19/3/05

Un fragmento de El idiota, de Dostoievski

-Por lo menos, bueno es saber que cuando la cabeza rueda no sufren mucho.
-Acaba usted de hacer la observación que hace casi todo el mundo y que es cierta. Precisamente la guillotina se ha inventado para evitar sufrimiento. Pero yo pienso siempre: ¿y no será peor así? Quizá a usted se le antoje mi idea ridícula y absurda, pero cuando se tiene un poco de imaginación ¡se le ocurren a uno tantas cosas! Reflexione usted. Si se trata, por ejemplo, de un hombre al cual se somete a la tortura, existe el sufrimiento, las heridas, la agonía corporal que distrae del dolor espiritual, y así, hasta el momento mismo de la muerte, sólo sufre de las heridas. Porque el mayor y peor padecer quizá no es el que infligen las heridas, sino la certeza de que dentro de una hora, de diez minutos, de medio minuto, ahora mismo, el alma se te escapará del cuerpo y dejaras de ser un hombre, y saber que esto ocurrirá fija, irremisiblemente. En la guillotina, lo terrible se concentra en un solo instante, mientras tienes la cabeza expuesta a la cuchilla y oyes como ésta se desliza hacia tu cuello. No vaya a creer que todo es idea mía solamente, sino que así lo piensa mucha gente. Estoy tan seguro de ello, que voy a exponerle francamente mi opinión. Cuando se mata a un hombre legalmente, se comete un crimen mucho mayor que el que cometió el mismo reo. El viajero a quien apuñalan unos forajidos en el bosque tiene esperanzas de salvarse hasta el ultimo momento. Se han dado casos de hombres con la garganta seccionada que no perdían la esperanza de huir, o que pedían que se les perdonase la vida. Y esa ultima esperanza que hace diez veces más fácil morir, desaparece a causa de esa sentencia irremisible: saber que debes morir. La mayor agonía estriba entonces en el hecho de que sabes que vas a morir, y ninguna tortura peor que esa. Durante una batalla puede llevarse al soldado hasta la boca misma de los cañones. No perderá la esperanza hasta el momento mismo en que disparen contra el. Pero léale a ese mismo soldado su sentencia de muerte y romperá a llorar o se volverá loco. ¿Cómo es posible suponer que un hombre sea capaz de soportar una cosa así sin volverse loco? ¿Por qué esa mofa cruel, abyecta, innecesaria? Quizá exista un hombre al que después de haberlo sentenciado a muerte le hayan otorgado el perdón. Sólo ese hombre podría contarnos su agonía. De ese tormento y de ese horror nos hablo Cristo. ¡No, al hombre no puede tratársele así!

(Trad: Gloria Martinengo, sobre una traducción inglesa)

Realidad y ficción...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes que nada quiero expresar mi agrado respecto a este blog, soy una amante de las LETRAS en todas sus dimensiones y realmente es agradable encontrar gente con intereses similares. Respecto a este artículo, quería exponer lo siguiente: hace un tiempo descubrí a este escritor, realmente siento cierta fascinación ante de su forma de escribir. Encuentro en sus textos una interesante tendencia hacia el análisis del ser humano como miembro de una sociedad y por tanto condicionado a las estructuras que está implica.
Para finalizar quería decir que este texto "El Idiota" fue fuente de inspiración para una obra de teatro que estoy escribiendo, en la cuál uno de los personajes lucha cotidianamente con la certeza de que será fusilado y en esa situación se dan planteos que se acercan a lo que plantea Dostoievski en este texto.
He dicho...

iber piovani dijo...

Sin duda el texto elegido impone la profundida de un alegato en contra de la pena de muerte, no sólo por el contenido de sus propias palabras y razomientos, sino en el hecho de que el autor nos cuenta lo que él vivió personalmente. Estimo que han sido pocos en la historia de la humanidad quienes resultaron indultados tan cerca de su ejecución y a la vez poseían el don y la sensibilidad artística del autor para narrar sus emociones.
Los pueblo Rusos aborrecía la pena de muerte y se vanagloriaban que la misma no se aplicase por delitos comunes. De allí que otro monstruo de la novela realista del siglo XVIII, Leon Tolstoi haya escrito un artículo en contra de su instalación, que se llama, no estoy seguro, "NO PUEDO CALLARME". Prometo confirmar.
Ambos deberían integrar la lectura en los debates del tema de la condena a muerte. Como tambíen la novela "Historia en dos ciudades" de Dickens, donde se detallan las ejecuciones en la guillotina. Amén del resto de la misma, al punto de haber sido aconsejada en su lectura por el propio Tolstoi en su libro ¿Qué es el arte?-
En resto de la novela de Dostoievski, es acorde a la profundidad de su obra, describiendo un personaje principal lleno de comprensión, inocencia, solidaridad, generosidad, en un mundo apasionado y difícil, como ha sido el mundo siempre. Hoy se lo llamaría IDIOTA, no por su dolencia, sino por su manera de ser. Si es que el autor no lo hizo ya proféticamente.
Gracias por abrir una puerta de opinión.

iber piovani dijo...

Atento lo prometido confirmo que el nombre del alegato contra la pena de muerte de Tolstoi es "NO PUEDO CALLARME". Y aprovecho para salver un insignificante error de sólo una centuria cometido en el anterior comentario. La novela realista rusa es del S. XIX y no XVIII, como hice constar.

blumm dijo...

Qué gran texto, ahora que iba a responder en mi blog a una pregunta que no me han hecho los de El País: ¿Qué libro te conquistó para la literatura?
Y fue ¡este!

Anónimo dijo...

Siento una sincera atracción por este escritor. Ciertamente poco he leído pero me he encontrado envuelto en una manta de estilo y profundidad. Quizá se deba a que analiza al hombre y le pone su aditivo. Es sencillo y he hallado en él parte de mí, de lo que tan inexplicable merodea en nuestro consciente e inconsciente. Y lo que hacen las situaciones es otro motivo de análisis. Tal vez sea porque me planteo mis ideales y pensamientos y él se parece a mí o yo a él.