7/10/07

Única crónica de Sitges 2007:Dororo, de Akihiko Shiota

Dororo no es una gran película. Es divertida y, mucho antes, una serie de animación y un video juego. Pero, sin ser apenas más que una correcta película, lo cual ya es mucho hoy en día, es una muestra de la capacidad japonesa de idear una serie de situaciones que los occidentales descartaríamos por absurdas, ilógicas e inconsistentes, y hacer de ellas un material narrativo de una imaginación desbordante y original.
Aquí en occidente aún estamos empeñados en que la “realidad” debe ser la base sobre la que se sustente la narrativa (literaria o cinematográfica) En un programa de televisión entrevistan a los espectadores a la salida de una proyección y varios destacan lo “real” que les ha parecido la historia... en una rueda de prensa el director de una película explica como quisieron acercarse lo más posible a la realidad... incluso si consideramos esa distinción y nos atenemos al género fantástico, que nada debe a la “realidad”, podemos comprobar que este género es también consecuente, como si su comprensión estuviese determinada por su paralelismo con la “realidad” .
El cine oriental todavía nos sorprende. Los orígenes culturales de las historias japonesas nada tienen que ver con lo nuestros, quizás demasiado influenciados por una moral maniqueísta, y nada les impide construir una narración desde axiomas que a nosotros nos parecerían insuficientes narrativamente.
Así en Dororo el guerrero que quiere alcanzar la gloria y el poder absoluto vende el cuerpo de su hijo aún por nacer a 48 demonios que se lo repartirán sin que entendamos (ni que importe) que beneficio pueden obtener de ello. Un hechicero encuentra el cuerpo abandonado del niño:

Hace mucho tiempo, en un lugar había un hechicero, quien perfeccionaba su magia en solitario. Según ese hombre sucedió una mañana, cuando regresaba de recolectar hierbas medicinales. Sobre las aguas del arroyo que cruzaba esas tierras advirtió que una cuba de madera flotaba aguas abajo. Entonces sacó la cuba del agua.




Estaba llorando. O al menos, lo parecía. Como si dijera: "Quiero un padre".
“Parece un bebé humano. Si realmente es humano, debe tener el más lastimoso cuerpo que un humano puede tener. Pero aún así tiene apariencia humana.”
Y entonces, el hombre decidió darle un cuerpo al niño. El hechicero injertaba nuevas piernas y brazos a aquellos que los perdían en la guerra. Iba a intentar perfeccionar esa técnica. Primero el hombre se dirigió a un pueblo devastado por la guerra, y recogió los cadáveres de los niños. El hombre hirvió los cadáveres, y luego los mezcló con sus hierbas secretas. Así creó un agua como fuente de vida, con los cadáveres de los niños. Entonces le aplicó electricidad...
(De los subtítulos)


Ciego, sordo, sin órganos internos, sin corazón ni extremidades, será entrenado por el hechicero desde niño en la lucha contra los espíritus y armado con la espada Hyakki-maru, de los cien demonios, forjada para la venganza, el “monstruo”, así lo ven, partirá en busca de los 48 demonios para recuperar las partes de su cuerpo. Partiendo de estas premisas argumentales las expectativas que provoca Dororo acaban defraudando... bueno, no exactamente... supongo que la película defrauda porque quiere explicar muchas cosas que en la serie animada se deben desgranar poco a poco, porque el director no ha querido que Dororo sea una sucesión de peleas contra monstruosas materializaciones de espíritus malvados, algo que en cierta manera esperábamos muchos de los espectadores.



A pesar de su prometedora sinopsis Dororo no se aparta demasiado de un producto comercial juvenil japonés, algo que quizás no acabamos de entender bien, o no acabamos de diferenciar suficientemente provocando confusiones al querer englobar todo el cine japonés como si se tratase de un género. Dororo sea quizás equiparable en el sentido de la confusión con Yokai Daisenso de Miike o Funky Forest de Katsuhito Ishii.
Dororo es un divertido y nada pretencioso espectáculo cinematográfico.



Sin embargo, el viento sopla en la planicie donde lucharán los rivales como en Seppuku o en Rebelión , se pelea bajo la lluvia, como en Los siete samuráis de Kurosawa o en Zatoichi de Kitano, y el mar... aquí dudé... el mar en Hana-Bi simboliza la muerte, en El verano de Kikujiro la pérdida, en Brigth Future de nuevo la muerte, su inminencia... pensaba que en general la visión del mar tenía en la cinematografía japonesa un sentido distinto al que en occidente le damos... sin embargo en Dororo simboliza esperanza... ¿un guiño al espectador occidental?, ¿un detalle sin importancia?... pero, si no tiene importancia, ¿por qué música flamenca en la banda sonora?
Pero no desesperemos: Todavía quedan 24 demonios.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Salud, compañero. Aunque se salga del tema de tu amado cine amarillo, quizá te interese la última película de (pido perdón) Richard Gere. Claro que la presencia de la estrellona perjudica al film, pero así y todo creo que podría parecer digna de comentario. Trata sobre el famoso fraude Hughes; ya sabes, la estafa que pretendió colar el escritor fracasado David Irving a McGraw-Hill, nada menos, a cuenta de una supuesta biografía autorizada de Howard Hughes, que el desquiciado multimillonario no dudó en desautorizar.

La versión que cuenta la película es la de Irving, que imagino falsa por los cuatro costados, pero está narrada de forma que pone de manifiesto esa confusión entre realidad y ficción que tan atractiva (creo) te resulta. Además, está el recuerdo de Fake, de Welles, que es lo que me convenció para acudir al cine, y la presencia de ese icono de la mitología pop norteamericana que es Hughes.

Resulta patético el intento del impresentable de Irving de cargar a Nixon -pim pam pum oficial, malo supremo, autor de todas las infamias- parte de la responsabilidad de su catástrofe; tanto como el intento del director de atizar un capón al malo Bush. Pero no deja de ser apasionante pensar cómo pudo ese tipo creer que su absurdo plan podía tener éxito... Una explicación es que, convencido de su falta de talento, montara el tinglado para poder vivir el resto de sus días de contar cómo quiso engañar al mundo, después de pagar sólo con un par de añitos de cárcel.

Sigue queriendo publicar su obra, por cierto. Interesante Irving. Aunque sólo sea porque nos permite recordar a Welles.

V.

Anónimo dijo...

A mí me parece una extraordinaria película. Es verdad que no es sólo una sucesión de peleas contra “monstruosas materializaciones de espíritus malvados”, aunque esa lectura superficial tampoco está nada mal porque, en ese plano, es muy divertida.

La historia es muy buena, sólida, y está muy bien tejida salvo, que yo recuerde, en un momento que no cuadra del todo. Lo mejor es que mantiene el nivel todo el tiempo y tiene un final que plantea un nuevo problema (aspecto nada baladí hoy en día).

Otro punto que yo destacaría es la perfección que está alcanzando el contenido metafílmico en el cine japonés (otra vez con generalizaciones, lo siento) con guiños constantes al cine occidental. No sólo lo hacen sino que lo hacen muy bien. Y también los guiños a su propio cine, claro.

Otro aspecto a destacar es la interpretación de Shibasaki Kou. ¿Cuántos personajes japoneses inolvidables hay en su interpretación? Ella es extraordinaria.

En fin, que desde hace algún tiempo, no mucho, no veía una historia tan buena. Yo creo que es una gran película y que eleva muchísimo el nivel de las películas de entretenimiento. Veremos qué pasa con los demonios que restan.
Gracias, nuevamente.
Vernon

Portnoy dijo...

Salud Sett... haces bien en pedir disculpas por mentar a Richard Gere... estás perdonado.
:-)
Gracias por la recomendación. La verdad es que parece interesante el tema que trata, aunque la presencia de Gere... en fin... por cierto, ¿la historia no te recuerda la de una tal Olías?
Un saludo.
Vernon, también la historia me parece buena, extraordinaria... y por lo mismo, desaprovechada... demasiados matices y subhistorias para comprimirlas en dos horas veinte que dura (creo). Es lo que intentaba explicar en el post que es una buena película pero que podría haber sido mejor... se queda en un divertimento muy prometedor.
Coincido en lo que comentas respecto al contenido metafílmico del último cine japonés: hay que estar muy atento a cada imagen, a cada escena. Me gustaría ver las que seguro que serán las más representativas en este sentido Kantoku banzai y Sukiyaki Western Django, pero, ay, me parece que tendré que esperar.
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios

Anónimo dijo...

Pues no mucho... Iba a mentar a Nabokov, para variar, pero no vendría a cuento. No, aparte de algunos temas menores, la película se centra en dos: el narrador mentiroso (aquí se aleja del encefalograma plano hollywoodiense e incita -oh peligro- a pensar) y el recuerdo de la gran peli de Welles, con todo lo que esta supone. Claro que no deja de ser un producto made in USA del montón, pero yo la recomendaría. A pesar del pretiwoman.

Qué quieres, no se le puede pedir más a este anciano hijo de las sesiones dobles y las pelis de vaqueros. Para entender vuestro cine amarillo necesitaría un trasplante de cerebro ;-)))

Anónimo dijo...

Ni se te ocurra lo del trasplante de cerebro... sería un pérdida realmente lamentable. Además estas conexiones fantasma son muy buenas.

Portnoy, me quedé pensando en lo que dices sobre la cantidad de subhistorias. La verdad es que no lo noto, tal vez porque no conozco el anime original y no sé hasta dónde se puede desarrollar cada matiz. Sí veo que algunos personajes poseen una historia previa que podría desarrollarse (como es el caso de Dororo, sin ir más lejos), algo extraño en cine japonés clásico pero frecuente en el manga. La aceleración del ritmo es notoria.

De todas maneras, ignorando la historia original, creo que como obra independiente Dororo es extraordinaria y armónica. Me ilusiona saber que hay bastante más que contar y que la segunda y tercera parte (2008 y 2009) no serán sólo un refrito de la primera. Como proyecto se ve bastante atractivo, ¿verdad?

Jo, pues yo también estoy expectante. Los comentarios que he leído sobre Kantoku banzai! prometen una vuelta a Minna-yatteruka!, esa pequeña joyita de Kitano que todavía no encuentra su sitio en la crítica occidental. Y de Sukiyaki..., jo, qué larga se me está haciendo la espera. Odio profundamente los trailers.
Gracias por los comentarios.
Besos.

Portnoy dijo...

Pero qué dices, Sett... si precisamente el cine de vaqueros y el de las sesiones dobles es el que está más íntimamente relacionado con el cine japonés... necesitamos ese cerebro del que te quieres desprender para encontrar las conexiones.
Pues no desdeñaré la película si tengo ocasión de verla... además el tal Gere, que va sembrando la devastación por donde pasa, bailando con primeros ministros japoneses y besando, escandalosamente, a actrices de bollywood, tiene la suerte de estar acompañado por uno de los mejores actores que, como suele ocurrir, tiene que conformarse con ser el secundario: Alfred Molina.
Yo tampoco conozco la historia original pero imagino historias que nacen de cada uno de los personajes y que se podrían desarrollar: dickensiana para Dororo, épica para Hyakki-maru, shakesperiana o, mejor, macbethiana, para el padre... no sé, quizás si se considera como una especie de road-movie en la que los personajes tienen un objetivo, la historia puede ser interminable... aunque considerando la cantidad de tópicos que he ido acumulando en tan poco espacio quizás lo mejor sea eso, que se quede así, con todos sus hilos sueltos, con todas sus historias en el aire... como debe de ser, por otra parte...
la verdad es que yo quería ver más peleas :-(
jejejejeje
tendremos que esperar, sí.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Sí es verdad que las peleas se hacen pocas...
Los demonios están muy bien construidos, cada cual con su referente. Me gustó el clasicismo en la representación de los demonios femeninos... parecen sacados de los periodos Heian y Edo. Y también me gustaron sus transformaciones, especialmente la de la mujer-mariposa, fuera de cámara.

De los demonios masculinos, que son feos con ganas (como corresponde), me quedo con el lagarto, únicamente por mi afición infantil a Gojira. Jo, qué buena resolución tiene esa lucha.

Si hay algo que me resulta enormemente atractivo en el cine japonés es su enorme capacidad para representar sin complejos de ningún tipo la realidad fantástica o fantasmagórica. Me parece que tú ya has hablado de eso. No hay nada más liberador que perderle el miedo al ridículo y gozar con ello. Yo he disfrutado como enana con estos demonios.

Me sorprendió la fuerza que tienen las imágenes de la primera parte de la película, cuando se enseña al gran guerrero y la batalla. Me recordó a los guerreros de los estados beligerantes, a los Heike, a Ran. Ya sé que no es nada extraño en el cine japonés (quizás ahora sí, cuando los chinos cogen el testigo), pero el verlo en una película de estas características es sorprendente, sobre todo por el enorme cuidado que destila cada breve escena. La mezcla de géneros es alucinante; la verdad es que en una película cuyo protagonista es una especie de ronin es extraño un comienzo tan épico, e, inmediatamente después, mítico. Es como si en Dororo se mezclaran todos los períodos de la cultura japonesa.

Bueno, vale ya, que me extiendo demasiado.
Gracias y un beso.