8/3/07

En el bote


Hay textos en los que el lector, que goza del privilegio de actuar independientemente de la voluntad o la intención del autor, puede descubrir indicios sobre la personalidad del escritor.
En el bote, como la mayoría de los relatos que componen Nueve cuentos, se focaliza en un suceso mínimo cuyos antecedentes y posteriores consecuencias no aparecen en el texto. Son fragmentos extraídos del imaginario personal de Salinger poblado de niños que se comportan como adolescentes y adolescentes que simbolizan adultos de aplastante superioridad moral e intelectual. Serían equiparables a las epifanías de Joyce si no fuera por que, al contrario del irlandés que intenta captar breves destellos de la vida de sus personajes, lo que nos muestra Salinger nada tiene que ver con lo cotidiano, ni con nada que se asemeje a la realidad.
El mundo literario de Salinger es sintomático, casi alcanzando el solipsismo. Creo que para analizar algunos de sus relatos haría falta un psicoanalista. Y de todos los relatos de esta recopilación, En el bote es el que más se presta a establecer una relación entre el caprichoso personaje infantil y las extravagancias que han rodeado la vida de Salinger.
Pero no soy psicoanalista.



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4 comentarios:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Por lo que he leído de Salinger, lo que escribes es como un destello sobre su obra. De una lucidez que ha ahondado la lectura.
Aquel solipsismo es lo que admiro, por ser tratado como Salinger lo hace...


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Rojo y negro, los colores más hermosos: el blog desde la entrada está hermoso.

Salute,

luis dijo...

Solo quería decir que está super el frame de Stalker en la esquinita, quedo cheverísimo el nuevo diseño.

Anónimo dijo...

Mejor así. El psicoanálisis en literatura es una lata. Con frecuencia no es más que un pretexto para hablar de uno mismo. No está mal, pero es una lata.
Besos

Anónimo dijo...

No puedo comentar los cuentos de Salinger porque no los leí. Sin embargo, leyendo “Una historia de la lectura” de Manguel, sale a relucir Salinger. Manguel habla de las múltiples formas de ordenar los libros en nuestras bibliotecas particulares (orden alfabético, géneros, idiomas...); pero hay una forma "curiosa", la que él utilizó en 1966, cuando el gobierno del general Onganía tomó el poder.

“Sospechosos de ser comunistas u obscenos, ciertos títulos y ciertos autores se incorporaron a la lista del censor (...). Los autores prohibidos –Pablo Neruda, J.D. Salinger, Máximo Gorki, Harold Pinter- formaban otra historia de la literatura, cuyos vínculos no eran ni evidentes ni eternos, y cuya comunidad de opiniones y sentimientos revelaba exclusivamente la meticulosa mirada del censor”.

Saludos.