Antes de empezar leed el acertado post de Hanna O. Semicz
sobre Esto no es una novela de Markson
Como podéis ver en el post Hanna recopila los variados
argumentos que sobre el texto da el Escritor (¿es factible decir Markson?
¿Debemos conformarnos con identificar Escritor con narrador? Pero, recordemos,
esto no es una novela) Es decir, este libro es aquello que el Escritor quiere
que sea. Pero también, en última instancia, es aquello que el Lector (nosotros)
quiere que sea.
Antes de aclarar qué es lo que creo que es el libro de Markson (mi opinión no
difiere mucho de la de Hanna) voy a copiar unas notas sobre lo que David Foster
Wallace escribió sobre La amante de Wittgenstein y que pueden aplicarse a
nuestro caso:
“(…) la relación que mantiene La amante de Wittgenstein (…) no se reduce a citar a Wittgenstein de formas extrañas, ni aludir a su obra, ni tampoco a intentar llevar a cabo una especie de dramatización de los problemas intelectuales que ocupaban y oprimían al filósofo. El libro de Markson plasma, de forma imaginativa y también concreta, ese mundo matemático tan severo con cuya evocación Wittgenstein revolucionó la filosofía por medio de la argumentación abstracta. (…) La amante, sin embargo, formula la pregunta que su maestro jamás plantea de forma impresa: ¿qué pasaría si alguien tuviera que vivir en un mundo Tractatusizado?”
La plenitud vacía; En cuerpo y en lo otro, David Foster
Wallace; traducción de Javier Calvo para Mondadori.
“El mundo es todo lo que acaece” Este aforismo de
Wittgenstein se convierte en el motor de la última narrativa de Markson.
No en vano uno de las no-sé-cómo-llamar, ¿frases, párrafos,
aforismos?, que conforman Esto no es una novela dice:
¡Wittgenstein, eres tú el que produce toda la confusión!
O como escribía Wallace en el artículo citado, “el señor
Markson, al tomar una metafísica claramente atomista y transformarla en arte,
ha conseguido algo parecido al melodrama definitivo”.
Atomista y solipsista, la narrativa de Markson avanzó hacia
su autonegación.
Como en La amante de Wittgenstein todo está en la cabeza del
Escritor. Aparte de eso quedan los Hechos. No los hechos de una hipotética
realidad externa a la cabeza del Escritor, sino los hechos que el Escritor
considera relevantes, exactos o no, ciertos o no. No se trata de una
recopilación de no-sé-cómo-llamar. Se trata de la recopilación del ideario del
Escritor (sea Markson o un narrador innominado) que tiene un objetivo concreto
y para nada azaroso.
Los Hechos a los que se refiere el Escritor son la Muerte.
La Muerte como una constante que siempre acaece y la única certeza que podemos
extraer de la realidad exterior.
En realidad la lectura de Esto no es una novela es
deprimente.
Y eso es lo que nos quería transmitir Markson.
Y lo hace a través de una sucesión de no-sé-cómo-llamar.
Eso es meritorio, sí. Pero el resultado ataca al lector y lo
hunde en una visión pesimista del mundo (de la realidad)
Esto es, la gran mayoría de los mencionados en Esto no es
una novela están muertos, Markson está muerto, el Lector estará muerto.
El lector estará muerto.
Todos estaremos muertos.
Tal vez no es eso lo que queremos leer.
Pero esto no es una novela.
Nota: No quiero dar la sensación de estar desaconsejando la lectura de Esto no es una novela. Todo lo contrario.
Nota: No quiero dar la sensación de estar desaconsejando la lectura de Esto no es una novela. Todo lo contrario.
2 comentarios:
Me muero de ganas de leer la no-novela de marras...
Saludos.
Me quedan unas pocas páginas pero creo que sobrevolando esta visión pesimista hay una fuerte intención de desmitificación radical de la literatura y del arte en general, de esa visión todopoderosa del "Autor" de la que hablabas. No dejo de tener a este respecto cierta sensación positiva, de liberación...
Saludos
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