20/1/13

La escoba del sistema, de David Foster Wallace

“Piensa en La escoba del sistema como en el cuento sensible de un joven WASP sensible que acaba de pasar por una crisis de la mediana edad que lo ha empujado desde el análisis matemático frío y cerebral hasta un aterrizaje frío y cerebral en la ficción y en la teoría literaria austiniana-wittegensteiniana-derrideana, que también cambió su terror existencial del miedo de ser tan sólo una calculadora a 37º al miedo a no ser nada excepto un constructo lingüístico. Como ese WASP he escrito un montón de humor y de chistes de amor, decide escribir una autobiografía codificada que sea además un pequeño y divertido chiste posestructural: de ahí Lenore, un personaje literario con un miedo terrible a en realidad no ser más que un personaje literario. Y, lo bastante oculta bajo el intercambio sexual y los chistes y las alusiones teóricas, conseguí escribir mi pequeña y sensible novela de formación obsesionada con el yo. Lo que más risa me dio cuando se publicó el libro fue el modo en que las reseñas, tanto si pisoteaban el libro por completo como si no, elogiaban todas el hecho de que al menos había ahí una primera novela que no era otra pequeña y sensible novela de formación obsesionada con el yo”
Entrevista a Larry McCaffery, 1993, Conversaciones con David Foster Wallace; Ed. Pálido Fuego



“— Una historia, por favor”
Eso es lo que le pide repetidamente Lenore Beadsman a Rick Vigorous. Historias es precisamente de lo que está llena La escoba del sistema. Recordemos, La escoba del sistema es la primera novela de David Foster Wallace, publicada en 1987 cuando el autor tenía 25 años. Para nosotros, lectores de traducciones, La escoba del sistema es la última novela de Wallace, ya que hasta ahora no había sido traducida. Esto nos coloca en una situación extraña: Podemos celebrar que con la traducción de José Luis Amores se complete la bibliografía de Wallace traducida, pero no podemos apreciarla como una primera novela, sobre todo porque no parece una primera novela de un joven escritor, una novela de iniciación o, cómo el mismo decía, una primera “pequeña y sensible novela de formación obsesionada con el yo”. De ninguna manera podemos apreciar La escoba del sistema en sí misma, como un lector estadounidense de finales de los ochenta. Nosotros, lectores empedernidos de Wallace, leemos su primera novela desde la penosa desaparición de su autor, leemos la primera novela, juvenil, atrevida y divertida tras haber leído La broma infinita. No podemos imaginar lo que promete en el futuro una primera novela como La escoba del sistema. Lo sabemos. Y yendo hacia atrás como lectores, debemos confesar que La escoba del sistema es la novela más asequible y amable (con el lector) de Wallace, pero tampoco podemos dejar de darnos cuenta que dentro de las páginas de La escoba del sistema se encuentra el germen de La broma infinita.

Nota: A propósito de lo mencionado, quisiera señalar algunas similitudes entre las dos novelas. Ambas son novelas “futuristas” desde el punto de vista de su escritura; semejanza entre La gran concavidad-convexidad y el Gran Ohio Desértico; la perturbadora voz de uno de los personajes; la ampliación de la tesis expuesta en La escoba del sistema sobre que la realidad de los personajes narrativos es real, construyendo una realidad desmesurada y excesiva hasta el detalle en La broma infinita; y una cuestión referente a la conclusión de la novela que no puedo mencionar…

“— Una historia, por favor”

Historia de la persona vanidosa en segundo grado.
Historia del GOD, el Gran Ohio Desértico, un desierto de arena negra en medio de…
Historia de Rex Metalman, su césped y el DDT.
Historia de Vance Vigorous.
Historia de Norman Bombardini, el hombre que quiere poseer el universo devorándolo.
Historia del hombre que pierde el control, la mujer bulímica y el niño que tiene un ataque epiléptico cada vez que llora.
Historia de Monroe Fieldbinder, pirómano.
Historia de la pierna ortopédica de LaVache Beadsman y sus compartimentos secretos.
Historia del hombre que no puede controlar intensos sentimientos de amor y la mujer del sapo.
...y muchas más.

Estas son algunas de las historias que Rick Vigorous cuenta a Lenore Beadsman, o que no le cuenta, o que ambos conocen, mientras su noviazgo se desmorona (en cierta medida a causa de las propias historias que Rick cuenta) y Lenore intenta descubrir el paradero de su bisabuela y de otras veinte personas, su cacatúa empieza a soltar discursos coherentes, su padre la apremia, la centralita telefónica donde trabaja cruza las llamadas, el hombre más gordo del mundo la da a elegir entre amarle o ser devorada, su psicoanalista, cuya consulta parece un parque de atracciones, cada vez parece más desquiciado, un antiguo conocido, Lang, reaparece en su vida, y los textos que Rick le da a leer, supuestamente escritos por un tal Fieldbinder, son cada vez más perturbadores.
Todo este cúmulo de historias desborda la que podemos llamar la historia principal, la de Lenore Beadsman luchando contra todas la historias que quieren absorberla:

“La abuela dice que cualquier relato se convierte automáticamente en una especie de sistema que controla a todo el mundo que se relaciona con él”

Lenore no quiere ser relatizada. La mayoría de los otros personajes de la novela, sobre todo su abuela, pero también su padre, Rick, Lang, el psicoanalista Jay, tienen una idea de cómo debería comportarse Lenore o qué debería hacer dadas las circunstancias (que, por otra parte, son creadas por esos mismos personajes). Así toda la narración es un evidente y desmedido constructo que busca la reacción de Lenore, que se niega a participar plenamente en él, desconcertando a los otros personajes al negarse a seguir ningún tipo de directriz o imposición externa. Aunque ella es consciente que su negativa a aceptar órdenes es también un “sistema que controla a todo el mundo que se relaciona con él”, pero es al menos su “sistema” (pero nosotros sabemos que es el sistema de Wallace)

La Vache: (Nuestra bisabuela) “te ha hecho creer, con tu complicidad, circunstancialmente hablando, que no eres realmente real, o que eres real únicamente en caso de que se hable de ti, por lo que eres real en la medida en que eres controlable, y por tanto no depende de ti, así que en realidad eres más como una especie de personaje que una persona. Y por supuesto Lenore (nuestra bisabuela) diría que los dos son el mismo”


Con la multitud de historias que Wallace acumula en La escoba del sistema trata de ocultar la “pequeña y sensible novela de formación obsesionada con el yo”, a la que se refería en la entrevista a McCaffery, en que se convierte inevitablemente toda primera novela, consciente que toda narrativación de la realidad se convierte en una impostura que transforma en personajes a las personas. Así esa “pequeña y sensible novela” se transforma en una especie de teoría literaria sobre la propia narrativa y sobre el hecho de contar historias. Sus estudios sobre lógica modal y matemáticas, y la influencia explícita de Wittgenstein, determinan el curso de la novela. No sabemos si el monigote dibujado en el reverso de una etiqueta de alimento infantil sube o baja la cuesta y al barbero que afeita sólo a aquellos que no se afeitan a sí mismos indefectiblemente debe estallarle la cabeza. Hay una solución sencilla, postula Wallace, la que toma Lenore, la de tratar de ser independiente, libre y feliz a su propia manera. Pero entonces no hay literatura.


¿Por casualidad ha visto alguna vez un programa de dibujos animados que se llama “El Correcaminos”? (…) ¿Se le ha ocurrido que “El Correcaminos” es lo que bien podría denominarse un programa existencial? ¿Que trata de forma bastante interesante las mismas actitudes implícitas en el sentimiento de dolor que sentiría una persona ante un fuego catastrófico en su hogar? (…) Le invito a que compruebe que ese programa no hace más que presentarnos un protagonista, un coyote, que funciona dentro de un sistema interesantemente caracterizado como una naturaleza maligna, un protagonista que constante, incansable y desastrosamente persigue algo, un telos —el pájaro que otorga el título—, una meta mucho, mucho menos valiosa que los esfuerzos y recursos que el protagonista invierte en su consecución. (…) La cosa perseguida —un pájaro flacucho— es de lejos menos valiosa que la energía y la atención y los recursos económicos que gasta el coyote en su proceso de persecución. Igual que una relación que irradie desde el Yo hacia fuera es de lejos menos valiosa que el precio que inevitablemente hay que pagar por el establecimiento de tal relación. (…) ¿Por qué no coge el coyote el dinero que se gasta en disfraces de pájaro y catapultas y migas radioactivas para correcaminos y misiles explosivos y simplemente se va a comer a un chino?

A lo que asistimos en La escoba del sistema es al nacimiento del estilo de Wallace, al que voy a llamar de coyotización de la narrativa. A fin de cuentas lo que persigue la literatura es un pájaro flacucho que todos conocemos, la realidad cotidiana. Si nos vamos a comer a un restaurante sin importarnos ver al pájaro corretear por la calle mientras estamos sentados a la mesa, nos comportamos como la mayoría de las personas. La cuestión es que nos gusta complicarlo todo, preferimos que nos cuenten una historia sobre el pájaro que el propio pájaro en sí. La verdad es que la literatura es menos valiosa que la energía, la atención y los recursos económicos que tanto autores como lectores invertimos en el proceso de su persecución.
Pero lo interesante de la novela de Wallace, que podría interpretarse como una teoría narrativa, es que no lo es en absoluto sin dejar de serlo. La escoba del sistema es sobre todo una novela muy divertida y amena, con una multitud de personajes que abarca todos los registros, que mezcla estilos narrativos, que desarrolla unos diálogos pasmosos por su claridad y verosimilitud, que te arroja a un vaivén de emociones, mediante todas esas historias que componen la novela, que van de lo grotesco a lo trágico y que nos presenta algo que considero bastante complicado para un escritor y mucho más en su primera novela, un personaje femenino que no parece la transposición de una mente masculina a un cuerpo de mujer. Tal vez en este punto esté equivocado y se precise una evaluación femenina del personaje de Lenore, pero creo que Wallace consiguió plasmar un absoluto narrativo con su personaje… tal vez mi mente masculina me impida ver los defectos de Lenore… tal vez mi lectura de la novela como teoría narrativa me haga ver al personaje como un absoluto en el que podemos identificarnos sin importar el sexo. Pero creo que ahí está y me ha parecido que debe estar junto a los otros dos grandes personajes de Wallace, Gately y Hal Incandenza.

Lenore defiende ante su desastroso psicoanalista la realidad de uno de los personajes de las historias de Rick. Respalda su realidad dentro de su contexto narrativo, pero también su realidad dentro del contexto de Lenore, oyente-lectora de la historia. Dentro de un contexto saturado de historias y situaciones inverosímiles, el resto de personajes de la novela quieren arrastrar a Lenore a su parcela de entes de ficción, o, quizás, a que acepte su condición, como ellos mismos parecen aceptarlo, de pájaro flacucho, de objeto de persecución francamente poco interesante y menos valioso. La coyotización de la narrativa, que obviamente será desarrollada con toda intensidad en La broma infinita, no solo salva a Lenore, sino que en cierta manera nos salva a nosotros, los lectores, que nunca dejaremos de pedir
“— Una historia, por favor”


Los fragmentos de La escoba del sistema, de David Foster Wallace, son traducción de José Luis Amores para la Editorial Pálido Fuego

Nota: Edicions del Periscopi publica estos días la traducción al catalán de la novela de David Foster Wallace. Los lectores en catalán podrán disfrutar, si es que algún día se traduce el resto de su obra, a Wallace en orden cronológico. Les deseo un largo y feliz camino de lecturas.

8 comentarios:

Lula dijo...

Creía que "La escoba..." no estaba todavía en las librerías.
Espero al sueldo de febrero pero creo que compraré la edición en castellano y SÍ!! voy a leer a DFW cronológicamente.... de algo tiene que servir esperar a las ediciones baratas.

Me encanta el paralelismo del coyote.
Ya te confirmaré lo de Lenore como persona/personaje femenino.

SOY UN ROBOT LEÑE!!

Portnoy dijo...

Hoy sale a la venta.
Esperaré pacientemente a que me des tu opinión
:-)
(Si te sirve de consuelo a mi también me pide que demuestre que no soy un robot)

Anónimo dijo...

Comentar siendo un robot no tiene gracia. Por eso lo dejé. Éste es programado.

Lansky dijo...

Como dijo en su momento Bolaño, estoy harto de este hombre, representa lo que más detesto en literatura, la confusión buscada ex profeso.

Un saludo

Jon dijo...

Hola, Javier,
antes que nada, enhorabuena por la página, te sigo desde hace bastante tiempo y tus artículos me parecen muy interesantes.
Por otra parte, no sé, Lansky, a mi Foster no me parece nada confuso, al contrario, me da la impresión de que se esfuerza, y consigue, explicarse con mucha precisión. Y su mirada es la hostia. ¿Seguro que tu cita es de Bolaño? Porque yo creo ver algunas lineas que lo unen a Foster.
Por si os interesa, aquí os dejo una traducción que he hecho de parte de una entrevista que le hizo Laura Miller tras La broma infinita y que no sé si está recogida en las entrevistas que se acaban de publicar:
http://www.entrevista-a.com/entrevista-a-david-foster-wallace-la-broma-infinita/
Un saludo

Portnoy dijo...

Gracias, Jon. La entrevista está recogida en Conversaciones con DFW.
Lansky, citar a Bolaño respecto a Wallace, cuando empieza a surgir una especie de corriente desmitificadora y crítica respecto a Bolaño no deja de ser contradictorio, porque tengo la sensación de que dentro de unos años empezaremos a oír a esas voces que ahora callan o no queremos escuchar contra Wallace.
No se trata tanto de la confusión, sino de la prolijidad, algo también frecuente en Bolaño, lo que caracteriza a Wallace. Siento que, de alguna manera, ambos escritores están más unidos formalmente de lo que la frase de Bolaño deja entrever... ¿podrías contextualizar la cita?
Sea como sea encuentro normal que se deteste la narrativa de DFW... lo que no encontraría normal es que alguien se sintiese indiferente ante ella.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios

Crear empresa Guatemala dijo...

que buen espacio, y una de las mas excelentes recomendaciones para un buen lector, saludos.

Abogados en Colombia dijo...

un buen destacado para tener en cuenta, éxitos.