Institute Benjamenta, or This Dream People Call Human Life,
es el título de la película que los hermanos Quay, Stephen y Timothy,
estrenaron en 1995, basándose muy libremente en Jakob von Gunten y otros textos
de Robert Walser.
Muy libremente.
El primer aspecto que hay que destacar es que es la primera
película que los Quay rodaron sin emplear las técnicas de animación por las que
son reconocidos.
El segundo es que parecen aportar una interpretación, o un
par de ellas, al texto de Walser.
Por ejemplo, me pregunto si hay que considerar la procedencia
de los alumnos del instituto (o simplemente coincide con el origen de los
actores):
Auclair:
Barcelonnette; Fridolin: Fisoloebede; Schilinski: Nyepertatikva. Jorgenson:
Aarhus; Hebling: Fnetenberbel; Pepino: D'Agrigento; Iñigo: Euskadikoa.
Tengo que decir que ignoro a que lugar hacen referencia
algunos de los toponímicos. Pero parece que los alumnos del Benjamenta fílmico
se extienden por toda Europa, mientras que en la novela de Walser parece
confinarse al espectro centroeuropeo.
Recordemos que el Instituto de la película imparte los
conocimientos necesarios para convertirse en sirviente, algo que en la novela
no es descrito tan explícitamente, sino que se acepta como posibilidad.
De hecho en el Instituto Benjamenta no se enseña nada.
En segundo lugar, el carácter de Jakob queda difuminado y
sólo podemos contemplar su actitud. Lógico si pensamos que una narración en
primera persona se convierte en una narración fílmica, es decir, externa al
personaje. Kraus también se transforma. No lo contemplamos a través de los ojos
de Jakob sino a través de la cámara, por lo que se convierte en alguien (algo)
inextricable.
En tercer lugar, y quizás el logro más interesante de los
Quay, es transformar la historia de (no) aprendizaje de Jakob von Gunten en una
fantasmagoría en la que subyace cierta pulsión erótica centrada en Lisa
Benjamenta.
Todas las libertades narrativas que se permiten los Quay son
circunstanciales. Hay un personaje principal claro y evidente desde el inicio,
desde el mismo título de la película: El Instituto Benjamenta. No los rectores
del establecimiento, no sus alumnos. El mismo edificio.
Lo que los Quay nos proponen es adentrarnos en un mundo
opresivo y herrumbroso, un lugar en proceso de descomposición cuyos días están
contados, cuya decrepitud, que se extiende como el moho, es angustiosa y
terminal.
La verdad es que la película es un maravilloso ejercicio de
iluminación y composición. No intenta adaptar la novela de Walser porque no es
posible. Crea un mundo nuevo, subsidiario del Jakob von Gunten, que permite una
lectura paralela de la novela, pero constituyendo en sí misma un ente autónomo
de los textos de Walser. Un brillante (y oscuro) homenaje.
Nieve.
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