(Para que J. trabaje un rato)
La serie de Fibonacci es una sucesión de números en la que cada término es igual a la suma de los dos términos que la preceden. Convencionalmente se escogen como primeros téminos 1 y 1, quedando de la siguiente forma:
1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610 ...
Esta serie encierra dos conclusiones muy útiles para diseñar best-sellers al uso, o para enloquecer a protagonistas de películas.
Creer que las convenciones y los axiomas son, en matemáticas, verdades inmutables, suele ser un error habitual en aquellos que no dominamos excesivamente el mundo de los números.
En fin, la tarea que te propongo, J., es que me expliques el porqué de dicha convención, lo que me preocupa, sobre todo, es la conveniente (?) exclusión de los términos negativos de la serie. Yo la veo así:
...13, -8 , 5, -3, 2, -1, 1, 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13...
La alternancia de ratios positivas y negativas, la posibilidad de un número áureo que fluctue entre lo existente (positivo) u lo inexistente (negativo) dejando aparte sus connotaciones matemáticas, podrían dar muchísimo juego literariamente.
En cierta ocasión escribí parte de un relato que trataba sobre el tema:
Fibonacci es el tema. El tema es el Pez Dorado, Pez Áureo que llegaste a nosotros a través de series especulares que trazan tridimensionalmente un inconmensurable huso hiperboloídico. Amén. Es cuestión de fe. Fe en los poli, multi, giga, sílabos. Fe en la geometría. Fe en la existencia de un no-espacio tangible por nuestros no-sentidos.. Fe en las introespirales que crecen-según-disminuyen. Una serie de Fibonacci negativa, un antinúmero áureo, la simetría perfecta de un Universo que se contiene a sí mismo y a su antiuniverso. El Plan exige que el Pez dorado descienda en una quimérica espiral desde el origen de los tiempos, o desde el fin de ellos. Intermitentemente tangible en nuestro tiempo cero, en el momento que entró en nuestro continuo espacial. Ahora estoy, ahora no estoy. Un parpadeo de realidad, un ser para no ser, para ser. A continuación su presencia es incontrovertible, necesaria, atestiguada por personas y artefactos. Espiralplaneando, extractando de sus escamas espermático jugo para engendrar mil Perseos, giroscopeando en círculos cada vez más amplios. Descendiendo, en suma, y topando cruelmente contra la realidad, contra la dureza de lo tangible. Atravesó el cristal de la ventana de la habitación del hotel perpendicularmente. Así fue. Se estrelló contra la tapa del piano de la habitación del hotel perpendicularmente. Así fue. Que la tapa estuviese cerrada demuestra lo innatural del suceso. Hay que tener fe, dicen, pues los custodios de los restos mantienen un hermético silencio, que el áureo animal se destripó contra la tapa, que la eventración palpita todavía y que su aspecto es el de un cerebro humano. Esto es lo que atañe a Fibonacci en nuestra historia.
(Fuca, Sett, no se me olvida que os debo explicaciones sobre el tiempo narrativo)
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