Es la historia de un estudiante que se hace cargo de un samurái herido durante un viaje. Lo lleva a su casa y le cura las heridas. Después de un tiempo, se conocen y hacen una gran amistad. Pero el Samurái debe regresar con su clan. Y se marcha, prometiendo que regresará el año siguiente, el 9 de Septiembre. El tiempo pasa y la fecha se acerca. La mañana del día 9, el estudiante y su madre preparan flores, pescado y sake, esperando el regreso del samurái. Pero nunca llegó. La madre trató de consolarlo (al hijo), pero fue en vano. Luego el estudiante vuelve a su casa. La luna esta detrás de las montañas. Todo esta oscuro. Él esta a punto de entrar cuando observa a un hombre en las sombras. El samurái ha llegado. Lo invita a entrar. El samurái está extrañamente triste y callado. No quiere comer ni beber. De pronto dice que ya no está en este mundo. En su viaje de regreso, fue capturado y no pudo escapar. Así que se suicidó para mantener su promesa.
Su espíritu fue arrastrado por el viento.
De los subtítulos de Gohatto, de Nagisa Oshima... es decir, el texto puede no ser demasiado fiable... lo que interesa en la película es el contexto y esa peculiar textura que adquieren las narraciones literarias contadas en la pantalla.
Por su parte, así nos relata la misma historia Haruki Murakami en su novela Kafka en la orilla (Traducción de Lourdes Porta):
Los cuentos de la lluvia y de la luna fueron escritos por Ueda Akinari a finales de la época Edo (...) (uno de ellos se llama “La promesa del crisantemo”):
Dos guerreros se hacen amigos y juran ser hermanos de por vida. Entre samuráis, este juramento era muy importante. Hacer esta promesa equivalía a poner la vida en manos del otro, a entregarla gustosamente por el otro de ser necesario. Eso significaba.
Los dos viven en regiones muy alejadas y sirven a dos señores diferentes. “Cuando el crisantemo esté en flor iré a visitarte”, le anuncia uno al otro. “Te espero”, responde el otro. Sin embargo el samurái que tenía que ir a visitar a su amigo se ve envuelto en problemas en su señorío y es arrestado. No puede salir. Tampoco le está permitido escribir una carta. Pronto acaba el verano, avanza el otoño y llega la estación en que florecen los crisantemos. El samurái no puede cumplir la promesa que le ha hecho a su amigo. Para un samurái, una promesa tiene una importancia capital. La fidelidad tiene más valor que la propia vida. El samurái se suicida abriéndose el vientre y su espíritu recorre una larga distancia para reunirse con su amigo. Ambos, ante las flores del crisantemo, hablan hasta la saciedad, y luego el espíritu desaparece de la faz de la tierra.
En el número 12 de la revista Líala hay un estudio sobre la obra de Ueda Akinari y se comenta en profundidad el relato:
"Cita en el día del crisantemo" es el segundo cuento y el más logrado de los relatos del "Ugetsu monogatari (Cuentos de la luna de las lluvias / 1768)" . El cuento, planteado de forma matemática, describe con un claro y bello estilo el espíritu fiel y vigoroso de dos amigos, Hasebe Samon y Akana Söemon, tratando el sentimiento de lealtad y fidelidad emanado del concepto de samurái. De este cuento se desprende que tanto Hasabe Samon como Akana Söemon, son retratados como individuos no comunes, para quienes la simple promesa verbal de un reencuentro en un día determinada termina en tragedia, llevando al uno al suicidio y al otro a cometer un acto de venganza. En esto contrasta visiblemente con el cuento chino que sirvió de modelo, en el que por tratase de literatura popular china, no encontramos el espíritu en oposición del individuo hacia la historia, resistencia en la obra de Ueda Akinari aparece motivada por la pureza espiritual, la lealtad y el afán de justicia, convirtiéndose en el tema central. Es así como, mientras en el cuento chino se refiere la tragedia que provoca una lealtad entre amigos ocasionada por el olvido, "Cita en el día del crisantemo" trata del sentimiento de lealtad y fidelidad emanado del concepto de samurái. A través de una estructura y una intención más rigurosa que la del cuento chino, es así como Ueda Akinari ordena con destreza los rasgos de una inevitabilidad que conduce a través de sus personajes a una fatalidad y provoca una intensa manifestación de amistad. Por último señalar que Ueda Akinari inicia este cuento con una introducción, a modo de preámbulo didáctico, lo cual no deja de constituir una singular variación dentro de la narrativa tradicional japonesa.
3 comentarios:
Las hermosas acuarelas de la literatura oriental son posibles por valores como la lealtad y la fidelidad, cuya urgencia de cumplimiento conducen a ese fatalismo. Y de nuevo, ¿copia de la idea?, ¿plagio?
Una historia hermosa con distintas versiones.
Abrazos.
No, no, Astrolabio, nada de plagio: Las culturas orientales asumen que la recreación y la reescritura son formas de avanzar artísticamente. Los cuentos de Akinari son en muchas ocasiones, adaptaciones de relatos chinos.
Como dice Gabriela, es una historia hermosa, y además se adapta a múltiples circunstancias: En Gohatto con la obsesión del amor entre samuráis, en Murakami con la muerte como causa de convertirse en espectro.
Un saludo
y gracias por vuestros comentarios.
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