23/12/18

Las variaciones Bradshaw, de Rachel Cusk

Mis problemas con cierto tipo de narrativa (Parte 1)

De la contraportada: “Como siempre, Cusk indaga en las relaciones sentimentales y familiares con una lucidez hiriente. Aquí, el protagonista es un matrimonio que ha decidido trastocar las posiciones tradicionales: Thomas Bradshaw deja su trabajo para cuidar de su hija Alexa y se dedica a tocar el piano, una práctica que parece llenar el súbito vacío de su mediana edad. Su elección irrita tanto a sus padres como a sus suegros. En cambio, su intensa mujer, Tonie, ha aceptado un absorbente trabajo en la Universidad, apartándose así de la vida doméstica y reecontrando aspectos y modos de vida que creía perdidos. A lo largo de un año lleno de crisis y revelaciones...” etc o blablabla.

Aún así, a pesar de la advertencia, tomo en préstamo el libro en la biblioteca. Porque alguien ha dicho que Cusk es una de las grandes narradoras contemporáneas.

La novela resulta ser una nadería.

Si acaso la salva en ocasiones su tímida estructura en la que destaca algún capítulo que podría considerarse casi un relato.

Pero ni por esas.

A ver, es muy posible que yo pueda tener cierto tipo de prejuicios. Prejuicios que me impiden leer cierto tipo de novelas centrados en la “pareja” o en las “relaciones familiares” en las que los protagonistas suelen ser profesores universitarios o artistas o empresarios independientes o tener profesiones que les permitan tener años sabáticos o mierdas en vinagre por el estilo.
Prejuicios motivados por la envidia... quizás. Pero la gran mayoría de esas novelas me interesan bien poco. En primer lugar porque me excluyen. Y lo hacen porque no soy capaz de entender ni de ver dónde están los “problemas” de esas personas-personajes. Es más, me da la impresión que los propios autores pertenecen a ese mismo tipo de personas-personajes y que, es comprensible, estén muy preocupados por el devenir de sus vidas, la insatisfacción, la inseguridad de sus privilegiados trabajos y de su papel en la vida como padres y parejas.
Para mí todo eso es mucho más lejano e increíble que lo que proponga la más absurda novela de ciencia-ficción.
Es más, me importa una mierda la problemática sentimental y existencial de ese tipo de personas-personajes.

Me parece que no es redundante volver a señalar lo elitista que es el mundo literario. Leed la biografía de cualquier autor y veréis como se destacan sus estudios académicos y sus trabajos, ambos relacionados de alguna manera con la literatura. Eso sí, cada vez que irrumpe de alguna manera alguien ajeno a ese mundo se señala de forma ostentosa su procedencia laboral. Su intrusismo, en suma.

Lo que quiere el mundillo literario es historias de personas-personajes que sean como ellos. Lo que quieren es una narrativa acorde con su mundo, en el que aparezca de forma tangencial y anecdótica la verdadera esclavitud laboral. Lo que quieren, en definitiva, son narraciones que no desmonten su visión clasista y elitista de su mundo de casas de dos pisos en calles que se extienden hasta perderse de vista. Lo que quieren es que el orden y la pulcritud sea la enseña que los defina y distinga como “grupo social” y que ese mismo orden y pulcritud se demuestre en las novelas que escriben y publican.

El representante autoerigido de ese grupo es Jonathan Franzen así que todas las críticas recaen sobre él, no porque lo que escriba no sea acorde con las premisas que sus colegas escritores y sus empleadores editores exijan, crean y desarrollen. Simplemente, ese mismo “grupo social”, el gremio de la intelectualidad, que se sostiene a sí mismo a través de complejas relaciones de apoyos y contra-apoyos, necesitan, debido a la endeblez de su sistema corporativo, un chivo expiatorio sobre el que recaigan las culpas a fin de poder seguir con su labor.
Ahora bien, me pregunto, cómo este sistema endogámico puede interesar a lectores ajenos a él. ¿Interesa?

Es todo una estafa.

Creo que la verdadera literatura de nuestro tiempo se está haciendo en otro sitio y no se está publicando.

6 comentarios:

lamiradadelloboestepario.blogspot.com dijo...

Películas de sábado por la tarde en Antena 3.

Rexurdimento en el aire.

hoeman dijo...

¿Philip Roth no podría entrar en esa categoría? ¿No será que simplemente no te gusta cómo escribe y cómo expone lo que escribe?

Anónimo dijo...

No sé si se habrá hablado de Cusk como una de las grandes narradoras contemporáneas, pero si leí acerca del drástico y rotundo cambio que tomó su escritura en los últimos años. En sus últimas tres novelas. Creo recordar a ella misma refiriéndose a lo que escribía en su etapa anterior con palabras no muy diferentes a las tuyas.
Leí Contraluz, la primera de su tan promocionada trilogía de autoficción, etc. Y no es tan mal. No es nada nuevo, o nada muy nuevo, pero es buena.
Sebastián

Anónimo dijo...

Por otro lado, creo que la de Krasznahorkai es literatura de nuestro tiempo. La de Vladimir Sorokin también lo es, y también la de Agota Kristof, aunque esté muerta. Ordesa, de Manuel Vilas, es literatura de nuestro tiempo, o al menos del mío, que el tiempo en primera del plural es un invento peligroso.
Sebastián

Portnoy dijo...

Pues Philip Roth evidentemente podría entrar en esa categoría por lo que cuenta, sin embargo es muy importante cómo lo cuenta. El narrador de Roth nunca es omnisciente, es tremendamente subjetivo y sus narraciones nunca son drásticamente lineales. De Lillo podría entrar en esa categoría, incluso Faulkner, pero creo que existe un abismo entre algunos escritores que es insalvable sencillamente porque actualmente el riesgo en la narrativa está prácticamente excluido. Por eso comentaba lo de los intereses gremiales, por eso apunto a que parece que hay cierta tendencia no tan solo a no publicar nada que "ofenda" la placidez del lector, sino que el lector contemporáneo no quiere "sorpresas" (y no las quiere porque ni siquiera sabe que existen ese tipo de cosas que a fin de cuentas determinan la grandeza de los escritores)
Tal vez haga caso a Sebastián y pruebe de alguna de sus novelas de la trilogía, pero no ahora.

Saludos y gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Te diría que es envidia, aunque puede que no lo sea. Te diría que llevas razón, aunque puede que no la lleves. El sistema lo fagocita todo, siempre ha sido así, con la diferencia de que ahora es mucho más rápido. ¿Qué es una buena novela? ¿Quién y por qué es un buen escritor? ¿Cuál es el propósito de una novela una vez que se imprime? ¿Interfiere la cifra de venta con la calidad? ¿Es prejuicio defender los gustos propios? ¿Y argumentarlos, digamos, "académicamente" sirve de algo, tiene, en realidad algún valor superior hoy en día?
¿Cuánto influye la traducción, nuestro estado de ánimo, etc, en el proceso de lectura de una novela, en su percepción como camino al entretenimiento?
A fin de cuentas, una novela es solo eso, entretenimiento. Aunque te cambie la vida.
La realidad es que se conecta con el lector masivo o no se conecta. Y depende del pais, del idioma, de mil cosas. Vete a saber.
Hoy en día, la lectura larga requiere de un esfuerzo cuya recompensa no está del todo clara que sea mucho mejor que la que te otorgue el visionado un video viral. La inmediatez, la imagen, elige lo que mejor te venga. Internet nos ha conectado, pero también ha convertido lo extraordinario en algo común. Más escritores, que lectores, por poner un ejemplo. Pero la literatura no superventas vive de ello, de los escritores, la superventas no. La superventas tiene su público, sea el que sea, porque por eso mismo es superventas, no tiene que ver con la calidad, ni con el narrador, ni con nada de eso. Conecta con un tipo de lector quizá no muy exigente en florituras literarias (que no tengo tan claro que impliquen calidad o saber hacer), pero que se encarga de compartir ese libro con otros lectores similares, o incluso con no-lectores, algo no tan sencillo de hacer con un libro de, por ejemplo, DeLillo (no puedes recomendar Body art así, a lo loco).
¿La dificultad es calidad? A veces sí y a veces no. Carver me encanta, sencillo tras su paso por la edición de Lish, pero habla de "naderías". Tengo todos sus libros, claro, pero sus historias son tan concretas y, a veces, tan cercanas, que es dificil que a un lector medio le entusiasme.
Ponga un final feliz y un par de frases rimbombantes y ya tienes un bestseller. O no, muchos son los que han fotocopiado la estructura de las novelas más vendidas con resultados muy alejados de la pretensión inicial.
Solo se puede escribir. Nada más.
Si publicas...Escribir y esperar. Nada más,
Un abrazo.
J.