17/5/12

CT, o la Cultura de la Transición, VV. AA.

Este es un libro colectivo, así que tiene las virtudes y los defectos propios de este tipo de obras. Por otra parte el objetivo final de todos los artículos es teorizar sobre la Cultura de la Transición, pero no desde la perspectiva del ensayo sesudo. Es un libro en el que el aspecto lúdico es importante e invita al lector a participar y a reflexionar sobre lo que supone la CT.
Porque, señoras y señores, hay un Plan, somos víctimas del Plan.
Lo más gracioso es que el Plan es de una simpleza absoluta: Ensalcemos todo aquello que no destaque.
O algo así.
Y el 15-M como respuesta a la CT. Y la falta de respuesta que la CT tiene hacia la indignación de los ciudadanos.
En fin, todo esto queda más claro en los artículos que componen el libro y que recomiendo leer desde ya.


Recordemos que la CT domina el camino que nos ha llevado de esto:



a esto:




Pero bueno, no era esto lo que quería comentar. Como bien comenta Carlos Acevedo en su artículo, la CT es “una variación hispana, aunque exportable (…) de la cultura de masas”. La cultura viene definida “por quién la produce, promueve y distribuye, y no por quién la recibe, valora e incorpora a su vida cotidiana, poniéndola en cuestión y convirtiéndola en experiencia” La CT viene dictada por el Estado.
Por eso no es extreño que se compare en algunos artículos a España con Corea del Norte.
La Cultura (extendida a todos los ámbitos) que analiza el texto es esa en la que los poderes fácticos cierran filas en torno a temas concretos para promover una Cultura neutra y no conflictiva. Nuestra peculiar “variación hispana” viene determinada por el franquismo y el silencio acordado por todas las fuerzas políticas respecto a los hechos del pasado. Pero también por la existencia de un grupo terrorista que perturba la vida social. Entiendo que el tema es delicado, pero encuentro que esa cuestión determinante es soslayada en el ensayo, quizás por su misma esencia. Porque calificar a ETA de elemento de cohesión político de la CT como enemigo común que hay que combatir mediante pactos de estado y un conveniente silencio administrativo es arriesgado. La complejidad del tema me hace no querer profundizar más en las consecuencias y efectos de un artículo que avanzase en esa dirección, pero siento que la ausencia del grupo terrorista en el libro es sintomática de que quizás no hallamos podido superar a la CT.

En realidad lo que quería decir es que la crítica a la CT solo puede ser realizada desde dentro de la CT. Es cierto, los articulistas del libro se “salen” de la CT y realizan un análisis interesante sobre el síndrome CT con la intención de denunciarlo y en última instancia derrocarlo.
Algo parecido sucede cuando somos Indignados del 15-M. Criticamos el sistema desde dentro del sistema, pero tengo la sensación de que una gran mayoría de los que se manifiestan contra la situación actual lo único que pretenden es recuperar su estatus dentro del sistema.
Y si bien el movimiento 15-M es uno de los que se oponen a la CT, debe quedar claro que la única forma de que esto avance y cambie totalmente es destruyendo el sistema actual. No se trata de recuperar el estado del bienestar. Se trata de recuperar nuestra vida como ciudadanos en un sistema distinto no supeditado a los poderes económicos.
La crítica a la CT corre el riesgo de ser asumida por la CT.
Hoy en El País hablan sobre el libro.

20 comentarios:

´´ dijo...

¿Te has leido el libro "la herida de Spinoza",? es interesante. te dejo trozo entrevista :

¿Cuál es el tema principal de la obra?

Es un libro acerca de la felicidad, pero también sobre otras cosas, como la modernidad, la posmodernidad, la biopolítica, el papel de las ideologías, la llamada biopolítica o, incluso, los modos de entender la ecología, porque en todo eso se juega la posibilidad el pensamiento de la felicidad en nuestro presente parte de una reflexión que nació en el aula junto a mis alumnos hace tiempo. Sucede que el problema de la felicidad no se puede abordar en nuestros tiempos con herramientas teóricas tradicionales. En el mundo moderno ya no sirven las viejas categorías con las que Aristóteles o la mayor parte de la filosofía afrontaron el tema de la felicidad. La modernidad es una contingencia, una novedad que ha suprimido el suelo desde el que se pensó la felicidad, entonces asomándome y leyendo libros que proliferan sobre este tema, me dí cuenta que sólo eran productos de bajísima calidad, que no se hacían cargo de que este tema.

“Básicamente, el mundo moderno ha prescindido de algunas nociones que las reflexiones clásicas comprendían, como por ejemplo, la naturaleza vista como límite a partir del cual medir nuestras acciones. A partir de eso descubrí que Spinoza era uno de los pocos filósofos capaces de pensar la felicidad, haciéndose cargo del cambio histórico que supone un proceso complejo que llamamos modernidad o tal vez posmodernidad, Esas eran las reflexiones que venía haciendo al entrar en contacto con un libro de Antonio Damasio, neurólogo de origen portugués, que vive desde hace mucho en Estados Unidos y que escribió un libro llamado “En busca de Spinoza”. En ese libro, inspirándose en el filósofo judío, propone una estrecha relación con lo físico- químico de los organismos humanos, y explica empíricamente, cómo esos sentimientos son complejos -entre ellos la felicidad- y tienen una relación con el entorno. Damasio hace un seguimiento de las emociones hasta llegar a un estado espiritual, estado de felicidad al que se supone deberíamos aspirar y que tiene una base material, frente a la tesis tradicional de que el alma tiene una base separada del cuerpo. Spinoza en el S. XVII planteó esa misma tesis -en polémica con Descartes-. Sin embargo, en esa búsqueda de la felicidad y en la superación del dolor quedaba una herida, que para Damasio consistía en que Spinoza asumía el dolor y la muerte, o más bien que no le producían una perturbación, sino que generaban en él una tranquila certeza.

Me asombraba que Damasio, pese a la admiración que le profesa, pareciera no comprender a Spinoza en ese punto. No es la resignación -no es la vida para la muerte como lo es para Heidegger-, pues Spinoza decía que “un hombre libre nada teme menos a la muerte”. Ese desajuste entre Damasio y Spinoza es lo que me motivó a escribir este ensayo. Es decir, me parecía que Damasio participaba de una visión del mundo en el que se escapaba lo más grandioso del proyecto de Spinoza, en el seno de la mirada moderna o posmoderna. La idea de recuperar el límite para el hombre moderno, que vive instalado en el pensamiento de la omnipotencia y se guía más por el poder que por la felicidad,

Lo característico de los humanos, según Spinoza, es que estamos instalados en una totalidad que llama “dios o naturaleza” y que esa integración nos permite reconocernos. La naturaleza significó en la Antigüedad el límite, y Spinoza trata de recuperar esa dimensión en plena modernidad mediante nuestro reconocimiento como seres limitados en una totalidad orgánica que él llamaba dios o naturaleza (aunque se consideró siempre ateo). La idea dominante de la modernidad es la de voluntad de poder, como voluntad que nunca encuentra satisfacción, que se acrecienta constantemente a sí misma y no encuentra limite. La idea básica de Spinoza es precisamente la de pensar cómo es posible que, reconociéndose uno limitado, a través de los afectos; sin embargo, se reconozca en su máximo conatus al integrarse en esa totalidad.

´´ dijo...

¿Cómo la voluntad de poder se liga entonces a la felicidad?

La voluntad de poder nos hace pensar que la felicidad consiste en NUESTRO poder y es lo que guía básicamente el mundo moderno. Está en nuestra vida cotidiana, en la voluntad de acrecentar la posesión de objetos y en otras muchas realidades cotidianas, en la organización social y económica, incluso en la cultura. La voluntad de poder no se refiere entonces sólo al poder político, sino a aquello que se dice de que siempre se quiere más. Cuando Spinoza dice lo contrario, sólo si reconocemos nuestros limites y lo hacemos a través de los afectos, y nos reconocemos como limitados en el seno de una totalidad, incrementamos nuestra potencia de obrar, es decir, nuestras capacidades, lo que es una paradoja: a medida que nos reconocemos como limitados reconocemos también esa totalidad, y cómo somos parte de ella, alcanzamos el máximo de poder. Por el contrario, si pretendemos no reconocer límites y que la naturaleza esté a nuestro servicio, como de hecho viene ocurriendo en los últimos siglos, no lograremos más que generar tristeza. La voluntad de poder que no quiere reconocer límites y que pretende imponerse sobre cualquier otro afecto es hermana de la mayor impotencia.

...........

Portnoy dijo...

El último párrafo es revelador. Hay que reconocer nuestros límites.
Tendré en cuenta la recomendación.
Gracias por tu comentario, Francis.

Lansky dijo...

Discúlpame la auto cita, pero las dos fotos que publicas 'de esto a esto' expresan mejor que yo lo que quería decir en este enlace:

http://www.lansky-al-habla.com/2012/05/los-culpables-de-la-crisis.html

Saludos

José Martínez Ros dijo...

Está muy bien y le alabo que diga tan claro lo que quiere (sobre todo, desde la perspectiva de los que no queremos eso). Por lo demás, tenga precaución con sus llamamientos utópicos: tales ensoñaciones suelen terminar en simpáticas matanzas y degollinas. Le remito a la reseña que escribe hoy Coradino Vega de Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin. Un cordial saludo.

José Martínez Ros dijo...

Por lo demás, que se publique un libro “contra el sistema” en Random House-Mondadori (Berlusconi tiene ahí mano, ¿no?) es casi tan gracioso como el éxito que ha supuesto Indignaos para el grupo Planeta, esa cueva de izquierdistas. Sigamos comprando máscaras de V de vendetta y enriqueciendo aún más a Time-Warner. Y que la cultura es una emanación del estado… en fin, creo que todos estamos de acuerdo en que se ha demostrado que los estados cada vez pintan menos…

Sebastian dijo...

Anonymous es performático precisamente porque nace de una película. No tiene programa, y sus acciones en contra del sistema se realizan según el modelo que este sistema tiene para el caso "descontento social", "deseo de revolución". Debord tenía toda la razón. Anonymous (y también el 15m) tienen algo de espectáculo.

´´ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Portnoy dijo...

Por eso, José, terminaba el post diciendo que el libro ha sido mencionado en El País. Entiendo que el miedo a la revolución, a la revolución sangrienta y sus azarosos devenires, es lo que nos mantiene en este estado de conformismo y aceptación. De hecho considero que esa utopía llegará algún día, y no a través de la sangre sino de la aceptación de nuestra condición de ciudadanos e individuos sociales. Será un proceso largo que no veremos, pero estoy convencido que si queremos seguir adelante será la única salida.
Esto va también para Francis y su pesimista mensaje borrado.
Ah, Sebastian, en la película V y sobre todo en el cómic, la paradoja es que el héroe, V, es moralmente reprochable.
Mejor tu post, Lansky. Una imagen nunca es mejor que mil palabras.
Siempre es un placer veros y por aquí.
Gracias por vuestros comentarios

´´ dijo...

Perdón por el mensaje anterior hay veces que vomito en público, no lo veo necesario la verdad.

Portnoy dijo...

No hay ningún problema, Francis

Anónimo dijo...

Está claro que el sistema lo asimila todo, y toda crítica pasa a formar parte de él. Es un monstruo curioso: asimila a su enemigo y se transforma en algo aún peor. Es “lovecraftiano”, ¿verdad? Somos parte de él y parte del Plan ;-)

Tiene razón José: el otro día encontré en la FNAC a unos chavales que acudieron a comprar máscaras de “V de Vendetta” ®para sumarse a la cacerolada de Sol. Por la noche, en Twitter, alguien retransmitiría en directo la “revolución”. ¿Se lo permitirían si fuera algo “peligroso”?

Pero también creo que sigue teniendo sentido rebelarse. Hoy mismo leo en el blog de Juan Francisco Ferre: “la más alta misión de la novela contemporánea: elaborar contraficciones cada vez más inteligentes con las que burlar y burlarse de las seductoras ficciones del poder.”

Contraficcionemos ;-)

José Martínez Ros dijo...

Esta es la situación: tengo una esposa (o ella me tiene a mí o ambos nos tenemos), tengo dos mascotas, tengo un trabajo para una multinacional, tengo un sueldo mileurista y aspiro a tener una hipoteca y a comprarme de vez en cuando los libros y las películas que me gustan y a seguir publicando los míos. Quiero tener acceso a la sanidad pública, como tuve, y estoy agradecido, a la educación pública. Me gustaría que el sistema funcionara mejor y jodiera a menos gente y, sobre todo, un mayor respeto al medio ambiente, pero no deseo destruir el sistema. Somos seres sociales, pero también homos economicus. Nosotros estaremos en crisis, pero el hecho es que, ahora mismo la excepción: cientos y cientos de millones, miles de millones chinos, indios, brasileños o surafricanos no aspiran a tener un mundo distinto, aspiran a un mundo semejante al nuestro y sienten que lo tienen a sus alcance. El capitalismo no está en crisis. De hecho, el capitalismo (o el sistema) está en el mejor momento de su historia. Somos una pequeña minoría en un pequeño continente cada vez más arrinconado los que estamos mal. Esa es la realidad.

José Martínez Ros dijo...

"De todas formas, antes de lanzarte a destruir "el Sistema", recuerda primero que nosotros lo construímos y en nuestro propio interés. Lo sostenemos constantemente, tanto con nuestra ayuda estando de acuerdo, o en oposición con nuestra disidencia. Los oponentes del Sistema son una función de este tanto como lo son sus defensores. El Sistema es un fantasma ensamblado en las mentes de los seres humanos que operan dentro del Sistema. Es un padre virtual que hicimos que cuidara de nosotros. Lo hicimos muy grande y muy difícil de ver en su totalidad, y le servimos y nutrimos cada día. Por cada McDonalds que vueles, "ellos" construirán dos."

" Lo que quiero decir con esto es, ¿y si "el Sistema" no es nuetro enemigo después de todo? ¿Y si en lugar de eso es sólo nuestro campo de juego, el 'entorno natural' en el que hemos crecido"

Grant Morrison.

Portnoy dijo...

¿eso es de Arkham Asylum o de The Authority?
La revolución a la que me estoy refiriendo es lenta y supone ante todo un cambio de mentalidad que se adivina en algunos aspectos del 15M. Es utópico, lo sé. No hay más que ver la participación y los resultados de las últimas elecciones para darse cuenta de que todavía estamos muy lejos.
De todas formas no estoy de acuerdo con lo que dices respecto al capitalismo. Está en crisis en cuanto que necesita expandirse a nuevos continentes y que es consciente de que esa expansión ilimitada debe necesariamente tener fin. Nuestra realidad, tal y como la defines, es un experimento de los últimos coletazos del capitalismo. Claro que todavía puede seguir así unos cuantos siglos más.
Gracias por tus comentarios, por esa visión sensata y acertada de la realidad.

´´ dijo...

¿Revolución lenta? ¿Eso no es una contradicción?, El miedo que dan las revoluciones son la velocidad y la falta de serenidad que conllevan, hay que ir evolucionando poco a poco y trabajar para generaciones posteriores, pero es difícil conseguir que la gente se sacrifique para que las cosas funcionen cuando ya no pueda disfrutarlas.

José Martínez Ros dijo...

Es de The Invisibles. Sinceramente, no creo que, como decía, que el sistema esté en crisis. Simplemente, el centro de poder –cultural, económico- se está desplazando… como se ha desplazado siempre, como se desplazó de Atenas a Roma, del Mediterráneo al norte de Europa y de allí a Norteamérica. Ahora le toca el turno a Asia. Juraría que chinos, indios, vietnamitas, tailandeses o coreanos no piensan que están en crisis. Ni mucho menos. Y son más, muchos más que nosotros. Así que es bastante justo que sea así. Un abrazo.

Anónimo dijo...

A mí eso del desplazamiento del centro de poder siempre me ha parecido una simplificación un poco absurda, qué quieres que te diga. La realidad es mucho mas compleja. Sobre todo si hablamos de un imperio que ha pergeñado una mezcla de capitalismo y comunismo que sólo se puede calificar de diabólica. Mandan los cerdos de Orwell.

Lo que comenta José me suena un poco a Quien se ha llevado mi queso o algo semejante. Una de esas ficciones que debemos "contraficcionar". ¿De verdad no podemos considerar fracasado un sistema que se basa en el "usar y tirar" de seres humanos y empresas y ciudades, y ahora de países, y aun continentes enteros? La ley de la selva sólo le gusta al León. Lo demás es masoquismo.

José Martínez Ros dijo...

Después de esos dos párrafos de moralina burguesa, no creo que debas hablar de simplificaciones. En todo caso, ya veremos si el desplazamiento del centro de poder es una ficción o no cuando tus nietos aprendan chino en la escuela.

Anónimo dijo...

Bueno, lo de usar y tirar seres humanos me ha quedado de lo más cursi, pero la "moralina burguesa" (?) no la veo. Y China es lo que es. De todas formas es verdad que nos está quedando un debate de lo más pobretón, porque esa referencia a los millones de chinos, indios, brasileños y sudafricanos felices como perdices es un poco surrealista, ¿no te parece?