7/6/15

Los bosques de Upsala, de Álvaro Colomer

Sé que colgué
en un árbol mecido por el viento
nueve largas noches
herido con una lanza
y dedicado a Odín,
yo ofrecido a mí mismo,
en aquel árbol del cual nadie
conoce el origen de sus raíces.

No me dieron pan,
ni de beber de un cuerno,
miré hacia lo hondo,
tomé las runas
las tomé entre gritos,
luego me desplomé a la tierra.

Guđni Jónsson, Hávamál. Edda poética


Me llamo Grímr,
me llamo Gangleri,
Herian y Hiálmberi,
Þekkr y Þriði,
Þuðr y Uðr,
Helblindi y Hár;

Saðr y Svipall
y Sanngetall,
Herteitr y Hnikarr,
Bileygr, Báleygr
Bölverkr, Fiölnir,
Grímr y Grímnir,
Glapsviðr y Fiölsviðr;

Síðhöttr', Síðskeggr,
Sigföðr, Hnikuðr,
Allföðr, Valföðr,
Atríðr y Farmatýr;
con un solo nombre
no me llamo más
cuando viajo entre la gente.

Guđni Jónsson, Grímnismál. Edda poética


Dicen que Odín, el de cientos de nombres, conoció el secreto de las runas, que simbolizan el conocimiento y la fuerza, colgando durante nueves días del árbol Yggdrasil, autoatravesado por su lanza, Gungnir, hecha con una rama de ese mismo árbol. Por eso uno de sus nombres es Hangagud, dios de los ahorcados.

Ese es uno de los motivos que determinan las peculiaridades de algunos sacrificios que se hacían a Odín: “Adán de Bremen relata que cada nueve años, la gente de toda Suecia se reunía para realizar sacrificios en el Templo de Upsala. Hombres tomados como esclavos y machos de cada especie eran sacrificados y colgados en las arboledas sagradas cerca de los templos recordando el sacrificio que realizara el dios para obtener las runas”, dice la Wikipedia.

Odin alcanzó la sabiduría bebiendo en el manantial de Mimir, pero para eso tuvo que perder un ojo.

Toda revelación tiene un precio.

Mimodrama de una ciudad muerta era un relato cargado de tristeza y culpa. También lo está Los bosques de Upsala. Pero hay una gran diferencia entre las dos novelas: El narrador de Los bosques de Upsala es un narrador imposible. Pero no lo sabemos.
(O quizás no sea imposible, lo que implicaría que una parte de la historia no está relatada, pero me remito a lo que aparece escrito en la novela)
Un narrador tan imposible como Odín.

Los bosques de Upsala es una novela sobre las consecuencias de los actos de otros. No, como ocurría en Mimodrama, en la que los muertos exigían algún tipo de resarcimiento. Aquí los muertos no se inmiscuyen directamente en el plano de la realidad de la narración, pero ejercen una influencia determinante en el carácter del protagonista-narrador. Y eso influye en el propio tono de la narración: enloquecida, perturbada, desconcertante, variable y ¿poco fiable? En cualquier caso (en todos ellos juntos) una narración asombrosa cargada de inquietud y tristeza, en la que el personaje alterna entre la pusilanimidad y la determinación más firme, entre el desamparo y el amor más consecuente.

Y es que la raíz etimológica de Odín significa, como adjetivo furia y locura, como sustantivo mente, poesía e inspiración. Y ese carácter dual, magistralmente combinado, es la base de la novela de Colomer.


Una maravilla.

2 comentarios:

hoeman dijo...

Le leí hace poco, y ciertamente me pareció una obra maravillosa, además con muchos matices y reflexiones cercanas a nuestra cotidianidad; además, me atrevería a decir que con influencias de Bernhard (ese monólogo interior, el ritmo narrativo y uso de comas, las repeticiones, ese narrador excéntrico,...).

El final a mi juicio inmejorable y muy romántico, (spoiler) morir por amor (y el miedo asociado a perderlo).

Anónimo dijo...

Hacía tiempo que no leía una novela tan floja como esta. Los personajes son planos y poco creíbles, el lenguaje es artificial (se nota un abuso del diccionario de sinónimos, lo cual convierte la voz del narrador en un chirrido irritante) y las escenas supuestamente cómicas no están nada logradas. En resumen, un título demasiado bonito para una novela mediocre.

Óscar Palazón