26/1/05

Deseo, de Elfriede Jelinek

(Un comentario de Fuca)

Novela dura, muy dura, tanto en su contenido como en su forma. Un estilo difícil, sin ningún diálogo, con muchos cortes marcados por puntos seguidos, que le confieren una dureza acorde con su contenido, pero que le restan ritmo y musicalidad. Desde luego no es prosa poética la que leemos en “Deseo”. Sus palabras son como dardos lanzados contra los lectores, alcanzan nuestro interior, hieren, desde luego no dejan indiferente.
El estilo consigue transmitir un efecto claustrofóbico que parece que nos va a ahogar a los lectores y que nos permite entender la situación en la que está inmersa Gerti, una situación inaguantable, de la que intenta salir en un último y desesperado intento, lanzándose por la noche en su coche hacia una puerta a la que llama y nadie responde; después de esto ya nada importa, está acabada, escarnecida, humillada, enloquecida, y en su final va a arrastrar consigo a la personita que más quiere, a su hijo, no puede dejarlo al lado de la persona que le ha destrozado la vida.
Jelinek no deja títere con cabeza (Estado, gobierno, burguesía, religión, hombres, mujeres, niños...), la crítica está presente en todas partes, aunque la que predomina es contra la violencia machista, contra esos hombres que confunden liberación sexual con violencia y explotación.
Sólo aparecen tres personajes con nombre propio, Gerti, la mujer burguesa, esposa de Hermann, el director de una fábrica de papel, violentada por su marido, que intenta convertirla en su prostituta atemorizado por los peligros del sida. El tercer personaje es Michael, en quien Gerti va a poner sus esperanzas amorosas, para acabar totalmente defraudada. El final es tremebundo, sólo se puede entender si pensamos que Gerti ha enloquecido o no quiere seguir viviendo.

No desvelo el final si copio el último párrafo de la novela:

“¡Ahora descansad un rato!”.


Os dejo con Jelinek y sus múltiples críticas.


“Los parados, en su alejamiento de todas las condiciones que Dios ha querido y bendecido con la alianza del matrimonio, apenas pueden permitirse vivir, pero ya no tienen permiso para experimentar nada más, en el campo de deportes, en el cine con una hermosa película o en el café con una mujer hermosa. Sólo la utilización de su propia familia es gratis. Así uno se delimita del otro mediante su sexo, que la naturaleza no puede haber querido en esta forma. Y así la naturaleza se comparte con nosotros, para que comamos sus productos y seamos comidos por los propietarios de las fábricas y bancos. Los intereses nos devoran el cabello. Tan sólo lo que el agua hace no lo sabe nadie. Pero lo que hemos hecho con el agua se ve enseguida, después de que la fábrica de celulosa se ha vaciado en el arroyo, que corre sin descanso. Él llevará su veneno a cualquier otra parte, donde gusten de comer pescado. Las mujeres meten las cabezas en las bolsas de la compra, en la que han metido el dinero del paro. Han sido bien engañadas por el supermercado, que les transmite las ofertas especiales. ¡Ellas mismas fueron un día ofertas especiales!” (p.61).

Sobre el director de la fábrica de papel nos dice:

Para este director, las personas cuentan simplemente en tanto que son personas y son consumidas o pueden ser convertidas en consumidores. De este modo se habla a los desempleados de esta región, que han sido pensados como alimento para la fábrica y sin embargo quieren comer ellos mismos” (p.68).


Podríamos hablar de muchos otros aspectos (ecologismo, erotismo...), pero el comentario ya es suficientemente extenso. Creo que es interesante leer a esta escritora. Estoy leyendo ahora “La pianista” y me está gustando. Ya os comentaré algo de esta obra cuando la acabe.

(La edición de la que os he copiado las citas es la de la editorial Destino, en su colección Áncora y Delfín. La traducción es de Carlos Fortea).

Fuca

1 comentario:

Maicol dijo...

Una novela con una prosa difícil. El lenguaje que usa Jelinek hace pensar que tiene el propósito de dar a entender algo más allá de lo aparente. Lo que está primero a la vista es la trama de la historia: Gerti, es sometida sexualmente por su esposo, Hermann, quien cosifica así mismo a sus empleados de la fábrica de papel que posee y a su hijo, obligándoles, sobre todo, a que ejecuten actividades acordes con su pasión —aparte de la sexual— con la música clásica. El hijo toca violín y los empleados forman un coro. Situación de la cual es imposible escapar. Gerti lo intenta, pero fracasa al encontrarse una situación de sometimiento y desprecio más cruel con un joven estudiante de derecho que conoce, Michael. Él, por demás, es descrito con abolengo en la política y con cursos hechos de frivolidad; podrán imaginar el talante de semejante personaje.

Más allá de la corta historia que involucra a los personajes, cuyo trágico final recae sobre el hijo de la pareja de casados, es la fuerte crítica social. El abstruso lenguaje utilizado por la autora parece ser la herramienta camuflada para ir en contra de una cantidad de situaciones que observa como problemáticas, particularmente, en Viena, la capital austríaca donde parece desarrollarse la historia. La religión, la posición de la mujer en el matrimonio, el turismo, la relación empleado-empleador, el gobierno...etc., son algunos de los temas que se enuncian paralelamente con la situación de los personajes, sin mayor desarrollo, siempre en tono de denuncia. Los puntos seguidos y la ausencia de conectores de causa-efecto marcan la intención de mostrar más que desarrollar en este aspecto del libro.

El vínculo forma-contenido está garantizado por medio de aforismos. De tal modo parece estar escrito el libro. Las sentencias breves y con carácter doctrinal son las que dan la sensación de estar leyendo, por largos momentos, un libro de aforismos y no una novela. Los personajes son, después de descritos brevemente, acompañados por afirmaciones con un trasfondo de crítica social.

En síntesis, la obra parece estar escrita no para ser leída con el fin de entretenerse sino con la conciencia puesta en el mensaje implícito que Elfriede Jelinek quiere dar sobre la mecánica social del mundo. "Parece", es un justo calificativo que resulta luego de la lectura porque se dejan muchos elementos sin conectar. Es mucho lo que se pone en duda pero no por sugerencia directa de lo que hay escrito sino por la cantidad de elementos a los que no se le halla fácil conexión. Parece (nuevamente y sin temor a que sea redundante con el término) que el libro no fue escrito parece ser leído. Hipotéticamente puede pensarse que, valiéndose de una simple historia intrincada por el libido de uno de los personajes, fuera la excusa para dar a conocer algo de un modo complejo de descifrar tal y como si se tratara de un código secreto en tiempos de Guerra Fría.