Una de las cosas que siempre me ha
fascinado de Dovlatov es la desidia con la escribe, la indiferencia
con que aborda sus textos. Teniendo en cuenta que todas sus obras son
relatos autobiográficos en las que él no queda demasiado bien
parado a causa de su comportamiento, esa indiferencia se puede
considerar algo vital, un sentimiento, o una falta de sentimiento
entusiástico, con el que aborda tanto su vida como sus textos.
Dice en El compromís: “Ya
sabes que, en nuestras condiciones, perder puede tener más mérito
que ganar”.
Y se trata de eso de “en nuestras
condiciones”, de la vida bajo la mediocridad del régimen
socialista. ¿Y por qué resulta tan fascinante? Porque, salvando las
distancias y las condiciones socio-políticas, la mediocridad es una
plaga generalizada que asola países y perdura a lo largo del tiempo.
Passers by, 1970, Jury Rupin
Dovlatov no se tiene en gran estima.
Intenta sobrevivir bajo unas condiciones alienantes entregándose a
la bebida y controlando la ironía. Es, como afirman muchos de sus
conocidos para su asombro, una buena persona en la que se adivinan
ciertos principios morales, al tiempo que lucha para ahuyentar esa
imagen que los demás tienen de él. Quiere ser un cínico a quien no
le afectan los demás, como si rodeándose de miseria e indiferencia
pudiese crear una coraza impenetrable que le inmunice contra la
mediocridad y contra las absurdas normas políticas. En sus textos
quiere desvelar el disparate organizativo y normativo del régimen
soviético, ante el que es imposible luchar, ni tan solo discrepar y
mucho menos oponerse. Quiere mostrar que la aceptación de sus
“condiciones” han determinado su vida y la de millones de
compatriotas, adalides en perder resignadamente.
La vida de Dovlatov fue una continua y
meritoria derrota.
Todas esas condiciones vitales se
reflejan también en su forma de escribir, en la composición de sus
textos: sabe de antemano la futilidad de la narrativa.
Y, aun así, escribió; lo cual debemos
agradecer.
El compromís está compuesto
por doce relatos que explican o tratan sobre diversos artículos que
escribió durante su época de periodista en Estonia, fragmentos de
los cuales encabezan cada uno de los capítulos o “compromisos”.
En esos recortes de sus colaboraciones podemos ver la forma en que se
desenvolvía Dovlatov en su trabajo. Podía dominar la pomposa prosa
oficial al servicio de la “grandeza soviética”, dejarse llevar
por cierta poética o mostrar a las personas con objetividad.
In the market, 1972, Aleksandras Macijauskas.
Sus jefes alaban que sea capaz de escribir con fuerza sobre cualquier tontería, pero también le recriminan que algunos de los personajes que muestra en sus artículos sean verdaderos canallas: “Si el protagonista es un canalla, siguiendo la lógica del relato has de conducirlo al crac moral. O a un castigo. Pero tus canallas son una cosa natural, como la lluvia o la nieve...”. La reflexión de Dovlatov me parece fantástica y una muestra de su actitud vital:
“Hace tiempo que no divido a los hombres entre positivos y negativos. Y a los personajes literarios todavía menos. Además, no estoy seguro que, después de un crimen, le siga en la vida irremediablemente una contrición, ni, después de una gesta, la felicidad. Somos aquello que sentimos que somos. Nuestras peculiaridades, nuestras cualidades y nuestros defectos surgen a la luz con el tacto delicado de la vida”.
Y con el tacto delicado de la
literatura surgen estos maravillosos textos de Dovlatov.
(Los fragmentos seleccionados son una
traslación propia a partir de la traducción al catalán de Miquel
Cabal Guarro de El compromís, de Sergei Dovlatov, editado por
La Breu Edicions. Pido disculpas por ello)
2 comentarios:
Acabo de leer "La maleta" y me ha parecido sensacional. No soy muy de relatos, pero lo que cuentas de este libro me atrae mucho. veré de hacerme con él.
Un saludo.
La maleta es genial. Creo que había una reseña por aquí.
Un saludo y gracias por tu comentario.
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