«Raphel maí amech zabí aalmos»,a gritar comenzó la fiera boca,en la que no encajaban otrossalmos.
Y mi guía le dijo: «¡Ánima loca,coge el cuerno y tocándolo desfogala furia o la pasión que así te toca!
Búscate el cuello y hallarás la sogacon que está atado, oh ánima confusa,y que a tu enorme pecho casi ahoga».
Después me dijo: «A sí mismo se acusa:éste es Nemrod(*), por cuya idea insanaen el mundo un lenguaje no se usa.
Déjale, porque hablarle es cosa vana:que, igual que nadie entiende su lenguaje,no comprende ninguna lengua humana».
Divina Commedia, de Dante
Alighieri; en traducción de Ángel Crespo para Galaxia Gutemberg.
(*) En el original: Elli
stessi s’accusa; / questi è Nembrotto per lo cui mal coto / pur un
linguaggio nel mondo non s’usa.
Nemrod, Nembrotto, Nimrod, Nembrot, el
"osado cazador delante del Señor", primer monarca de la
humanidad, el primero en usar corona, el constructor de la torre de
Babel.
El de varios heterónimos.
Aquel del que nadie entiende su
lenguaje.
1 Un poco de ficción:
Tras la muerte de Xavier Uribe, cuya
participación en el encuentro de Escritores de Literatura Popular de
Barcelona se había anunciado, donde, como dijo “durante una
semana debatiremos qué significa literatura popular, abstrusa
locución donde cabemos Lafuente Estefanía, Pérez y Pérez, hay que
echarle pelotas para dedicarse a escribir con ese pleonasmo
congénito, Corín Tellado, Pérez Galdós, García Márquez y Xavier
Uribe”, se encontraron en su piso de la calle Tomás Alonso de
Vigo, arrinconados tras la puerta, como si alguien hubiese tenido la
intención de llevárselos y luego lo olvidase, una serie de objetos
que paso a enumerar:
Una botella de licor de café.
Una bolsa conteniendo los restos
carbonizados (los libros no son fáciles de quemar, creedme) de las
74 novelas de Uribe.
La correspondencia remitida por Pedro
Oliver a un tal Ernesto Jorge Bralt Cosío a la dirección del finado
Uribe. Al estar incompleta, faltando las respuestas de Bralt a
Oliver, no se puede colegir gran cosa, pero arroja ciertas sombras a
la autoría de las novelas de Uribe.
Unos juguetes de niño, incongruentes
con la soltería del escritor.
El mecanoscrito de una novela titulada
Nembrot.
2 Demasiada realidad:
Nadie recuerda Nembrot, la
novela de José María Pérez Álvarez, quizás porque hay
que echarle pelotas para dedicarse a escribir con esa
aliteración
congénita.
Nadie recuerda Nembrot porque
la Realidad sepulta con su discurso monocorde cualquier expresión
artística que no forme parte del sistema o no cree un peculiar y
efímero escándalo. En su momento, Juan Goytisolo y algunos de los
mejores críticos literarios alabaron la consistencia narrativa de la
novela.
Pero
la Realidad es un tremendo rodillo que aplasta todo cuanto encuentra
a su paso.
Ya lo
dije no hace mucho, lo que mayoritariamente se publica en España son
novelas que no son nada. Son novelas en las que lo único que importa
es el nombre y el apellido y cuyo contenido parece que ningún editor
está dispuesto a cuestionar. La narrativa española es un producto
de mercado donde lo único que importa es la marca.
Y
fuera de ese mercado los escritores están condenados al olvido.
3
Reseña
Apuntad:
Nembrot
es la mejor novela española que he leído desde La
saga/fuga de J.B.
No únicamente porque en la
novela de José María Pérez Álvarez se mencione a la de Torrente
Ballester, a través de un Mondoñedo irreal cuya consistencia se
debe a Álvaro Cunqueiro, ni porque tenga ciertas concomitancias con
ella, como la tiene por otra parte con las de Cunqueiro o con el
Rayuela de Cortázar.
Es la
mejor novela española que he leído en años por su narrativa
contundente que no se pliega a la comodidad del lector; porque su
léxico y su fraseología no renuncia a la rica tradición clásica,
al tiempo que con esos elementos elabora un constructo moderno;
porque su estructura no lineal, acaso circular, acaso como una O o
como una O escrita de forma que no llega a cerrarse, esta configurada
de forma que a través de distintos episodios no ordenados
temporalmente podamos comprender, y sorprendemos con ello, las
personalidades de los distintos personajes, sobre todo de los
principales; porque a pesar de esas características, o, más bien, a
pesar de lo que podáis pensar después de que las haya destacado, la
lectura de Nembrot,
sin dejar de ser exigente, es cómoda y satisfactoria; y porque
Nembrot apela a la
complicidad del lector dejando a la vista los trucos y las
referencias al tiempo que le sumerge en una historia interesante y no
exenta de misterio.
Nembrot
habla del amor y la amistad y la impostura y los heterónimos y la
muerte y la literatura. Es absoluta literatura. Por eso nadie habla
de ella.
“Déjale, porque hablarle es cosa
vana: que, igual que nadie entiende su lenguaje, no
comprende ninguna lengua humana”
4 comentarios:
Se agradece tu comentario, y es muy bueno que se lea y se escriba este tipo de literatura no convencional. Hace tres o cuatro dias que tengo la novela y mi primera impresión es buena. Creo que me va a gustar al final y que no me he gastado el dinero en vano. He leido más de 100 páginas y la historia, no sé por qué, me engancha pero no me entusiasma. Debe ser un defecto mio, supongo. Quizá el estilo de Perez Alvarez, o lo que cuenta, que suena como deja vu, como si el autor no aportara nada original de fondo...No sé, espero que la cosa remonte. Pero insisto, me gusta y es muy encomiable que se escriban, se comenten y se publiquen novelas como esta
Te lo dije.
Y te lo agradezco mucho, Ángel.
Ya comentarás algo más cuando termines la novela, anónimo.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.
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