22/12/13

El diablo a todas horas, de Donald Ray Pollock

Knockemstiff era un libro de relatos crudos y contundentes. Nos sumergía en eso que ellos mismos llaman “América Profunda” poblada de “basura blanca” hasta el punto que tras leer algunos de sus relatos debíamos lavarnos a conciencia para poder librarnos de toda la podredumbre con la que Pollock nos impregnaba.
Empecé a escribir una reseña que no llegué a publicar en su momento. Decía más o menos:

((auto)cita):

Knockemstiff es el infierno. Todo infierno debe tener su mapa, su representación en forma de círculos en el que el horror aumenta según nos aproximamos a su centro. Pero Knockemstiff es un lugar real. Knockemstiff, Ohio, 39,27º N, -83,12 º O, también conocido como Glenn Shade o Shady Glenn.
Knockemstiff es un pozo infecto que sus habitantes desean abandonar, pero no lo hacen porque saben que tras ellos arrastrarían el estigma de Knockemstiff, su condición de basura blanca, porque, de una manera intuitiva y no manifiesta, saben que no podrán nunca librarse de ellos mismos.
Nunca podemos librarnos de nosotros mismos. De nuestra violencia y nuestros vicios y nuestra maldad. Dejemos de correr. Ampliemos el mapa, ascendamos en el espacio, situémonos en órbita, contemplemos nuestro planeta y llamémosle Knockemstiff. Eso es lo que somos, ahí es donde vivimos, en una hondonada antesala del infierno.
Donald Ray Pollock nos zarandea, nos golpea, nos muestra tal y como somos, nos abandona en una hondonada inmunda para que comprobemos hasta donde puede llegar la miseria y la maldad humana. Por sus relatos pasan los personajes más abyectos, embarcados en proyectos imposibles, autoengañándose, paladeando los actos de violencia más crueles e innombrables, tarados, borrachos, drogadictos, un plantel de seres aborrecibles y, al mismo tiempo, tremendamente humanos. No es que Pollock consiga que el lector sienta cierta empatía por los míseros  personajes de Knockemstiff, es que el lector se reconoce en ellos.

(Fin de la (auto)cita)


¿Por qué no publiqué en el blog esta reseña? Porque finalmente todo el entramado que Pollock construía para arrastrarnos en nuestra miseria quedaba desmontado por culpa de ese paratexto llamado “Agradecimientos” que acompaña a muchas novelas y que deberíamos abolir. Dejemos que Pollock se autodestruya:
“En primer lugar me gustaría aclarar que, a pesar de que los relatos de este libro fueron inspirados por un lugar real – Knockemstiff, Ohio -, todos los personajes que aparecen son ficticios. Yo crecí en la hondonada, y mi familia y nuestros vecinos eran buena gente que nunca dudó en ayudar a nadie en caso de necesidad”

Un sencillo párrafo que manda a la mierda todo un libro.

No hay agradecimientos que destruyan a El diablo a todas horas. Pollock insiste en mostrarnos la miseria moral de las personas a través de sus personajes. Pero la construcción de la novela mediante historias que se entrecruzan se muestra finalmente endeble. El motivo es quizás la insinceridad que dejó patente en sus Agradecimientos a Knockemstiff, es, en esta ocasión, de otra índole. Porque no tenemos la sensación de estar leyendo una novela, más bien parece que estemos ante la novelización de un guión cinematográfico, pero no el de una gran película, si no el de un telefilm de bajo presupuesto. Todo está condicionado a lo que sucederá en detrimento de lo literario. No hay alardes de ningún tipo y Pollock se dedica únicamente a narrar (bien, eso hay que reconocerlo) los hechos y a encaminarnos (sin ninguna sutileza) hacia un final catártico, que por esperado y previsible pierde su fuerza.

El caso es que es posible que yo esté equivocado y que Knockemstiff y El diablo a todas horas sean libros geniales y que, en el fondo, y como me han contado, Pollock sea una persona amable y simpática con unas ideas narrativas muy claras.
Pero a mí, esos “Agradecimientos” me mataron.
Nunca confiaré en Pollock.
Nunca escribas Agradecimientos.
Nunca mezcles realidad y ficción.

6 comentarios:

Willie dijo...

La última frase del post chirría. ¿Acaso no estamos mezclando continuamente realidad y ficción, en caso de existir?

Anónimo dijo...

A mí me parece una auténtica mierda Pollock. Quizá sea un poco brusco, sí. Pero no alcanzo a comprender donde radica su éxito.

Pienso. Si uno ha leído a Faulkner o a McCarthy, para qué mierda quieres de nuevo a alguien que venga a contarte alguien las mismas putas historias, indudablemente menores, claro, en el 2xxx. No sé. Aborrezco su estilo y sus historias. Ponte a escribir una novela victoriana.
Por favor. Basta ya.

A ver si empezamos a vivir en el puto siglo XXI. Esa es la tarea del escritor. 'Nuevas' sensibilidades, condiciones, formas. Sabéis de lo que hablo.
Un abrazo,

(¡haz una lista del 2013!)
(¿alguna recomendación especial de Antunes?

JOAQUIM dijo...

A mi la verdad es que me gustó Knockemstiff, pero tal vez Pollock se agota con ella misma, da la impresión de que poco más puede dar de sí, como no sea repetirse. Además es en el cuento corto donde en todo caso más destacan sus valores literarios: El diablo a todas horas me pareció una esepecie de refrito de cuentos similares a los que ya habíamos visto.

Por cierto, la dedicatoria final de Knockemstiff también me dejó desorientado.... Un saludo.

EVM dijo...

¡Albricias! Nos vamos recuperando, Sir Portnoy.

Anónimo dijo...

Hay lectores que consultan este blog antes de comprar libros, y para ellos escribo esto.

La objeción al libro de Pollock es una estupidez porque alude a un elemento extraliterario, a un paratexto: los agradecimientos. ¿No se suponía que un libro es BUENO cuando es BUENO y punto? ¿Ahora resulta que los paratextos entran en consideración a la hora de juzgar los libros? En la reseña de Hambre de Knut Hamsun de este blog también se dice que es imposible hablar de este autor sin considerar que apoyó a los nazis. Otra estupidez. La obra de ficción tiene como único objetivo el entretenimiento. Lo demás, la calidad moral del autor o lo que quiere hacer en toda su puta vida no tiene la menor importancia. Quizás estos agradecimientos molestan tanto al autor de la reseña porque le quitan el "elemento crítico al capitalismo" que parece reclamar de cada novela. Si es así, está equivocado. De nuevo: la literatura es puro entretenimiento. Lo demás carece de importancia. Celine y Knut Hamsum se van a seguir leyendo mucho después de que Don Delillo sea olvidado, y eso es una prueba de algo.

El comentario que dice que Pollock es innecesario porque ya existen Faulkner y Mccarthy es también una idiotez. Los universos de los tres autores difieren entre sí y en ocasiones se oponen, por lo que es erróneo considerarlos derivados unos de otros. Los personajes no se parecen, las técnicas narrativas no son las mismas, y los territorios en los que tienen lugar las historias son también distintos.

Pollock es un gran escritor. Alcanza una maestría (sobre todo en el relato) que los dioses de este blog (Delillo, Foster Wallace) nunca alcanzaron (lean, por ejemplo, el relato "baader meinhof" de Delillo que está en internet y me cuentan).

Portnoy dijo...

¿Ahora me tengo que poner a discutir con un anónimo?