“Iré hacia lo que me espera riendo” el lema de Stubb en Moby Dick debe preludiar y acompañarnos a lo largo del relato de Vila-Matas. La risa, la comedia, debería ser el principal ingrediente de un cuento que gira en torno a las parejas cómicas cinematográficas basadas en el contraste físico: Laurel y Hardy, por supuesto, Abbott y Costello, también, pero ¿por qué incluir a Ayckroyd y Belushi? ¿o a Fatty Arbuckle con alguno de sus partenaires del cine mudo, incluido Buster Keaton? Porque a pesar de este ambiente más o menos festivo en el que se han movido los personajes el clima general es de una tristeza contenida, rebuscando en el tópico del “payaso triste” y también en el de la degeneración moral que enturbia el mundo cinematográfico. Es, y eso es algo que meritoriamente Vila-Matas consigue que olvidemos, el relato de un suicida, la carta al juez, la explicación de una vida y del fin de ésta.
El relato es extraño, como de alguna manera lo son todos los de su autor. La extrañeza quizás surge de la estructura, de una aparente discontinuidad narrativa en la que se divaga sobre distintos temas, aunque no es del todo preciso. No se trata de que el relato se disperse y no concrete. Se trata de que los caminos que elige Vila-Matas no son lineales pero no en cuanto al tiempo interno o a las digresiones que se intercalan. Es como si cada uno de sus relatos se compusiera de distintas partes correspondientes a distintos géneros con un protagonista común.
Pero no debemos olvidar que en estos relatos leemos lo que sus narradores han querido contarnos sobre sus vidas. En ese aspecto hay cierta similitud entre el anterior y En busca de la pareja eléctrica y, al mismo tiempo, son diametralmente opuestos: Mientras el primero era el relato de un pesimista que no aspiraba más que a sentir la saudade, cuyo ideal era sentarse mientras la muerte se acercaba acariciándole como el viento, el que nos ocupa hoy es el relato de un optimista, de un cómico que aún tras la muerte aspira a convertirse en un genio de la comedia junto a su pareja perfecta, eléctrica. Mientras que el primero es literario, el segundo es cinematográfico y, a pesar de que ambos comparten un trasfondo de tristeza existencial, Brandy Mostaza es capaz en su relato de mezclar lo estrambótico con lo siniestro, lo trágico con lo cómico:
“Mi madre acabó perdiendo la paciencia y me desheredó. Atormentada por el remordimiento, empezó a envejecer (...) murió de pena por haberme desheredado tan injustamente”
Ahora viene la pregunta: ¿cuántos de vosotros os habéis reído leyendo En busca de la pareja eléctrica de Vila-Matas?
7 comentarios:
Pues la verdad es que reirme no me he reido, pero me he sorprendido sonriendo ante el patetismo que levanta la historia del Sr. Mostaza. No creo que la intención de Vila-Matas fuera escribir un relato para que nos riéramos. Lo ridículo puede provocar condescendencia y esto si se da de la mano con el humorismo. ¿Qué me decís de aquellos chistes tan macabros que todos recordamos? ¿Acaso la sensación que provocan no da de lleno en algo interno que nos conmueve profundamente? Vila-Matas nos cuenta un chiste y luego pregunta, ¿De qué narices os estais riendo? Esta puede ser una interpretación del relato. Pero también existen otras.
Es uno de los recursos de Vila-Matas: invitar a la risa y luego preguntarle al lector de qué se ríe. No sé si vale pero ahí está.
Me apunto el argumento de la ria y la pregunta. Y también lo del patetismo inherente. Esperemos a ver a donde nos lleva Vila-Matas
Ahhhh, y gracias por vuestros comentarios, claro
Creo que Vila-Matas tiene a veces la oscura voluntad de "no decir nada" (pero a la manera de Fonseca, que alguna vez elucubró la minitesis de que los verdaderos escritores no quieren decir nada, no quieren ponderar, sólo quieren escribir, contar); y creo que es el caso de Vila-Matas, sobre todo en sus largas novelas, en las cuales el discurrir de la escritura sólo "da cuenta" de sí misma, y en esa deriva, se supone, sus buenos y pacientes lectores lo siguen hasta el Final...
Entiendo que ese comentario sobre "no decir nada" debe ser explicado porque es algo que me ha pasado intentando explicar la narrativa de Bolaño. Sí, es posible que nos enfrentemos a una literatura que no tenga más objeto que ella misma y cuya lectura no aporte nada más que eso.
Explicado así puede ser peligroso ya que puede parecer que intentamos atribuir un objetivo a la literatura, y aunque es cierto que existe literatura funcional, lo que aporta el siglo XX a la narrativa es precisamente eso, la literatura en sí misma, sin otros objetivos ni fines más que la propia literatura.
El problema está en que es posible que podamos reprocharle muchas cosas (o no) a este tipo de narrativa.
En cuanto a lo que este tema concierne a Vila-Matas, me reservo todavía mi opinión.
Seré bueno y paciente.
:-)
Yo también intento ser bueno, paciente creo que sí soy.
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