1- Lo más o menos objetivo.
Dice Anthony Cronin en su biografía de
(o en su cotilleo biográfico en torno a) Beckett, que éste decidió
repartir el importe del Premio Nobel entre “escritores que pudieran
merecerlo y que necesitasen algo de dinero”:
“Uno de los beneficiarios de su generosidad fue un novelista experimental, B. S. Johnson, del que se dijo que se había comprado un coche deportivo con el dinero del Nobel de Beckett”
(obsérvese no solo lo que dice,
también (más) en cómo lo dice)
Ocurrió (si es que ocurrió) en 1969,
el mismo año en que Johnson publicó Los desafortunados.
La novela (como ya sabe todo el mundo)
se presenta en una caja que contiene (sin contar el prólogo de
Jonathan Coe, en la edición de Rayo Verde, traducción de Marcelo
Cohen) veintisiete pliegos sueltos, que se deben leer, salvo los
marcados como Inicial y Final, en orden completamente aleatorio, de
forma que simulen la divagación mental en torno al pasado y al
presente del narrador en primera persona.
Lo cual consigue de forma
extraordinaria.
Por otra parte la novela pretende
remarcar (y lo consigue) la fragilidad y subjetividad de la memoria.
“No consigo recordar. La mente tiene fusibles”, dice el narrador,
pero por otra parte también dice que lo que recordamos es en su
mayor parte basura.
Acudir a un partido de fútbol del que
debe redactar para un periódico una crónica, dispara sus recuerdos
en torno a un amigo de juventud ya fallecido.
Con estas premisas se podría esperar
una especie de elegía por el amigo muerto. Pero lo que nos
encontramos es un texto en el que prevalece el punto de vista
solipsista y egoísta del narrador, en el que lo único narrable,
antes que los hechos, es la mente que recuerda esos hechos con todas
sus limitaciones y singularidades subjetivas.
El resto, lo que “realmente”
ocurrió, desde el punto de vista narrativo, no es más que una
mentira. A la conclusión que nos quiere llevar el autor, perdón, el
narrador, es que todo relato surgido de la memoria reemplaza a la
“verdad”. Toda la narrativa es un compendio de subjetividades
egoístas. Y, a pesar de lo cruel que pueda ser esta reflexión para
la personalidad del narrador, Johnson alcanza y transmite todos sus
objetivos y reflexiones en torno a la memoria y la narración.
¿Jugó eso en contra del autor a la
hora de ser valorada Los desafortunados?
¿Su visión egoísta de la narrativa
lo degradó a ser el tipo que dilapidó el dinero de Beckett en un
deportivo?
Lo que es cierto, objetivamente (es
decir, ciñéndonos al texto, a sus intenciones y su mensaje) es que
Los desafortunados es una novela perfecta.
2- Lo subjetivo.
De alguna manera, que nada tiene que ver
con el texto, sino con su formato, se me dispara la angustia.
¿Y si esta no es la novela completa de
Johnson?
¿Y si alguien (ajeno a la edición de
Rayo Verde y a su traducción) ha añadido o sustituido algún pliego
por otro de su creación?
¿Y si lo que estoy leyendo no es
exactamente lo que escribió Johnson, y si algún pliego se extravió
bajo un sofá y alguien improvisó un fragmento añadiéndolo al
conjunto?
Me pasa lo mismo con los ebook. ¿Y si
alguien, entre la edición y la descarga, ha modificado el texto del
libro electrónico, ha suprimido pasajes o ha añadido otros?
¿Y si alguien me ha suplantado para
escribir esto?
¿Y si alguien accede a mi cuenta y
modifica lo que escribo?
Un “libro físico” parece dar más
consistencia y validez a un texto escrito. Como si su solidez
asegurase su integridad. Un texto bien cosido a su portada le
proporciona cierta inalterabilidad.
Recordad. Queremos tanto a Glenda.
3- Más subjetivo todavía (si eso es
posible)
¿De dónde saco la idea de que
Johnson, un tipo feo y gordo (él mismo se describe... describe a su
narrador de esa manera) acosaba a Beckett en los bares de París (los
pubs ingleses es otro de los motivos principales de Los
desafortunados, como si toda la acción pasase a través del tiempo
de pub en pub) para que leyese sus textos y arrancarle unas frases
que incluir en las contraportadas de sus novelas?
“Un escritor muy dotado, y que merece
mucha más atención de la que ha recibido hasta ahora”, Samuel
Beckett.
¿De dónde?
“No consigo recordar. La mente tiene
fusibles”
Recordar mal. Recordar falsedades.
Lo que dijo Beckett sobre Johnson no
debe ser desdeñado.
2 comentarios:
Chapeau por esta entrada, Javier.
Gracias :-)
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