Tomo como base partes del texto de Roy Arthur Swanson, Nabokov's Ada as Science Fiction , que aparece en Science Fiction Studies, aunque la mayoría es, como siempre, una serie de impresiones subjetivas causadas por la lectura de la novela de Nabokov.
El padre de Ada y Van (sea Daniel, padre biológico de ambos, o sea Dementiy, padre putativo de Ada) es D. Veen, que puede leerse como “divine” o como “Duveen”, es decir en el mismo nombre se combina lo espiritual (divino) y lo material (Joseph Duveen, primer Barón Duveen of Millbank (1869-1939), fue un famoso coleccionista y marchante de arte). De la misma manera los dos personajes que simbolizan la paternidad gozan de esa ambivalencia: Walter Daniel Veen es coleccionista de arte y marchante, mientras que Dementiy tiene como sobrenombre Demon, en inglés identificable con “daimon” o espíritu. Ignoro porque Swanson elude la connotación demoníaca del nombre, al igual que la evidente llamada a la locura que encierra el nombre Dementiy. Es cierto que, tal como están concebidos los personajes desde su misma nomenclatura, lo material se opone a lo espiritual, pero Nabokov introduce su particular visión de lo “espiritual” que excluye todo tipo de maniqueísmo, Demon es al mismo tiempo “daimon”, espíritu benéfico, y demonio... en estas condiciones de amoralidad no es de extrañar cierta propensión a la “demencia”.
-Una vez usted señaló que era un “monista indivisible”. Detalle, por favor
-El monismo, que implica una unidad de la realidad fundamental, se ve como divisible cuando, digamos, el “espíritu” se separa hipocritamente de la “materia” en el razonamiento de los monistas confundidos o los materialistas tibios.
Opiniones contundentes; Time, mayo de 1969
Siguiendo las simbologías que destaca Swanson, Demon simboliza el Aire, como Marina, madre de Ada, cuñada y amante de Demon, el Fuego, Lucette, hermana de Ada, el Agua, y sus hijos Ada y Van la Tierra: “Tres elementos, fuego, agua y aire, destruyeron en esa secuencia a Marina, Lucette, y Demon. Terra aguarda". Nótese que no emplea Earth como cuarto elemento, sino Terra, la antítesis del mundo donde se desarrolla la historia de Ada o el ardor, Antiterra o Demonia, una designación dual que de nuevo encierra un significado dual.
La dualidad, que nada tiene que ver con el bien o el mal, juega, como siempre ocurre con Nabokov, con las certezas que el lector puede adquirir a lo largo de la lectura, y la falsedad de cualquier relación de lo literario con la “realidad” (entre comillas siempre). Realidad y Literatura son dos mundos opuestos que se desarrollan paralelamente pero que no llegan a interactuar.
Como Terra y Antiterra.
Como Ada or Ardor
Como el juego que establece entre Marina y Lucette, cuyos nombres pueden asociarse respectivamente con el agua y el fuego, y que mueren consumidos por sus contrarios.
O como el nuevo juego que implica el que Ada sea la designación rusa del Infierno. Infierno, Hades, acrónimo de Shade, poeta que aparece en Pale Fire. (John Shade, John en ruso es Ivan, John Shade, en ruso, con una pequeña transgresión, sería Van Ada)
El Fuego es el elemento que permite que Van y Ada consumen su pasión, en la Mansión de Ardis. En castellano la relación con el fuego es evidente, pero a su vez el Edén de Ada, Ardis Park, tiene relación anagramática con la palabra Paradise. Con Ardor, también.
Terra-Antiterra, paraiso-infierno. Los pares se confunden, porque la tendencia natural nos lleva a considerar “real” aquello que leemos, a cometer el error de pensar que lo escrito en una novela tiene reminiscencias con la vida de su autor.
En “realidad” es un todo indivisible, terra-antiterra, infierno-paraiso, del que los lectores podemos atisbar sólo una ínfima parte.
Ada y Van. Adan y Eva. La narración que se desarrolla en Ada o el Ardor tiene un narrador, Van, que cuenta desde el futuro a través de la memoria, con las inestimables apostillas de su amada, Ada. La pareja primigenia, en este sentido, no simbolizan el origen de la humanidad, sino, tal vez, su final. Si Adan y Eva son mitológicamente el inicio, Ada y Van representan el final. Son ellos dos narrando desde un futuro en el que sólo ellos permanecen. Toda Antiterra es memoria volcada sobre el papel por dos ancianos a quienes les espera la tierra, Terra.
Ada o el Ardor es una novela muy compleja por la maraña de relaciones que Nabokov teje en torno a todo su imaginario literario, propio y ajeno. Y esa complejidad es quizás la que la convierte en una novela fallida, ya que se construye de espaldas al lector.
En ese conglomerado dual que es Ada o el Ardor, Nabokov olvidó que el lector es el único y genuino alter-ego del escritor. Leyendo Ada o el Ardor uno tiene la sensación de que el sitio que el lector puede ocupar en el par que le corresponde, autor-lector, es, deliberadamente por parte de Nabokov, muy pequeño. No se trata de que no sea lícito que el autor solicite a sus lectores un esfuerzo para entender su obra, pero lo que nos exige Nabokov es sobrehumano, es un ejercicio que supone suplantar al autor, ser el autor, comprender el solipsismo con el que se explaya, caer en la contradicción de ser lectores en una obra que no se ocupa del lector.
Y a pesar de todo Ada o el Ardor es una novela sobresaliente.
Como dijo en su día la portada de Time, “La novela está viva, y vive en Antiterra”
El padre de Ada y Van (sea Daniel, padre biológico de ambos, o sea Dementiy, padre putativo de Ada) es D. Veen, que puede leerse como “divine” o como “Duveen”, es decir en el mismo nombre se combina lo espiritual (divino) y lo material (Joseph Duveen, primer Barón Duveen of Millbank (1869-1939), fue un famoso coleccionista y marchante de arte). De la misma manera los dos personajes que simbolizan la paternidad gozan de esa ambivalencia: Walter Daniel Veen es coleccionista de arte y marchante, mientras que Dementiy tiene como sobrenombre Demon, en inglés identificable con “daimon” o espíritu. Ignoro porque Swanson elude la connotación demoníaca del nombre, al igual que la evidente llamada a la locura que encierra el nombre Dementiy. Es cierto que, tal como están concebidos los personajes desde su misma nomenclatura, lo material se opone a lo espiritual, pero Nabokov introduce su particular visión de lo “espiritual” que excluye todo tipo de maniqueísmo, Demon es al mismo tiempo “daimon”, espíritu benéfico, y demonio... en estas condiciones de amoralidad no es de extrañar cierta propensión a la “demencia”.
-Una vez usted señaló que era un “monista indivisible”. Detalle, por favor
-El monismo, que implica una unidad de la realidad fundamental, se ve como divisible cuando, digamos, el “espíritu” se separa hipocritamente de la “materia” en el razonamiento de los monistas confundidos o los materialistas tibios.
Opiniones contundentes; Time, mayo de 1969
Siguiendo las simbologías que destaca Swanson, Demon simboliza el Aire, como Marina, madre de Ada, cuñada y amante de Demon, el Fuego, Lucette, hermana de Ada, el Agua, y sus hijos Ada y Van la Tierra: “Tres elementos, fuego, agua y aire, destruyeron en esa secuencia a Marina, Lucette, y Demon. Terra aguarda". Nótese que no emplea Earth como cuarto elemento, sino Terra, la antítesis del mundo donde se desarrolla la historia de Ada o el ardor, Antiterra o Demonia, una designación dual que de nuevo encierra un significado dual.
La dualidad, que nada tiene que ver con el bien o el mal, juega, como siempre ocurre con Nabokov, con las certezas que el lector puede adquirir a lo largo de la lectura, y la falsedad de cualquier relación de lo literario con la “realidad” (entre comillas siempre). Realidad y Literatura son dos mundos opuestos que se desarrollan paralelamente pero que no llegan a interactuar.
Como Terra y Antiterra.
Como Ada or Ardor
Como el juego que establece entre Marina y Lucette, cuyos nombres pueden asociarse respectivamente con el agua y el fuego, y que mueren consumidos por sus contrarios.
O como el nuevo juego que implica el que Ada sea la designación rusa del Infierno. Infierno, Hades, acrónimo de Shade, poeta que aparece en Pale Fire. (John Shade, John en ruso es Ivan, John Shade, en ruso, con una pequeña transgresión, sería Van Ada)
El Fuego es el elemento que permite que Van y Ada consumen su pasión, en la Mansión de Ardis. En castellano la relación con el fuego es evidente, pero a su vez el Edén de Ada, Ardis Park, tiene relación anagramática con la palabra Paradise. Con Ardor, también.
Terra-Antiterra, paraiso-infierno. Los pares se confunden, porque la tendencia natural nos lleva a considerar “real” aquello que leemos, a cometer el error de pensar que lo escrito en una novela tiene reminiscencias con la vida de su autor.
En “realidad” es un todo indivisible, terra-antiterra, infierno-paraiso, del que los lectores podemos atisbar sólo una ínfima parte.
Ada y Van. Adan y Eva. La narración que se desarrolla en Ada o el Ardor tiene un narrador, Van, que cuenta desde el futuro a través de la memoria, con las inestimables apostillas de su amada, Ada. La pareja primigenia, en este sentido, no simbolizan el origen de la humanidad, sino, tal vez, su final. Si Adan y Eva son mitológicamente el inicio, Ada y Van representan el final. Son ellos dos narrando desde un futuro en el que sólo ellos permanecen. Toda Antiterra es memoria volcada sobre el papel por dos ancianos a quienes les espera la tierra, Terra.
Ada o el Ardor es una novela muy compleja por la maraña de relaciones que Nabokov teje en torno a todo su imaginario literario, propio y ajeno. Y esa complejidad es quizás la que la convierte en una novela fallida, ya que se construye de espaldas al lector.
En ese conglomerado dual que es Ada o el Ardor, Nabokov olvidó que el lector es el único y genuino alter-ego del escritor. Leyendo Ada o el Ardor uno tiene la sensación de que el sitio que el lector puede ocupar en el par que le corresponde, autor-lector, es, deliberadamente por parte de Nabokov, muy pequeño. No se trata de que no sea lícito que el autor solicite a sus lectores un esfuerzo para entender su obra, pero lo que nos exige Nabokov es sobrehumano, es un ejercicio que supone suplantar al autor, ser el autor, comprender el solipsismo con el que se explaya, caer en la contradicción de ser lectores en una obra que no se ocupa del lector.
Y a pesar de todo Ada o el Ardor es una novela sobresaliente.
Como dijo en su día la portada de Time, “La novela está viva, y vive en Antiterra”
Ada o el Ardor y el Tiempo
Ada o el Ardor
Ada o el ardor y Solaris
Ada on line; Realidad
Zembla
2 comentarios:
Felicidades por la web, me reconcilia con el mundo, uffff
:)
Pero el colmo nabokoviano de las dualidades gentilicias es el profesor Humbert Humbert de "Lolita" y sus apellidos incestuosos. Me maravilla tu cabalística, estimado Portnoy . Y ya detallaré el vínculo que hay entre "Auto de Fé" de Canetti y Nabokov. Saludos potmisantrópicos.
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