23/4/13

Nabokov, los biógrafos y el 23 de abril


Oído en el Mercat de Sant Antoni el pasado domingo:

— Lo que pasa es que hay demasiados puestos de libros.
— Sí. Hay demasiados libros.

Algún día de estos tendré que poner por escrito mi actual apatía a la hora de escribir sobre mis lecturas. No sé si es el motivo o consecuencia de ella que el libro de Brian Boyd sobre Nabokov, Los años americanos, me esté costando tanto. Nunca hasta ahora había pedido una prórroga de préstamo en la biblioteca… creo que dos meses es demasiado tiempo viviendo junto a Nabokov en Estados Unidos y Suiza. No porque no me resulte interesante la visión de escritor en su entorno cotidiano y en descubrir como algunos aspectos de su vida influyeron en los temas de sus novelas. Es porque en sí la biografía de Nabokov encierra una contradicción, sobre todo cuando opino lo mismo que él sobre la vida privada:

Detesto revolver en las preciosas vidas de grandes escritores y odio espiar por encima de la verja de esas vidas —detesto la vulgaridad de “interés humano”, el frufrú de faldas y las risitas de los pasillos del tiempo—, y ningún biógrafo alcanzará jamás a entrever nada de mi vida privada.

El contrasentido de la biografía alcanza su culminación cuando se comenta lo que afectó a Vladimir Nabokov los manuscritos llenos de datos erróneos, falsedades y rumores sin fundamento de la biografía que preparaba Andrew Field.
Un biógrafo habla sobre otro biógrafo. Boyd, todo hay que decirlo, pretende ofrecer datos objetivos contrastados. Únicamente en aquellas ocasiones en que puede fundamentarlos, presenta reacciones emocionales de las personas que rodearon a Nabokov o de éste. Las opiniones personales de Boyd se reservan para sus magníficas reseñas de las novelas de Nabokov que aparecen a lo largo de Los años americanos. En cierta manera, para oponerlo a Field, Boyd es un hagiógrafo (que se ciñe a los hechos) mientras que Field es un novelista que inventa en torno a una persona real.
En ocasiones he dicho (deben estar por ahí todavía) verdaderas burradas en torno a Nabokov. En cierta manera se puede considerar a Field como el mayor responsable de la difusión de rumores en torno a la persona de Nabokov. Ni el padre de Nabokov era descendiente bastardo de la familia del zar, ni Nabokov llamaba en su infancia a su madre Lolita, ni su insistencia contra el psicoanálisis encierra un sentido psicoanalítico de todas sus novelas.
Debemos ver sus obras como lo que son, preciosas piezas de orfebrería narrativa en las que ningún detalle es superfluo. Cajas llenas de sorpresas.

Mandemos a los biógrafos a su casa a contar su propia vida.

Por cierto, tal día como hoy, el 23 de abril, ni es el día en que murió Cervantes, ni es el día en que murió Shakespeare, ni es el día que nació Nabokov.

El 23 de abril es el símbolo que muestra como los biógrafos, historiadores incluidos, alteran la realidad a su conveniencia.

Y tenían razón los transeúntes. Hay demasiados libros.

7 comentarios:

Trayectos ciegos dijo...

Hay demasiados libros y muchos libros demasiado largos.
Un abrazo, Javier.
Elisa

´´ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
´´ dijo...

¿Una persona podría vivir releyendo siempre los mismos 200 libros ( cada uno los suyos)? ¿Quien tiene ya su lista de 200 ? ¿Cuántos hay que leer para llegar a hacer una consistente?

Lula dijo...

Buff…
Me gusta leer biografías, así que en parte debo discrepar con lo que propones, si bien raramente son de escritores y a decir verdad hace unos 4 años que no leo ninguna bio stricto senso.
Dicho esto, tampoco me gusta saber demasiado de los autores a los que leo, para evitar aquello de “mi escritor favorito, ese gilipollas”... supongo que la gente a la que admiras casi siempre pierde en las distancias cortas, mejor evitarnos disgustos innecesarios.

Cierto lo que comentas del 23 de abril y Cervantes y Shakespeare, y cierto que ayer les contaron esa mentira en el cole a mi Junior… así vamos. De todas maneras a mí me gusta admitirlo como licencia poética. Soy muy acelga.

Y concrepo en que hay demasiados libros… igual que hay demasiada información, demasiados medios, demasiados árboles, demasiado ruido que nos dispersa y nos distrae.

Soy un robot XX, así que me volveré a contradecir: Feliz Sant Jordi!

Anónimo dijo...

Hay demasiada gente. Eso es lo que pasa.

José L. Solé dijo...

No se si hay demasiados libros, lo que si que tengo claro es que hay demasiada gente que no los lee.
No soy demasiado amante de las biografías por aquello de que sus autores suelen caer en la tentación de perderse en la ficción (o darle a la realidad un lustre de autor); y eso vendría a ser algo así como tergiversar la memoria de la persona (que no del personaje) que se pretende retratar.
Soy un mindundi al que le gusta leer, nací un 23 de abril. Un día muy especial, claro.

Saludos.-

condonumbilical dijo...

El problema es que hay demasiados libros malos. Si fueran buenos no habría problema.