitiendo tus palabras.
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios
Magnífico texto, buscare mas de Ford Madox.
Saludos,
http://todayandbooks.blogspot.com/
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