29/5/06

Samuel Beckett y Primo Levi

Mientras se anda no hay tiempo de pensar, hay que tener cuidado de sacarle los zuecos al que cojea delante y de no hacérselos sacar uno por el que renquea detrás; de vez en cuando hay un cable que salvar, un charco viscoso que evitar.

Primo Levi, Si esto es un hombre; traducción de Pilar Gómez Védate.

En ¿Cómo es? Samuel Beckett inventó una situación angustiosa asumida con naturalidad que parece reflejar la condición humana:
Un hombre se arrastra por un suelo enfangado. Carga a cuestas un saco lleno de latas de conserva con las que se alimenta. Lleva, como único accesorio, un abrelatas. Debe avanzar continuamente reptando en el barro urgido por el hombre que le sigue quien, en caso de desfallecimiento, le azuzará pinchándole con el abrelatas. A su vez el primer hombre espoleará con su herramienta al que le antecede. Este hombre es sobre quien la narración se focaliza, un largo monólogo (que recuerda a los de la trilogía Molloy, Malone muere y El innombrable) estructurado a base de cortos párrafos.
Beckett explora todas las situaciones posibles que pueden ocurrir en estas inquietantes condiciones, siendo las relaciones de dominio y poder a las que presta mayor atención, pero sin olvidar ningún otro posible acontecimiento que pueda ocurrir en una fila de hombres arrastrándose por un suelo embarrado, como una hilera de orugas, y sin que se llegue a alcanzar ninguna conclusión ni a saber el origen, las causas o los objetivos de la procesión.
Una hipérbole de la vida.

Curiosamente, en Si esto es un hombre, de Primo Levi, encuentro las referencias que luego Beckett amplificaría, despojándolas de todo vínculo con lo real, construyendo una parábola en torno a la angustia y, al mismo tiempo, un artificio literario que ayuda aún más ala deshumanización de texto y personajes.

El artificio y la realidad. Beckett y Levi. La ficción y la realidad. Un único sufrimiento.

Ni se me ocurriría decir que el sufrimiento (real) de Levi sea superior al (imaginario) de Bom (o Pim o Bem) ni tampoco lo contrario. Pero el barro por el que se mueven los personajes de las dos obras, la deshumanización que los dos autores emplean como fundamento y la oposición, de nuevo, entre realidad y ficción, hacen que me sea imposible no señalar los hilos que enlazan las dos obras.

Resulta curioso comprobar como Levi relata su paso por el campo de concentración de
Auschwitz (por cierto, debió coincidir con Imre Kerstesz) destacando de forma esencial la degradación de la persona, pero incidiendo en la subestructura social que las condiciones adversas crean. Resulta asombroso comprobar como Levi nos explica la conciencia de lo inexorable de la muerte en forma de ejecución y como, aún privados de casi cualquier medio, los prisioneros del campo de exterminio crean una red de comercio que establece una nueva ordenación social entre los condenados. Sobrevivir es lo importante, continuar avanzando en el barro.
De forma mucho más experimental literariamente, Beckett investiga también sobre el sufrimiento y la angustia, y crea también una suerte de relación social que se establece entre los hombres que se arrastran por el fango. Pero aquí, a diferencia que en Si esto es un hombre, a diferencia que en la vida real donde el tiempo histórico prácticamente sólo nos deja interpretar un papel, las víctimas de Beckett se convierten a su vez en verdugos, pasan de sufrir a ser causantes del sufrimiento de los demás. Más metafórico, Beckett ahonda en la naturaleza humana.
Pero Levi está atento a las pequeñas cosas que rodean al ser humano, dándole una dimensión, menos literaria, quizás, pero más digna:

Viví mi vida en Auschwitz del modo más racional que pude, y escribí Si esto es un hombre esforzándome en explicar a los demás, y explicarme a mí mismo, los acontecimientos en que me había visto envuelto, pero sin una definida intención literaria. (...) Mi modelo era el ”informe semanal” (...): Tiene que ser preciso, conciso y estar escrito en un lenguaje que todos (...) puedan entender.
(...)

En Auschwitz tuve ocasión de observar con alguna frecuencia un curioso fenómeno. La necesidad del lavoro ben fatto es tan fuerte, que empuja a la gente a cumplir su cometido incluso en situaciones de esclavitud.


Philip Roth, entrevista con Primo Levi, 1986. Traducción R. Buenaventura. (De El oficio: Un escritor, sus colegas y sus obras.)

A pesar de esta fe que muestra el escritor italiano en la pervivencia de valores humanos oponiéndose a las circunstancias más adversas, el Mal es una presencia ominosa en su obra, una obra que se ocupa de la realidad, de los límites a los que el ser humano puede ser empujado y sobrevivir. En Beckett el Mal surge del propio hombre esclavizado que alterna así una serie de valores morales opuestos, pero en Levi surge de los Otros, de una situación impuesta de desigualdad en la que la persona es despojada de todos sus atributos humanos y cosificada hasta el último extremo. Y aún así, en ningún momento trata de ponernos en una disyuntiva maniqueísta: la labor de Levi en Si esto es un hombre es mostrarnos la cotidianeidad del horror, el informe semanal de la esclavitud, de alguna manera una especie de lavoro ben fatto. El juicio para Levi debe venir de otro lado. Del lado del lector.

3 comentarios:

Javier Moreno dijo...

Nunca he leido a Levi. Beckett me produce angustia. Molloy me sacó de quicio.

Danae dijo...

"En este lugar, lavarse todos los días en el agua turbia del inmundo lavabo es prácticamente inútil a fines de limpieza y de salud; pero es importantísimo como síntoma de un resto de vitalidad, y necesario como instrumento de supervivencia moral."

(..)

"Que somos esclavos, sin ningún derecho, expuestos a cualquier ataque, abocados a una muerte segura, pero nos ha quedado una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento"

Portnoy dijo...

Dignidad.
No tanto a vivir dignamente, sino a esperar la muerte de la forma más digna posible.
Sobrevivir es cuestión de suerte.
Gracias por los fragmentos, Danae.