Al igual que ocurría con El ruido y la furia, ¡Absalón, Absalón! es una novela en la que lo que se cuenta no es tan importante como la forma en que el autor escoge para comunicarnos la trágica decadencia de la familia del inmoral Thomas Sutpen en el Condado de Yoknapatawpha, aunque esa elección no va en detrimento de la historia. Digamos que Faulkner consigue una conjunción entre los dos aspectos que he distinguido, pero lo hace de forma que el resultado es una de sus más oscuras y herméticas novelas.
Pero al contrario que en El ruido y la furia no son sus protagonistas los que van a prestar su voz de narradores para desarrollar la historia. El lector no tiene en ningún momento una crónica directa de los acontecimientos en torno a los Sutpen, el papel que le reserva Faulkner al lector es el de ser espectador de conversaciones y pensamientos en torno a la malhadada familia. Todo cuanto podemos conocer de la historia es a través de otras personas, testigos, protagonistas secundarios, espectadores lejanos, elucubradores sarcásticos, pero nunca, ni siquiera a través del narrador omnisciente que se limita a acompañar a los narradores, una revelación exacta de la verdad histórica. No se trata de que se pueda poner en duda lo que cuentan los sucesivos narradores que se encargan de desgranar, con un orden temporal desconcertante, anticipando acontecimientos, obviando e incluso ocultando otros, o desvelando veladamente. La verdad literaria que finalmente conocemos es la única verdad que trasciende de la novela, consecuentemente es cierta, no tenemos motivos para dudar de ella. Sin embargo, cada una de las partes tiene en cuenta la subjetividad de los narradores, por lo que Faulkner debe volver en muchas ocasiones a reconsiderar desde otro punto de vista acontecimientos que el lector ya conoce, reubicarlos y darles una nueva dimensión, consiguiendo, al mismo tiempo, que la verdad interna de la historia aparezca inmutable.
La novela se inicia una tarde de septiembre de 1909 en la que Rosa Coldfield, hermana de la mujer de Thomas Sutpen, le cuenta la historia de la familia a Quentin Compson, a quien ya conocemos por El ruido y la furia, y que aquí en parte adopta también el papel de albacea histórico del Condado.
Traducción de Beatriz Florencia.
Lo que Rosa Coldfield cuenta, lo que Quentin piensa, componen esta primera parte de la novela. Lo que Quentin sabe ya sobre los Sutpen y sobre Rosa Coldfield, le ha sido explicado con anterioridad y posterioridad a la entrevista con ésta por su padre, Jason Compson III. El resto de la historia y la conclusión la conoceremos meses después en una larga conversación entre Quentin y Shreve, su compañero de habitación en la Universidad, una conversación llena de suposiciones, sobreentendidos, fragmentos epistolares intercalados, información dispersa que poco a poco revela las trágicas consecuencias de la ambición y la lujuria de Thomas Sutpen.
Lo que particularmente destacaría de ¡Absalón, Absalón!, quizás sea algo que no pertenece estrictamente ni a la forma ni al fondo de la narración. El papel de Quentin Compson como depositario de la memoria histórica de Yoknapatawpha no deja de ser por parte de Faulkner un detalle irónico y cargado de cierta tristeza. No podemos dejar de recordar que la acción de transmisión de la historia se inicia en 1909 y que en poco menos de un año tanto Rosa Coldfield, como se narra en la novela, como Quentin Compson, como se narra en El ruido y la furia, estarán muertos. La memoria perece. El Sur, la idea del Sur faulkneriano que representa Yoknapatawpha, es un lugar decadente en el que se va a producir importantes cambios que sus habitantes no están dispuestos a aceptar (al menos no aún... “dentro de mil años” como dice en Desciende Moisés).
“Estos no eran Compson. Eran negros” (:T.P.,Frony, Luster, Disley) “Ellos perseveraron”, leemos en El ruido y la furia. “De modo que se necesitan dos negros para eliminar a un Sutpen, ¿eh?” dice Shreve al final de ¡Absalon, Absalón!:
-El Sur -dijo Shreve -; el Sur. ¡Jesús! No me admira que os sobreviváis a vosotros mismos años y años. (...)
-Tengo veinte años y soy más viejo que muchos que han muerto ya -dijo Quintín.
-Y han muerto más de los que llegaron a los veintiún años -repuso Shreve.”
Decadencia. Reestructuración social. Un cansancio destructor que impide la perseverancia de las antiguas familias. La tierra reclamando lo que nunca dejó de ser suyo, permaneciendo... acechando.
Todo este retorcimiento narrativo hace que ¡Absalón, Absalón! sea una de las novelas de lectura más complicada de las escritas por Faulkner. Pero, como suele ocurrir, el esfuerzo merece la pena.
Pero al contrario que en El ruido y la furia no son sus protagonistas los que van a prestar su voz de narradores para desarrollar la historia. El lector no tiene en ningún momento una crónica directa de los acontecimientos en torno a los Sutpen, el papel que le reserva Faulkner al lector es el de ser espectador de conversaciones y pensamientos en torno a la malhadada familia. Todo cuanto podemos conocer de la historia es a través de otras personas, testigos, protagonistas secundarios, espectadores lejanos, elucubradores sarcásticos, pero nunca, ni siquiera a través del narrador omnisciente que se limita a acompañar a los narradores, una revelación exacta de la verdad histórica. No se trata de que se pueda poner en duda lo que cuentan los sucesivos narradores que se encargan de desgranar, con un orden temporal desconcertante, anticipando acontecimientos, obviando e incluso ocultando otros, o desvelando veladamente. La verdad literaria que finalmente conocemos es la única verdad que trasciende de la novela, consecuentemente es cierta, no tenemos motivos para dudar de ella. Sin embargo, cada una de las partes tiene en cuenta la subjetividad de los narradores, por lo que Faulkner debe volver en muchas ocasiones a reconsiderar desde otro punto de vista acontecimientos que el lector ya conoce, reubicarlos y darles una nueva dimensión, consiguiendo, al mismo tiempo, que la verdad interna de la historia aparezca inmutable.
La novela se inicia una tarde de septiembre de 1909 en la que Rosa Coldfield, hermana de la mujer de Thomas Sutpen, le cuenta la historia de la familia a Quentin Compson, a quien ya conocemos por El ruido y la furia, y que aquí en parte adopta también el papel de albacea histórico del Condado.
Desde las dos, aproximadamente, hasta la puesta del sol, permanecieron sentados, aquella sofocante y pesada tarde de septiembre, en lo que la señorita Coldfield seguía llamando «el despacho» por haberlo así llamado su padre: una habitación cálida, oscura, sin ventilación, cuyas ventanas y celosías continuaban cerradas desde hacía cuarenta y tres veranos, porque, allá en su niñez, alguien opinaba que el aire en movimiento y la luz producen calor, mientras que la penumbra resulta siempre más fresca. A medida que el sol daba más de lleno sobre ese costado de la casa, la habitación se iluminaba de rayos horizontales y amarillentos que dejaban ver innumerables partículas de polvo. Quintín pensó que serían, sin duda, escamas de la viejísima pintura descolorida, desprendidas de la madera resquebrajada y empujadas hacia el interior por una fuerza semejante a la del viento.
Traducción de Beatriz Florencia.
Lo que Rosa Coldfield cuenta, lo que Quentin piensa, componen esta primera parte de la novela. Lo que Quentin sabe ya sobre los Sutpen y sobre Rosa Coldfield, le ha sido explicado con anterioridad y posterioridad a la entrevista con ésta por su padre, Jason Compson III. El resto de la historia y la conclusión la conoceremos meses después en una larga conversación entre Quentin y Shreve, su compañero de habitación en la Universidad, una conversación llena de suposiciones, sobreentendidos, fragmentos epistolares intercalados, información dispersa que poco a poco revela las trágicas consecuencias de la ambición y la lujuria de Thomas Sutpen.
Lo que particularmente destacaría de ¡Absalón, Absalón!, quizás sea algo que no pertenece estrictamente ni a la forma ni al fondo de la narración. El papel de Quentin Compson como depositario de la memoria histórica de Yoknapatawpha no deja de ser por parte de Faulkner un detalle irónico y cargado de cierta tristeza. No podemos dejar de recordar que la acción de transmisión de la historia se inicia en 1909 y que en poco menos de un año tanto Rosa Coldfield, como se narra en la novela, como Quentin Compson, como se narra en El ruido y la furia, estarán muertos. La memoria perece. El Sur, la idea del Sur faulkneriano que representa Yoknapatawpha, es un lugar decadente en el que se va a producir importantes cambios que sus habitantes no están dispuestos a aceptar (al menos no aún... “dentro de mil años” como dice en Desciende Moisés).
“Estos no eran Compson. Eran negros” (:T.P.,Frony, Luster, Disley) “Ellos perseveraron”, leemos en El ruido y la furia. “De modo que se necesitan dos negros para eliminar a un Sutpen, ¿eh?” dice Shreve al final de ¡Absalon, Absalón!:
-El Sur -dijo Shreve -; el Sur. ¡Jesús! No me admira que os sobreviváis a vosotros mismos años y años. (...)
-Tengo veinte años y soy más viejo que muchos que han muerto ya -dijo Quintín.
-Y han muerto más de los que llegaron a los veintiún años -repuso Shreve.”
Decadencia. Reestructuración social. Un cansancio destructor que impide la perseverancia de las antiguas familias. La tierra reclamando lo que nunca dejó de ser suyo, permaneciendo... acechando.
Todo este retorcimiento narrativo hace que ¡Absalón, Absalón! sea una de las novelas de lectura más complicada de las escritas por Faulkner. Pero, como suele ocurrir, el esfuerzo merece la pena.
11 comentarios:
HOLA. INTERESANTE TU DESCRIPCIÓN. NO SÉ SI DEBIDO AL RUIDO QUE PROVOCÓ HOY (29 JULIO 2006) CENTENARES DE AUTOS Y BUSSES, O TAL VEZ CAÍ EN UN HOYO CEREBRAL. LA CUESTIÓN ES QUE ME COSTÓ ENTENDER AL 100% EL PRIMER CAPÍTULO DE ESTE LIBRO. CONTINUARÉ LEYÉNDOLO. ESO NI LO DUDÍ. PERO QUISIERA SABER SI LA PRIMERA PARTE ES FUNDAMENTAL (PARA RELEERLO) O9 LA VERDAERA HISTORIA TENDRÁ SU CLÍMAX MÁS ADELANTE. GRACIAS
Frank, comencé a leer el primer capítulo subida a un transporte público; cuando lo releí en casa me dio la misma impresión: independientemente del contexto, es una obra realmente difícil. La terminé hace dos días, pero el esfuerzo vale la pena. Muchos éxitos en tu lectura!!
HOLA FRANK, ESTOY LEYENDO EL LIBRO Y TUVE QUE RELEER EL PRIMER CAPÍTULO PORQUE VERDADERAMENTE ME PERDÍ, ES MUY COMPLEJA LA LECTURA Y LO QUE ME AYUDÓ FUE LEER LA CRONOLOGÍA PARA ENTENDER UN POCO MAS DELA HISTORIA. SIN EMBARGO VOY LENTO PERO SEGURO Y TIENE UN CONTENIDO INTERESANTE QUE SIN LUGAR A DUDAS CONTINUARÉ LEYENDO ESPERANDO ENCONTRAR MAS SOBRE LA VIDA DE ESTA FAMILIA Y SU ENTORNO SOCIAL DE ESA ÉPOCA PAR DESCUBRIR EL MENSAJE DEL AUTOR. SON LECTURAS DE RETOS QUE DEBEMOS TENER. SALUDOS JACOBO SORIANO.
Calificar a la novela de oscura y hermética puede disuadir a muchos potenciales lectores. Acabo de terminarla hace unas pocas horas y puedo decir que todas las piezas sueltas terminan encajando perfectamente y las motivaciones de los personajes aparecen finalmente claras. Yo diría que no es una novela para lectores perezosos porque requiere un considerable esfuerzo de lectura y relectura. Pero compensa. Es una de las obras más intensas de un escritor inmenso que nadie debería perderse.
Si me dicen que una novela es oscura y hermética me motiva.
Conforme Portnoy. Yo no sabría decir que es lo que me motiva a la hora de leer una novela. A veces es el prestigio consensuado de un escritor (Borges, Mishima, Joyce), a veces la recomendación de amigos a los que respeto (Céline, Bernhard, Lowry), en ocasiones una reseña leída en el periódico (Vasili Grossman) y otras maravillosos encuentros casuales (Roberto Bolaño, Fernando Pessoa). En todo caso la obra de Faulkner es algo especial y la lectura de El Ruido y la Furia, Luz de Agosto o ¡Absalón, Absalón! es una iluminación.
Para leer esta novela de Faulkner en español, debemos recurrir a la magnífica traducción de María Eugenia Díaz.
La realizada por Beatriz Florencia (con posteriores revisiones) tiene la descabellada pretensión de "corregir" a Faulkner, colocando signos de puntuación donde el autor no los colocó, suprimiendo las frases repetidas que deliberadamente Faulkner enfatizó, acomodando las frases faulknerianas que iban en los paréntesis dentro de paréntesis (tan hermoso procedimiento estilístico, característico de esta gran novela y que en dicha insólita traducción se vulnera), añadiendo palabras para que la lectura no se vuelva "más enrevesada". Irrespetando de esta forma la estética del autor.
Recomiendo la traducción de Martinez-Lage. Aunque abundan párrafos de difícil comprensión, sólo al completar el libro puede uno admirar el paisaje.
http://nomegustalapoesiadehoy.blogspot.com.es/
esta novela de faulkner me parece la mas complicada de todas las leídas(santuario,el villorrio,la mansión) pero la mas completa y conseguida. He tardado bastante al releer varias veces una misma pagina pero realmente era un genio!!
A
hora voy a por el Ruido y la Furia.
anonima lectora
Beatriz Florencia admite en su nota a la traducción eso que dice anónimo. De todas maneras la fidelidad al estilo de Faulkner está garantizada.Por otro lado, considero que el papel de Quintin, como escriba receptorio de la memoria que no quería ser nombrada (esa otra "criatura innominada") lo lleva a cometer un acto condenatorio sin estar preparado (¿pero se prepararon los Sutpen, los Coldfield, los Wash Jones para nacer, es decir,para llevar a cabo algo que no es posible evitar?); contar lo que no se debe contar, con la herramienta rudimentaria de las palabras hundidas en ese sur profundo, aquello que tendría que permanecer en el mismo sitio en el que nació, ya que nació muerto. No, no odiaba al sur Quintin, pero tampoco podía sentirse menos que otro Absalón,o quizá el mismo.
Primer comentario. Excelente el blog
Ay, la traducción de Florencia es una auténtica tortura.
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