2/6/13

Sobre el trabajo (y 3): Todo va bien, de Socrates Adams

La frase de Baudrillard mencionada en el anterior post, parece convertirse en el motivo principal de la novela de Adams: “El hecho es que el trabajo sigue ahí tan solo para ocultar que no hay ya trabajo”.

En su teoría de la alienación, Marx supedita el trabajo al producto de éste y concluye que el trabajador acaba alienado ya que ni los medios ni el objeto de la producción le pertenece. El trabajador es un mero instrumento.
Pero vivimos en un sistema en el que, según Baudrillard, y de nuevo pesco conceptos al azar en la red, la mercancía es consumida como signo y además “Vivimos al amparo de los signos y en la negación de la realidad”. 
Especulo inconscientemente a partir de dos frases extraídas de la extensa obra de un pensador de nuestro tiempo… es lo que tiene la Red, que nos hace parecer más listos de lo que realmente somos. 

En fin… me debatía entre incluir esta digresión o no, porque en cierta manera puede ir en detrimento de la novela de Socrates Adams… es decir, este texto debería ser una recomendación de lectura de una buena novela y no un panfleto contra la explotación laboral… es decir, hay muchas formas de denunciar la arbitrariedad del trabajo, se puede hacer de forma académica, ideológica, social, o, como hace Adams, a través de la parodia y la sátira… entonces ¿qué sentido tiene que siga despotricando contra el trabajo descontextualizando frases de filósofos?

Después iba a continuar hablando de las relaciones de la novela de Adams con otras, por ejemplo con Armadillo, de William Boyd (el gran escritor olvidado de la última generación mediática británica) y, sobre todo, con American Psycho, ese despropósito sangriento de Bret Easton Ellis, novela que quería oponer completamente, en todos sus sentidos incluido el estilo de sus autores, a Todo va bien (mucho mejor novela que la de Ellis)… pero tampoco seguiré por ahí.

Me da la sensación de que estos días ando buscando excusas para no hablar directamente de Todo va bien. Me cuesta sentarme aquí y ponerme a teclear y decir simplemente que la novela de Adams es muy buena. Parece que quiera rodear de gran parafernalia y artificio esa precisa frase (“la novela de Adams es muy buena”) cuando en realidad una de las virtudes de la novela es carecer de parafernalia y artificio. Es una novela aparentemente sencilla porque está supeditada a la voz en primera persona del narrador-protagonista. La narración está condicionada a la ingenuidad e indefensión del personaje, un infeliz que no se cuestiona las “realidades impostadas” del sistema laboral, incluso cuando es degradado a un trabajo totalmente estúpido e improductivo, es capaz de contemporizar con su situación, aceptarla de buen grado, trabajar y trabajar y trabajar.

(En mis notas aparecen las frases “A trabajar con alegría” y “incluso dentro de las democracias más avanzadas, una empresa es un sistema absolutista”… sigamos)

Todas esa digresiones pseudofilosóficas y pedantes no funcionaban al hablar de Todo va bien porque Adams las da por asumidas dentro del contexto. El narrador es una persona, si queremos llamarla así, débil, incapaz de enfrentarse al mundo, desvalido laboral y socialmente carece de defensas frente al absurdo del mundo del trabajo. Lo que vemos en la novela es la superación de esa debilidad sin renunciar a ella. La situación paradójica a la que se enfrenta Ian, el narrador, el disfrute de una vacaciones conseguidas a base de un tremendo esfuerzo (ingresos de 690€, gasto en comida 52€, ahorro de 192€ mensuales) que incluso le transforma físicamente, y la lealtad debida al escalafón laboral, se plasman en un sucinto fragmento, en el avión, rumbo a Italia:

Me imagino chillando y gritando y golpeando y pateando a mi asqueroso jefe, el cual está sentado a mi lado como una aspiradora, succionando todo lo bueno que hay a su alrededor hasta que esté tan gordo que se convierta en un agujero negro y destruya el universo.
Le ajusto la manta a mi jefe para que esté más cómodo y calentito.

La sencillez del narrador condiciona el tono de la novela. Es posible que (al igual que le ocurría al Bateman de Ellis) su percepción del mundo sea una ilusión y que la sinrazón del trabajo se deba a la degradación de la utilidad del trabajo que le lleva a convertirse en signo. Pero es este trasfondo que Adams da por asumido por parte del lector (y que asoma como parte de la sátira levemente entre las notas de Ian) y por tanto obviado directamente, el que consigue el tono de parodia y alegoría que encierra Todo va bien. Es decir, partiendo de una sencillez formal se alcanza un tono crítico y de denuncia a un sistema absurdo y deshumanizador. A partir de un tono de ácida comedia se denuncian realidades alienantes.
Finalmente Ian triunfa. En cierta manera del mismo modo en que todos triunfamos en esta vida.
El conocimiento de la alienación transforma la propia alienación convirtiéndola en algo que el trabajador puede usar en su propio beneficio. Marx derrotado por Marx al revelar la insanía del proceso productivo, dando por resultado la aceptación en lugar de la rebelión.
Todo va bien.
Bueno, el caso es que no nos importe si todo va bien.
Preguntadle a Mildred.

2 comentarios:

Nafrán dijo...

Hola Javier,

No sé si me recuerdes, soy el dueño de Mañana no hay lógica. En fin, odio ser de estos irresponsables que comentan una entrada del blog para hablar de otra cosa, pero no encontré tu contacto en la página. Te quería felicitar por Constatación brutal del presente, me gustó mucho y le hice una pequeña reseña. (No sé si te guste que te pongan links por aquí, pero puedes buscarla en mi blog sin problema; eso no significa, por cierto, que sea para el blog, es para una librería en México en donde tu libro es una novedad, avatares de la distribución.) En fin, enhorabuena con retraso, pero gran enhorabuena.

Saludos,

Anónimo dijo...

Es de agradecer que se exploren formas contemporáneas de novela "comprometida" -odio utilizar este adjetivo, pero... Que se preste atención a la realidad del trabajo desde una novela con pretensión literaria, no panfletaria. Entre nosotros, Isaac Rosa publicó La mano invisible también en la línea de hablar de algo tan importante en la vida de la inmensa mayoría de la población pero curiosamente tan ausente de la literatura contemporánea como es el trabajo rutinario y mal pagado. Confieso, sin embargo, que no ha leído y no puedo jugzar el éxito de la empresa.