7/7/12

Ah Puch está aquí, de William Burroughs

En los comentarios al fragmento de Punto de fuga de Markson, en el post anterior, J.M. deja una interesante anotación sobre como Markson y Beckett llevan a la literatura a “un punto sin retorno”
Beckett despojó a la narración de todo sentido, mientras que Markson despoja a la narrativa de todos los elementos que caracterizan a la narración, dejando un esqueleto que, extrañamente, se sustenta a sí mismo. Beckett, que también despoja a la narración de sus elementos clásicos, deja un texto que es como una nube de ideas en la que flota la mente de un narrador malsano.

Leyendo Ah Puch está aquí, recordé que una de las lecturas más febriles que acometí (hace tanto tiempo ya) fue la de Nova Express de William Burroughs. No creo que jamás vuelva a ella. El tono de locura inaprensible que emanaba de la (¿) novela (?) de Burroughs, a pesar de ser mitigado años después por la lectura de El almuerzo desnudo, la convertía en un galimatías sin sentido… o eso pensaba (pienso).

Burroughs también llevó la narrativa a un punto sin retorno. Es fácil establecer una sucesión de sucesos en la que las drogas tengan una especial influencia en su forma de escribir y calificar su obra de jerigonza yonki solipsista (lo cual no quiere decir que debamos pasar por alto ese detalle)

La palabra es un virus.

Según cuenta Burroughs la técnica de cut-up consiste en dividir un texto en varias partes y luego volverlas a unir sin correlación:
El propósito inicial de estos mecanismos codificadores era hacer el mensaje ininteligible sin el código de desciframiento
La tesis del autor en La revolución electrónica es que el lenguaje, en cualquiera de sus versiones, puede propagar ideas que infecten al lector-espectador con el virus que encierran, en el momento que nuestro cuerpo actúa como descodificador del mensaje ininteligible.

Lo que me pregunto es, ¿tenía Burroughs la intención de que sus textos se propagasen como virus o que, de alguna manera, infectasen a sus lectores?

Hagamos aquí un inciso para incluir una nota “a lo Markson” para recordar la relación de Burroughs con la cienciología:

En la década de los 60 Burroughs se integró a la Iglesia de la Cienciología.
Aunque la abandonó poco después.

Ah Puch está aquí, recientemente publicado por la editorial Capitán Swing reúne tres textos de Burroughs, el que le da título, un proyecto de novela gráfica que es un delirio orgiástico, en la línea de Nova Express, basado en la mitología maya, El libro de las respiraciones una especie de cómic conceptual con ilustraciones de McNeill y el artículo-ensayo La revolución electrónica que gira en torno a la infección del comportamiento a través de estímulos visuales y que redunda en el concepto de la información como virus.
Es un libro para seguidores de Burroughs, y también un ejemplo de paranoia lisérgica aplicada a la literatura.

1 comentario:

J. M. dijo...

yo también me tragué Nova Express hace tiempo y no creo que vuelva a leerlo; de hecho, no creo que vuelva a leer a Burroughs en la vida; no obstante, a mi modo de ver, Burroughs aporta poco a ese "punto sin retorno" del que hablamos; Burroughs toma prestado el discurso "desestructurado" de otros (Joyce, por ejemplo, en su Finnegans Wake, llega mas lejos), le da otro nombre (cut-up), otra temática (adherida a la cultura "pop") y va tirando con ello;

no pretendo quitarle importancia a Burroughs, yo opino que la tiene (al mismo nivel que en el contexto del arte la tuvieron, por ejemplo, gurús del pop-art como Andy Warhol o Richard Hamilton); no obstante su importancia no ha sido, precisamente, llevar la literatura a ese "punto sin retorno", al que ya fue llevada, como sabemos, por Joyce y Beckett, sino, a mi modo de ver, "desde" ese mismo punto sin retorno, acercarla a la cultura popular...

te agradezco que me hayas citado; pero todavía te lo agradecería mas si borrases mi nombre completo de tus enlaces (adivina, por las iniciales), que me ha acarreado algún problema que otro, ya que al fin y al cabo lleva a un blog ya extinto;

un saludo