2/10/12

Brooklyn, de Colm Tóibín

Esta novela de Tóibín demuestra una de las opiniones que mantengo desde hace tiempo, que no es posible narrar en el siglo XXI basándose en la tradición del XIX. 
Tramposamente el autor inicialmente no sitúa temporalmente la acción de la novela. Eso le permite jugar con el homenaje a Henry James y a Jane Austen. 
Una vez ubicado el relato y conocida la volubilidad inconsistente de la protagonista de la novela, se puede pensar (tangencialmente) en Flaubert. Sea como sea (incluso si encerrase una clave secreta solo para iniciados), esta novela publicada originalmente en 2009 empleando recursos de hace cien años o más, no se sostiene por ningún lado. 
Y ya está, no tengo más que decir.

6 comentarios:

J. M. dijo...

me parece muy limitado tu planteamiento, demasiado simple... y no lo digo por defender a Tóibín, al que no he leído; me duele más que desprecies a un autor al que admiro, como Richard Ford, por los mismos motivos que aduces al hablar de Tóibín;

me remito al mundo de la pintura, que conozco un poco mejor: tal y como lo planteas, no sería posible pintar en el siglo XXI otra cosa que no fueran cuadros abstractos, ya que la supuesta evolución del arte del siglo XX conduce a eliminar todo rastro figurativo... no sucede de ese modo por diversos motivos (sigue habiendo pintores muy competentes que siguen fabricando imágenes formalmente similares a los cuadros anteriores a las vanguardias; utilizando diversas coartadas que las "actualizan", el gran Gerhard Richter entre otros; el mismo arte fotográfico, que no se cuestiona en este sentido, produce imágenes formal y conceptualmente similares a los cuadros anteriores a las vanguardias, es decir, imágenes "visuales", con un fuerte grado de iconicidad, imágenes de una gran "legibilidad", que se usan no solamente en el arte sino en el reporterismo, porque tienen una funcionalidad narrativa que no se encuentra en cualquier otro tipo de imágenes)... algo parecido sucede, a mi modo de ver, con el arte de la escritura: las poéticas vanguardistas están a menudo repletas de manierismos absurdos e interferencias, formalismos que dificultan, digamos, la "llegada" del mensaje; por ello yo creo que es absolutamente lícito que haya autores que, desde una perspectiva contemporánea, opten por la fluidez de la narrativa decimonónica, por sus patrones realistas (con diferentes coartadas), para, desde ese prisma, con esa efectividad, contar el mundo actual sin el lastre, formal, de las vanguardias...

J. M. dijo...

lo que he tratado de decir es que el vanguardismo del siglo XX no se puso en práctica para crear una tradición; es decir, Beckett no admite un post-Beckett, alguien que, posteriormente, escriba como él...

es más, los vanguardistas lo que quisieron es, hasta donde yo sé, cargarse la propia idea del arte, su posibilidad, su actualidad: de manera que la postura adecuada, teniendo en cuenta el siglo XX y las vanguardias, siendo coherente con su desarrollo, es, simplemente, no hacer nada, no pintar, no escribir, no esculpir...

por ello yo creo que una manera de superar esa especie de "tabula rasa" que propone el siglo XX, una manera de "volver" a pintar o escribir, es, sencillamente, obviar los planteamientos vanguardistas, su ruido, sus reduccionismos y sus desarrollos, y volver a la "racionalidad" del planteamiento, nudo y desenlace decimonónicos...

Lansky dijo...

Estoy de acuerdo con J.M. en lo esencial. (Y además me encantan Ford y Toblin)

Al margen de eso, creo que muchos de los 'males' y confusiones en el arte -literatura incluida- que se achacan a la postmodernidad vienen de la modernidad. Y es que estoy convencido que vivimos el declive y caida de la civilización occidental y, como en el Imperio Romano, es esta una época hermosa y fascinante, pero no apta para añoranzas del pasado esplendor

Un saludo

Portnoy dijo...

Esta nueva interfaz de blogger es pésima. He perdido el comentario que os había dejado. Intentaré recuperarlo de memoria.
Lo que venía a decir es que a diferencia de las artes plásticas, como apunta J.M., que puede aprovechar la tradición clásica e innovar al mismo tiempo, en narrativa parece haberse instaurado una especie de cisma entre aquellos a los que llamo decimonónicos (por llamarlos de alguna manera) y los que sin renunciar a una forma clásica de narración no dejan de explorar y emplear los recursos que tienen a su alcance.
Toibin me ha decepcionado con esa narración plana. Ford lo hizo con esa especie de aburrimiento que impregna El periodista deportivo (no he leído otra), por otra parte consecuente con las características de su personaje.
El post sobre Brooklyn es deliberadamente tendencioso, lo reconozco.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios

Lansky dijo...

Así me gusta, Portnoy, que no te tomes a mal las disensiones, incluso que matices a posteriori tus repulsas, que hay cada convulso enfebrecido en la Red...

Un saludo

Portnoy dijo...

Que triste sería esto sin disensiones. A fin de cuentas esto no consiste más que en trasmitir opiniones personales y ya se sabe lo que pasa con las opiniones.
Lo que me sabe mal, releyéndome, es tener este tono tan desabrido en mis comentarios.
Siempre agradezco vuestros comentarios... bueno, casi todos.
:-)
Un saludo